Un bebé para Owen (Los Beckett 2)

A.S. Lefebre

Fragmento

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Prólogo

Quince años atrás

La mirada de Owen era sombría, al observar con repudio el edificio frente a él, mientras contenía con todas sus fuerzas las ganas de entrar y armar un gran escándalo.

Al enterarse de lo que su novia estaba a punto de hacer, inmediatamente fue a buscarla con la intención de que entrara en razón. Sin embargo, le fue imposible llegar a tiempo y, al interrumpir en el edificio, lo sacaron a la fuerza por tratar interponerse.

Owen esperaba que ella hubiese cambiado de opinión y se hubiese arrepentido de lo que planeaba hacer, aunque ya había perdido las esperanzas. Ella ya llevaba algunas horas ahí, por lo que estaba seguro de que lo había hecho, y la odiaría el resto de su vida por eso.

Días atrás, Tiffany, su novia, le había comentado que, debido a un atraso en su periodo y a las sospechas de que estaba embarazada, se había hecho un par de pruebas y su resultado había sido positivo. La noticia los había tomado desprevenidos y sin la menor idea de lo que sería su vida a partir de ese momento.

Owen estaba en su último año de preparatoria y, en cuanto terminara, se marcharía a la universidad en otra ciudad con una beca deportiva, y ella tenía planes similares para cuando se graduara. Los dos sabían que un hijo no sería bueno en ese momento; sin embargo, a Owen le hacía mucha ilusión y, después de pensar en la posibilidad de ser padre, había pasado unos días planteándose un futuro diferente y había comenzado a buscar empleo para responsabilizarse de su hijo, aunque eso incluyera dejar a un lado su sueño de jugar algún día en la NFL.

Owen quería tener a su hijo.

Al hablar con Tiffany y plantearle lo que quería hacer, la muchacha no estaba del todo de acuerdo; su novia quería ir a la universidad y pensaba que un niño sería un obstáculo. Pese a eso, Owen había intentado convencerla y creído que lo había logrado. No obstante, esa tarde, cuando fue a buscarla, Tiffany no estaba en su casa y su hermana le comentó lo que planeaba.

Owen corrió y rogó al cielo poder llegar a tiempo para hacerla cambiar de opinión. A él no le importaba tener que criar a su hijo solo si ella al final decidía que no iba a abandonar su sueño de ir a la universidad. Sin embargo, la fortuna no estuvo a su favor. Cuando llegó, ella ya estaba en el quirófano y, al intentar entrar, fue sacado por seguridad.

Owen salió frustrado del lugar; no podía creer que Tiffany fuera capaz de quitarle la vida a su hijo no nato, un pequeño fruto de su supuesto amor. Dadas las circunstancias, él podía aseverar que ella no lo amaba, o no lo hubiese hecho.

Owen aguardó con la esperanza de que ella se arrepintiera en nombre de ese amor y de que, cuando saliera de ahí, le aseguraría que su hijo aún estaba vivo.

Después de dos horas de espera, lo confirmó: su hijo ya no estaba con vida.

Al verla salir, Owen deseaba reclamarle, si bien sabía que no valdría la pena. Se dio la vuelta y se marchó con el corazón destrozado. No perdería más el tiempo con una mujer como esa, a la que no le importaba la vida de un pequeño que apenas se formaba en sus entrañas.

***

Devastado, Owen decidió continuar con sus planes de ir a la universidad, en especial porque se marcharía de Chicago.

Los meses que faltaban fueron dolorosos. Los recuerdos de una perfecta relación con la mujer que amaba y la desgarradora realidad le hicieron plantearse un nuevo futuro aunque tuviese que dejar lo más preciado: su familia.

Owen haría una nueva vida lejos de Chicago, sería un hombre completamente diferente, jamás se volvería a enamorar, y mucho menos tendría hijos.

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Capítulo 1

Owen dio un recorrido con la mirada por el lugar, después de beber de su botella de cerveza. El club estaba casi vacío; supuso que se debía a la hora. Aún era algo temprano, y la vida en Nueva York es un poco más nocturna. No obstante, sus compañeros habían decidido ir a esa hora para conseguir una mesa. Se decía que el nuevo club tenía tanta popularidad que se llenaba a reventar, sin importar el día, aunque de momento no fuese así.

Dio otro sorbo a su cerveza y centró la atención en sus compañeros, quienes conversaban sobre matrimonio y sobre otros asuntos que para él eran extremadamente aburridos; sin embargo, era el tema principal de la noche. Al parecer, la mayoría de sus compañeros en la estación de bomberos habían decidido pasar a la vida seria y casarse, y esa noche estaban ahí para hacer la despedida de soltero de uno de ellos.

Owen sonrió con ironía al pensarlo. Aunque para él casarse era un suicidio y tener hijos, una condena, si la despedida fuese para él, hubiera preferido ir a un club de caballeros para contemplar mujeres bailar casi desnudas. Teniendo en cuenta que, a partir de que diera el sí, solo podría ver a su esposa.

En cambio, sus compañeros habían elegido irse a sentar a hablar a un club en donde la mayoría iba a embriagarse, bailar, pasarla bien, y mucho más. Tampoco es que a Owen le importara; apenas el club estuviese lleno, se dedicaría a ir a la caza de una bella mujer para llevarse a la cama esa noche.

—¿Aburrido? —preguntó su compañero y mejor amigo, Julián.

Julián Harris y él se habían conocido en la academia y desde entonces habían iniciado una gran amistad que había perdurado por más de diez años.

—No, solo analizo el lugar para mi propia diversión más tarde. Sabes que esos temas no me importan —dijo haciendo énfasis en lo que hablaban.

Julián sonrió.

—Algún día te van a interesar, estoy seguro de eso —aseveró.

Su amigo se había casado hacía algunos años y recientemente había tenido a su primer hijo. Julián tenía la esperanza de que Owen, en algún momento, encontraría a esa mujer que lo haría cambiar de opinión.

—¡Deja de decir estupideces! Y mejor vamos por otra cerveza, así voy viendo el lugar con más detalle —apostilló con picardía.

Julián negó con la cabeza. Ambos se pusieron de pie y se dirigieron a la barra, en donde pidieron una ronda de cervezas para sus compañeros. Owen se sentó en un taburete, apoyó la espalda en la barra y recorrió el lugar con la mirada. Clavó la vista en la puerta principal y observó al grupo de mujeres que recién entraban, en donde una rubia curvilínea atrajo su atención y de la que estaba seguro de que sería su compañía esa noche.

Owen siguió al grupo de mujeres con la mirada, hasta la mesa en la que se situaron, sin perder detalle de su presa.

—¿Has encontrado algo interesante? —inquirió Julián.

Owen desvió la mirada de la mesa a su amigo.

—Creo que sí, pero la noche apenas comienza. —Se encogió de hombros—. Quizás encuentre algo mejor.

Owen se giró para tomar un par de botellas que había puesto el mesero, y regresaron a la mesa. De momento ya tenía una víctima y, mientras sus compañeros hablaban de matrimonio, pensaría en la mejor manera para seducirla e iría por su objetivo.

***

Owen suspiró con frustración y giró los talones para regresar junto a sus compañeros. Durante una hora no perdió de vista la mesa en donde se encontraba el grupo de mujeres y, cuando por fin ellas fueron a bailar, él se dispuso a ir a la caza de la chica que tenía en la mira.

Abordar a una fémina mientras se meneaba al ritmo de la música era el plan que nunca fallaba, teniendo en cuenta que él no era un mal bailarín. Un par de movimientos, unas cuantas caricias, un acercamiento íntimo, palabras provocativas, y hechizaba a su presa.

No obstante, sus planes se fueron por la borda cuando, para su sorpresa, ella lo rechazó. Y tras insistir, la mujer le dejó muy claro que tenía novio y que, si seguía molestando, entre ella y sus amigas lo golpearían.

Owen permaneció unos minutos en la pista de baile, tratando de buscar alguna chica que le pudiese interesar, pero se sentía frustrado y, debía admitirlo, no estaba acostumbrado a ser rechazado. Él era un hombre muy apuesto: rubio de ojos azules, de un metro noventa y un físico que cualquiera envidiaría, debido a su cuerpo tonificado. Las mujeres lo deseaban y no les importaba serles infieles a sus parejas.

—¿Mala noche? —preguntó Josh, uno de sus compañeros.

—No, solo elegí mal el objetivo. Nada que no se pueda remediar —replicó con una sonrisa.

Puede que una lo rechazó, pero si de algo estaba seguro era de que esa noche se iría a la cama en compañía de una bella mujer.

—En ese caso, vamos a bailar un poco, que estos ya me tienen cansado con su charla de matrimonio, hijos y no sé qué más —espetó el muchacho.

Josh era el más joven de la estación y apenas tenía unos meses trabajando con ellos. Owen rio a carcajadas.

—Les parece muy interesante hablar sobre lo que será su suicidio para traumar al pobre Will. Quizás así se fuga antes de llegar al altar —dijo jocoso.

—¡Ni loco que estuviera!, con lo que cuesta encontrar a una mujer como Hilary —protestó el aludido—. Me costó mucho conquistarla como para dejarla ir tan fácil. Hay cosas que requieren de un sacrificio —replicó el novio.

—En ese caso, ven y diviértete un poco antes de atarte a ella de por vida —se mofó Owen mostrándole con la barbilla la pista de baile—. Que estés por ir al matadero no significa que no puedas hacerlo.

Todos rieron

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