La caza del Snark

Lewis Carroll
Juan Gedovius

Fragmento

La caza del Snark

Célebre por los olvidos,

un tipo que, antes de partir,

embarcando con descuidos

dejó sus cosas sin subir.

Cuarenta y dos sus maletas

claramente rotuladas,

cajas y cajas repletas

que quedaron olvidadas.

Lleva puestos seis botines,

siete gabanes de lana,

olvidó los calcetines

y también cómo se llama.

Él responde casi a todo:

A “Frito” o “Como-se-llame”,

“Lo-que-sea”, “Pez” o “Dodo”,

o “lo-que-se-desparrame”.

Quienes gozan de palabra

otros nombres le han dejado,

le dicen “Cara de cabra”,

o también “Queso tostado”.

Enfadoso, desgarbado

y carente de intelecto,

pero caza sin enfado

y su brío es perfecto

pues se mofa con las hienas

y se va de caminata

con un oso sin cadena

al que lleva de la pata.

La caza del Snark
Portada
La caza del Snark
Portada
La caza del Snark

Vino como Panadero,

pero no sabe de panes.

Solo prepara puchero,

mas le faltan materiales.

El último tal vez fuere

rudo, zoquete y muy feo,

el Snark es lo que quiere.

Se quedó con el empleo.

Como Carnicero vino

y se le dan los rencores,

dice, con muy poco tino:

–Solo destripo castores.

El Capitán asegura

–El Castor es camarada.

Solo pensar tal locura

bastante le desagrada.

Brotan lágrimas del Castor

con indignación notable;

aunque vino de cazador,

hoy se siente vulnerable.

La caza del Snark

–Que se vaya en otro bote

lo que falta del trayecto.

Al Castor, con tanto trote,

le parece lo correcto.

–Navegar es complicado

–manifiesta el Capitán–

dos barcos es demasiado,

además no va con el plan.

El Castor quiere un abrigo

que proteja de navajas.

Con semejante enemigo,

seguro le da ventajas.

A propuesta del Banquero:

dos pólizas rebajadas,

para oficios de bombero,

otra para granizadas.

Con la confianza quebrada,

el Castor, siendo grosero,

le retira la mirada

al osado Carnicero.

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