Célebre por los olvidos,
un tipo que, antes de partir,
embarcando con descuidos
dejó sus cosas sin subir.
Cuarenta y dos sus maletas
claramente rotuladas,
cajas y cajas repletas
que quedaron olvidadas.
Lleva puestos seis botines,
siete gabanes de lana,
olvidó los calcetines
y también cómo se llama.
Él responde casi a todo:
A “Frito” o “Como-se-llame”,
“Lo-que-sea”, “Pez” o “Dodo”,
o “lo-que-se-desparrame”.
Quienes gozan de palabra
otros nombres le han dejado,
le dicen “Cara de cabra”,
o también “Queso tostado”.
Enfadoso, desgarbado
y carente de intelecto,
pero caza sin enfado
y su brío es perfecto
pues se mofa con las hienas
y se va de caminata
con un oso sin cadena
al que lleva de la pata.
Vino como Panadero,
pero no sabe de panes.
Solo prepara puchero,
mas le faltan materiales.
El último tal vez fuere
rudo, zoquete y muy feo,
el Snark es lo que quiere.
Se quedó con el empleo.
Como Carnicero vino
y se le dan los rencores,
dice, con muy poco tino:
–Solo destripo castores.
El Capitán asegura
–El Castor es camarada.
Solo pensar tal locura
bastante le desagrada.
Brotan lágrimas del Castor
con indignación notable;
aunque vino de cazador,
hoy se siente vulnerable.
–Que se vaya en otro bote
lo que falta del trayecto.
Al Castor, con tanto trote,
le parece lo correcto.
–Navegar es complicado
–manifiesta el Capitán–
dos barcos es demasiado,
además no va con el plan.
El Castor quiere un abrigo
que proteja de navajas.
Con semejante enemigo,
seguro le da ventajas.
A propuesta del Banquero:
dos pólizas rebajadas,
para oficios de bombero,
otra para granizadas.
Con la confianza quebrada,
el Castor, siendo grosero,
le retira la mirada
al osado Carnicero.