El gran manipulador

Paul Preston

Fragmento

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Prólogo

 

 

 

 

En 2002, uno de los editores españoles más brillantes, Rafael Borràs Betriu, tuvo la idea de encargar una serie de libros sobre las principales figuras políticas de la España del siglo XX. Lo original de la serie era que los libros no serían escritos por un solo autor sino por dos. Además, ambos no estarían trabajando juntos sino discutiendo entre sí con argumentos contrapuestos. En otras palabras, la serie, conocida como Cara y Cruz, pretendía, en palabras de su creador, «ofrecer una imagen contrastada que permita su mayor conocimiento, con sus luces y sus sombras». Rafael Borràs me invitó a aportar la mitad crítica del primer volumen de la serie, el de Francisco Franco. Como todos los historiadores del franquismo, estoy profundamente en deuda con Rafael Borràs porque fue él quien adquirió y publicó las principales memorias de familiares y colaboradores de Franco en las que se basa una parte sustanciosa de nuestro conocimiento sobre el dictador, sus familiares y sus colaboradores. En aquel momento no hacía mucho que había terminado una revisión exhaustiva de mi propio libro sobre Franco y estaba decidido a no repetir simplemente ese trabajo. Sin embargo, sí que quise participar con una contribución a su serie como un modesto homenaje tanto a sus grandes aportaciones editoriales como a nuestros muchos años de amistad y colaboración. En el evento, Rafael propuso una solución mediante la cual yo presentaría una serie de ensayos sobre diferentes aspectos de la carrera de Franco.

Esto me permitió producir algo diferente y más inmediatamente accesible que las más de mil páginas del libro Franco. Caudillo de España, aunque con relativamente pocas novedades significativas. En consecuencia, mi contribución al volumen de Cara y Cruz supuso un resumen del libro más amplio con una estructura más temática que cronológica. Siendo ese el caso, me sorprendió en 2007 recibir una sugerencia de volver a publicar mi parte de la obra conjunta, esta vez por separado. No quería hacerlo sin emprender cambios sustanciales. Por lo tanto, lo que se publicó en 2008 no solo contenía la mayor parte de lo que apareció en el volumen original, sino otra materia que también reflejaba mi trabajo más reciente y mis pensamientos sobre Franco desde la publicación original.

La mayoría de sus nueve capítulos fueron ampliados de forma considerable. Esto es especialmente así con respecto a los que se referían al papel de Franco dentro de la Segunda República, a su papel en la represión durante la guerra civil española y después y a la manipulación de su propia imagen. Además, había tres capítulos nuevos por completo. Dos estaban constituidos por relatos temáticos sobre las relaciones de Franco con la jerarquía militar y con la Falange. El tercero fue una narración detallada de la agonía final del Caudillo a la luz del nuevo material.

En esta nueva edición de 2022, los doce capítulos de la edición de 2008 han sido ampliados y corregidos. Luego, ya que existimos plenamente en una época de fake news, parecía apropiado, por un lado, añadir un nuevo capítulo al principio subrayando los mitos y las mentiras sobre Franco y, por otro, terminar con un capítulo remodelado sobre el legado del dictador en vistas de los acontecimientos de los últimos años. Al final, lo que antes fue un sencillo recuento bibliográfico se ha convertido en un ensayo sobre los vaivenes de la manera de biografiar a Franco desde la Guerra Civil hasta hoy.

En 2008, agradecí a Ricardo Artola y a Jaume y Santi Sobrequés su apoyo personal y profesional en el proyecto de ampliación y revisión de la obra original encargada por Rafael Borràs. Ahora, en 2022, la inspiración de esta nueva edición ha surgido de Miguel Aguilar, a quien quiero agradecer su ánimo infeccioso para que volviera a mejorar el libro. Sin embargo, dado que la idea original partió de Rafael y teniendo en cuenta lo que he aprendido sobre Franco y la Falange en los libros que él publicó, en sus propios libros y en muchos años de conversaciones, este libro sigue siendo para él, con agradecimiento y admiración.

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Franco. Mitos y mentiras

 

 

 

 

Franco es posiblemente el dictador europeo menos conocido del siglo XX. En sus crónicas de más de setenta años de amistad y contacto casi diario con él, su devoto primo y ayudante de campo Francisco Franco Salgado-Araujo, Pacón, presentaba a Franco impartiendo órdenes o explicando cómo el mundo estaba amenazado por la masonería y el comunismo, pero nunca participando en un diálogo fructífero o dispuesto a una autocrítica creativa. Otro íntimo amigo de toda la vida, el almirante Pedro Nieto Antúnez, mostraba un retrato similar. Era un habitual compañero de Franco en sus frecuentes y largas expediciones de pesca a bordo de su yate, el Azor. Cuando le preguntaron cuáles eran sus temas de conversación durante esos largos días juntos, el almirante dijo: «Yo no he dialogado nunca con el General. Le he oído, sí, algunos larguísimos monólogos. Pero no hablaba conmigo, sino con él mismo».[1]

Los logros de este desconocido dictador son indiscutibles. Con astucia ganó una cadena de ascensos en la milicia. Con la ayuda de Hitler y Mussolini y con el beneplácito de los conservadores británicos y franceses ganó una guerra civil. Basado en esa victoria y la represión que la acompañó, y con la ayuda de Estados Unidos, se mantuvo en el poder desde el 1 de octubre de 1936 en el territorio que controlaba, y en toda España a partir del 1 de abril de 1939 hasta su muerte en 1975. La manera de conducir su esfuerzo bélico en la Guerra Civil revelaba una calculadora crueldad. Su objetivo político fue la conquista lenta del territorio a fin de llevar a cabo «la redención moral» y la «conquista espiritual» de las áreas ocupadas por sus tropas. El sentido de superioridad paternalista y la arrogancia de considerarse el redentor de su pueblo caracterizó la represión a la izquierda durante y después de la guerra. La espiral de violencia —con aproximadamente un millón de prisioneros en campos de trabajo y cárceles y docenas de miles de ejecuciones— sirvió como una inversión de terror de cuyos beneficios viviría durante décadas. Franco presidió a distancia todo el procedimiento. Como Hitler, tenía un montón de colaboradores deseoso

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