Todo artista es fruto de su tiempo, y toda persona es producto de sus circunstancias. Así lo cree Aixa de la Cruz, que en «Las herederas» (Alfaguara) parte de una experiencia íntima y seminal para articular su discurso sobre la construcción familiar y social de la identidad, un proceso en el que la magnificación y asunción temprana de ciertos diagnósticos clínicos puede convertirse en una bomba de relojería y un lastre de por vida.