Cartas eróticas

Nicolas Bersihand

Fragmento

cartas_eroticas-4

1

EROS: ORIGEN Y SENTIDO DE LA VIDA

«Vivir y escribir en celo».

Rainer Maria Rilke a Franz Xaver Kappus

El poeta Rainer Maria Rilke (1875-1926), maestro de la fusión de las almas y de la comunión mística con el universo, unía, en una de sus cartas a un joven poeta, la creación con el Eros.

Viareggio, 23 de abril de 1903

Los libros de Richard Dehmel me afectan (por cierto, también el hombre, a quien conozco de manera informal) de tal modo que cuando me encuentro delante de una de sus hermosas páginas siempre temo la siguiente, que puede volver a alterarlo todo de nuevo y convertir lo atractivo en algo indigno. Lo ha caracterizado a la perfección con la frase: «Vivir y escribir en celo». De hecho, la experiencia artística se encuentra tan increíblemente cerca de la del sexo, de su dolor y su éxtasis, que ambas manifestaciones no son más que diferentes formas de un mismo anhelo y deleite. Y si en vez de celo se pudiera decir sexo, sexo en el gran, amplio, limpio sentido de la palabra, exento de cualquier insinuación de error eclesiástico, entonces su arte sería en verdad grandioso e infinitamente importante. Su poder poético es excelente, fuerte como un instinto primitivo; tiene sus propios ritmos implacables en sí mismo y brota de él como de las montañas.

No obstante, parece que este poder no siempre es honesto y sin pose. (Aunque también esta es una de las pruebas más difíciles para el individuo creador: debe permanecer siempre inconsciente, sin sospechar de sus mejores virtudes, si no quiere despojarlas de su ingenuidad e inalterabilidad). Y luego, cuando al recorrer su ser llega a lo sexual, no encuentra un hombre tan puro como podría requerir. No hay aquí un mundo sexual completamente maduro y limpio, sino uno que no es lo bastante humano, que es solo masculino, es celo, intoxicación e inquietud, y repleto de los viejos prejuicios y arrogancias con los que el hombre ha desfigurado y cargado el amor. Porque ama solo como hombre, no como ser humano; por este motivo hay en su deseo sexual algo limitado, que parece salvaje, malicioso, temporal, finito, que apaga su arte y lo hace ambiguo y dudoso. No es inmaculado, está marcado por el tiempo y la pasión, y poco de él sobrevivirá y perdurará (¡pero así es la mayor parte del arte!). Sin embargo, uno puede regocijarse en lo que hay de grandeza en él, solo que no hay que perderse en él y convertirse en un defensor de ese mundo dehmeliano tan indeciblemente aprensivo, lleno de adulterio y confusión, y tan alejado de los verdaderos destinos que provocan más sufrimiento que estas aflicciones temporales, pero que también ofrecen mayor oportunidad a la grandeza y más valor para la eternidad.

«Hay algo de testículo en el fondo

de nuestros sentimientos más sublimes».

Denis Diderot a Étienne Noël Damilaville

El espíritu observador del fundador y principal autor de la Enciclopedia, el filósofo y novelista Diderot (1713-1784), fascinado ante la cópula que protagonizaron dos perros, relaciona en esta carta la acción de las hormonas sexuales con la vida misma, sentimental y comportamental de las personas, presentando así al Eros como origen de la vida entera.

3 de noviembre de 1760

Sería vano en mi manera de amar si no hubiese recibido en el campo, durante ocho días seguidos, una lección de humildad. Ante mis ojos tuve a un amante que, en medio de la lluvia, el viento, el tiempo horrible que hacía, olvidaba su descanso, su casa, todas las necesidades de la vida para acudir a gemir, suspirar, acostarse y pasar las noches bajo la ventana del objeto de su deseo.

Podrías pensar que el galán en cuestión es un español. Para nada. Es un perro. Aunque, si he de decirte lo que pienso, no creo que hiciera todo eso llevado por un sentimiento puro y delicado. Creo que había cierta lujuria en la manera de obrar de Taupin; así se llama el galán. Pero, si nos examinaran a nosotros, descendientes de Celadón, con sumo cuidado, quizá descubrirían algún interés impuro y taupinería en nuestras empresas más desinteresadas y en nuestra conducta más dulce. Hay algo de testículo en el fondo de nuestros sentimientos más sublimes y de nuestra ternura más depurada.

«Resulta interesante que no puedas tratar

la masturbación por escrito».

Virginia Woolf a Ethel Smyth

La inmensa escritora Virginia Woolf (1882-1941), víctima de abusos sexuales en su infancia por parte de sus hermanos y maltratada por un padre autoritario, encontró la felicidad en el amor por alguna mujer, así como en el equilibrio basado en el apoyo indefectible de su esposo morganático y en la creación literaria. Reivindica en esta carta el autoerotismo como eje central de la vida sexual femenina, al que no se debe silenciar más.

12 de enero de 1941

Resulta interesante que no puedas tratar la masturbación por escrito, eso lo entiendo [...], aunque, en la medida en que la sexualidad gobierna gran parte de nuestra vida —al menos eso dicen—, la autobiografía corre el riesgo de verse truncada de manera significativa si se omite ese aspecto. Y en lo que se refiere a las mujeres, en mi opinión, corre el riesgo de seguir así durante generaciones.

cartas_eroticas-5

2

EL SURGIR DEL DESEO

«El flirteo es aquí un furor».

Juan Valera a su hermana

A los sesenta años, el diplomático y escritor Juan Valera (1824-1905), autor de Pepita Jiménez, enviado a Estados Unidos, descubre contra todo pronóstico el intenso bullicio de seducción que impera allí.

Delegación de España en Washington D. C.

1 de febrero de 1885

Querida hermana:

[...] Fuera del disgusto de estar separado de mis hijos y de mis amigos de toda la vida, aquí me va bien. Esta gente es amabilísima, sociable y hospitalaria; las mujeres sobre todo. Por dicha o por desgracia, según quiera considerarse, tengo ya sesenta años. Si no, correría gran peligro mi virtud. Pero como ni la virtud padece ni la ancianidad es grave inconveniente para el flirteo, siempre tengo damas que gustan de flirtear conmigo; y, dicho sea en sigilo, Misses también, que no reparan en que estoy cansado, ni ven en ello obstáculo a sus inocentadas. Por lo demás, el flirteo es aquí un furor.

Mi mujer, por censurarlo todo en España, hallaba que allí nadie piensa en más que enamorar, ni criados, ni señores. Si viera esto se pasmaría. En España no se enamora la vigésima parte de aquí. Desde la negra más negra hasta la rubia más blanca

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos