Conociendo mis emociones siento y pienso mejor

Francisco Villar

Fragmento

Introducción

Ilustración decorativa Introducción Ilustración decorativa

Durante todos estos años, seguro que te han hablado mucho de las emociones. Te habrán dicho un millón de veces «No te enfades», «No te pongas tan triste» o «No tengas miedo», y también habrán celebrado tu alegría cuando algo te ha hecho feliz. Estamos acostumbrados a que las emociones formen parte de la vida, pero ahora ha llegado el momento de que las empieces a entender de una forma más completa. Ya sabes que vienen unos años muy interesantes, con nuevos retos, aprendizajes y diversiones, en los que serás protagonista y empezarás a adquirir más responsabilidades.

En este libro vas a entender algunas de las cosas más relevantes que tienes que saber acerca de las emociones. Aprenderás qué son y para qué sirven, y, más importante aún, comprenderás cómo funcionan. Saber estas tres cosas te enseñará que las emociones pueden ser tus mejores aliadas a la hora de tomar buenas decisiones. Descubrirás que su función es ayudarte a vivir mejor, pero para lograrlo tendrás que ser capaz de distinguir entre cuándo hacerles caso y dejarte guiar por ellas y cuándo no. Así es, hay veces que la mejor opción es no seguir sus consejos.

No quiero hacerte espóilers de todo lo que viene, así que te diré solo una cosa. Cuando nos asalta una emoción, como el miedo, el asco o la ira, solemos hablar de dos respuestas posibles: gestionar esa emoción o tolerarla. Piensa, por ejemplo, en la rabia. Llega hasta ti como una ola, porque todas las emociones son como olas del mar, algunas más fuertes y otras más suaves. Puedes elegir gestionarla, subiendo en ella para surfearla e impulsarte hacia tu objetivo, o puedes optar por tolerarla, zambulléndote bajo la ola y dejando que pase por encima de ti sin desestabilizarte. Cualquiera de las dos opciones puede ser la adecuada para ese momento en que te alcanza la rabia. Eso sí, no podrás repetir la misma estrategia continuamente: tendrás que aprender a elegir cuándo usar una y cuándo otra.

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Si insistes en surfear todas las olas que vienen, acabarás revolcado demasiadas veces, pasarás un mal rato e irás con el bañador lleno de arena. Si siempre te zambulles, nunca aprenderás a surfear las olas de tus emociones y, como alguna te pille por sorpresa, el revolcón será todavía mayor. Solo con la práctica te convertirás en un experto, tus músculos se fortalecerán y tu equilibrio sobre la tabla mejorará.

Para que la posibilidad de caer no nos paralice, hay que elegir bien cuándo arriesgar y, por supuesto, levantarse después de cada caída. El dolor es inevitable, y eso está bien. El sufrimiento, por suerte, sí es evitable, y eso es lo que vamos a aprender en estas páginas.

¿Te atreves a descubrirlo? Te aviso: si decides seguir leyendo, vas a mancharte las manos.

Parte 1

EL

MUNDO

DE LAS

EMOCIONES Ilustración decorativa

Ilustración decorativa 1 Ilustración decorativa

¿Qué son las emociones?

No es la pregunta más fácil de responder, ¿verdad? Esto es porque, como te he dicho antes, estamos acostumbrados a sentir emociones, pero no tanto a pensar en ellas ni a intentar comprender de dónde salen y cómo funcionan. Así que empecemos por ahí: las emociones son respuestas que genera tu organismo ante determinados estímulos, ya sean internos, provocados por una reacción dentro de tu cuerpo o por un pensamiento, o externos, causados por algo que viene del mundo que nos rodea. Son respuestas involuntarias al mundo, externo o interno, o a la interpretación que hagas de él.

Ilustración decorativa Ahora que sabemos que una emoción es una respuesta a un estímulo concreto que viene de dentro o de fuera de nosotros, ¿por qué no intentas escribir una lista de emociones y del estímulo al que las asocias? Así comenzaremos a pensar de forma más concreta en las emociones que mejor conoces.

Por ejemplo, cuando yo me inicié como psicólogo, me ponía muy nervioso pensar en mis primeras consultas. ¿Cómo te sientes tú según los estímulos de tu día a día?

ESTÍMULO

EMOCIÓN

El primer día de cole después de las vacaciones

Nerviosismo

En la última hora de clase antes de ir a comer

Impaciencia

Las emociones son algo tan básico para el ser humano que, durante mucho tiempo, se consideraron una simple reacción física del cuerpo. Aunque ahora pueda parecerte sorprendente, muchos psicólogos las ignoraban porque les parecían que no eran importantes.

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Durante años, lo único relevante para los psicólogos eran los pensamientos y el comportamiento. No te creas que era porque no creían en la existencia de las emociones. ¡Nada que ver! Tenían claro que formaban parte de nosotros, pero no les interesaban justamente porque son reacciones involuntarias.

A los terapeutas les gusta promover cambios que lleven a la persona a vivir diferente, a vivir mejor, y durante un largo tiempo consideraron que, si te fijas demasiado en las emociones, a veces consigues lo contrario de lo que quieres, y casi nunca alcanzas lo que esperas.

falsa creencia

la realidad

Es falso creer que si nos centramos en las emociones nos quedaremos atrapados en ellas. También es falso pensar que, como son involuntarias, no podremos hacer nada para cambiarlas y mejorar nuestra vida.

Al no querer sentir una emoción no estamos aprendiendo a tolerarla ni a gestionarla, y tampoco estamos haciendo que desaparezca, lo que nos hace sentir mal. Cuando reconocemos lo que sentimos, podemos decidir ignorarlo, pero no antes. ¡Darle la espalda a un problema no lo soluciona!

Esto ocurre por lo que acabas de aprender: que las emociones son respuestas involuntarias. Nos enfadamos o nos entristecemos porque nos sucede algo, pero no podemos decirnos a nosotros mismos «Voy a dejar de estar triste» o «Ahora voy a tener miedo». Simplemente, no funciona así. Ese es el motivo de que a aquellos psicólogos les gustasen más los pensamientos, porque, aunque una parte de ellos son involuntarios, las personas podemos proponer otros de forma voluntaria, y decidir así en qué queremos pensar. Si tú fueras un terapeuta de aquel momento, quizá también habrías preferido trabajar con conductas y comportamientos, mucho más controlables que los pensamientos y aún más que las emociones.

¿Qué tienen en común las emociones y los colores?

Mientras muchos psicólogos ignoraban las emociones, un ingeniero, Leslie Samuel Greenberg, se interesó por ellas e hizo unas aportaciones que hoy, años después, siguen siendo importantísimas en el campo de la psicología. Su propuesta, tan simple como brillante, fue conceptualizar las emociones como los colores.

Los colores primarios o básicos son aquellos que no se pueden conseguir con la combinación de otros colores: amarillo, azul y magenta. Con las emociones, pasaría lo mismo: existen unas emociones primarias, básicas, que no surgen de la combinación de otras, sino que existen por sí mismas, indivisibles. A partir de aquí, el resto de los colores, como el resto de las emociones, pueden tener nombre propio (naranja, lila, marrón…), pero todos ellos se forman de la mezcla de los colores primarios, exactamente igual que las emociones secundarias. Todas y cada una de ellas están compuestas de diferentes porciones de algunas de las emociones básicas.

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¿QUÉ DICE LA CIENCIA?

Otros investigadores han estudiado los colores para acercarse al mundo de las emociones. El químico Wilhelm Ostwald, que obtuvo el premio Nobel en 1909, prefe

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