Prólogo
La próximas páginas que el lector ha de disfrutar constituyen un testimonio muy elocuente de la historia de Nacional, redactadas con un sentido muy fino de lo que debe ser la combinación de los hechos precisados de acuerdo a la realidad y relatados con elegancia en la forma.
Es un texto apasionado, desde luego, porque solo los que tienen ese fuego sagrado de la adhesión a un sentimiento profundo son los que pueden hacer una detallada investigación, para contar con precisión los sucesos que lo originaron. Por eso, estas páginas se ajustan plenamente con veracidad al relato histórico, sin distorsionar acontecimientos o insuflarlos con adjetivos desmedidos como si todos los episodios fueran épicos, sin que hayan existido también otros que constituyeron sombras en medio del fragor de las luchas incesantes en procura de la gloria deportiva. En definitiva, las luces y sombras que en toda creación humana siempre existen, sin que ello implique desmedro alguno de lo que en esencia es el significado que la inspiró y resultado de su motivación.
Andrés Reyes es periodista, dedicado al análisis de los acontecimientos que han forjado la relevancia del fútbol. Ha observado la historia del deporte más trascendente que ha conocido el mundo, procurando ser fiel a un proceder honesto que trasmitiera los hechos con objetividad. Y tanto lo logra, que en muchos pasajes de esta historia de Nacional expresa, incluso con énfasis, acontecimientos que cree que no favorecieron al club y que señala a pesar de su ferviente adhesión a la causa tricolor. Y ello no es común, porque en la mayoría de los relatos sobre historias de clubes, los autores actúan con un desmedido afán de querer demostrar que todo lo que se hizo en el club de sus amores ha sido glorioso y puro, y que las sombras, cuando han ocurrido, son fruto de conspiraciones de terceros para perjudicarlo.
Al no proceder de esta manera y, por el contrario, señalar aspectos que lo han hecho dudar de por qué ocurrieron y admitir que ello no es lo que le provoca orgullo, sino que constituyen un paréntesis en medio de la esencia de una historia que admira, Reyes realza su profesionalidad y enaltece su labor con un estilo elegante y puro.
Como autor ha tenido que luchar contra una gran dificultad: reconstruir historias que no ha vivido, lo que tuvo que hacer a través de relatos de terceros y documentos de ese pasado que no siempre son coincidentes y que dependen de la visión de quienes lo formularon. Y no siempre los relatos de ese pasado coinciden o son realizados con la misma objetividad. Pero esta dificultad, propia de todo autor que se ocupa de reconstruir episodios anteriores a los que directamente pudo conocer, la suple mediante una exhaustiva investigación que recurre, como se ha dicho, a testimonios y documentos del pasado, pero que para obtener conclusiones válidas y coherente lo obliga a un enorme esfuerzo para relacionar los hechos y relatarlos con armónica coordinación. Por eso, el resultado es totalmente coherente con la historia como la formula y hermosa su realización. Y de ello deriva un relato totalmente fiel, en el que si bien puede haber discrepancias en cuanto a la valoración de hechos, no la puede haber en cómo sucedieron los acontecimientos, que son expuestos con documentada información, elegancia en la forma y claro estilo en la redacción.
Mi diferencia de edad con el autor es muy clara. Sigo a Nacional desde fines de la década de los cuarenta, cuando aún quedaba hasta la fecha en que se produce esta edición mucho camino por recorrer. He sido testigo de esa historia, comenzando por la idolatría sin parangón que provocaba Atilio García, hasta llegar a la apoteótica recepción por la vuelta de Luis Suárez. En medio de esos sucesos hubo innumerables episodios, algunos desdichados como la fractura de San Filippo y otros de inusitada emoción, como los continuos títulos internacionales que fueron engrandeciendo cada vez más la historia del club. Y todo lo explica Reyes con un relato muy exacto de la época anterior a la que le tocó vivir y, a partir de entonces, comienza la historia de lo que le evidencia su propia experiencia y, por ello, es más extensa en su segunda parte y precisa en los detalles de lo que sucedió, lo que es inevitable porque la memoria colectiva de lo no vivido es más difusa de lo que efectivamente se vivió. Pero –y este es el mayor mérito del autor– la reconstrucción es exacta y fiel al significado de la inmarcesible gloria de Nacional. Es por ello que doy fe de la fidelidad de este relato, en el que reitero que el esfuerzo del autor para realizarlo ha sido extraordinario y que por ello debe merecer de todos los tricolores un agradecimiento especial.
Insisto en que se podrá coincidir o no en la valoración de todo lo redactado, pero de lo que no puede caber duda alguna, es que con estas páginas cualquier lector que recurra a su lectura, ha de encontrar una fuente constante de conocimientos que lo han de situar para saber por qué Nacional ha sido fuente notoria del desarrollo del fútbol uruguayo y mundial.
Ahora bien, siendo esto así, ello no es óbice para señalar que en cuanto a la valoración de algunos hechos o personajes de la historia, en algunos pasajes se pueda tener una visión un tanto distinta a como el autor la considera. Pero ello es natural, porque los mismos hechos, los mismos personajes no siempre consistan la misma consideración y máxime cuando exista una sustancial diferencia generacional. Es un tema simplemente de valoración personal. Si un jugador es mejor que otro, cuál ha sido el mejor equipo que ha existido o cuál ha sido el triunfo más trascendente para la glorificación del club, son episodios que no siempre se consideran por igual. Esto es natural, porque no todos los seres humanos pensamos de la misma formal o damos la misma trascendencia a los mismos hechos. A lo que se agrega la memoria colectiva, que a medida que transcurre el tiempo cambia en cuanto a la percepción de lo que ha sucedido al variar las generaciones que la conforman y la valoración de los personajes que han forjado esa historia.
No obstante, todo ello, que es inevitable, se vuelve secundario en cuanto a la esencia del relato del autor. Quienes lean estas páginas de Andrés Reyes han de sacar conclusiones indubitables de un relato que es totalmente exacto en cuanto a la historia del fútbol uruguayo y la trascendencia de Nacional. Porque es con Nacional que nace el fútbol criollo en el Uruguay; porque es Nacional el primer club de Sudamérica con jugadores nativos; porque es Nacional el club que más jugadores ha aportado a la selección uruguaya: porque es Nacional el club con más jugadores presentes en la historia de los títulos de la celeste, habiendo participado en todas sus gestas; porque es Nacional el inspirador de la hazaña de Colombes y con ello el fútbol se mundializa: porque es Nacional el club inspirador de la creación de la Copa del Mundo a través de la FIFA. En otras palabras, es el club imprescindible en la difusión del fútbol mundial. A lo que se agregan todos los títulos nacionales e internacionales, siendo ello en conjunto lo que define al club pionero del fútbol uruguayo. Sí, en esto radica la esencia del relato de Reyes, lo que no puede merecer ninguna objeción aun para algún lector que no sea de Nacional.
Cuando una institución ha logrado todo lo que estas páginas reflejan con total claridad, mediante un relato totalmente fiel a los acontecimientos acaecidos, que son recogidos por la persistencia del autor para ser conservados por las presentes generaciones y trasmitidas por su medio a las futuras, no cabe otra cosa que agradecer efusivamente a Andrés Reyes por reflejar con tanto acierto y elegancia el alma tricolor.
Y, si de estas páginas, quien las lea no siente crecer a Nacional aún más de lo que sabía, es porque con anterioridad a su lectura ya había comprendido la grandeza del club en toda su dimensión.
Muchas gracias, Andrés.
Hernán Navascués
PARTE 1

Ayer, hoy y siempre
Los jugadores de las selecciones de Argentina y Uruguay posan en las instalaciones de la Sociedad Hípica Argentina. Minutos antes, once jugadores de Nacional habían obtenido el primer triunfo internacional de la historia del fútbol uruguayo. (Foto: archivo del autor).
1
Los orígenes
Cuesta imaginar lo que habrán pensado los primeros habitantes de la República Oriental del Uruguay ni bien vieron a un grupo de marinos ingleses jugar a algo llamado «fútbol», pese a que parecía escribirse «football». Acaso primero se hayan burlado, luego interesado, por último maravillado. Poco tardarían en imitar a los visitantes, con el sano fin de enfrentarlos y superarlos, de hacerles sentir que así como las amas de casa con sus sartenes de aceite hirviente lograron alejar a las invasiones inglesas a principios de ese mismo siglo XIX, ellos también podrían vencerlos a estos nuevos aunque pacíficos invasores.
Cuenta la historia que el primer partido de fútbol medianamente formal en suelo uruguayo fue jugado por el Montevideo Rowing Club y el Montevideo Cricket Club en 1881.1 El encuentro se celebró en el English Ground, ubicado sobre la calle 8 de Octubre del barrio La Blanqueada de Montevideo, a escasos metros de donde hoy se ubica un bello estadio llamado Gran Parque Central.
El sentimiento de reafirmación criolla ante el poderío hegemónico de los ingleses siguió creciendo hasta que, al cumplir la mayoría de edad, precisamente el 14 de mayo de 1899, nació un club de jóvenes que dividían su vida entre la academia y el deporte y que, tras apropiarse de la divisa artiguista, salían a la cancha sin otro objetivo que ganar, aunque sin descuidar la deportividad y el sentido estético del juego, desarrollando un estilo aún reconocible 124 años después.
El camino del equipo más glorioso del fútbol uruguayo, sobre cuya base se erigirían sus hazañas más sorprendentes, comenzó más o menos así.
1.1 - El país futbolístico en 1899
Respondiendo a su proverbial tendencia imperialista, Inglaterra creó el «fútbol asociación» y comenzó a difundirlo por el mundo, ayudada por los barcos que a fines del siglo XIX otorgaban tiempo suficiente para ensayar técnica y estrategia sobre cubierta.2 Cuna de la revolución industrial y de los filósofos de la economía más connotados, Inglaterra era la indiscutible potencia universal, por cuanto todo lo que llegaba desde aquella isla gozaba de un innato prestigio y de una natural resistencia.
La génesis del fútbol moderno se encuentra en las public schools inglesas, que —contrario a lo que cabría esperar— son el equivalente de nuestros colegios privados. Allá por 1863, representantes de algunos equipos del sur de Inglaterra se reúnen en la taberna Freemanson’s con el fin de unificar los diversos reglamentos existentes. En dicha ocasión se opta por los criterios de Cambridge y se funda la Football Association. El enojo del representante del Colegio de Rugby, que pretendía mantener la utilización de las manos, ayudó aún más a delinear un reglamento que comenzó a expandirse primero por toda Inglaterra y luego por el mundo entero.
En la nación cuna del fútbol la mayoría de los clubes se gestaron, amén de en los ya citados establecimientos educativos, alrededor de una parroquia (Aston Villa, Bolton Wanderers). El incipiente deporte era una buena forma de acercar a los jóvenes a la palabra divina y de alejarlos de los diversos flagelos que los acechaban en la siempre peligrosa calle (tal como se podría decir 160 años después). Los bares también fueron importantes centros de gestación de equipos, dado que ofrecían algo fundamental: un sitio techado donde cambiarse la ropa. Los clubes surgidos en el seno de una empresa llegan más adelante, hacia 1870 (por ejemplo, el West Ham). También hubo proliferación de equipos creados por empleados del ferrocarril (tal es el caso del hoy poderoso Manchester United).3
Hacia 1882, la Football Association tenía unos mil clubes afiliados en toda Inglaterra. Un año después se crea la International Football Association Board, organismo que —aun en tiempos del poder casi absoluto de la FIFA— sigue a cargo de la definición del reglamento del fútbol.4
Cruzando el océano
En Uruguay, el modelo inglés de surgimiento y divulgación del fútbol se reprodujo fielmente, por cuanto fue en sus inicios un deporte jugado exclusivamente por ingleses. Hubo clubes vinculados a la Universidad (como Nacional), clubes que dependían de empresas (como el Central Uruguay Railway Cricket Club), etcétera.
Henry Candid Lichtenberger Levins (Enrique para los amigos), uruguayo de padres alemanes, fue el creador del Albion Football Club el 1 de julio de 1891, aunque con el nombre de Football Association. Nucleando a 23 exalumnos del English High School de Montevideo, en un principio se propuso no aceptar extranjeros en sus filas y adoptó el color blanco para su camiseta. Pero años después y con el fin de poder darle cabida al inglés William Leslie Poole (una suerte de astro mundial del fútbol decimonónico del que Lichtenberger fue discípulo) se decidió modificar el estatuto que impedía la presencia de jugadores foráneos. La inclusión de la estrella que habilitó estruendosas goleadas ante el «club del Ferrocarril» terminó por apagar la flama de aquel adalid del sentimiento criollo, que por aquellos años ya había dejado el blanco y adoptado el rojo y el azul.5
Nacional habría de recoger y encauzar esos cabos sueltos.6
1.2 - Fundación
La Universidad de la República fue el campo idóneo para la gestación del Club Nacional de Football.
Fueron dos las corrientes fundadoras que confluyeron a la hora de dar a luz al equipo tricolor, ambas de innegable vocación «nacionalista», por oposición a la hegemonía inglesa.
Por un lado, el Montevideo Football Club, creado en un café cercano al Monumento al Gaucho de la ciudad homónima por un grupo de alumnos de preparatorios entre quienes destacaban Atilio Narancio, Pedro Manini Ríos, Melitón Romero, Germán Arímalo y Sebastián Puppo (capitán). Por el otro, el Uruguay Athletic Club de la zona de la Unión, que en sus filas acuñó a futuras figuras de Nacional: Domingo Prat (capitán), Carlos Carve Urioste, Alejandro Cordero, Arturo Corradi, Cayetano Daglio y Ernesto Caprario.
La noche del domingo 14 de mayo de 1899, en la casa de Ernesto Caprario, sita en Soriano al 99 (hoy 922), socios y jugadores del Montevideo y del Uruguay se reunieron con el objetivo de formalizar la creación del Club Nacional de Football. El propio Caprario sugirió el nombre del equipo y se eligieron los colores de la bandera artiguista por tratarse de un club criollo por definición. Respondiendo a una forma mucho más democrática que personalista de entender la política deportiva —que 124 años después permanece inalterable en la modalidad de conducción del club— se efectuó un sorteo que derivó en que Sebastián Puppo (el perdedor) fuera el primer presidente del recién creado Club Nacional de Football. Melitón Romero como secretario y el dueño de casa como tesorero completaron el cuadro principal de la primera directiva. El sorteo fue ganado por Domingo Prat, quien inmediatamente pasó a ser el primer capitán del equipo. El repaso de la lista de socios fundadores, a la que un año después se agregarían los socios y jugadores del Defensa Football Club, depara algunas gratas constataciones.7 Por ejemplo, resulta imposible encontrar un solo apellido inglés entre los 70 que integran la nómina, en tanto que la presencia de Carlos, Amílcar y Bolívar Céspedes no hace más que engrandecer la figura de un trío de hermanos que se apoderaría del club en el corazón de hinchas propios y extraños.8
Los Céspedes formaban parte del grupo de jugadores del Artigas Football Club que ingresaron a Nacional en 1900 y motivaron —junto al ingreso del ya mencionado Defensa— la modificación de los puestos de la directiva con el objetivo de representar a la nueva conformación de la «masa societaria». Jorge Ballesteros (Montevideo) pasó a ser el presidente, con Miguel Nébel (Defensa) en el nuevo rol de vicepresidente, mientras se mantuvo en sus cargos a Melitón Romero (Montevideo) y Ernesto Caprario (Uruguay), con Mario Ortiz Garzón como protesorero (Defensa).9
1.3 - Primeras canchas, camisetas y partidos
La primera cancha llegó como herencia: Uruguay Athletic venía utilizando la de Punta Carretas que Albion había abandonado al desplazarse hasta la avenida 19 de Abril, traspasándola directamente a Nacional.10 Las instalaciones fueron mejoradas gracias al aporte de Juan Cat, gerente de la empresa del tranvía, quien cedió dos piezas de la estación de tranvías a caballo que sirvieron de vestuarios.
No es sencillo determinar cuál fue el primer partido disputado por Nacional debido a que los capitanes de ambas entidades fundadoras tenían encuentros pactados de antemano. Fue así que el domingo 18 de junio de 1899, lo que bien podría denominarse «equipo A» de Nacional (compuesto por hombres del Universitario, como Carve Urioste, Caprario, Puppo y Romero) enfrentó al Defensa, varios de cuyos jugadores pasarían a Nacional al año siguiente, en el polígono de tiro del Batallón 3.º de Cazadores, lindero al viejo edificio de la Universidad sito en Sarandí y Patagones. Paralelamente, el primer «equipo de emergencia» de Nacional enfrentaba al Internacional en Punta Carretas.
Como los jóvenes que componen su primer cuadro tienen que jugar mañana en el polígono del 3º de Cazadores por el Universitario, del cual forman parte, el segundo cuadro del nuevo centro jugará mañana en Punta Carretas por el Internacional.11
El 25 de junio de 1899 se produjo el debut oficial de Nacional (oficial por cuanto pudo contar con la totalidad de su plantel), enfrentando al segundo equipo del Uruguay Athletic en Punta Carretas.12
Tendrá lugar mañana en la pintoresca playa de Punta Carretas, un partido de football concertado entre el segundo cuadro del «Uruguay Athletic Club» y el primero del «Club Nacional de Football», recientemente fundado.
El partido a jugarse reviste doble importancia si se tiene en cuenta que los bandos de ambos clubs son formados por jóvenes genuinamente orientales, todos ágiles y diestros en el manejo de la pelota.
Los caracteres que van asumiendo a grandes pasos clubs como los prenombrados, solo son debido al entusiasmo que reina en nuestra juventud, en su mayoría estudiantes, que encuentran en este juego un medio de entretenimiento, al par que vigoroso desarrollo muscular, que los pone a cubierto de los males que aquejan a los mezquinos de carnes.
Creemos que no hay necesidad de elogiar las condiciones pelotísticas [sic] de «Uruguay Athletic Club», uno de los que juegan mañana, pues son demasiado conocidas del público selecto y numeroso que acude todos los domingos a su cancha de Punta Carretas a presenciar sus partidos.
En cuanto al otro club contrincante, diremos que aunque recientemente fundado, no deja de ser de importancia, por cuanto muchos de sus asociados son antiguos y expertos jugadores de otros clubs, que se vienen fundando desde hace varios años. Con que, a Punta Carretas mañana.
He aquí la nómina de los jugadores que forman parte del team que representará al «Uruguay Athletic Club»:
Goal-Keeper: P. Bayce; Backs: C. Michaelson y A. Ayerbe; Half-backs: A. Román, D. Aradas y J. L. Rodríguez; Forwards: C. Clulow, A. Somoza, A. W. Clulow (capitán), O. Martínez y E. Reissig.
Representarán al Nacional los siguientes:
Goal-Keeper: Cordero; Backs: Corradi y Ballestero; Half-Backs: Rosarri, Carve y Daglio; Forwards: Gianetto, Puppo, Prat, Vallarino y Romero.
El tranvía del Este hará un servicio especial desde la una de la tarde, partiendo los coches de la estación cada cinco minutos.13
Nacional ganó 2 a 0, con anotaciones de Juan Carlos Vallarino y Melitón Romero. De los once futbolistas titulares en el debut tricolor, seis llegaron a presidir la institución: a los ya mencionados Sebastián Puppo (volante ofensivo derecho) y Jorge Ballesteros (back izquierdo), se le sumarían el lateral izquierdo Bernardino Daglio (hijo), el centrojás Carlos Carve Urioste, el centrodelantero Domingo Prat y el puntero izquierdo Melitón Romero.
De la roja al bolsillo
Ni bien fundado y a instancias del novel presidente Puppo, se decidió que la camiseta del club sería completamente roja. Más tarde llegarían el cuello, los puños y la bocamanga azules, para por último —el 24 de marzo de 1902 y a sugerencia de Miguel Nébel— adoptar la casaca blanca, único color artiguista que no había sido representado en la indumentaria.14 El modelo fue retocado a iniciativa de Miguel Caprario con la inclusión de un bolsillo en el costado izquierdo del pecho, sobre el que se inscribiría —desde entonces y para siempre— el escudo del club: la representación de la bandera azul cruzada por una diagonal blanca sobre la que aparecía, en letras rojas, la inscripción C. N. F. (a la que posteriormente se agregaría el «de»).
La primera camiseta que usaran sus jugadores, y que era totalmente roja, fue propuesta por mí y aceptada sin ninguna vacilación por sus asociados, no guiándome por aquel entonces, al proponer este traje, ningún fin partidista. Eran los colores representativos del poncho patrio: azul por fuera, rojo por dentro. La particularidad característica del Club Nacional de Fútbol fue su índole netamente nacional, puesto que sus componentes eran exclusivamente criollos, desligándose de la tutela que hasta entonces habían ejercido los ingleses en tan varonil deporte, aunque el honor de haber importado al país ese juego solo corresponde a ellos.15
La campaña de Nacional en su primer año de vida se cerraría con otros cuatro encuentros. El 2 de julio de 1899 empató 0 a 0 con el Deutscher Fussball Klub en Pocitos con una variante en la alineación: Caprario sustituyó a Vallarino en la punta izquierda del ataque.
El 18 de julio, nuevamente en Punta Carretas, volvieron a enfrentarse Nacional y Uruguay Athletic. Los por entonces «rojos» introdujeron otra variante: el retorno de Vallarino en reemplazo del centrodelantero Daglio. Nacional cayó 2 a 1, forzándose un tercer y definitivo juego que hizo suyo gracias a otra anotación de Vallarino.
El Club Nacional de Football cerró su primera temporada enfrentando —adivine— al Uruguay Athletic Club, con el que empató 0 a 0.
Sin copa pero con cancha
El 30 de marzo de 1900 y a instancias del ya castellanizado Enrique Lichtemberger se funda la Uruguay Association Football League, tras invitación oportunamente cursada a tres equipos (CURCC, Uruguay Athletic y Deutscher Fussball Klub), que junto al Albion tomarían parte de la primera edición de la Copa Uruguaya. La solicitud tricolor de participar del citado certamen fue denegada sin motivo ético aparente, puesto que Nacional parecía reunir los requisitos indispensables para ser admitido. Afortunadamente, su no participación en el incipiente torneo no lo privó de seguir compitiendo, haciendo de 1900 un año fundamental en la historia del club.16 A las ya mencionadas fusiones del Defensa y el Artigas, se les sumó la llegada al Gran Parque Central, escenario de las más logradas hazañas de su vida amateur.
El Parque Central —así denominado en honor a un gran parque urbano proyectado para Montevideo— tenía dos canchas. Una, propiedad del Deutscher, tenía entrada por la calle Jaime Cibils y estaba dispuesta perpendicularmente a la cancha actual.17 La segunda, «denominada internacional por estar reservada a los picados de marinos ingleses que tocaban puerto», tenía entrada por la avenida 8 de Octubre y estaba ubicada en el predio actualmente ocupado por la sede.18
Nacional llegó al Parque para quedarse el 27 de mayo de 1900, empatando 1 a 1 ante el —por entonces— local Deutscher. El gol tricolor fue obra del histórico Ernesto Caprario.
Inmediatamente, Nacional solicitó la segunda cancha del Parque Central, que le fue cedida por la empresa de tranvías La Transatlántica, cuyos dueños tenían origen teutón. Ya no se movería del sitio lindero a la Quinta de la Paraguaya, en la que 89 años antes José Gervasio fue proclamado Jefe de los Orientales.19
Nace el clásico de la era amateur
Como ya se mencionó al pasar, el CURCC fue el gran equipo de la primera edición de la Copa Uruguaya, por lo que no llamó la atención que Nacional pretendiera enfrentarlo como forma de demostrarles a las autoridades de la Liga cuán grande fue la omisión al impedirle participar.
El 15 de julio y en su nueva cancha, la «Internacional» del Parque Central, los albos enfrentaron a los ingleses y fueron vencidos en partido de trámite parejo por 2 a 0. Quedó demostrado: Nacional contaba con un poderío futbolístico sensiblemente superior al del Deutscher y el Uruguay Athletic, a los que tanto CURCC como Albion les infligieron abultadas goleadas durante la disputa de la primera Copa Uruguaya.
Los once históricos tricolores que enfrentaron al equipo del ferrocarril fueron: Ballesteros; Carve Urioste, Arímalo; Nébel, Vallarino y E. Daglio; Romero, Castro, Puppo, C. Daglio y Gianetto.
Pocos días después, el 12 de agosto de 1900, Nacional recibió al poderoso equipo formado por la tripulación del crucero inglés Flora, conocido por haber goleado de puerto en puerto a cuanto rival se le había puesto por delante, logrando mantener la valla invicta. Si bien es cierto que Nacional perdió ese partido por un contundente 5 a 1, se dio el gusto de mancillar el honor del enemigo por antonomasia gracias a un gran remate del legendario goleador Melitón Romero.
La temporada de 1900 se cerró con otra derrota con sabor a triunfo. El 2 de setiembre Nacional visitó a Albion, que hizo suya la brega por un cerrado 3 a 2.20 En la ocasión debutó Bolívar Céspedes, apellido que ya comenzaba a monopolizar los comentarios de socios y seguidores del Club Nacional de Football.
Ahora sí
Tras haberle planteado dura oposición al campeón y subcampeón de la primera Copa Uruguaya demostrando cabalmente su real valía deportiva, el 22 de marzo de 1901 Nacional volvió a solicitar su ingreso a la Liga Uruguaya. La institución, ahora presidida por el volante Bernardino Daglio, obtuvo la habilitación correspondiente aunque seguía siendo vista con cierto recelo por los «capos» del fútbol de aquel entonces, ingleses todos ellos, quienes llegaron al extremo de solicitar la «lista de buena fe» del plantel tricolor con el objetivo de comprobar si contaban con la categoría suficiente para ser admitidos en el certamen.
Club Nacional de Fútbol
Yaguarón 410
Montevideo, Marzo 22 de 1901.
Señor Secretario del Uruguay Association Football League.
El Club Nacional de Football, que tengo el honor de presidir, ha resuelto ingresar en el Uruguay Association Football League.
Con tal motivo, me complazco en dirigirme a Ud. rogándole que previas las formalidades exigidas por el Reglamento se digne a inscribir al Club que presido, en el Registro de esa Association.
Al mismo tiempo, comunico a Ud. que han sido nombrados delegados ante esa digna Comisión los señores Miguel Nébel y Félix Néstor Rossatti, y que el uniforme del Club es blusa roja y azul.
Conjuntamente con la presente remito a Ud. la cuota anual.
Saluda a Ud. atentamente.
Bernardino Daglio (h), Presidente. Melitón Romero, Secretario ad–hoc.21
Antes, en 1900, Nacional recibió una invitación para tomar parte de los torneos de la Liga Argentina, oferta que declinó amablemente. Acaso rindiendo culto a las ideas federalistas de Artigas, se iniciaba así un relacionamiento intrínseco con la República hermana, que desde entonces estaría presente —de alguna u otra forma— en todas y cada una de las consagraciones tricolores.22 La invitación recibida desde la otra orilla fue el principal argumento esgrimido por el histórico William Poole, por entonces en el Albion, para quien no tenía lógica que se le negara la participación a un equipo que parecía reunir los requerimientos necesarios para participar de una liga más organizada como la argentina, en la que la uruguaya supo inspirarse.
Nacional encaró su primera participación en la Copa Uruguaya con un equipo sensacional, ya integrado por Amílcar, Carlos y Bolívar Céspedes. CURCC volvió a ser campeón seguido de Nacional, que empero se dio el gusto de conquistar un resultado histórico: el 28 de julio Nacional y CURCC empataron 1 a 1 en el Parque Central, en lo que supuso el primer punto perdido por la institución de origen inglés en el marco de la Copa Uruguaya. El gol señalado por Bolívar Céspedes significó mucho más que un punto. Fue un auténtico mojón en la lucha deportiva ante el otrora imbatible enemigo inglés, al que no se tardaría en hacer morder el polvo.23
1.4 - El decanato: una breve reflexión
Si se repasa el proceso fundacional del Club Nacional de Football resulta inevitable mencionar la interminable polémica del decanato, apuntalada en julio de 1991 por el contundente documento producido por la comisión presidida por el exvicepresidente de la República doctor Enrique Tarigo. Lo cierto es que el análisis del proceso fundacional del Club Atlético Peñarol excede las motivaciones, el alcance y hasta el interés del presente trabajo y su autor. Poco importa establecer si CURCC y Club Atlético Peñarol son el mismo perro con distinto collar o si son diferentes perros, sin que la analogía deba tomarse como una solapada apelación a los exquisitos deportistas que han sabido defender el blasón aurinegro. Si me preguntan, diré que el Ferrocarril Central decidió desembarazarse de la molesta carga que suponía su club de fútbol, originalmente previsto para alienar a sus ingleses funcionarios aunque devenido en un creciente peligro para los intereses de la empresa.24 Entonces, olvidándose de sus propios estatutos, compró la idea de la separación ficticia y todos contentos. Los ingleses porque ya sufrían destrozos en sus vagones y porque sus funcionarios dejarían de estar pendientes de las moñas del «Maestro Piendi» para ocuparse de la temperatura de las calderas.25 Los no funcionarios porque tendrían la posibilidad de incidir en los destinos de un verdadero club de fútbol. Y los hinchas porque desde entonces tendrían la posibilidad de elaborar cánticos que incluyeran el nombre real del club.26 Por lo pronto, hay algo que ya nadie podrá cambiar: asumiendo que el viejo CURCC y el actual Peñarol son la misma cosa, es correcto señalar que la época amateur de nuestro balompié se cerró con marcada supremacía de Nacional sobre su clásico rival.27 Sin embargo, si rompemos con la tesis de la continuidad histórica de ambas instituciones, vemos que el CURCC habría finalizado su corta vida con leve hegemonía color naranjo y negro.28 Por lo que quizás quepa cuestionarse sobre la conveniencia de concebir a un equipo desaparecido, con colores similares a los de Peñarol, que nació y se desvaneció sin que Nacional pudiera aventajarlo en los enfrentamientos directos. Mejor concebir que sí eran más o menos lo mismo, y que Nacional logró dominarlos a ambos al finalizar el régimen amateur, es decir, que la primera etapa de nuestro fútbol terminó con victoria alba y que la segunda —la profesional— aún se está jugando.29 En cualquier caso, nadie podrá objetar que Nacional es el equipo más viejo de los afiliados ininterrumpidamente a la Asociación Uruguaya de Fútbol (lo que automáticamente lo convierte en el decano de la Asociación Uruguaya de Fútbol). Del mismo modo que, considerando a aquellos equipos que alguna vez se desafiliaron, el más viejo es el Albion.30
Los argumentos
Reiteramos que dejamos a otros la noble tarea de identificar la fecha de nacimiento del Club Atlético Peñarol, tema que escapa tanto a los alcances de este libro como a los intereses de su autor. Sin embargo, nobleza obliga establecer los principales argumentos de quienes sostienen que Peñarol y CURCC no son la misma cosa.
A saber:
a) Peñarol y CURCC llegaron a coexistir, al extremo de que mientras el primero disputaba la Copa Uruguaya, el segundo continuó con sus actividades deportivas en Villa Peñarol durante más de un año.
Dice el documento oficial publicado por la directiva tricolor y aprobado en asamblea el 30 de enero de 1959: «Que está probado que durante un período de un año, un mes y once días, actuaron simultáneamente jugando al fútbol, el mismo día a la misma hora, en lugares distintos y defendiendo distintas enseñas, el CURCC fundado el 28 de setiembre de 1891 y el C. A. Peñarol, fundado el 13 de diciembre de 1913».31
b) En 1915, el Hospital Británico (fundado tres años antes) recibió una donación de 697,58 pesos correspondiente a la liquidación de los bienes del CURCC. El hecho fue confirmado por el secretario de la institución, Mr. Turner, en carta fechada el 13 de junio de 1950. Cabe preguntarse cómo un club que cambia de nombre liquida sus bienes y los dona a un hospital dos años después.
c) El 5 de abril de 1915, la directiva del Club Atlético Peñarol recibió una notificación de sus pares del CURCC comunicando la disolución de este. ¿Los dirigentes de Peñarol se enviaron una notificación a sí mismos?
d) Peñarol fue fundado el 13 de diciembre de 1913 por un grupo de «separatistas» del CURCC descontentos con el resultado de una asamblea —celebrada el 2 de junio de ese año— en la que por 25 votos contra 12 se decidió no agregar la palabra «Peñarol» al nombre original. ¿Qué mecanismo operó a la hora de negar la inclusión de una palabra en un nombre para luego reemplazarlo totalmente por la palabra oportunamente negada?
Parafraseando al periodista y relator uruguayo Julio Ríos, «que cada cual se haga su propia composición de lugar». Por lo pronto, a lo largo de estas páginas generalmente haremos de cuenta que son equipos diferentes, quizás porque nos resulta gracioso molestar a nuestros viejos amigos con su pasado incierto.
Símbolos: Los Céspedes
Amílcar, Carlos y Bolívar Céspedes debutaron juntos en Nacional el 31 de marzo de 1901 enfrentando nuevamente a la tripulación del crucero de guerra HMS Flora. En esa oportunidad, Nacional estuvo cerca de la hazaña al caer 2 a 1 con anotación de Carlos de sobrepique tras centro de su hermano Bolívar desde la derecha. Hijos del futuro presidente honorario de Nacional oriundo de Cerro Largo, Eusebio, los Céspedes se criaron junto a sus hermanos Delia y Ernesto en una casa ubicada sobre la calle Gil, de la que pronto se adueñaron apelando a un carisma y a una condición humana que los haría figuras del barrio primero y del club después.
Carlos, Bolívar y Amílcar transformaron espectacularmente el nivel del equipo, elevaron su prestigio a sitios desconocidos, le consolidaron allí donde todo se resuelve, en la cancha.32
Amílcar nació el 15 de mayo de 1882, siendo el mayor y el más alto de los tres. Bolívar, puntero habilidoso y poseedor de un carisma que le permitía ser habitual centro de las reuniones, fue considerado como el mejor jugador uruguayo de la época. Con estilos diferentes, Carlos (el menor, nacido el último día de 1884) y Bolívar (del 19 de diciembre de 1883) fueron el terror de las defensas adversarias, mientras que desde el arco Amílcar le daba a Nacional la estabilidad necesaria para aspirar a conquistas trascendentes.
Carlitos Céspedes era el dueño de un dribbling extraordinario: muchas veces se excedía. Todo lo contrario de Bolívar, que siempre iba recto al gol y lo protestaba a Carlitos porque frenaba el juego y facilitaba la defensa con sus dribblings. Más de una vez llegaron a cachetearse en la cancha por ese motivo. Amílcar Céspedes era un arquero al que llamaban «El Loco», pero que no lo era tanto.33
Algunos datos para ejemplificar el poder goleador de Bolívar: anotó más de un gol por partido oficial, y dijo presente en la red rival en nueve partidos oficiales consecutivos entre 1901 y 1902, incluyendo tres al CURCC. Además, le marcó cuatro goles a Triunfo por la Copa Uruguaya de 1902, año en el que le señaló dos hat tricks al Deutscher. Al año siguiente le marcaría otros tres goles en un mismo encuentro al Albion.
De los tres hermanos protagonistas de la pintoresca anécdota de la final de la Copa Uruguaya de 1903 (en la que nos detendremos en el próximo capítulo), la viruela se llevaría a Carlos y a Bolívar en junio de 1905. Es que Eusebio descreía de la medicina tradicional y optó por no vacunar a sus hijos contra la cruel enfermedad. Pero Amílcar se vacunó a escondidas y salvó su vida, prolongando su campaña tricolor hasta 1907, momento de su regreso al languideciente Albion en un infructuoso esfuerzo por hacerlo resurgir. Entre 1901 y 1903 jugaron todos los partidos oficiales de Nacional, destacándose la labor goleadora de Carlos y Bolívar toda vez que les tocó enfrentar al CURCC. Entre el 14 de abril de 1901 y el 14 de mayo de 1905 estuvieron presentes en 14 clásicos consecutivos, convirtiendo entre ambos 12 de los 14 goles de Nacional. Bolívar anotó 8, en tanto Carlos señaló los 4 restantes.
Motivos más que suficientes para que la desaparición física de los jóvenes Carlos y Bolívar pueda ser considerada la mayor tragedia de la historia del Club Nacional de Football. No en vano, pudiendo haber sido el club de los Scarone, de Petrone, de Nasazzi o de Atilio, sigue y seguirá siendo el de los Céspedes.
Acaso para que el apellido más representativo de la historia del club mantuviera su vínculo con el gol, sobre el final de su trayectoria Amílcar dejó el arco y comenzó a desempeñarse como centrodelantero. Su primer gol se lo anotó al CURCC y el último al viejo River Plate, el 12 de mayo de 1907.
Desde entonces, Nacional no ha vuelto a alinear a un Céspedes en sus filas.
Amílcar Céspedes Polanco
Fecha de nacimiento: 15 de mayo de 1882.
Fecha de fallecimiento: 13 de junio de 1940.
Puesto: arquero y centrodelantero.
Años: 1901 a 1907.
Partidos: 72 (43/14/15).
Partidos oficiales: 42.
Goles: 12.
Goles oficiales: 10.
Goles clásicos: 1.
Rival más goleado: Wanderers (4).
Títulos nacionales oficiales: Campeonato Uruguayo 1902 y 1903. Copa de Honor Uruguaya 1905 y 1906.
Títulos internacionales oficiales: Copa de Honor Cusenier 1905.
Bolívar Céspedes Polanco
Fecha de nacimiento: 10 de octubre de 1883.
Fecha de fallecimiento: 9 de junio de 1905.
Puesto: puntero izquierdo.
Años: 1900 a 1905.
Partidos: 58 (39/11/8).
Partidos oficiales: 32.
Goles: 54.
Goles oficiales: 37.
Goles clásicos: 7.
Rival más goleado: Deutscher (13).
Títulos nacionales oficiales: Campeonato Uruguayo 1902 y 1903.
Carlos Céspedes Polanco

Fecha de nacimiento: 31 de diciembre de 1884.
Fecha de fallecimiento: 29 de junio de 1905.
Puesto: centrodelantero.
Años: 1901 a 1905.
Partidos: 54 (37/10/7).
Partidos oficiales: 30.
Goles: 38.
Goles oficiales: 22.
Goles clásicos: 5.
Rival más goleado: Uruguay Athletic (11).
Títulos nacionales oficiales: Campeonato Uruguayo 1902 y 1903.
1 Montevideo Cricket Club fue fundado el 18 de julio de 1861, y es el equipo deportivo más antiguo del Uruguay, célebre por haber sido pionero en la práctica de diversos deportes, tales como cricket, fútbol, rugby, hockey y tenis. Montevideo Rowing Club nació en 1874.
2 La expresión «fútbol asociación» se utilizaba para diferenciar al fútbol del deporte con el que comparte origen y que hoy conocemos como rugby. A la hora de asistir a los encuentros de ambos deportes denominados igual se generaban confusiones. Estas se terminaban en cuanto los actores comenzaban a jugar el balón con las extremidades posteriores o con las anteriores.
3 Alfred Wahl, Historia del fútbol, del juego al deporte (Barcelona, 1997).
4 La International Board está conformada por las cuatro asociaciones de fútbol del Reino Unido (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte) y la FIFA. Se reúne dos veces por año y, para materializarse, cada cambio propuesto por la FIFA debe tener, además de su voto, el de al menos dos de las asociaciones mencionadas.
5 Poole debutó en Albion con resonante 5 a 0 ante el CURCC, en su cancha de Punta Carretas.
Vale mencionar que, amén de haber sido fundado antes, Albion tuvo que esperar para poder enfrentar al CURCC pues este tardó cerca de un año en incorporar la práctica del fútbol, por cuanto había sido concebido —tal cual se desprende de la propia sigla— como el club de cricket de la citada empresa del ferrocarril.
6 Franklin Morales, Historia de Nacional, 1989.
7 El Defensa Football Club solicitó fusionarse con Nacional en 1900 a iniciativa de Miguel Nébel. La fusión fue habilitada.
8 Nacional fue el «club de los Céspedes» mucho antes de la creación del establecimiento en el que concentra y entrena su plantel principal.
9 El Artigas Football Club era una escisión del Albion. Tan es así que los hermanos Céspedes defendieron al equipo rojiazul en la Copa Uruguaya de 1900.
10 La cancha de Punta Carretas se encontraba en la actual ubicación de la iglesia del Sagrado Corazón, en Ellauri esquina Solano García, al costado del hoy Shopping Center y otrora cárcel.
11 Diario El Día (1899), citado por Atilio Garrido, Los fundadores eran adolescentes (www.tenfieldigital.com, 2005).
12 El Uruguay Athletic fue una institución afincada en Punta Carretas, de colores negro y marrón, otrora denominada «American», diferente a la que participara activamente del proceso fundacional de Nacional, oriunda —como ya se dijo— de La Unión.
13 Diario El Día (1899), citado por Franklin Morales, ob. cit.
14 La leyenda cuenta que las camisetas rojas se desteñían rápidamente, lo que obligó a pensar en una alternativa que permitiera su reutilización.
15 Sebastián Puppo, citado por Franklin Morales, ob. cit., Fascículo 1.
16 La primera Copa Uruguaya fue apenas un cuadrangular a dos ruedas resuelto en seis fines de semana. CURCC fue el campeón con pasmosa diferencia sobre el Deutscher y el Uruguay Athletic y exigua sobre el Albion, al que apenas derrotó 2 a 1 en ambas ruedas.
17 El uniforme del Deutscher era totalmente blanco, con escudo en el corazón.
18 Luis Prats, Montevideo. La Ciudad del Fútbol.
19 Hay quienes señalan que la Quinta de la Paraguaya, donde Artigas también supo ser nombrado «Jefe de los Orientales» en 1811, tenía otra ubicación, cercana a la del Parque Central aunque más próxima a la de la actual terminal de ómnibus de Tres Cruces. Usted me dirá: «cuadra más, cuadra menos…». Y tendrá razón.
20 En el partido del 2 de setiembre de 1900 contra el Albion, Nacional formó con Urta; Otero y Carve; Cordero, Nébel y Arímalo; Céspedes, Boutón, Daglio, Cabuto y Martínez. Los goles albos fueron obra de Boutón y Daglio.
21 Segunda carta de solicitud de ingreso de Nacional a la hoy Asociación Uruguaya de Fútbol.
22 La relación de Nacional con el fútbol argentino ha involucrado a figuras legendarias como Atilio y Artime o más contemporáneas como Miguel Ángel Brindisi, Antonio Vidal González y Ángel Morales. También a entrenadores que dejaron su huella como Pedro Dellacha, Alfio Basile, Eduardo Luján Manera, Marcelo Gallardo o Rodolfo Arruabarrena, y a clubes que se transformaron en históricos rivales como Estudiantes de La Plata, Racing de Avellaneda o Newell’s Old Boys.
23 La primera campaña tricolor en la Copa Uruguaya: empate 1 a 1 con Albion en el Parque, triunfos sobre el Deutscher y el Uruguay Athletic de visitante por 2 a 1, nuevo triunfo sobre el Deutscher en el Parque Central, victoria sobre Albion en Paso Molino por 2 a 0, el ya citado empate 1 a 1 ante CURCC en el Parque, victoria 3 a 1 sobre Uruguay Athletic de local, y derrota ante el CURCC por 2 a 0 de visitante.
24 Para encontrar una encendida defensa de la presunta continuidad histórica de CURCC y el Club Atlético Peñarol no dude en consultar Historia de Peñarol de Luciano Álvarez.
25 Nacido en 1890, José Piendibene fue la figura más representativa del clásico rival en su época amateur. Para practicar por primera vez en el CURCC, allá por 1908, debió quebrar una resistencia fundamental: era hincha de Nacional.
26 ¿Existe alguna palabra que rime con «CURCC»? Basta imaginar las dificultades que habrá hallado la hinchada carbonera a la hora de generar cánticos alusivos a su equipo, para comprender que tarde o temprano dicho nombre se convertiría en un problema.
27 Sumando los disputados ante CURCC y ante Peñarol, se jugaron 126 clásicos antes del inicio de la era profesional de nuestro balompié. Nacional ganó 49, perdió 44 y empató los 33 restantes.
28 Negro y naranja eran los colores del CURCC según sus propios estatutos, y de hecho su primera camiseta fue arlequinada y de color negro y naranja. La señera institución del Ferrocarril Central cosechó 24 triunfos ante Nacional, que lo derrotó en 20 oportunidades. Los 16 choques restantes resultaron empatados.
29 A lo largo de la coexistencia histórica de Nacional y Peñarol, los tricolores han dominado la estadística de enfrentamientos directos durante más tiempo que su rival. Peñarol consiguió sacar diferencias a su favor durante los años 80 y 90, pero el siglo XXI viene camino a poner las cosas en su sitio.
30 Podrá objetarse el decanato con el argumento de que Albion se desafilió de la AUF, lo que inhabilitaría o «resetearía» su fecha de nacimiento. Ahora, me pregunto: ¿Peñarol no se desafilió también en ocasión del «cisma»? Respuesta: sí. Lo que nos lleva a una irreprochable conclusión: aun asumiendo y aceptando la tesis de la continuidad, Peñarol jamás podría ser el decano del fútbol uruguayo, esgrimiendo el mismo argumento que le niega tamaña distinción a Albion, institución amiga, si las hay.
31 El 10 de abril de 1914, Peñarol enfrentaba a Universal mientras el CURCC se medía en Santa Ana do Livramento ante un representativo integrado por futbolistas de los clubes locales Nacional, Tabaré y Lavalleja. El relator uruguayo Alberto Sonsol diría: ¡Explíqueme esto!
32 Franklin Morales, ob. cit., Fascículo 4.
33 Doctor Domingo Prat, citado por Franklin Morales, ob. cit., Fascículo 2.


Siempre de a tres
Nacional obtuvo su primera «triple corona» en 1915: Copa Competencia Chevallier Boutell ante Porteño de Buenos Aires, Copa de Honor Cusenier ante Racing de Avellaneda, y Copa Uruguaya tras triunfo ante Central. En 1917, Nacional completaría tres Copas Uruguayas ganadas en forma consecutiva, obteniendo la primera Copa Uruguaya en propiedad. El 18 de marzo de 1917 Nacional batía 5 a 2 a Boca Juniors en el Gran Parque Central con Luis Ares; Ramón Pesquera y Alfredo Foglino; Alfredo Zibechi, Abdón Porte y José Vanzino; Pascual Somma, Carlos Scarone, Ángel Romano, Carlos Scarone y Rodolfo Marán. Menos de un año más tarde, Abdón (el quinto de la fila de arriba) se pegaría un balazo en ese mismo lugar (Fotos: Centro de Fotografía de Montevideo).
2
La época amateur
Superado el período de incertidumbre que acompaña a la formación de todo equipo deportivo, y tras haber sido aceptado no sin recelo por el selecto grupo de equipos «fundadores» de la Liga Uruguaya, el Club Nacional de Football comenzó a acumular triunfos hasta convertirse en el principal opositor del equipo que reunía todos los atributos para ser el principal destinatario de los impulsos antiimperialistas: el C.U.R.C.C., el equipo del Ferrocarril Central, empresa de origen inglés como ingleses fueron todos sus primeros jugadores y todos sus presidentes, hasta su desaparición allá por 1915.
La historia de Nacional resultaría incomprensible si no se la considera en oposición a sus dos principales contrincantes, primero el CURCC y luego su —llamémosle, por ser piadosos— heredero, el Club Atlético Peñarol.
Como ya se dijo, la pintoresca época amateur del fútbol uruguayo se cerraría con innegable supremacía tricolor en todos los frentes posibles: campeonatos locales, internacionales y enfrentamientos directos. Pero las diferencias se acentúan aún más si se considera el aporte de uno y otro a la selección uruguaya, hasta entonces relegada ante el poderío hegemónico de su similar argentina, pero con un futuro no menos glorioso, íntimamente emparentado con el tricolor.
Fíjese si no.
2.1 - Nacional campeón
Así como Nacional recién consiguió ser admitido en la Liga al segundo intento, le llevaría un tiempo similar alzarse con la Copa Uruguaya. Precisamente, 1902 fue escenario de su primera consagración, ya luciendo la clásica camiseta blanca con short azul votada en asamblea del 24 de marzo de ese año, en un torneo que contaba con seis representantes gracias al ingreso del Triunfo.34 Además, el equipo volvió a inscribirse (tal como había ocurrido en la temporada anterior) en la Copa Competencia, que más adelante lo vería enfrentar a equipos argentinos de real abolengo, iniciando así la carrera internacional que lo tendría como pionero en nuestras tierras.35 El Deutscher fue el primer rival del albo en la cancha grande del Parque Central y con una incorporación de renombre: Luis Carbone, quien fue traído al club por sus vecinos, los hermanos Céspedes.
Fue del tipo de futbolistas que irían definiendo el estilo mismo del club: elegante, técnico para los valores de entonces y, además, un «señorito» por la fineza de sus actitudes personales y deportivas, lo que no siempre va de la mano.36
Nacional concretó la primera goleada de su historia, masacrando 5 a 1 al elenco teutón con tres goles de Bolívar. Una semana después, coincidiendo con la fecha patria del 18 de mayo, Nacional recibió al encumbrado CURCC en el Parque Central. En histórica jornada, los tricolores consiguieron derrotar 2 a 1 al equipo ferroviario, con dos anotaciones de Bolívar Céspedes, ambas conseguidas en el primer tiempo, en el que el omnipresente viento que recorre el Parque jugó a favor de los locales. Fueron estos los once hombres de la histórica victoria: Amílcar Céspedes; Carve Urioste y Arímalo; Nébel, Carbone, Pigni, Bolívar Céspedes, Rincón, Boutón Reyes, Castro y Carlos Céspedes. Posteriormente, Nacional viajó a Argentina, donde enfrentó primero a Barracas y luego a un combinado integrado por futbolistas de Belgrano y Alumni, triunfando sobre el primero y empatando con el segundo.37 La leyenda tricolor en suelo argentino comenzaba a escribirse.
Campeón invicto
Si bien Nacional fue rápidamente apeado de la Copa Competencia al caer 2 a 0 ante el CURCC en cancha de Albion, una semana después (domingo 10 de agosto) se cobraría justa venganza. Jugando en la cancha del club del cricket, ubicada bajo el complejo de viviendas que hoy se levanta sobre las calles Coronel Raíz y camino Casavalle de Montevideo, Nacional volvió a medirse con el club de los ingleses al que aventajaba apenas por un punto en la tabla de posiciones. Un gol de Pronzetti puso arriba en el marcador a los locales, pero cinco minutos después llegó el empate del verdugo Bolívar. Dos nuevos tantos tricolores, uno de Carlos Céspedes y el otro de Cordero, le dieron la victoria y el primero de su interminable lista de títulos al Club Nacional de Football, inaugurando la costumbre de campeonar frente a los propios ojos del clásico rival, con corrección análoga a la exhibida en épocas de derrota. El primer once campeón: Bolívar; Carve Urioste y Boutón Reyes; Nébel, el primer gran centrojás Carbone y Pigni; e histórica delantera compuesta por Bolívar, Rincón, Carlos, Cordero y Castro.
La mágica campaña se cerró con diez partidos disputados y diez ganados, incluyendo las dos primeras derrotas sufridas por CURCC en sus trece participaciones en la Copa Uruguaya. La delantera encabezada por los Céspedes totalizó 40 goles, a razón de cuatro por partido, en tanto el arco defendido por su hermano mayor apenas fue vulnerado en cinco ocasiones.
2.2 - Nacional 3 – Argentina 2
La temporada de 1903 vio subir a siete a la lista de equipos participantes de la Copa Uruguaya con la inclusión del Montevideo Wanderers, único del grupo —junto con Nacional, claro está— que 120 años después continúa compitiendo en la Primera División del fútbol oriental. Nacional reeditó su participación en la Copa Competencia, aunque cambiando radicalmente la suerte que lo había visto perder ante el CURCC en las dos ediciones precedentes. El 12 de junio de 1903, en la siempre embarrada cancha de Albion y con condiciones atmosféricas poco amigables, los ya clásicos rivales volvieron a verse las caras.
Las increíbles condiciones de la cancha, con un declive feroz hacia uno de los arcos, y el viento, ayudaron a Nacional en el primer tiempo, pero aun así no pudo anotar. En el segundo período, el árbitro debido a la lluvia copiosa que caía sobre la ciudad, suspendía el match, pero CURCC, previendo que las condiciones favorables del segundo tiempo no se dieran en otro momento, presiona al mismo y el partido se reanuda. Los hechos marcan que debieron aceptar esa suspensión, ya que Nacional, acicateado por la situación adversa, redobla esfuerzos y derrota a su rival por 2 a 0.38
El triunfo albo le permitió acceder a las semifinales de la Copa el 2 de agosto ante el histórico Alumni en la lindera cancha del Deutscher.39 Un gol sobre la hora del equipo rojiblanco dejó a Nacional en la orilla de su primera final internacional.
Revancha
En 1902 se había instaurado la disputa de un partido anual entre las selecciones de ambas márgenes del Río de la Plata. Haciendo gala de su proverbial superioridad, hija de una liga más organizada y de un mayor poderío económico, Argentina había goleado 6 a 0 a un Uruguay integrado por jugadores de Nacional y Albion en cancha de este último, célebre por poseer un gran desnivel contra uno de los dos arcos. 40
El domingo 13 de setiembre de 1903, en cancha de la Sociedad Hípica Argentina de Buenos Aires, se disputó la segunda entrega del denominado Campeonato Río de la Plata.
En lo previo, la designación de un equipo cuya base pertenecía a Nacional enojó a dirigentes del CURCC y del Deutscher, que decidieron no ceder sus futbolistas.41 Entonces el plantel entero de Nacional asumió la representación de la Liga Uruguaya y, portando una camiseta azul celeste con una diagonal blanca en el pecho rubricada con una pequeña bandera oriental en el corazón, salió al campo a defender el honor uruguayo.
Sabemos que no podemos ganar, venimos como hermanos a cumplir.42
Sin embargo, el plantel se había preparado más que nunca, casi a ritmo profesional, aprovechando que la condición de estudiantes universitarios de casi todos sus integrantes les daba el tiempo libre necesario para entrenar todas las tardes de 15 a 17 horas desde fines de agosto y hasta la fecha de disputa del encuentro.43
Nacional (Uruguay) con Amílcar Céspedes; Carve Urioste y Boutón Reyes; Nébel, Carbone y Pigni; Bolívar Céspedes, Rincón, Carlos Céspedes, Castro y Cordero. Argentina con un equipo plagado de estrellas de apellido inglés: Howard; Carlos Brown y Buchanan; Firpo, Jewell, Brown, Weiss, Moore, Jorge Brown, Dickinson y Moore.44
El partido, desde sus comienzos, se mantuvo equilibrado, con ataques por los dos bandos.
Bolívar Céspedes hizo una brillantísima corrida solo, pasó a toda la defensa, pero su tiro final fue detenido en forma excelente por Howard.
El primer gol fue marcado por Carlos Céspedes como coronamiento de un ataque combinado y merced a un tiro cruzado. Fue el único tanto del primer período.
En el segundo, Weiss hizo un pase al centro que tomó Juan Moore y este facilitó la pelota a Jorge Brown, quien enfiló un tiro violento y la pelota, pasando por entre las piernas del guardavalla, señaló el primer goal para los argentinos, cuando solo habían transcurrido seis minutos de juego.
Siete minutos después finalizó Bolívar Céspedes una de sus rapidísimas corridas con un pase a Carlos Céspedes y este marcó el segundo tanto para su bando.
Tres minutos después Boutón tomó un córner, cayó la pelota frente al arco y Bolívar Céspedes señaló el tercer goal.
A los 39 de juego, Jorge Brown recibió la pelota de Dickinson y aprovechando un pequeño claro dirigió un fortísimo tiro que, detenido en parte por el guardavalla, halló la red.
Poco después terminó el partido que dejó en el ánimo de todos la impresión de superioridad del equipo uruguayo. El resultado fue Uruguayos, 3 – Argentinos, 2.45
Uruguay ganó, y sus jugadores fueron retirados en andas, invitados con una copa de champán por el presidente de la Liga Argentina, Francisco Chevalier Boutell, y luego fueron agasajados en la casa de Alexander Watson Hutton, padre del poderoso Alumni.
Es digno de hacerse notar que el team uruguayo está formado por elementos de Nacional, quienes merecen las mayores demostraciones de simpatía por haber concurrido a la vecina orilla, después de las dificultades puestas por otros clubs, dificultades que únicamente aportaban como consecuencia, el desistimiento del match. Con este triunfo, se demostrará a los clubs anárquicos que no siempre son una necesidad imprescindible, y creemos que el demasiado amor propio en casos como este, se debe dejar de lado y tener la fuerza de carácter suficiente para olvidar que pertenecen a tal o cual club y no acordarse más que de que son orientales.46
La primera final
El Club Nacional de Football haría de 1903 el mejor de sus primeros años, al volver a obtener la Liga Uruguaya en condición de invicto tras derrotar en ambos juegos a Wanderers, Deutscher, Albion, Triunfo y Uruguay Athletic, y empatar con el CURCC 0 a 0 en el Parque y 1 a 1 en Villa Peñarol con gol de Carlos.47
La campaña del equipo de los ingleses fue similar (derrotó a todos los demás rivales), lo que obligaba a disputar una única final, la primera en la historia de la Liga Uruguaya.
Pero también se produjo el primer gran «diferendo» en la vida de la «casa mayor del fútbol».48 El formulario del encuentro en el que por la penúltima fecha Nacional derrotó 4 a 0 a Uruguay Athletic desapareció misteriosamente y nunca llegó a la Liga, lo que penaba a Nacional con la quita de un punto que le supondría perder el campeonato a manos de su rival ferroviario.
Tras varias idas y vueltas que generaron airosos debates en todos los niveles, Nacional obtuvo su primera victoria «directriz» con una resolución que habilitó la disputa de la primera final de la Copa Uruguaya.
Bolívar, Bolívar, te están buscando
El 1 de enero de 1904 estalló la guerra civil con el levantamiento de las fuerzas del caudillo blanco Aparicio Saravia contra el gobierno encabezado por el colorado José Batlle y Ordóñez, luego de que este último enviara tropas al departamento de Rivera, que se hallaba bajo jurisdicción de Saravia. Como suele ocurrir en estos casos, el gobierno decretó el reclutamiento forzoso de todos los hombres menores de 50 años, categoría en la que figuraban los tres hermanos Céspedes, familia de proverbial raigambre nacionalista.
Amílcar, Carlos y Bolívar consiguieron emigrar a la Argentina pese a que los rumores los imaginaban integrando las huestes de Aparicio. Suerte similar a la corrida por Gaudencio Pigni y Gonzalo Rincón, también figuras del Nacional que luchaba por su primer bicampeonato. Los tres Céspedes junto a Pigni integraron el poderoso Barracas de la Primera División del fútbol argentino durante la temporada 1904.
Finalmente —gracias a una disminución de las energías bélicas registrada entre la victoria de Tupambaé en abril y la batalla de Masoller en setiembre—, se decidió que la postergada final de la Copa Uruguaya de 1903 tendría lugar recién el domingo 28 de agosto de 1904, inaugurando así una costumbre de diferir al año siguiente la dilucidación de los torneos, generalmente debido a problemas administrativos. En esta oportunidad se llegó incluso a plantear la obtención compartida del torneo, moción rechazada por ambas instituciones.
Antes, Nacional derrota 1 a 0 al Alumni y empata 2 a 2 con una selección argentina compuesta por jugadores de Barracas, Lomas y Belgrano. Además, en la única competencia local oficial de aquel año, batió 2 a 1 al Deutscher por la «fase uruguaya» de la Copa Competencia, para caer luego 2 a 1 ante CURCC en cancha de Albion.
Con los Céspedes, Pigni y Rincón en suelo argentino, Nacional se veía obligado a integrar a cinco jóvenes inexperientes en tiempos de planteles reducidos, ante la imposibilidad de realizar cambios durante la disputa de los encuentros. Eso equivalía a ceder el título al CURCC, cuyos defensores —al parecer— no tenían reticencia alguna a integrar las filas militares del gobierno.49 Pero ese inolvidable domingo, con ambos equipos ya en la cancha, se produciría un nuevo milagro. Las gestiones de Pedro Manini Ríos ante el mismísimo presidente Batlle rindieron sus frutos, y se lograron los «salvoconductos» necesarios para asegurar la llegada de los tres hermanos y Pigni desde Buenos Aires sobre la hora del match.
Ellos no cometieron ningún delito al huir. Porque no es delito negarse a empuñar las armas contra los hermanos.50
El equipo tricolor, con Amílcar, Carlos y Bolívar cerrando filas, ingresó una vez más a la complicada cancha de Albion para afrontar la tan ansiada final, que hizo suya por 3 goles a 2. Naturalmente, Bolívar anotó en dos oportunidades y Carlos en la restante, para darles a los albos su segunda Copa consecutiva, nuevamente ante el ya clásico rival.
2.3 - La crisis de 1911
Entre 1905 y 1911, Nacional atravesaría acaso el período institucional más difícil de su historia, al extremo de que no pocos llegaron a vaticinar su desaparición.
La Copa Uruguaya de 1905 fue disputada por apenas cinco equipos: Nacional, CURCC, Wanderers, Albion y Teutonia, nueva denominación del Deutscher. Desaparecieron el efímero Triunfo y el histórico Uruguay Athletic.
Tras haber debutado en la quinta edición de la Copa Uruguaya con cómodo triunfo ante Albion, el 14 de mayo, día del sexto aniversario de la fundación del club, Nacional recibió al CURCC en un repleto Parque Central. Un gol de penal del histórico delantero ferroviario Juan Pena puso adelante a los visitantes. Pero, faltando quince minutos para finalizar el encuentro y luego de que Carlos y Bolívar Céspedes trocaran posiciones en el campo, este último quedó como centrodelantero y sacó un poderoso remate que, tras pegar en uno de los postes, terminó por vencer la valla de Carbone. En ese instante se produjo una masiva invasión al campo de parciales de uno y otro conjunto, que obligó al árbitro a suspender la brega, inaugurando una interminable serie histórica de encuentros clásicos (ya sea de Nacional ante CURCC o ante Peñarol) que finalizarían antes de tiempo. Fue ese, además, el último encuentro que jugó Bolívar Céspedes con la camiseta alba o con cualquier otra.
La tercera fecha, 1 a 0 ante Wanderers, marcó la despedida para Carlos y lo tuvo como protagonista consular, al obstaculizar la visual del portero bohemio mientras se producía un remate de Boutón Reyes que se tradujo en el gol del triunfo.
El segundo clásico del año también se suspendió por motivos análogos cuando el 9 de julio y ya sin los Céspedes (fallecidos el 9 y el 30 de junio), una nueva invasión de hinchas provocó la anulación del encuentro que discurría con empate sin goles.
Por el honor
En 1905 se instauró un nuevo torneo rioplatense, denominado Copa de Honor, gracias a un trofeo donado por el establecimiento comercial Casa Cusenier. Con régimen de disputa análogo al de la Copa Competencia, se diferenciaba de esta en que la final debería disputarse indefectiblemente en suelo montevideano.51
Por la primera fase del nuevo certamen, un solitario gol de Castro le dio el triunfo ante el CURCC en cancha de Albion. En semifinales lo esperaba el sorprendente Wanderers, verdugo tricolor en la Copa Competencia. Los albinegros se colocaron 2 a 0 arriba, pero Nacional logró reponerse hasta obtener un cómodo 5 a 2 que lo depositó en la final ante el Alumni. Nuevamente en la ya archiconocida cancha de Albion, ubicada sobre la actual calle 19 de Abril, en el barrio Paso Molino, tricolores y rojiblancos volvieron a medir fuerzas. Un agónico gol de Rincón tras centro de Cuadra le dio la Copa al equipo uruguayo, que hasta ese entonces empataba 2 a 2 ante el siempre exigente multicampeón argentino.52
En 1906 asume la presidencia José María Reyes Lerena,53 quien —más allá del terreno deportivo— consiguió que Nacional fuera el primer club del Uruguay en obtener la personería jurídica, hecho aparentemente trivial pero que más adelante ayudaría a Nacional a salvaguardar su nombre.54
Lo mejor de aquel año estuvo en la actividad internacional, pues la Copa Uruguaya quedó en manos de Wanderers, así como la de 1905 había quedado en las del CURCC.55 Nacional fue segundo en ambas tablas. Curiosamente, la Copa Uruguaya de 1906 fue disputada por seis equipos. Desaparecido el Albion de la plana mayor del fútbol uruguayo, ingresaron el Intrépido y un segundo equipo de Nacional, a la usanza de los equipos «B» del fútbol español.56 La experiencia ya no se repetiría, el Nacional «B» abandonó la actividad y ya no participaría de la Copa Uruguaya de 1907.
En picada
Nacional no ganó Copa Uruguaya alguna entre 1905 y 1911. La de 1907 volvería a manos del CURCC, en un torneo que mantuvo seis participantes al sumarse River Plate Football Club y desaparecer Nacional «B»; y en el que el primer equipo albo quedó relegado a la cuarta posición (la peor de su historia).57
En 1908 el campeonato tomó forma profesional y llegó a 10 participantes, con los ascensos logrados por Dublín, Bristol, French, y el recuperado Albion por acción de Amílcar Céspedes y Miguel Nébel, quienes optaron por regresar a su viejo club. River fue el campeón y Nacional trepó a la segunda posición, quedando CURCC en un poco honroso séptimo puesto. Ambos equipos abandonaron el campeonato en pleno curso, Nacional en la decimotercera fecha y su rival en la undécima. Por ende hubo tan solo un clásico válido por la Copa Uruguaya de 1908, disputado en el Parque Central, concluido en empate sin goles. La de 1908 fue la primera temporada en contar con descenso, siendo el Intrépido el primero en perder la categoría al no cosechar ninguno de los 36 puntos disputados.
La Copa Uruguaya de 1909 fue nuevamente ganada por Wanderers. Contó con 11 equipos al sumarse Colón y Oriental, los que descendieron ese mismo año. También se sumó un club que amagó con ser grande: Central, y volvió a desaparecer Albion. Nacional cayó a la cuarta posición.58
En 1910 volvió a campeonar River Plate Football Club, club diferente al Club Atlético River Plate que desde 1932 disputa los torneos oficiales del fútbol uruguayo. Nacional cayó a la tercera posición antes de encarar la peor temporada de sus primeros 12 años de vida, la de 1911, en la que finalizó quinto con apenas seis partidos ganados sobre un total de 14 y saldo de goles negativo.59 Un nuevo club compuesto por exjugadores de Colón disputó la Copa de 1910: el Libertad Football Club.
Algunas alegrías
Lo dicho, lo mejor del período habrá que buscarlo en las competencias internacionales. En 1906 y por la Copa Competencia, Nacional es eliminado por Wanderers. Este último luego cae en semifinales ante Alumni jugando en el Parque Central. Pero por la Copa de Honor golea 5 a 0 al elenco bohemio para luego superar 1 a 0 al CURCC con gol del histórico Carve Urioste. Un mes después (el 7 de octubre de 1906) vuelve a superar a los del tren por idéntico marcador, anotación de Montecoral mediante. El gol de Carve clasifica a Nacional nuevamente a la final del torneo rioplatense ante el Alumni. El 16 de setiembre empatan 2 a 2, forzando a un alargue de 30 minutos en el que no se altera el score. El árbitro pretende proseguir el encuentro pero los futbolistas argentinos se niegan, porque podrían perder el barco que los llevaría de regreso a casa. En caballerosa actitud, y pese a que el reglamento lo amparaba, Nacional accede a volver a poner el trofeo en juego nuevamente el 14 de octubre en el Parque Central. Ocasión en la que triunfan los argentinos por 3 a 1.60 En 1907, la Copa Competencia pasó a disputarse en un único partido que juntaba al término de la temporada y en una misma cancha a los campeones de ambas márgenes del Plata. Nacional no volvió a disputarla hasta 1912. Algo similar ocurrió con la Copa de Honor, cuya final no disputó nuevamente hasta 1913.
Nacional ganó un trofeo instaurado por el Albion en 1907, disputado por los dos equipos que supieron recoger su guante: Nacional y Wanderers. Un gol de Urrestarazú les dio la victoria a los tricolores. Tiempo después, los dos rivales volvieron a disputarse una copa, donada por la Liga de Fútbol de San José. En esa oportunidad, el partido terminó eternamente empatado 2 a 2, incluso tras dos alargues de 30 minutos.61
Entre populistas y cuelludos
Los malos resultados acumulados en la Copa Uruguaya llevaron a profundizar las diferencias existentes en el núcleo de dirigentes, socios y jugadores, roles que aún no terminaban de delimitarse. Acaso por haberse hecho eco del sentir universal de oposición criolla ante la hegemonía extranjera, Nacional hacía tiempo había traspasado las murallas de la universidad y los círculos acomodados, situación no por todos comprendida y aceptada.
Fue así que parte del equipo de los «universitarios», los «señoritos» y los «cuelludos» del rector Alfredo Vásquez Acevedo —aquellos con el tiempo libre necesario para entrenar extra de cara a los encuentros trascendentes—, no veía con buenos ojos el ingreso de futbolistas de extracción humilde, los «populistas» —hombres más apegados al esfuerzo físico que al rigor científico—. Albañiles, puntualmente, de la talla de Ángel Romano, Pedro Mazzullo, Antonio Benincasa y Juan Manuchelli. En recordada asamblea celebrada el 3 de marzo de 1911 en el Centro Gallego de la calle Rio Branco (otrora Arapey), ambos bandos se opusieron en reñido combate dialéctico resuelto con la aceptación de los futbolistas humildes, lo que en buen romance derivó en la permanencia histórica del Club Nacional de Football. Por abrumadora mayoría se aprobó la reforma de estatutos y se constituyó una nueva directiva presidida por el doctor y poeta José María Delgado.62
Lamentablemente, algunos miembros de la facción perdedora optaron por abandonar el club, reforzando al Bristol Football Club.63 La larga nómina incluyó al centrojás Luis Carbone y al ex CURCC Juan Pena. Además, Nacional sufrió la partida del incipiente goleador Ángel Romano, quien muy a su pesar abandonó el club de sus amores para pasar a su máximo rival, CURCC, debido a la amistad que lo unía con el «maestro» aurinegro José Piendibene.
Lo dicho, la personería jurídica tramitada por Reyes Lerena cinco años antes, impidió el surgimiento del Nacional Old Boys que los disidentes pretendieron formar antes de pasar a filas del Bristol.
Traidoramente el paladín fue herido: vibró en el aire un grito de inquietud, luego lo vio, por el sangrar vencido, poco a poco caer, la multitud.
Hubo hasta miserable cometido que se ofreció a brindarle ataúd: solo unos pocos aún no habían perdido la fe en su vigorosa juventud.
Cuando el clarín clamó a la nueva gesta dio un brusco salto, en apostura enhiesta.
Su limpia espada y su pendón pidió. Y, ante la muchedumbre estupefacta, Desplegó al viento su bandera intacta, sacó su acero, y dijo: aquí estoy yo.64
El despegue
Apoyado en la incorporación de los albañiles, y sobre la base de una tercera división que acumulaba cuatro Copas Uruguayas consecutivas (siendo Nacional la primera institución en conseguir hazaña semejante, sea cual fuere la división considerada), Nacional encaró la campaña de la Copa Uruguaya de 1911 en la que debió medirse ante el equipo de los disidentes, el Bristol. El encuentro se disputó en un predio de la zona de Maroñas, propiedad de Nacional, cuyo campo en pésimo estado favoreció las brusquedades de uno y otro conjunto, hijas de la animadversión que los separaba tras la asamblea del mes de marzo. Aun así, los tricolores se las ingeniaron para batir a los rojinegros por 2 a 1. El resto de los equipos que participaron de la Copa Uruguaya de 1911 fue: Central, Dublín,65 Libertad, River Plate y Montevideo Wanderers.
El polifuncional
Si se buscase un símbolo del camino de Nacional desde la crisis de 1911 hasta el tricampeonato de 1917, resulta imposible omitir la mención de Ángel Landoni.
Ángel Landoni actuó en Nacional entre 1910 y 1917 y lo hizo en todos los puestos. Fue tres veces golero; una vez zaguero derecho, otra izquierdo; 46 half derecho era su puesto original; en cinco encuentros fue eje medio; en 13 half izquierdo; puntero derecho fue cinco veces; insider derecho nueve; centro forward 16 veces; insider izquierdo ocho y puntero izquierdo en un partido. Además fue miembro de la Comisión Directiva.66
De todas formas, la Copa Uruguaya de 1911 volvió a quedar en manos de CURCC, ya integrado por Ángel Romano. El legendario goleador anotó en el doloroso clásico del 1 de noviembre, cuando en el Parque Central los comandados por Piendibene golearon 7 a 3 a los albos. Justamente, dos de los tantos albos fueron anotados por Landoni.
Indudablemente, la página más memorable de la temporada se escribió el 11 de junio cuando, trofeo donado por el diario La Razón mediante, Nacional inauguró las nuevas instalaciones de su Parque Central recibiendo al CURCC. Es que gracias a las gestiones del presidente Delgado ante las autoridades de la Sociedad Comercial de Montevideo (propietaria del predio), Nacional consiguió el usufructo exclusivo del Parque Central, tras cederle el ya citado predio de Maroñas al Bristol, que venía arrendando la vieja cancha del desaparecido Deutscher. Un gran banquete en el Gran Hotel Lanata de la calle Sarandí que contó con la presencia —entre otras personalidades— de varios ministros y del diputado y futuro presidente Juan José de Amézaga, amén del presidente y capitán del CURCC, el emblemático John Harley.67
Señores: nunca más amable se ha mostrado conmigo La Fortuna, que al depararme el placer de presidir, en esta hora de conquista, la marca de nuestro viejo Club Nacional de Football. Bien convencido estoy de que este honor debo considerarlo solamente como uno de los tantos caprichos veleidosos de la vida; otros labios serían los que en estos instantes debieran desplegarse, pero ya que el vaivén de las olas me ha traído a este lugar, permitidme que bendiga ese destino, aunque más no fuera por el orgullo de que mi nombre se vincule al más bello y vigoroso de los esfuerzos que se han hecho en el país, en homenaje a la cultura de nuestra raza.
[…] Paso a paso, señores, el football se ha ido imponiendo de tal modo en nuestras costumbres, que hoy en día representa el mayor, si no el único, de los deportes nacionales. Seguramente que aquellos primitivos aficionados que, contra el escepticismo esquivo del ambiente, empezaron a practicar el juego predilecto de la vieja Albión, allá por las soledades, en aquel entonces inabordables, de Punta Carretas no pensaron aun en sus momentos de más optimismo que él se arraigaría con tan hondas raíces en nuestro suelo; seguramente que jamás soñaron que un día poseeríamos campos de deportes tan magníficos como este que nos aprontamos a inaugurar solemnemente, ni que, con el transcurso del tiempo, aquella media docena atónita de espectadores que los contemplaban, se multiplicaría en una forma que haría palidecer el milagro de los panes bíblicos en apenas dos décadas.
[…] Podrán los desilusionados de todos los momentos pregonar el derrumbe de este sport, desde el ambiente siempre mezquino de las decepciones personales; pero en tanto veamos esas muchedumbres cada vez más compactas que contemplan con amores acaso místicos los episodios de nuestras luchas, en tanto que veamos de todos lados surgir como semillas tiradas en campo fértil nuevos elementos que se aprestan al combate, en tanto que escuchemos, domingo tras domingo, ese clamor frenético hasta el delirio, con que la masa de nuestro pueblo saluda a los campeones vencedores en las justas de nuestros torneos, nadie podría decir que marchamos hacia atrás en la conquista de este ideal, sino para vigorizarnos en el pensamiento de que, los que dedicamos a este deporte una parte de nuestras energías, dejaremos una obra que no morirá fácilmente en el alma popular y cuya proyección gigante, tarde o temprano, será sentida en el vigor de las razas que vendrán.
[…] Más que ninguno de los otros ejercicios físicos, más que el remo, la esgrima y la gimnasia, cuyo costo los hace inaccesibles a la masa popular, el football es el único de los deportes que ha sabido electrizar el alma de nuestras multitudes, inculcándolas en amor por las costumbres atléticas, ese culto por las vigorosas luchas caballerescas, al calor de cuya llama se fortalecieron aquellos invencibles pueblos helenos que amaban tanto la gloria de sus filósofos o de sus artistas como la de los héroes de sus olimpíadas.
[…] Nuestra juventud hace tiempo se prepara en silencio para las formidables justas del vigor: plena de entusiasmos, de energías y de heroísmos, quiere ver abiertas de una vez las puertas de su Stadium Oficial, tan brillantemente bosquejado por uno de nuestros más fervorosos aficionados.
[…] Agradezco igualmente a los Poderes Públicos de la Nación y a la prensa del país que nos han otorgado el estímulo unánime de sus aplausos y especialmente al diario La Razón, que ha coronado el éxito de esta fiesta nacional donando un trofeo que disputaremos dentro de breves horas con nuestros caballerescos y tradicionales enemigos del Central Uruguay Railway Cricket Club.
[…] Señor presidente de la Liga Uruguaya de Football: os he dejado estudiadamente para el final, porque tengo ante vos que desempeñar oficialmente una misión del Club Nacional de Football. El Club Nacional de Football agradece a la Liga que tan irremplazablemente presidió toda la consideración y el apoyo que para la realización de sus labores ha recibido de esa corporación. Pero el Club Nacional de Football ha mirado hoy, en medio de su alegría, hacia alrededor, y ha recordado que muchos de los sportmen, con quienes ha compartido alientos y fatigas, se hallan alejados de los fields por penas impuestas por esta autoridad.
Y bien, señor presidente, el Club Nacional de Football os pide que, en homenaje a su regocijo, que es el regocijo de todos, seáis vos mismo el que en la primera reunión que celebre la Liga Uruguaya hagáis llegar hasta esa corporación, el voto de perdón que él pide, amplio y generoso, para todos los jugadores suspendidos.68
Mas no serían las de Delgado las únicas palabras proferidas ese mediodía dignas de la mejor evocación:
Señores: es con la más grata complacencia que la Comisión Directiva del Central Uruguay Railway Cricket Club que presido ha recibido la galante invitación de la honorable Comisión del caballeresco Club Nacional de Football para compartir entre los viejos rivales la satisfacción de inaugurar el field del Gran Parque Central, convenientemente transformado. Tanto más halagadora ha sido esa fina atención para los asociados del club aurinegro cuanto que, abundando los clubs de football, se ha usado de una deferencia para con él, que mucho le honra, y habla muy a favor del club visitante, que no olvida que juntos lucharon ya en favor de la beneficencia o con fines altamente ennoblecedores, pero en todos los casos propendiendo al desarrollo incesante del noble deporte.
No es extraño, pues, que la Comisión así como los jugadores del Central Uruguay Railway Cricket Club, hayamos aceptado gustosos el honor de vernos confundidos fraternalmente con los colegas del viejo Nacional, en una fiesta hermosa por todos conceptos, cual será la inauguración del primer field de Montevideo.
Señor presidente, Señores: en nombre de la Comisión que represento, agradezco este espléndido banquete, así como las amables frases que el señor presidente acaba de expresar, brindo por la prosperidad del Club Nacional de Football y la estrecha amistad de los dos viejos colosos.69
Algunas horas después y ante un «ondeante mar de más de quince mil cabezas», Nacional batió 2 a 1 al CURCC con tantos de Vallarino y Brienza en un choque de guante blanco.70 El polifuncional capitán tricolor Ángel Landoni recibió el trofeo de manos del doctor Juan Blengio Rocca, titular del Ministerio de Instrucción Pública. Vale recordar el histórico once: Demarchi; Abdón Porte, Alfredo Foglino; Ángel Landoni, Sánchez, Varela; Mazzullo, Brienza, Vallarino, Zibechi y Pascual Somma.71 La jornada se cerró con una opípara cena en el restorán Bolognese, donde los planteles y comisiones directivas de ambos equipos terminaron, todos juntos, vivando los nombres de ambas instituciones.
Termina la sequía
La temporada de 1912 marcaría el retorno tricolor a los primeros planos de la actividad local, con la obtención de la Copa Uruguaya con seis puntos de ventaja sobre el CURCC.72 Las «buenas migas» cosechadas por tricolores y aurinegros serían más que útiles cuando el ya enemigo declarado Bristol acusara a Nacional de haber incurrido en la práctica del profesionalismo, basándose en que buena parte de sus jugadores habían abandonado tiendas extrañas para calzarse la camisa del bolsillo. Pero dos de los equipos con mayor peso en la Liga (CURCC y Central) apoyan a Nacional, por lo que la Copa 1912 se desarrolla normalmente al quedar Bristol con el apoyo de apenas cuatro instituciones.73
Fue un año rico en enfrentamientos clásicos, al extremo de que llegaron a jugarse nueve. Nacional ganó los dos válidos por la Copa Uruguaya: 2 a 0 en el Parque el 9 de junio, con conquistas de Gorla y Pablo Dacal, y 3 a 0 en Villa Peñarol, con dos anotaciones de Dacal precedidas por una de Peppo. Por la Copa Competencia se jugaron tres: el primero en el Parque termina empatado 1 a 1 (otro gol del ascendente Dacal). El segundo en Belvedere74 que gana CURCC 4 a 2 (nuevamente Dacal y Gorla los scores). El tercero y definitivo, también jugado en cancha de los negriblancos, fue ganado 3 a 0 por los tricolores, con dos de Lucio Gorla y otro de Peppo.75
En el marco de la Competencia, Nacional también batió al Bristol por 3 a 2, para por último golear 6 a 1 a River Plate y pasar así a la final del certamen, ante el San Isidro de Buenos Aires. El encuentro se disputó el 17 de noviembre en suelo porteño, y ganaron los locales por 1 a 0 pese a que los uruguayos dominaron el trámite.
Los del 13
La temporada de 1913 deparó una marcada supremacía tricolor sobre el CURCC, en la última participación de este último: el 13 de abril, festejando los 100 años de las Instrucciones del año XIII, Nacional lo batió 3 a 2. Piendibene había puesto en ventaja a los ingleses al minuto 17, pero los tantos de Gorla y Abdón Porte llevaron el encuentro al descanso con superioridad tricolor en el marcador.76 Legurburo empató a poco de comenzar el segundo tiempo, pero a 18 minutos del final el sorprendente Dacal decretó el gol del triunfo.
Una semana más tarde, ambos equipos volvieron a enfrentarse en el Parque Central, con contundente goleada 4 a 1 para los capitaneados por Landoni, con una anotación de Vallarino y tres de Lucio Gorla, primer hat trick clásico de la historia alba. El tanto aurinegro fue obra —desde los doce pasos— de Carlos Scarone, uno de los nueve que le anotaría a su futuro equipo.
El domingo 14 de diciembre de 1913, un día después de la creación del Club Atlético Peñarol, Nacional enfrentó al CURCC en el Parque Lugano, escenario de River Plate inaugurado ese año.77 El encuentro finalizó 2 a 2, con dianas de Vallarino y Gorla para los albos.
El 29 de octubre, Nacional se tomó revancha de lo sucedido la temporada anterior, batiendo al San Isidro en Buenos Aires y quedándose con su primera Copa Competencia.78 A fines de 1913 Nacional volvió a enfrentar a un representativo argentino, el Racing Club de Avellaneda, por la final de la Copa de Honor.79 El encuentro tuvo lugar el 16 de noviembre, y con alargue incluido finalizó empatado 1 a 1. El 8 de diciembre se jugó el desempate, con ajustado triunfo argentino por 2 a 1.
En 1914, Nacional quedó un punto por debajo de River Plate y del flamante Club Atlético Peñarol, los cuales disputaron una serie final que en su tercer encuentro decretó un nuevo campeonato para los del Parque Lugano. Admitiendo la más que dudosa continuidad de CURCC y Peñarol, era la segunda final perdida por la(s) institución(es) aurinegra(s). La cantidad de equipos participantes se mantuvo en ocho.
Descendido el Bristol, ascendió el Independencia, que finalizó último pero igual permaneció en el círculo de privilegio al eliminarse el descenso para permitir extender a diez la lista de contendores en la Copa de 1915.
Nacional y Peñarol empataron sus dos enfrentamientos válidos por la Copa Uruguaya de 1914, pero los tricolores hicieron suyos los correspondientes a las copas de Honor y Competencia, que por un diferendo con la Liga Argentina no tuvieron su clásica final rioplatense. Nacional hizo suyos los dos torneos (reducidos ahora a una confrontación local), ganando 1 a 0 el clásico correspondiente a la Copa de Honor con un cabezazo de Abdón el Indio Porte y 2 a 1 el de la Competencia con un nuevo tanto del legendario Abdón, precedido de otro del efectivo Dacal.
Bautizando al nuevo rival
En un partido del Uruguayo contra Universal, se lesiona el arquero Demarchi. Tan grande era el prestigio del jugador albo, que se decide hacer un partido entre los mismos equipos, en solidaridad con él, incluyéndose una copa para el ganador. Esta fue para Nacional, convirtiendo el 1 a 0 el jugador Carlos Scarone, futura gran figura de los equipos albos.80
Carlos Rasqueta Scarone fue un tan temperamental como sensacional futbolista nacido el 11 de noviembre de 1888, iniciado en el segundo equipo de River Plate desde donde pasó al CURCC en 1909, club con el que se coronaría campeón en 1911, destacando en su faceta goleadora, con gran tendencia a anotarle goles a Nacional. En 1913 pasó a Boca Juniors de Argentina, desatando la ira de su padre, don Giuseppe Scarone, legendario hincha del CURCC. Rasqueta, hombre de convicciones fuertes, replicó: «¿Quedarme? ¿Para comer qué? ¿A mangiare merda?». La leyenda popular señala que ese fue el inicio del apelativo manya que la falange carbonera tomaría como propio, aunque existe otra teoría.81
La campaña de Scarone en suelo argentino fue efímera y 1914 lo tendría de vuelta en nuestras costas, para ser rápidamente «tentado» por Nacional en tiempos de un profesionalismo encubierto que aprovechó la mala situación económica del recién formado Peñarol (o del desaparecido CURCC, o de ambos, lo mismo da) para quedarse con su vieja figura.
Carlos Scarone no era el primero que pasaba de uno a otro de los ya clásicos rivales. En el temprano 1905 lo habían hecho Germán Arímalo y Luis Carbone para Peñarol, y Juan Pena y Pedro Zibechi en sentido inverso, en 1910 y 1911 respectivamente. También en el año 11, Ángel Romano, el Loco, pasó a Peñarol desde Nacional. Salvo en el caso de Juan Pena, siempre se habló de incentivos, en particular empleos. Ya entonces, como sucedería a lo largo de un siglo, cada pase tenía gusto a traición y provocaba emociones fuertes, rencores, desafíos y desconfianzas.82
El 26 de julio de 1914 se jugó un clásico amistoso en el Parque Central que marcó el debut de Carlos Scarone con la blusa alba, enfrentando a sus excompañeros.
Aquella tarde, el juego fue la menor preocupación de Carlos Scarone: provocó, insultó, golpeó y fue golpeado. Su agravio recurrente fue: «jueguen ustedes, que son unos mangiamerda.
¡Manyas!».83
Lo cierto es que Peñarol ganó 2 a 1 ese partido en el que Scarone cumplió una mediocre gestión que serviría de contradictorio preámbulo a su maravillosa participación en el Club Nacional de Football. Curiosamente fue anulado por un ex Nacional, Manuel Japonés Varela, figura del histórico equipo albo de 1912.
Estos hechos no deben, sin embargo, ocultar lo fundamental: Carlos Scarone se afincó definitivamente en el club del Parque Central y fue figura clave en un proceso que le dio a Nacional un período de hegemonía deportiva […] totalizando nueve títulos uruguayos,84 227 partidos y 152 goles, varios decisivos. Fue también su primer director técnico al iniciarse el régimen profesional, en 1932. Pero, como si esto fuera poco, Carlos facilitaría, en 1916, la llegada a Nacional de su hermano Héctor—aquel que cuando niño lloraba por Peñarol— provocando otro disgusto mayúsculo a don Giuseppe. Héctor sería campeón olímpico y mundial y considerado por muchos el mejor jugador de todos los tiempos […] Oscurecido por la imponente sombra de su hermano, Carlos Scarone, el Rasqueta Grande que pasó a la historia por haber acuñado la expresión manya, murió el 12 de mayo de 1965, a los 74 años.85
2.4 - La Copa Uruguaya en Propiedad
Lo dicho por el aurinegro Álvarez: 1915 dio comienzo al más exitoso ciclo de equipo uruguayo alguno durante la época amateur. El domingo 18 de abril, Nacional se midió con el ascendido Bristol abriendo la Copa Uruguaya, que contó con el debut del Club Atlético Defensor. Nacional ganó 5 a 0 formando con Demarchi; Castellino y Lánzaro; Olivieri, Abdón Porte y Vanzzino; Brachi, Romano, Landeira, Carlos Scarone y Lázaro. Scarone y Lázaro anotaron dos goles cada uno, dejando el restante para Romano. Que no era un Romano cualquiera, era Ángel, el mismo que se había ido directamente al CURCC cuando ocurrió el cisma de 1911 y que tras su exitoso pasaje por tierras argentinas —que lo llevaron a defender la selección de aquel país— volvió en 1915 a un Uruguay envuelto en candente lucha por contar con su concurso. Romano llegó al muelle Maciel del Puerto de Montevideo en el Vapor de la Carrera y los dirigentes de Peñarol no estaban allí para recibirlo, acaso convencidos de que la inercia lo llevaría a regresar a las huestes aurinegras, desde donde había partido rumbo a la nación hermana.
Sin embargo, Nacional movería las fichas necesarias para asegurar su retorno, a instancias de un célebre hincha de nombre Jorge Gordo Aguirre, que sin ser dirigente hacía todo cuanto estaba a su alcance para beneficiar a los colores de sus amores desde el café Londres de 18 de Julio y Arenal Grande.
Teléfono en mano hacía circular versiones interesadas, tramaba pequeñas conspiraciones y, sobre todo, sobresalía cuando se trataba de que alguien jugara por los tricolores.86
Lo cierto es que Aguirre recibió a Romano ni bien bajó del barco, y procedió a hablarle del interés del cuadro de sus amores por volver a contarlo en sus filas. «No como los manyas, que ni siquiera vinieron a esperarte», habrá dicho Aguirre, palabra más, palabra menos. Aguirre llevó al astro en su automóvil Ford y lo escondió, evitando los lugares que el futbolista frecuentaba antes de su partida. Alertada, la gente de Peñarol hizo la denuncia pertinente, asumiendo el caso el comisario Rodolfo Russo —gran aurinegro y subjefe de la Policía de Investigaciones—, que no pudo dar con el paradero de Romano, recluido en una estancia de Maldonado. Ya sobre la fecha del debut ante el Bristol, fue traído a una casa de La Unión.
Aquella tarde entraron diez jugadores a la cancha del Parque Central y cuando el juez Sarli se inquietó por lo que estaba sucediendo, Ángel Romano saltó la baranda que separaba tribunas y campo y entró, listo para jugar.87
Imperio Romano–Scarone
Además, el Nacional del 15 concretó una hazaña que anteriormente solo el Alumni en 1906 había alcanzado: ganar las dos copas rioplatenses en disputa, Competencia y de Honor, amén del torneo local. Por la primera, batió 1 a 0 a Defensor (gol de Scarone), 1 a 0 a Wanderers (otro de Rasqueta) y 1 a 0 a Central (gol de Pablo Dacal). En la final, disputada en cancha de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, le tocó enfrentar al Porteño. Nacional formó con Demarchi; Castellino y Foglino; Olivieri, Porte y Vanzzino; Pascual Soma, Dacal, Romano, Scarone y Brachi, y triunfó 2 a 0 con dos nuevas conquistas de Scarone y Dacal, quedándose con el trofeo con arco invicto.
Por la Copa de Honor, Nacional derrotó a Central 2 a 0 (tantos de Vanzzino y Dacal) antes de medirse con Peñarol, el 19 de setiembre en el Parque Central. Fue tiempo de revancha para Scarone, que anotó el tercero en la victoria por 3 a 1 ante el equipo mirasol de Harley, Piendibene e Isabelino Gradín. Ángel Romano convirtió los dos restantes. La fase uruguaya de la Copa se cerró con victoria 1 a 0 ante Universal, con nueva conquista de Scarone, quien ni bien lograba atenuar su feroz temperamento se convertía en un jugador exquisito e implacable. El 14 de noviembre de 1915 Nacional volvió a recibir a Racing de Avellaneda, que comenzaba a ganarse su calificativo de la Academia. Nacional ganó 2 a 0.
Desde el comienzo del segundo período Nacional se mostró francamente en la ofensiva y a los 34 minutos consiguió marcar el primer goal. Porte facilitó la pelota a Romano y este avanzó resueltamente esquivando a Olazar. Corrió un trecho en dirección al arco y obligado por la intervención de Ochoa se dirigió hacia el ala izquierda: próximo a la valla optó por hacer un centro corto y alto que Dacal recibió con la cabeza consiguiendo que la pelota franqueara la línea del goal.
[…] El ala izquierda del Racing inició varios avances sin éxito pues los hombres del Nacional multiplicaron sus esfuerzos y al llegar a los 41 minutos, consiguieron el segundo goal. Olivieri hizo un pase a Somma quien obligó a Reyes a ceder un córner. Dirigió la pelota desde el ángulo y Romano, con un golpe de cabeza, la hizo franquear la valla en medio de un entusiasta vocerío.88