Dios salve a Pep

Martí Perarnau

Fragmento

Prólogo

PRÓLOGO

Mánchester duerme a sus pies, conquistada.

Pasea por el amplio ático desde el que se domina toda la urbe y contempla absorto la ciudad, como tantas noches desde hace siete años. Con una copa de vino tinto en la mano, va y viene por el gran salón. Mira las luces que alumbran Deansgate, la arteria principal de Mánchester, pero su mente está muy lejos, en los campos de fútbol. Piensa en cómo darles nuevos usos a viejos conceptos, en cómo afrontar los retos que asoman en los inminentes partidos, en cómo seguir avanzando y progresando. La luz de una vela tiñe de azul la gigantesca cristalera del ático, donde se refleja la imagen solitaria de Pep.

Este libro retrata sin filtros todos los rostros de Guardiola, todas las aristas de su carácter.

El artesano minucioso y detallista, religiosamente entregado a la búsqueda de la perfección.

El ganador en serie, competidor feroz, siempre peleando por todos los títulos, por menores que parezcan.

El innovador perpetuo, aferrado con idéntica fuerza a sus ideas y a sus dudas, a la caza del pequeño matiz que cambiará un partido.

El director de orquesta de carácter iracundo o bonachón, capaz por igual de levantar un muro frente a sus jugadores o de tender un puente hacia ellos.

El táctico genial que encuentra soluciones en la oscuridad y alumbra el camino de sus jugadores por terrenos que nadie ha transitado.

El Sísifo empeñado en coronar la cumbre más alta, aun a sabiendas de que el destino le auguraba una caída segura.

El trabajador obsesivo, agotador para todos, convencido de que solo con más trabajo podrá compensar la falta de talento innato.

El líder carismático al que sus hombres escuchan con embeleso y delectación porque les ha demostrado mil veces que el suyo es el camino del éxito.

El irritable, el iracundo, el bondadoso, el apesadumbrado, el dubitativo, el irónico, el histriónico, el estoico, el eufórico, el apasionado, el cerebral y, en los últimos tiempos, también el tranquilo. Todos los Guardiola que hay en Pep.

Su tercera etapa como entrenador se encamina hacia el final. En 2016, el proyecto azul celeste era pura incógnita y un desafío colosal. Tenía ante él un lienzo en blanco sobre el que volcar todo lo aprendido y todo lo que aún le quedaba por aprender. Contaba con los tres grandes estímulos que agudizan la creatividad: libertad, presión y riesgo. Siete años y catorce títulos más tarde, ya podemos afirmar que en Mánchester ha culminado su mejor obra, la más costosa, difícil, compleja y agotadora, pero también la más fecunda en innovaciones, la más transgresora en comportamientos y la más fértil en paradojas. En el City ha experimentado calamidades y tormentos, ha vivido remontadas épicas, goleadas asombrosas y actuaciones sensacionales. Sus siete temporadas han sido como la vida misma:

—No son los títulos. Es el sentimiento que provocas en la gente. La trascendencia consiste en el sentimiento que generas. ¡Lo importante es la emoción que provocas!

Con este libro cierro la trilogía sobre el entrenador catalán. El primero, Herr Pep (2014), fue la crónica de la temporada de su debut en el Bayern, escrita desde el interior del vestuario gracias a que Pep me abrió unas puertas que ha mantenido abiertas desde entonces. El segundo, La metamorfosis (2016), narró los dos siguientes años en Múnich y se centró específicamente en los grandes cambios que Alemania generó en él, y en cómo esa transformación podía materializarse en el proyecto que asumía en Mánchester. Este tercer libro describe la manera en que logró conquistar el difícil territorio inglés, un escenario hostil y áspero, imponiendo su ideología de juego.

La extensión, formato y profundidad de cada uno de los siete capítulos es distinto, a semejanza de los cambios que el propio Guardiola —o quizá la vida misma— ha aplicado año tras año. Fui escribiendo a medida que sucedían los hechos, en tiempo real, por lo que en el libro quedan reflejadas las sensaciones, los pronósticos o las previsiones que hice o que hicieron en cada momento concreto, sin revisiones a posteriori.

Han sido siete años de emociones a flor de piel, emociones que no ha podido ni querido ocultar y que van a continuar. Mánchester ha humanizado a Pep en todos los sentidos. La cautela de los primeros meses y las duras derrotas; el hundimiento por la pésima primera temporada; el pánico en los momentos del trágico atentado de 2017; la energía inagotable en su perpetua caza del éxito; el entusiasmo en las victorias; el dolor por la reaparición, en cada gran derrota, de viejas heridas; la obsesión por la perfección; el empeño inagotable por escalar la montaña una y otra vez; la culminación de la triple corona que festeja fumándose un puro en la avenida principal de Mánchester, bajo una lluvia que no parece mojarle…

Este es el retrato de una coronación, la historia de una montaña rusa de emociones.

Noches de agonía, días de gloria. Dios salve a Pep.

MP

Temporada 1: 2016-2017. ¿De verdad quieres ser entrenador?

TEMPORADA 1

2016-2017

¿De verdad quieres ser entrenador?

1. «Recuerda su nombre: Phil Foden»

ESCENA 1

«Recuerda su nombre: Phil Foden»

Mánchester, 12 de octubre de 2016

Pep y Cris salen a pasear por Deansgate sin que nadie les preste la menor atención. Pep ni siquiera se cubre con un gorro que le ayude a pasar desapercibido. Nadie se fija en ellos, tapados ambos con abrigos negros. Son una simple pareja que pasea abrazada en busca de un restaurante donde brindar por la felicidad, en una «cena de novios». Hasta que nos encontramos, mientras también nosotros buscamos un lugar idóneo para cenar. Es la primera de las visitas que haré a Mánchester, siempre de incógnito, vistas algunas experiencias vividas en Múnich.

Loles y yo coincidimos con Pep y Cris por casualidad. Casi como sucede en las películas, las dos parejas estamos mirando desde la calle el interior de un restaurante de Deansgate, cuando de pronto nos damos cuenta de que volvemos a estar juntos, como tantas veces en las cenas de Múnich. Cuatro besos y Pep ya se suelta de inmediato, sin dilación:

—Contra el Tottenham no fui capaz de encontrar la manera de arreglar lo que nos hicieron. Le di muchas vueltas, pero no fui capaz. Por eso anulé el viaje a Múnich, a la Oktoberfest, para pensar soluciones. Y estos diez días con los jugadores en las selecciones nacionales me han ido muy bien para reflexionar sobre lo que venimos haciendo bien y lo que hemos hecho mal. Hemos de regresar a los fundamentos: hemos de controlar el juego. Hemos de poner cuatro hombres en el centro del campo y mover al rival a través de la pelota.

Tras su primera declaración de intenciones, que Cristina acoge con esa mirada especial que parece intuir que «se acabó la cena de novios, toca cena de fútbol», Pep advierte que hay demasiada gente paseando por Deansgate, la principal arteria comercial de Mánchester, y que es mejor buscar un sitio más tranquilo, un pequeño callejón, donde poder explicar en detalle lo que pretende hacer a partir de ahora. Así, en el Brazennose Street, junto a la estatua de Abraham Lincoln, encuentra el lugar adecuado para dibujar en el aire todo lo que espera de su nueva propuesta, los movimientos que desea para cada jugador, cómo deben ocupar el centro del campo y, al mismo tiempo, cómo han de desorganizar al oponente.

—He decidido jugar contra el Everton con el 3-4-3. Como un 3-2-2-3, como una WM. Cuatro en el centro del campo. Lo hemos ensayado sin los buenos, porque están con sus selecciones. Lo hemos trabajado solo con chavales del filial. Mañana lo probaremos con los mayores. Haremos un once contra once y el sábado saldremos con el 3-4-3, a ver qué tal nos va. El objetivo es controlar el juego y volver a lo básico: mover al contrario con pases y más pases.

Hace frío y Cristina y Loles reclaman ir a cenar y Pep propone hacerlo en un restaurante chino cercano, el Wings, pero cuando ya nos encaminamos hacia allí, de pronto me agarra del brazo, como si hubiese recordado algo importante, y se lanza a hablar entusiasmado, casi gritando:

—Escucha esto. Me hablaban mucho de Jadon Sancho y de Brahim Díaz. Y sí, son muy buenos. Buenísimos. Me encantan. Pero recuerda este otro nombre: Phil Foden. Recuerda el nombre de Foden. No te engaño, es brutal. Jugará conmigo y lo hará muy pronto. De hecho, si el partido de la Copa de la Liga no fuese contra el Manchester United ya lo haría debutar. Es un jugador inglés, muy inglés, zurdo, blanquito de piel, delgado como una caña, con las piernas arqueadas, pero que protege el balón de lujo y tiene una gran visión de juego. Foden, recuerda ese nombre. Será bestial.

La cena en el Wings es deliciosa.

2. El mejor equipo de la Premier League

ESCENA 2

El mejor equipo de la Premier League

Mánchester, 15 de octubre de 2016

Ronald Koeman hace tropezar el 3-2-2-3 de Pep.

Como ocurrirá tantas y tantas veces de ahora en adelante, el dominio del City sobre el campo es abrumador, pero el marcador final no refleja la superioridad en el juego. La prodigiosa actuación del portero Maarten Stekelenburg lo evita.

Pep dispone a su equipo en 3-2-2-3, tal como había previsto, a pesar de que en el entrenamiento del jueves no pudieron participar dos de los titulares (Stones y Sané) por problemas con los vuelos de regreso de los partidos de selecciones. De este modo, solo pudieron probar el nuevo módulo de juego durante la sesión del viernes. Pese a tan poco ensayo, el entrenador tiene pocas dudas sobre la distribución de sus hombres. Bravo se alinea como portero; Otamendi, Stones y Clichy como defensas; el rombo de centrocampistas lo componen Fernandinho, De Bruyne, Gündogan y David Silva; los extremos a pierna cambiada son Sané y Sterling, mientras que la punta es para Iheanacho. En la pizarra es un 3-2-2-3 que aparenta ser como la WM de Herbert Chapman (1925) y sobre el césped es un 3-4-3 de inspiración cruyffista.

A Pep le han preocupado los síntomas mostrados por su equipo en los últimos partidos. No solo la derrota ante el Tottenham, la primera sufrida en esta nueva etapa, sino también el descontrol vivido en Glasgow, en partido de la Champions, ante el Celtic (3-3). Lo que más le irrita en un partido es que su equipo no controle el juego, y esto ha ocurrido en los últimos ciento ochenta minutos disputados, de ahí su cambio de sistema, desde el 4-3-3 canónico con el que comenzó la temporada a este 3-4-3 con el que pretende «controlar el juego». Cuatro centrocampistas y a mover el balón para desordenar al rival.

El propósito se cumple de manera holgada. Ante la mirada atenta de sir Alex Ferguson, el City da 661 pases frente a los 255 del Everton, toca el balón el doble de veces que su contrincante (878 por 478), remata 19 veces por solo tres de los visitantes, lanza 13 saques de esquina por uno de los rivales y tiene el balón en propiedad durante casi el 73 % del partido. Koeman, que conoció bien a Cruyff y fue compañero de Pep muchos años en el Barcelona, sabe que su equipo sufrirá en el Etihad Stadium y lo organiza en varios estratos defensivos con los que intentar entorpecer los avances locales. En cada ataque del City hay siempre ocho jugadores del Everton protegiendo a su portero, lo que al final se traduce en 49 balones que repelen los visitantes desde su área para despejar el peligro.

Pese a semejantes medidas de protección, el equipo de Pep controla el juego con fluidez, construye buenas acciones de ataque y dispone de varias ocasiones claras de gol que salva el portero Stekelenburg. El juego no solo es fluido, armónico y ofensivo, sino que enardece a los aficionados, que disfrutan con semejante exhibición. Pero la superioridad no se traduce en gol, ni siquiera cuando en el minuto 43 De Bruyne dispone de un penalti a favor, cometido por Jagielka sobre Silva. El belga dispara potente y a media altura, a la izquierda del portero, pero Stekelenburg logra despejar con ambas manos gracias a una espléndida estirada.

Cuando más cerca parece el gol local llega el tanto visitante. Ocurre, como tantas veces señala Pep, por una mala vigilancia de los alejados. El City aprieta la salida del Everton e incluso Otamendi salta a presionar a Lukaku cerca del área visitante, pero el delantero belga se zafa del marcaje y corre hacia delante. El balón vuela rápido hasta el centro del campo, donde Stones intenta cortar, sin conseguirlo, la devolución de Bolasie a Lukaku, quien queda a campo abierto para correr frente al frágil Clichy. Cogidos a contrapié, Otamendi y Fernandinho regresan a toda velocidad, pero no logran impedir que Lukaku cruce el balón ante Claudio Bravo. Esta será una acción que se repetirá muchas veces a lo largo de la temporada y, en menor medida, también en algunos de los años sucesivos. La gestión de los alejados cuando el City está avasallando el área rival costará mucho tiempo y muchos goles dolorosos. Solo cuando Rúben Dias y Rodrigo Hernández se hayan aposentado en el equipo a partir de 2020 este defecto pasará a ser algo mucho más esporádico, aunque nunca podrá evitarse por completo el contraataque de un buen equipo rival.

Tras el golpe recibido, el equipo de Pep prosigue su pelea en busca del empate. Apenas cinco minutos después, Jagielka comete otro penalti, esta vez sobre Agüero, quien se encarga de lanzarlo. Lo hace exactamente igual que KDB, al mismo sitio, con la misma potencia y a la misma altura. Stekelenburg responde igual, estirándose cuan largo es (mide 1,97 m), y rechaza de nuevo con ambas manos. El portero neerlandés seguirá su exhibición deteniendo más remates peligrosos, en especial uno de KDB desde fuera del área que acaba estrellándose en el poste, pero no podrá evitar el cabezazo a bocajarro de Nolito que significa el empate definitivo.

El Everton festeja el punto arrancado del Etihad como un gran triunfo. El City reacciona ante el empate como si hubiera sido un gran fracaso. Pep queda abatido porque ya son tres partidos seguidos sin ganar y, además, dentro de cuatro días visita el Camp Nou para jugar en la Champions contra el Barcelona de Messi. Su propuesta del 3-4-3 se ha mostrado brillante, armónica y capaz de controlar el juego, pero la eficacia no ha aparecido y, como sucede siempre en el fútbol, los resultados son los que deciden si un sistema de juego es apropiado o no. De camino a los vestuarios, Dome Torrent le desea suerte a Koeman para el resto de la temporada, a lo que el entrenador del Everton responde, entre risas: «Hoy hemos tenido toda la del año. Ya no creo que nos queden más dosis de suerte…».

Koeman es rotundo en su análisis del partido: «El City es el mejor equipo contra el que nunca he jugado en mi carrera como entrenador. Cuando he visto que salían con tres zagueros he dicho al vestuario que jugaríamos con tres puntas para intentar cazar los segundos balones, pero en los primeros veinte minutos no hemos tocado ni una pelota. El City ha jugado de manera brillante: high pressing, high tempo. Pero mi defensa ha sido heroica y nuestro portero ha jugado el mejor partido de su vida. El City es el mejor equipo de la Premier League: si miras cómo atacan, cómo se mueven, cómo controlan el centro del campo, cómo recuperan el balón… Y lo han hecho desde el minuto 1 y hasta el 95 sin parar. Ha sido increíble. Es fútbol europeo del más alto nivel. No será fácil, pero jugando así incluso pueden ganarle al Barça. Repito para que le quede claro a todo el mundo: el City es el mejor equipo contra el que he jugado en toda mi carrera de entrenador».

A la salida del estadio le detallo a Pep las palabras de Koeman y reacciona con euforia:

—¿¿¿Esto ha dicho??? Joder, qué majo es Ronald. Esta es la mejor recompensa que hay. Ni trofeos ni títulos. Lo mejor es que gente a la que quieres te admire.

ϒ

A la mañana siguiente, el cuerpo técnico debate largo rato antes del entrenamiento de recuperación. Preparan ya el partido de la Champions contra el Barcelona. No habrá 3-4-3 porque en el ambiente se respira que los jugadores no se han sentido cómodos, aunque el juego frente al Everton haya sido brillante.

Domènec Torrent hace la primera propuesta: «En el Camp Nou hemos de tener siempre un hombre más en defensa. No podemos ir con línea de tres porque nos matan. Hay que ser uno más. O sea, cuatro, porque ellos atacarán seguro con tres».

Pep es aún más rotundo:

—Hemos de tener un hombre más en defensa y también un hombre más en el centro del campo. Solo así podemos intentar que la pelota sea nuestra. Si no, imposible. Ellos tendrán arriba a «la bestia». A ver cómo lo paramos…

El enfoque para el partido de regreso de Guardiola al estadio donde obtuvo sus grandes éxitos queda acordado. Cuatro en defensa y ganar la superioridad en el centro del campo. Frenar a Messi ya será otro asunto.

Aprovecho que el entrenamiento dominical —al que asiste, muy interesado, un buen amigo de Pep, el alemán Michael Reschke, jefe de scouting del Bayern— se limita a unos juegos de posición de los suplentes para entregar ejemplares de mi libro La metamorfosis, recién publicado, a dos miembros del cuerpo técnico que no conocía con anterioridad: Xabier Mancisidor, el entrenador de porteros, un vasco serio y riguroso, y Mikel Arteta, aspirante a futuro gran entrenador, que ha colgado las botas como jugador y de inmediato ejerce como ayudante de Pep. Me interesa conocer qué percepción tiene Arteta de la impresionante ciudad deportiva del City porque esa opinión revela a las claras cuál es la filosofía que al cabo de pocos años le conducirá a la élite de los técnicos mundiales:

—Son unas instalaciones bestiales, pero hay que llenarlas de sustancia, y eso lo hacen las personas. Los clubes son las personas.

El sol que luce en Mánchester nos permite realizar un agradable paseo con Manel Estiarte por los campos de entrenamiento, durante el que hablamos del cuerpo técnico:

—Estamos muy contentos. Dome Torrent es espléndido, Carles Planchart es una persona muy humilde que siempre está ayudando al máximo y Mikel Arteta será muy buen entrenador. Tiene la cabeza muy bien amueblada.

Le pregunto por Pep, por si los tres años de contrato que ha firmado serán suficientes para intentar conquistar el fútbol inglés y, sobre todo, para construir un legado firme en el Manchester City.

—A Pep le quedan seis, ocho, diez años como entrenador. Seguramente serán seis años más que diez, aunque con él nunca se sabe. Jamás hace planes a largo plazo, así que no podemos saberlo. Con él hay que estar en el día a día y no mirar más allá.

Hablamos también del libro que tenemos entre manos, La metamorfosis, que detalla los cambios que Alemania provocó en Pep y la influencia que tendrán en esta nueva etapa en Inglaterra:

—Múnich fue una gran experiencia para Pep —reconoce Estiarte—, porque era su primera vez como entrenador en el extranjero, fuera del entorno del Barcelona. Experiencias de este tipo curten y ayudan mucho, te hacen madurar rápido. Si Pep permitió que tú entraras en el vestuario del Bayern para escribir los libros fue porque en Múnich todo era una novedad y una aventura, y eso facilitó que aceptara lo que en el Barcelona nunca aceptó.

Creo que es el momento oportuno para decirle lo que pienso:

—Ahora es imposible saber cuánto tiempo estará Pep en Mánchester, pero si el proyecto es largo creo que escribiré un libro más. El tercero. El último sobre él.

La reacción de Estiarte es la que imaginaba:

—Lógico. Una trilogía es lo que toca.

Hasta ese día, los inicios de Guardiola en el City han sido brillantes.

3. En el sofá de Pep…

ESCENA 3

En el sofá de Pep…

Cuatro meses antes…

Barcelona, 27 de junio de 2016

Estamos sentados en el sofá de Pep, mirando el televisor.

El televisor lleva apagado bastante rato.

El sofá es gris y amplio, pero estamos pegados uno junto al otro. Callados. Mirando un televisor apagado…

En un rincón se apilan ochenta y siete cajas y quince maletas que la próxima semana serán trasladadas en la mudanza a Mánchester.

Le he preguntado cómo será su Manchester City y no responde. Hay un silencio espeso en el salón. La escena me parece eterna, inacabable, hasta que él decide romper el silencio:

—No lo visualizo, no puedo imaginar todavía cómo será el equipo, ni cómo jugaremos, porque aún no sé qué jugadores tendré.

Es la primera vez que visito a Pep en su piso de Barcelona. Nos hemos sentado en un sofá gris, muy cómodo, del que no nos moveremos durante cuatro horas mientras bebemos un par de litros de agua. Al día siguiente, el doctor Albert Estiarte tiene previsto realizar el chequeo anual de salud a Guardiola, por lo que hoy no puede tomar alimentos sólidos. Desde el sofá vemos cómo Italia elimina a España (2-0) en la Eurocopa de Naciones y Pep muestra su fascinación por el estilo de juego que impone Antonio Conte a la selección azzurra.

—Conte practica un juego de posición excepcional. No es el modelo ortodoxo al que estamos acostumbrados. Es un juego de posición vertical. Pero lo hace de maravilla.

Pep está convencido de que en la próxima década abundarán las innovaciones en el fútbol y por esta razón se muestra tan abierto a absorber ideas de otros entrenadores.

—No te puedes quedar quieto. El fútbol cambia y hay que evolucionar sin parar. ¡Fíjate, Italia practicando juego de posición! Diferente del que practica mi equipo, pero lo juega. Y eso es admirable por Conte y por sus jugadores, por Buffon, Bonucci, Chiellini, etc.

El entrenador italiano le fascina porque en él advierte pasión por el trabajo, agresividad por hacerse con el balón, un fútbol intenso y competitividad permanente. No le cabe duda de que el Chelsea de Conte será el máximo favorito para ganar la inminente Premier League, dado que posee un gran técnico, magníficos jugadores y un calendario sin competiciones europeas que le permitirá entrenarse a fondo y preparar bien los partidos. Y el propio sistema de juego que implantará Conte, el 5-3-2, tiene otra ventaja: necesita menor tiempo de aprendizaje e implantación que el modelo de Guardiola, que es más complejo de absorber. Por todo ello, Pep ve favorito al Chelsea:

—Atacar un 5-3-2 siempre es una pesadilla.

Sobre todo si tú no tienes claro cómo será tu equipo:

—Soy sincero, todavía no visualizo a mi equipo. No sé con quién jugaremos. Solo sé que hay buena gente, por lo que me ha dicho Txiki [Begiristain, el director deportivo]. Me ha hablado muy bien de Fernandinho, que es muy polivalente y puede ser una pieza muy importante, y de Fernando, que es un excelente compañero, pero aún no tengo claro a quién podremos fichar, ni si la plantilla se va a mantener tal como está. Por eso no consigo visualizar cómo será mi equipo.

La pantalla del televisor apagado refleja la mueca algo triste de Pep. Recuerdo una frase que me dijo en Múnich, después de que los dirigentes del Bayern vendiesen a Toni Kroos, en verano de 2014, pese a la rotunda oposición que planteó Guardiola: «Cuando estás negociando con un club te prometen todo. Cuando ya has fichado, todo queda en el olvido, pero tú ya estás atrapado». La mueca que veo esta tarde me da a entender que a Pep debieron de prometerle una renovación completa de la plantilla, pero quizás ahora el Manchester City ha decidido que solo sea una renovación parcial y liviana. Si Pep no visualiza todavía a su equipo es porque hay demasiadas incógnitas por resolver en las próximas semanas. De pronto, se anima y suelta:

—Aquel que no corra y salte como una fiera se va fuera, y en su lugar jugará un chaval, que hay chavales muy buenos en la cantera.

Horas después, durante el regreso a casa comienzo a escribir este dietario. Las anotaciones se prolongarán durante siete años. Escribí todo lo que observé o escuché, tanto en los días de pesimismo como en los de brillante alegría, vi todos los partidos, oficiales o amistosos, asistí a entrenamientos y reuniones, y llené centenares de páginas con los datos más relevantes: los módulos de juego, las variantes tácticas, la forma de sacar los córneres, el modo de defenderlos, los contraataques realizados y su conclusión, los contraataques sufridos, y todo tipo de detalle técnico o táctico, hasta completar siete enormes libretas. Hablé a menudo con Pep y con la mayoría de sus ayudantes, casi siempre tras los partidos más que en los días previos. Dibujé la evolución táctica del equipo e intenté comprender lo que ocurría en el alma del grupo y en el corazón de los jugadores, con el propósito de que este libro retratara con precisión el legado de Pep en Mánchester.

Dos días más tarde, Pep recibe los resultados del chequeo médico: tiene una salud de hierro, aunque la hernia que sufre en la espalda siempre le dolerá.

4. No podemos cambiar la plantilla como querrías

ESCENA 4

No podemos cambiar la plantilla como querrías

Mánchester, 3 de julio de 2016

La plantilla que hereda Guardiola cuenta con doce jugadores que superan los treinta años de edad, es decir, más de la mitad del equipo ha rebasado la treintena. Más aún: diecisiete de los jugadores ya han cumplido los veintiocho años y solo cuatro futbolistas tienen veinticinco años o menos. Es obvio que la plantilla necesita una renovación radical y un completo rejuvenecimiento a la vista de la exigencia competitiva que se pretende implantar.

En una reunión celebrada en Dubái a principios del mes de junio, el entrenador pidió a Khaldoon Al Mubarak y Txiki Begiristain la contratación de diez nuevos jugadores, pero el club accedió únicamente a contratar la mitad. Había razones para ello, por supuesto. El club quería respetar los contratos en vigor, deseaba mantener una masa salarial moderada y, por encima de todo, continuar una política de amortizaciones equilibrada que permitiese, a medio plazo, afrontar fichajes costosos. La dirección del club afrontaba la contratación de Guardiola como un proyecto de larga duración que iba a exigir fuertes desembolsos para sustituir con garantías a la «generación de oro» (Agüero, Silva, Kompany, Hart, Fernandinho, Touré…) y llevar al City a una dimensión superior. Los dirigentes asumían que la primera temporada de Pep en Mánchester iba a ser prácticamente de transición con el fin de poder agotar los contratos en vigor y las amortizaciones pendientes, tras lo cual se abriría una ventana de oportunidades en la que ya se podrían realizar inversiones de alto vuelo.

Pep entendió la idea y la aceptó, aunque no era lo que había soñado, ni mucho menos. Había pedido un portero, dos laterales, dos zagueros, dos medios, dos extremos y un punta, pero tuvo que aceptar un portero, un zaguero, un medio y dos extremos. La rebaja fue mayúscula. Un recorte del cincuenta por ciento.

Tampoco los elegidos fueron exactamente los que él había indicado. El portero con el que soñaba era Marc-André ter Stegen, pero el Barcelona se negó en redondo a venderlo pese al deseo manifestado por el jugador de marcharse. El Barça facilitó la salida de Claudio Bravo, que en realidad había sido su portero titular durante el curso anterior. Sobre el papel tenía un perfil idóneo para encajar en lo que el City buscaba en un guardameta. Tampoco consiguió la contratación de Aymeric Laporte como zaguero zurdo. Sí logró hacerse con tres nombres muy deseados: John Stones como zaguero diestro, que aportaría una magnífica salida de balón; Ilkay Gündogan —su viejo sueño en el Bayern—, elegido para ser guía y metrónomo del equipo; y Leroy Sané, el prometedor extremo del Schalke 04, en quien Pep había puesto sus esperanzas de hallar a otro Robben. La dirección deportiva del club encontró en el veterano Nolito a un extremo de bajo coste con el que completar las incorporaciones.

Todo cuanto sucedió a continuación, en la primera temporada de Guardiola, fue coherente con esta decisión estratégica del club de retrasar la renovación del equipo. Fue una temporada de pura transición económica y deportiva, en la que se agudizaron las carencias y los defectos de la plantilla. La portería no quedó bien cubierta, en la zaga se echó en falta un zurdo con garantías, en los laterales se evidenció un déficit mayúsculo de calidad técnica y de energía física, la grave lesión de Gündogan en diciembre disminuyó el potencial del centro del campo, el nivel de Nolito decayó en demasía tras un inicio prometedor, y las dificultades para anotar goles obligaron a la incorporación de un delantero en el mercado de invierno [en realidad, Gabriel Jesús fue fichado en agosto, pero se mantuvo en el Palmeiras hasta enero de 2017]. Todo cuanto sucedió era muy previsible dada la estrategia adoptada por el club. Pero que fuera coherente no redujo de ninguna manera la desazón que Pep sentiría a lo largo de todo el curso, que para él acabaría siendo no solo de transición, sino de amargura.

El recorte del cincuenta por ciento en sus planes hizo que Guardiola se presentara en Mánchester con más prudencia de la habitual. Si en Múnich había constatado que el perfil bajo es el más idóneo para un entrenador, en Inglaterra iba a intentar reducirlo aún más, aunque no sería fácil lograrlo.

La cercanía con los aficionados fue el objetivo básico de la presentación del nuevo entrenador. Por encima de cualquier otro propósito, el club pretendía que naciera una conexión estrecha entre Guardiola y los aficionados. El diseño del acto de presentación buscó alejar la figura de Pep de conceptos grandilocuentes, como si fuese un mesías del fútbol o el salvador del club, y convertirlo en una pieza más de una maquinaria que ya funcionaba a ritmo excelente. A Pep le gustó el estilo informal del acto, las preguntas de los aficionados y el espíritu festivo y sencillo de aquella presentación. El entrenador se mostró moderado en todo cuanto dijo, y también ilusionado por conocer las grandes virtudes del campeonato inglés, con esos escenarios legendarios y desafiantes, y esos rivales poderosos y formidables.

Pep explicó con claridad su prioridad:

—Mi objetivo prioritario es crear un verdadero espíritu de equipo.

Y a continuación, como consecuencia de lo anterior, añadió:

—Queremos jugar tan bien que los aficionados disfruten viendo al equipo. El objetivo es que juguemos bien, pero primero debemos crear algo especial entre nosotros, un verdadero espíritu de equipo.

El orden de las prioridades no fue aleatorio. Primero, crear un espíritu de equipo. Segundo, jugar bien. Solo si se cumple el primer punto será factible el segundo. De este modo, el espíritu de equipo quedó establecido como centro del nuevo universo citizen. Si en la célebre «pirámide del éxito» que en su día diseñó John Wooden, el legendario entrenador estadounidense de baloncesto, el Team Spirit figura en una zona intermedia, el Guardiola que llega a Mánchester lo sitúa en la base de su pirámide.

La razón había quedado expuesta pocos meses antes, cuando el City entrenado por Manuel Pellegrini alcanzó las semifinales de la Champions League, donde cayó ante el Real Madrid. Fue un hito histórico para el club, pero también reveló una peligrosa ausencia de carácter competitivo. Los jugadores se mostraron apáticos, como carentes de energía física y especialmente mental. Khaldoon Al Mubarak, presidente del club, lo reconoció sin titubeos: «No me importa perder ante el Real Madrid, pero quería sentir que dábamos el cien por cien, y no creo que lo hiciéramos», dijo en la televisión del club. Los dirigentes quedaron profundamente alarmados por esa apatía, de ahí que de acuerdo con Guardiola fijaran como gran propósito, antes que cualquier otro, construir un verdadero espíritu de equipo.

Solo desde este punto de partida se podrá pensar a continuación en jugar bien:

—Quiero que la gente se sienta orgullosa de ver cómo juega el Manchester City. Que los aficionados vengan al campo. Que pasen dos horas mirando el partido y al volver a casa piensen que hemos jugado bien. El mayor reto es jugar bien.

El resultado será una consecuencia de estas dos prioridades, repitió:

—Primero, espíritu de equipo. Segundo, jugar bien. Y después, ganar un partido, luego otro y luego otro más.

A cambio de reducir las pretensiones de Pep a la mitad, la directiva del club intentó protegerlo y moderar las expectativas que podían generarse a corto plazo. «No tengo dudas de que Pep transformará nuestro equipo y lo conducirá a un nuevo nivel —explicó Khaldoon—. Tenemos muchas expectativas gracias a la pasión y el compromiso de Pep. Nuestros grandes objetivos para los próximos años son luchar cada año por ganar la Premier League y, por supuesto, intentarlo en la Champions». Ferran Soriano, el consejero delegado, concretó aún más qué expectativas podían ser razonables: «Queremos estar en condiciones de competir por todo en los meses en que se deciden los títulos». Claro está, tras haber recortado drásticamente los planes de renovación de la plantilla, el club protegía a Pep frente a la euforia de los aficionados, pero no por ello iba a explicar en público cuánto había frustrado las esperanzas iniciales del nuevo entrenador.

Domènec Torrent, el segundo entrenador de Pep, recurrió a una de sus pasiones, la literatura sobre el arte militar, para resumir con cierta frialdad lo que iba a ocurrir en la temporada tras la decisión del club:

—Los mejores generales pueden ganar las batallas más importantes, pero para ello necesitan disponer de las mejores armas.

5. Un inicio brillante

ESCENA 5

Un inicio brillante

Swansea, 24 de septiembre de 2016

El City gana los diez primeros partidos oficiales con Pep Guardiola al frente.

Diez de diez, con treinta goles a favor y solo seis en contra. Es un inicio brillante. Espectacular. Mucho mejor de lo que el entrenador imaginaba tras no haber podido renovar radicalmente la plantilla. Además, los dos objetivos prioritarios, crear espíritu de equipo y jugar bien, se van cumpliendo con rotundidad. No hay día en el que algún jugador no haga mención del «espíritu de equipo». En cuanto al juego, los elogios se multiplican porque el Manchester City se muestra imponente en su propuesta.

El camino comenzó a finales de junio en Múnich. Tanto Rummenigge como Guardiola coincidieron en que sería bueno abrir la nueva etapa con un partido amistoso que uniese al nuevo Bayern entrenado por Carlo Ancelotti con el nuevo City de Pep. El 20 de julio se encontraron en el Allianz Arena, donde decenas de miles de aficionados aplaudieron a su antiguo entrenador. Para el partido, Pep no disponía todavía de sus mejores jugadores, que habían disputado la Eurocopa de selecciones, y aprovechó para alinear a jóvenes como Maffeo, Adarabioyo, Angeliño, Barker, Iheanacho, Celina o Bytyqi, amén de un mediapunta rubio con cara de niño apellidado Zinchenko. Dominó el Bayern ya desde la composición del equipo, incomparablemente más fuerte, con Lahm, Alaba, Xabi Alonso, Ribéry, Rafinha, Bernat y Javi Martínez en su once titular. El partido comenzó con media hora de retraso porque el autobús de los visitantes quedó atrapado en un colapso de circulación camino del estadio.

La victoria local por 1-0 (el disparo de Ozturk fue desviado a la red por Clichy) fue lo más anecdótico de unas jornadas en las que la afición del Bayern confirmó la verdad de su grito «Einmal Bayern, Immer Bayern» («Una vez Bayern, siempre Bayern»). Al entrenamiento del día siguiente en la ciudad deportiva de Säbener Strasse acudieron miles de fans bávaros para presenciar los ejercicios que practicaron los del Manchester City, sencillamente porque ahí estaba Guardiola. Este y no otro fue el mejor recuerdo que a Pep le quedaría de Múnich: el cariño indiscutible de los aficionados.

Dos jugadores con exceso de peso empañaron el buen humor del entrenador. El lector ha de saber que el control del peso corporal es una de las premisas a partir de las que Pep construye la preparación de sus equipos. Lo mostró en el Barça, pero muy especialmente lo confirmó en el Bayern. Por esta razón solicitó al City una tabla detallada del peso de cada jugador antes de comenzar las vacaciones de verano y estableció, de acuerdo con la dirección deportiva, una horquilla flexible para cada uno. Txiki Begiristain se encargó de enviar a cada futbolista estos datos, rogándoles que regresaran de vacaciones en buenas condiciones físicas para integrarse en el entrenamiento colectivo y con el peso dentro de la horquilla indicada.

Estoy en el interior del campo de entrenamiento de Säbener Strasse y a simple vista se aprecia que hay dos jugadores pasados de peso. Soplan y resoplan intentando realizar los ejercicios que indica Lorenzo Buenaventura. Ambos han regresado con seis kilos extras en sus cuerpos, lo que para Pep es el detonante para acelerar la contratación de un especialista en nutrición que ponga orden en la materia. La elegida tras sopesar varios candidatos será Silvia Tremoleda, una magnífica profesional catalana que en los dos siguientes años creará los patrones y pautas nutricionales, así como tipologías de menús, que permitirán afinar los perfiles corporales de los futbolistas y, al mismo tiempo, gozar con los alimentos que toman en la ciudad deportiva.

Los primeros tiempos en el nuevo club no fueron muy distintos a los que vivió en el Bayern. Tiempos de enseñanza y aprendizaje, tiempos difíciles. Difícil comprensión, difícil asimilación. En sus primeros pasos, el City de Pep necesita cambiar una parte importante de sus costumbres y rasgos. Ha de aprender un nuevo modelo de juego, adquirir otra dinámica rítmica, ganar mayor cohesión, extraer un carácter competitivo que ha expuesto muchas flaquezas, y ha de conseguir regularidad en el rendimiento. En definitiva, Pep y su cuerpo técnico no solo han de construir un espíritu y una cultura colectiva, sino erigir una identidad nueva.

Es mucho software el que hay que introducir en el equipo, lo que exige paciencia para que el proceso se asimile con corrección y sin exageraciones. No hay atajos en este proceso que quiere implantar. Los grandes árboles no crecen a la velocidad que uno desea, sino a la que dicta la naturaleza. Pep lo sabe, aunque todavía se desanima cuando el aprendizaje sufre algún traspié, pero ya va tomando conciencia de que si quiere llegar lejos con este equipo tendrá que caminar despacio. Le pregunté por el balance de sus primeras semanas en Mánchester y respondió de forma escueta:

—Nos queda mucho campo de mejora y mucha innovación por aplicar.

Tras una breve y accidentada gira por China, en la que el partido contra el Manchester United de José Mourinho se suspendió a causa del clima y el disputado contra el Borussia Dortmund terminó en empate (y triunfo citizen en la tanda de penaltis), Pep ya se había formado una opinión bastante precisa del perfil de cada jugador. Conocía sus rasgos técnico-tácticos, sus comportamientos en el cuidado corporal o en la rehabilitación de lesiones, cómo se entrenaba, se cuidaba y se recuperaba, y también buena parte de las ambiciones de cada uno. El entrenador había logrado modificar de manera radical el servicio médico y de fisioterapia del club y había incorporado un cuerpo de nutricionistas de primer nivel, y había traído nuevos preparadores físicos y analistas de vídeo. Las instalaciones de la ciudad deportiva eran extraordinarias. Solo faltaba que toda esta maquinaria funcionara al unísono y con armonía para intentar construir el espíritu de equipo, y hacerlo a partir de una estricta ética de trabajo y desde la máxima exigencia. Como dice Arteta, «los clubes son las personas». Pep entendía que si acertaba a construir un hábitat de este tipo, los buenos resultados llegarían, incluso si la primera temporada terminaba siendo únicamente una transición hacia la total renovación. Más que el currículum, al entrenador le importaba la actitud del jugador, su deseo de romper inercias y costumbres relacionadas con la apatía. Quería gente con hambre, con ganas de aportar dinámicas y hábitos positivos. De inmediato les dejó claro a todos sus hombres que nadie tenía el puesto asegurado y, al mismo tiempo, que cualquiera de ellos podía acceder a una plaza en el equipo titular.

Durante el mes de agosto se resuelven las cesiones de varios jugadores, como Denayer, Nasri, Bony y también la del icónico Joe Hart, a quien Pep no veía con las características que desea en un guardameta. Hart era un gran portero, pero su juego con los pies era discreto y el entrenador le habló con sinceridad, lo que motivó la marcha del jugador, que hubiera deseado otra decisión, aunque en adelante siempre tuvo buenas palabras hacia Pep precisamente porque le habló con franqueza. Con la salida de estos jugadores y la llegada de Bravo, Stones, Gündogan, Sané y Nolito, la plantilla quedó formada por veintitrés hombres, aunque los disponibles solo fueron veinte, dado que Gündogan, Kompany y Sané arrastraban lesiones de la temporada anterior.

El estreno en la Premier League aparentaba ser sencillo, con la visita del Sunderland dirigido por David Moyes al Etihad Stadium. Pep alineó un 4-3-3 clásico, con Willy Caballero en la portería, Stones y Kolarov como zagueros, Fernandinho de mediocentro, con los laterales, Sagna y Clichy, muy cercanos a él, replicando el formato innovador que implantó en el Bayern. Por delante de estos cinco jugadores, De Bruyne y David Silva podían moverse con libertad entre líneas, mientras Sterling y Nolito se sujetaban fijos como extremos, y Agüero ocupaba la punta de ataque. En esta primera composición, Guardiola ponía en marcha cuatro de sus grandes fundamentos de juego, a saber:

1. Zagueros con buena salida de balón.

2. Laterales interiorizados.

3. Interiores libres.

4. Extremos abiertos y sujetos a la banda.

1. ZAGUEROS

Los zagueros centrales de Guardiola deben defender su área como cualquier defensa, con sus mismas habilidades, pero han de ser excelentes en el build up, la salida de balón. Sin ella, el juego de posición queda cortocircuitado y no resulta viable llegar a campo contrario y someter al rival. Los zagueros construyen el armazón del ataque, son los que marcan la ruta que seguir e inician el viaje del equipo hasta el área rival. Han de saber convivir con otro riesgo: una vez que han conseguido el objetivo de asentarse en campo rival, deben permanecer cerca del círculo central, a cincuenta metros de su portero, para seguir empujando hacia arriba. Han de ser veloces, atrevidos y capaces de asumir el riesgo.

Aunque Otamendi tiene mucho más oficio como zaguero que Kolarov, no puede competir con el serbio en cuanto a calidad de sus pases, por lo que el entrenador prefiere debutar con Kolarov para aprovechar su excelente pie izquierdo [por esta razón, Pep había insistido, sin éxito, en la contratación de Aymeric Laporte]. Así, la salida puede hacerse por la derecha con Stones —fichado precisamente por la calidad con el balón en los pies— o por la izquierda con Kolarov. En los partidos siguientes, la pareja de Stones serán alternativamente Otamendi o Kolarov. Uno defiende mejor, el otro mueve mejor el balón.

2. LATERALES

—Los laterales son piezas esenciales del juego. Ya no podemos seguir viéndolos como los tíos que defienden en la banda y, de vez en cuando, suben a atacar por el carril. Ahora han de ser centrocampistas que se mueven entre el apoyo al mediocentro en la zona central y el despliegue en la banda para defender cuando toque defender.

Esta es la opinión de Pep recién llegado a Mánchester. Pero lo que encuentra son cuatro jugadores que no se ajustan a su concepción de lo que debe ser un lateral: Bacary Sagna, Pablo Zabaleta, Gaël Clichy y Aleksandar Kolarov poseen experiencia a raudales, pero difícilmente serán esos laterales-centrocampistas que apoyen al mediocentro. En este sentido no son comparables al cuarteto Lahm, Alaba, Rafinha, Bernat que tenía en el Bayern. Los «laterales interiorizados» o «laterales invertidos» son los que «nos permiten jugar con cinco delanteros. Es clave que los laterales se cierren cerca del mediocentro formando una línea de tres porque esto empuja a los centrocampistas interiores hacia delante y pueden tener más llegada. Jugando con laterales-interiores puedo pensar en tener centrocampistas de menos toque y más llegada, más rematadores, porque tendrán siempre las espaldas cubiertas».

3. INTERIORES

Pep piensa en Ilkay Gündogan como su mejor opción para ocupar el rol de mediocentro de posición. Guardiola jugaba como mediocentro, y esto define por completo el tipo de mediocentros que ahora, como entrenador, elige y alinea: Sergio Busquets y Yaya Touré en el Barcelona; Philipp Lahm y Xabi Alonso en el Bayern. Ha sido muy significativo que Gündogan fuese su primera incorporación para el City porque es el tipo de centrocampista que facilita la «construcción del juego» en la zona media del campo, permitiendo que sus compañeros «viajen juntos» hasta la zona de ataque, y también es capaz de conducir para atraer rivales o dar una secuencia de pases y desorganizar al oponente. Además, sus rasgos mixtos le permiten ser mediocentro y también interior.

Una antigua lesión en la espalda le impide estar disponible en las primeras semanas de temporada y, puesto que la condición física de Touré no es competitiva, el entrenador elige a Fernandinho para alinearse de mediocentro. «Fernandinho tiene tanta calidad que puede jugar en diez posiciones», dice el entrenador. En los siguientes meses se comprobará que es cierto.

A partir de este pivote, los interiores que dispone Pep no solo tienen cualidades extraordinarias, sino que son complementarios: David Silva simboliza la pausa en el juego, Kevin de Bruyne es el vértigo. Otorga plena libertad a ambos para moverse por todas las zonas de construcción, para juntarse en cualquier parte del ataque, para buscar el gol y para marcar el ritmo al que debe jugarse en cada momento. Son dos «electrones libres» con los que el City ha de bombardear al rival. Y a partir de la generación de juego de ambos, los delanteros deberán hallar facilidades para encontrar el gol en la portería adversaria.

4. EXTREMOS

Tras su paso por Alemania, el concepto que Guardiola tenía de los extremos ha cambiado. Si en el Barça eran los encargados de abrir el campo para estirar la defensa rival hasta la máxima anchura y así poder generar por dentro las acciones de peligro —no en vano allí tenía a un Messi imparable en la finalización—, en el Bayern halló un manantial de cualidades en el juego por fuera gracias a las habilidades regateadoras de Robben, Ribéry, Coman o Douglas Costa. En Mánchester quiere combinar ambas facetas: jugar con extremos muy abiertos, sujetos en la banda, armados de paciencia hasta que les llegue el balón para afrontar el duelo individual por fuera. En ese punto los quiere atrevidos y dispuestos al regate para alcanzar posiciones de gol o de pase de gol.

—En mi modelo de juego, un extremo es alguien que ha de pasarse muchos minutos solo, en una banda, prácticamente sin moverse, sin tocar la pelota, sin intervenir. Esperando. Como un portero, que puede estar cuarenta minutos sin tocar el balón y de pronto ha de hacer una intervención casi milagrosa. En mis equipos, un extremo es como un portero: un tipo especial.

En su plan ideal de juego, Pep confía en que su portero decidirá la orientación inicial del juego, los zagueros saldrán con el balón jugado hasta situar al equipo en campo contrario, el mediocentro y los dos interiores liberados lo asentarán cerca del área rival y los extremos manejarán la espera del balón para dar el último paso hacia el gol. Ante el Sunderland, sin embargo, no todo es tan maravilloso como en los planes teóricos. Willy Caballero no domina el juego con los pies y los atacantes están lejos de la eficacia que se les presupone. Aunque Agüero transforma un penalti a los tres minutos de partido, el City se atasca ante la defensa visitante, encerrada en su área. A veinte minutos del final, la zaga local se muestra descoordinada por completo y el Sunderland logra un empate que apunta a desgraciar el estreno de Guardiola en Inglaterra; sin embargo, cuando el partido ya agoniza, Jesús Navas, ejerciendo a la perfección su rol de extremo regateador, consigue poner un balón en la boca del gol rival y un zaguero del Sunderland, Paddy McNair, lo introduce en su portería para evitar que lo haga Fabian Delph. Triunfo agónico, pero triunfo en el debut.

Hablo con Pep un par de horas después, cuando ya se ha recuperado de la emoción. Su análisis es claro:

—Hemos comenzado muy bien, con una salida de balón estelar. Hemos fallado un poco en ataque: debíamos haber atacado más a los centrales rivales, pero es un buen primer paso.

A la mañana siguiente, Pep analiza el partido en su despacho en compañía de Domènec Torrent y Mikel Arteta. Lanza una afirmación rotunda:

—El partido lo ganó Dome con su propuesta de pasar a defensa de tres. Cuando cambiamos a Clichy por Iheanacho, rompimos al Sunderland.

A Pep nunca le ha costado reconocer los méritos de sus colaboradores, tal como ha hecho hoy. Cuando el City estaba atascado en su debut, le pide alguna propuesta de cambio táctico a Torrent y este le sugiere que sobra un hombre atrás. Pep asiente, hace el cambio y se gana el partido. De ahí que le guste reconocer ante el joven Arteta que el mérito ha sido del segundo entrenador. Este tipo de reconocimientos también forma parte del proceso de crear un espíritu de equipo.

Hoy Pep está contento, hasta el punto de que le apetece comentar las proezas de una de sus ídolos deportivos en los Juegos Olímpicos que se están celebrando en Río de Janeiro: «¡¡¡Muy fan de Ledecky!!!». Sí, Pep es fan acérrimo de Katie Ledecky, la superlativa nadadora estadounidense que acumula títulos olímpicos y mundiales desde los 200 hasta los 1500 metros libres. Pep nunca deja de recordar que Ledecky se levanta cada día antes de las cinco de la mañana, haga frío o calor, y desde hace un montón de años, para entrenarse de manera agónica. «Lo suyo sí que tiene mérito».

Los siguientes nueve partidos se saldan con victoria. El nivel colectivo del juego también progresa. Hay victorias amplias, como el 0-5 ante el Steaua de Bucarest, en partido de la fase previa de la Champions League, con hat-trick de Agüero —que además falla dos penaltis— y cuatro disparos a los postes. O como el triunfo por 1-4 en el Stoke Britannia Stadium, allí donde los «pundits» ingleses (los expertos) habían pronosticado que el proyecto naufragaría a causa del viento que reina en la zona. En vez de ahogarse, Guardiola sale reforzado del desafío. Cuando lo comentamos, no olvida emplear la ironía, recordando lo que dijeron los analistas:

—El viento no nos ha parado. Ya sabes: «Blowin’in the wind». Bonito para los ojos y eficaz.

En Stoke ha sonado por vez primera su canción. Los aficionados skyblues han entonado el «We’ve got Guardiola», un cántico cuya letra han adaptado para mostrar su cariño al nuevo entrenador:

Coz we’ve got Guardiola, yes, it’s Guardiola, baby it’s Guardiola.

So glad your mine.

Porque tenemos a Guardiola, sí, es Guardiola, baby, es Guardiola.

Contento de que seas mío.

Los dos siguientes triunfos son más discretos: 1-0 para liquidar al Steaua en la Champions y 3-1 al West Ham, tras lo que llega un alto en el camino por la convocatoria de selecciones nacionales. Es momento de que Pep nos haga un balance de su primer mes al frente del equipo.

—Estamos muy contentos. Está yendo mucho mejor de lo que pensábamos. A ver si regresan todos sanos de las selecciones y podemos preparar bien el partido más importante del año, que es el de la Champions contra el Borussia Mönchengladbach. Será el verdadero rival que tendremos para pasar a octavos de final. Creo que esto saldrá bien y que en Mánchester conseguiremos construir algo grande.

No es extraño que mencione el partido programado para el 14 de septiembre como el más importante. El City ha sido incluido en un grupo de la Champions League junto con el F. C. Barcelona, el Celtic de Glasgow y el Borussia Mönchengladbach. Como parece obvio, Pep entiende que el Barça de Messi es inabordable y que el equipo escocés es asequible, por lo que enfoca su objetivo en los alemanes. Si es capaz de ganar como mínimo uno de los dos partidos contra el Gladbach, el acceso a octavos de final parece más que probable.

Cuatro días antes de este partido trascendental, marcado en rojo en la pizarra de su despacho, Guardiola tiene otro gran desafío en la visita a Old Trafford. Es un partido que afronta con mucha tensión porque se trata de su primer derbi, porque el entrenador rival es nada menos que su viejo rival José Mourinho y también porque Sergio Agüero no podrá jugar por sanción. En el partido anterior golpeó con el codo izquierdo el rostro de Winston Reid, zaguero del West Ham, pero el árbitro del partido no vio la acción ni la penalizó. Sin embargo, cinco días más tarde, la federación inglesa sancionó al delantero argentino con tres partidos de castigo por «conducta violenta». La suma de factores hace que Pep afronte el derbi en estado de máximo nerviosismo. Es consciente de que el partido de Old Trafford no tendrá nada que ver con la placidez de los triunfos previos.

El Manchester United forma en 4-2-3-1, con Pogba y Fellaini cubriendo las espaldas de Mkhitaryan, Rooney y Lingard, más Ibrahimović en punta. Frente a ellos, Guardiola alinea su 4-3-3 habitual, haciendo debutar a Claudio Bravo en la portería. Stones y Otamendi son los zagueros, y Sagna y Kolarov los laterales, esta vez abiertos. El centro del campo lo ocupan tres hombres, Fernandinho, De Bruyne y Silva; Sterling y Nolito son los extremos, e Iheanacho juega de delantero en punta.

El City se planta valiente en terreno de su poderoso vecino y al cabo de media hora consigue dos goles de ventaja. De Bruyne aprovecha un pase muy largo que lanza Kolarov desde la línea defensiva y prolonga Iheanacho de cabeza, ganando el salto a Bailly. El belga se adelanta a Blind, le quita un balón que parecía claro para el defensa y desde la frontal del área bate a De Gea. Es un gol sorprendente en el juego citizen, que no surge de una secuencia de pases, sino mediante un pase largo, muy largo, más de sesenta metros, iniciado en la propia línea defensiva, y se aprovecha de dos instantes de picardía de Kelechi y KDB. Unos minutos más tarde, los mismos jugadores protagonizan el segundo tanto: De Bruyne dispara al poste e Iheanacho, totalmente solo en el área pequeña, remacha a gol. Mourinho no puede estar precisamente satisfecho del rendimiento de sus defensores, pero tampoco de sí mismo: David Silva y muy especialmente Kevin de Bruyne desmontan sin cesar el centro del campo local, donde Fellaini se ahoga intentando perseguir a los dos electrones libres, en tanto Pogba no comprende lo que está ocurriendo. La superioridad visitante se basa en el triunfo claro de Silva y KDB sobre el lento y desconcertado doble pivote local. En especial, De Bruyne se mueve por todas las zonas de ataque, provocando que ninguno de los defensores acierte a ocuparse de él.

La placidez del dominio visitante, sin embargo, se rompe a los cuarenta y dos minutos merced a un error de Bravo, el portero debutante. En una falta lejana sobre el área del City, el guardameta chileno pretende atrapar el balón que Stones está a punto de cabecear, pero solo consigue regalarle el esférico a Ibrahimović para que recorte distancias. Será el primero de los muchos errores que acumulará Bravo en los meses siguientes. Sin ir más lejos, cinco minutos después comete una nueva indecisión que Ibrahimović está cerca de aprovechar, aunque lo impide Stones. Y apenas comenzada la segunda mitad, Bravo controla mal con los pies y acaba disputando un peligroso duelo por el balón con Rooney que no concluye en penalti por milímetros. El equipo se muestra agitado por la inseguridad que muestra su portero.

[Nota para el lector: A lo largo de todo el libro citaré a menudo los errores que se han producido en el juego. En ningún caso pretendo con ello criticar ni dejar en evidencia al jugador, al entrenador o al equipo que los cometió, sino simplemente mencionar qué acciones resultaron decisivas en un partido. Concibo el error como elemento esencial del deporte, tal como predicara Johan Cruyff, quien entendía que el fútbol sería un juego anodino si no existiera el error. Cruyff consideraba el error como un precio que pagar en la búsqueda de la excelencia. En el libro señalo los errores usando esta perspectiva que nos enseñó el genio neerlandés].

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Guardiola y Domènec Torrent conversan en el banquillo: «Dome, tenemos que cambiar algo. Nos están dominando». Su ayudante identifica un problema más importante que los errores de Bravo: «Desde que ha entrado Ander Herrera [en el descanso, por Mkhitaryan] estamos en desventaja en el centro del campo». Ambos concluyen que esta inferioridad debe arreglarse de inmediato, a riesgo de perder la ventaja adquirida. Sale Iheanacho del campo y entra Fernando, que se sitúa como mediocentro. Fernandinho se adelanta a la altura de KDB, mientras Silva se convierte en el punta del equipo. De inmediato, la superioridad local en el centro del campo desaparece y el juego se equilibra. En el terreno táctico, Mourinho ha hecho un buen movimiento, pero Guardiola ha replicado con otro buen antídoto.

Pep quiere sentenciar e introduce a uno de sus fichajes, Leroy Sané, que también debuta, recuperado de una vieja lesión. El joven alemán salta a Old Trafford como si se tratara del último partido de su vida. Juega al ciento veinte por ciento y en el primer esprint ya está boqueando, ahogado. «Es algo habitual en alguien que lleva meses sin jugar», nos dirá Dome Torrent horas después. «Leroy ha salido enloquecido, con unas ganas terribles de demostrar lo bueno que es, y ha quemado toda la energía en la primera acción. Se ha vaciado. Pero no hay que juzgarle por lo de hoy. Leroy es muy bueno y nos dará grandes alegrías». Desde luego, en Old Trafford no consigue demostrar dicha calidad, salvo en un ataque fulgurante que realiza por el costado derecho y que culmina De Bruyne con un disparo excelente que se estrella en el poste local. Los últimos veinte minutos de partido tienen dos partes muy diferenciadas: primero, el City acumula hasta siete ocasiones claras de remate, que no se convierten en gol; a continuación, Mourinho introduce un nuevo delantero (Martial sustituye a Shaw) y el Manchester United bombardea el área visitante. Guardiola ordena defensa de cinco hombres para maniatar a los cuatro atacantes locales, y cuando Fellaini también abandona el centro del campo para convertirse en el quinto rematador, Pep introduce a Zabaleta en lugar de KDB y conserva el resultado con seis defensores.

El triunfo final desata las emociones del entrenador. La imponente presencia de Old Trafford no ha roto la racha triunfal, el reencuentro con Mourinho ha sido afable y lleno de buenos gestos entre ambos, y la ausencia de Agüero no ha descompuesto al equipo. Hay dos aspectos que le martirizan: los errores de Claudio Bravo y la sensación de fragilidad anímica que durante unos minutos han mostrado Stones, Otamendi y los laterales, y que ha contagiado a todo el equipo. Pero sale radiante del estadio y comenta con Dome Torrent que, pese a las irregularidades, el juego ha sido espléndido:

—Y lo hemos hecho con ocho jugadores del año pasado.

Lo que más le satisface es el coraje defensivo demostrado durante los últimos diez minutos en los que los locales han bombardeado el área:

—Hemos defendido como bestias. ¡Me encanta!

Aunque no ha jugado el derbi, Gaël Clichy explica con precisión lo que les ha pedido el entrenador: «Para que juguemos ofensivos como quiere Pep, a los defensas nos exige que apoyemos sin parar en la recuperación del balón. Esto es algo nuevo para nosotros porque antes jugábamos muy abiertos y encajábamos muchos goles de contraataque. Pep está tratando de que seamos muy ofensivos, pero muy bien organizados en defensa». Defenderse bien ha sido una de las grandes obsesiones de Guardiola desde que es entrenador. No en vano siempre muestra con satisfacción el buen resultado defensivo de sus equipos. En el F. C. Barcelona encajó un promedio de 0,73 goles por partido en una trayectoria de 247 partidos. En sus cuatro temporadas al frente del equipo catalán siempre fue el equipo menos goleado de la Liga, tanto en los tres títulos conquistados como en el curso que quedó segundo por detrás del Real Madrid de Mourinho. En el Bayern de Múnich disputó 161 encuentros y recibió 0,69 goles por partido, una ratio aún mejor, siendo el equipo menos goleado en las tres temporadas. Así pues, el balance de Guardiola en esta fecha muestra que su equipo ha sido siempre el que menos goles ha recibido en los siete campeonatos de liga que ha dirigido. Es su máximo orgullo:

—Todos se fijan en mis datos ofensivos, pero los que más me interesan son los defensivos. La defensa refleja tu trabajo como entrenador.

Comento con él la belleza del duelo de movimientos tácticos que ha mantenido con Mourinho y que las distintas modificaciones que ha realizado a lo largo del partido han sido positivas. Él recurre a una de sus principales convicciones:

—La táctica no es combinar números, es saber qué hacer en cada momento.

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El miércoles 14 de septiembre, el City disputa el partido más importante del año, en su estadio, frente al Borussia Mönchengladbach. Las opciones de alcanzar los octavos de final de la Champions League pasan, inevitablemente, por obtener un buen resultado ante los alemanes. Es la segunda temporada consecutiva que ambos equipos coinciden en la fase de grupos europea. El curso anterior se saldó con doble triunfo citizen: por 1-2 en Mönchengladbach y por 4-2 en Mánchester.

En realidad, el partido estaba programado para el martes 13, pero desde horas antes del partido una monumental tempestad se abate sobre la ciudad inglesa. El Metrolink que transporta a los aficionados hasta el Etihad Stadium ha dejado de funcionar, el césped no puede absorber los litros de lluvia que caen y los rayos y truenos iluminan la tarde. La UEFA se ve obligada a posponer el encuentro hasta el día siguiente, cuando las condiciones climatológicas permiten su celebración. Mientras tanto, en el Camp Nou, el Barcelona de Messi golea al Celtic de Glasgow (7-0), lo que parece confirmar que el gran pulso por la segunda plaza del grupo será entre el City y el Gladbach. Es una confirmación que incrementa el nerviosismo de Pep.

Introduce cuatro cambios respecto del derbi. Zabaleta entra como lateral en lugar de Sagna; Gündogan debuta por fin, sustituyendo como interior a David Silva, lesionado en Old Trafford; y en ataque, Agüero es el punta en vez de Iheanacho, y Navas se afianza como extremo derecho en lugar de Nolito. El partido es un monólogo citizen y un festival de Agüero. Muy pronto abre el marcador, adelantándose a Christensen, su defensa marcador, en un centro raso de Kolarov desde la izquierda. A la media hora, el Kun convierte en gol un penalti señalado por falta de Kramer a Gündogan. Dispara el balón a la derecha del guardameta Sommer, que se lanza al otro lado. Y a los setenta y seis minutos aprovecha un excelente pase al espacio de Sterling para driblar al portero y anotar un nuevo hat-trick. Es el segundo que logra en la Champions en menos de un mes (0-5 en Bucarest, ante el Steaua, el 16 de agosto) y el tercero de su carrera en esta competición europea (3-2 al Bayern, el 25 de noviembre de 2014).

Agüero es el reflejo del dominio local, que acumula veintitrés remates por solo tres de los visitantes. Guardiola, pese a los nervios que le atenazan hasta el pitido final, comienza a encontrar una estructura que le gusta. La pareja Stones-Otamendi se va asentando atrás; Kolarov muestra calidad suficiente para alternarse como lateral por fuera o por dentro; Fernandinho, De Bruyne y Silva/Gündogan apuntan a ser un gran centro del campo; y Agüero no necesita presentación como goleador. Las carencias están en el lateral derecho, donde no hay una calidad técnica suficiente, y en los extremos, una posición en la que observa muchas dudas. Nolito comenzó muy bien, pero se ha ido apagando. Navas es inteligente y tiene una buena condición física, pero Pep no está seguro de su nivel. Sterling apunta que sabrá sujetarse por fuera y, al mismo tiempo, participar como apoyo al punta, como ha demostrado en Old Trafford y también ante el Gladbach. Hay mucha confianza en Sané, pese a su mal papel en el debut. Hoy ha jugado los últimos diez minutos y ha realizado una acción más que brillante, combinando con KDB, regateando dentro del área a Christensen y regalando el cuarto gol a Iheanacho, con caño incluido a Kramer. Ha sido una sucesión de movimientos que apuntan a gran fichaje.

Pep busca su nuevo Robben/Ribéry. ¿Lo serán Sané y Sterling?

—Es un proceso difícil. No se trata de hablarlo y creer que mañana ya nos saldrá bien. También influye el ego, por eso un chico de dieciocho años que sea humilde y rápido a menudo triunfa. Pero primero hay que convencerlos. Esperad ahí afuera, bien lejos. Esperad y esperad, que ya os llegará el momento. Ahora bien, cuando llega ese momento, entonces reflexionad: ¿cuántos rivales tienes que driblar ahora, cuántos? Solo uno. Claro, hemos generado todo este proceso para que tú, el extremo, solo tengas que driblar a un oponente y a veces a ninguno. En cambio, si se juega sin pensar y te metes por dentro, ¿a cuántos tienes que driblar? ¡A cuatro!

En los pocos minutos sobre el césped, Sané ha hecho precisamente esto: esperar su momento, regatear a su único oponente y regalar un gol al compañero. El cuerpo técnico está satisfecho, aunque mantiene la prudencia. Son siete victorias en los primeros siete partidos, con triunfo en Old Trafford y esta goleada al rival directo en la Champions. El juego del equipo todavía tiene lagunas importantes y posiciones que mejorar, pero ha alcanzado una buena velocidad de crucero. Pep y Torrent lo repiten sin cesar: «Estamos funcionando con ocho jugadores que ya estaban aquí el año pasado y solo tres jugadores nuevos. Es una señal muy positiva de lo bien que están asimilando el proceso hacia el nuevo modelo de juego». Solo hay un factor que enturbia el ambiente. Pep ha decidido que Yaya Touré no forme parte de la lista de inscritos en la Champions League porque entiende que el jugador no está en condiciones competitivas idóneas, tanto por exceso de peso como por displicencia en los entrenamientos. El representante de Touré, Dimitri Seluk, replicó con unas duras declaraciones contra el entrenador y este ha redoblado su firmeza: «Como entrenador no puedo aceptar —dirá Pep— que el representante de cada jugador que no juega salga en la prensa criticando cada decisión». Yaya Touré no volverá a jugar en el City hasta que su representante se disculpe ante el club.

La culminación de esta primera etapa se alcanza el 17 de septiembre, con el triunfo en casa ante el Bournemouth entrenado por Eddie Howe. Ya a los cinco segundos de encuentro, De Bruyne dispara con acierto, pero el meta polaco Artur Boruc salva el gol. En los noventa minutos siguientes, el City remata veinte veces, once de ellas a portería, y obtiene un triunfo contundente por 4-0. El partido deja tres rasgos fundamentales que todavía no habían aparecido en los encuentros previos: el contraataque bien culminado, el gol de falta directa y la llegada desde segunda línea de los interiores para rematar. En esta quinta jornada de Premier League los tres factores brotan, y de manera brillante, sobre el césped del Etihad.

Kevin de Bruyne marca el primer gol. Goza de un lanzamiento de falta directa cerca del área rival y dispara por debajo de la barrera, que salta dejando el espacio necesario para que el balón pase bajo los pies de los jugadores y se introduzca en la portería visitante. Pep, eufórico, se gira hacia Dome Torrent y lo abraza, señalándolo como autor del guiño táctico. Hasta este día, De Bruyne había sacado varias faltas directas sin éxito, aunque en dos de ellas, lanzadas desde zonas laterales, había facilitado sendos goles de cabeza (Agüero y Fernandinho).

El siguiente factor que brota con una exuberancia aplastante es el contraataque rápido, preciso y eficaz. En ambos casos, Iheanacho se hace con el balón en zonas medias y, a través de Nolito primero y de forma directa después, se lo regala a De Bruyne, ubicado en el eje central del equipo. El belga de mejillas rosadas muestra en esos momentos una de sus mejores cualidades: la conducción veloz y el pase preciso. Casi parece que ni toca el balón durante esos metros en los que avanza imparable. En el primero de los goles obtenidos mediante contragolpe, KDB cede a Sterling para que este cruce el balón al lado opuesto e Iheanacho obtenga gol. En el siguiente caso, De Bruyne cede a Iheanacho para que este cruce al lado opuesto y marque Sterling. Un gol es clon del otro, solo que con asistentes y rematadores intercambiados. Guardiola los celebra por todo lo alto, consciente de que esta arma, el contraataque, puede ser muy importante en su nuevo equipo, máxime al contar con la excepcional calidad de pase y conducción del belga. Mientras tanto, casi en silencio, Kelechi Iheanacho ha anotado su décimo gol en la Premier League, a pesar de que solo ha rematado catorce veces. Es una ratio impresionante.

El tercer gran factor que surge del encuentro es la aparición de Gündogan en zonas de remate. El mediocampista alemán no se distinguió en el Borussia Dortmund por la fertilidad goleadora, pues únicamente marcó 15 tantos en 157 partidos. Hoy, en su estreno en la Premier League, también estrena su cuenta goleadora con el City. De Bruyne, en la zona de interior izquierdo, observa la llegada de Gündogan por el centro del área rival, despejada de defensas gracias a un inteligente «aclarado» de Iheanacho, y sirve un balón a su compañero para que fusile a Boruc y obtenga el cuarto gol local. Esta aparición por sorpresa de Gündogan puede ser otro elemento diferencial en el juego del equipo. Guardiola lo intuía, pero ahora lo confirma.

Por encima de la goleada, de la racha victoriosa, del avance colectivo y de los tres factores que pueden marcar el juego del equipo, el entrenador señala con el dedo a un futbolista:

—El partido de Kevin ha sido excepcional. Sin balón es un luchador y con balón es clarividente, lo ve todo.

No hay duda, Pep ha elegido a «su» hombre. En el Barça fue Xavi, en el Bayern fue Lahm. En el Manchester City cree que será De Bruyne.

El Liberty Stadium del Swansea acoge en apenas tres días (21 y 24 de septiembre) por dos veces al equipo de Pep. Primero en partido de Copa de la Liga y a continuación en competición liguera. El doble duelo se salda con doble victoria del City, pero deja dos lesionados. El capitán Vincent Kompany, que se había roto el muslo derecho a principios de mayo, ha regresado al juego después de perderse la Eurocopa de Naciones y estar casi cinco meses de baja. Pero en el minuto 93 de partido, justo en la acción en la que Sigurdsson anota el gol local que reduce distancias (1-2), el zaguero belga sufre una nueva lesión, la sexta en doce meses, esta vez en la ingle. Amargado por tantas desgracias, Kompany abandona el terreno de juego mientras sus compañeros ponen el balón en circulación desde el círculo central. Pep ya ha hecho los tres cambios permitidos y Kompany no aguanta ni un segundo más. El entrenador ni siquiera se percata de haberse quedado con diez jugadores, aunque el árbitro señala de inmediato el final del encuentro, por lo que la baja no tiene consecuencias inmediatas. No ha sido un triunfo sencillo para el City, en especial porque ha jugado con la alineación reserva, entre ellos cinco futbolistas menores de veinte años (Angeliño, Adarabioyo, Brahim Díaz, Aleix García e Iheanacho).

La segunda lesión se produce en el segundo partido contra el Swansea y es más relevante. En el minuto 79 de partido, ya con el definitivo 1-3 que da el triunfo al City, el músculo isquiotibial de Kevin de Bruyne sufre una pequeña contractura. La lesión deja un contrapunto a una brillante actuación del Kun Agüero, que logra los dos primeros goles, con lo que ya suma once tantos en apenas seis encuentros disputados (se ha perdido tres por sanción). Su eficacia ha sido muy alta —si bien ha anotado cuatro goles en seis penaltis lanzados—, lo que ha llevado a Pep a comunicar que la renovación de contrato del delantero se halla en su fase final.

El tercer tanto del equipo, obra de Sterling, ha nacido de nuevo en un contraataque rápido y preciso liderado por KDB, lo que ahonda más en la tesis que Guardiola está comenzando a construir: su equipo puede ser un maestro del contragolpe si tiene a De Bruyne como pivote de dichas acciones. Al mismo tiempo, el entrenador también advierte las carencias de jugadores como Bacary Sagna, autor en solo tres minutos de un buen pase de gol a Agüero y de un resbalón inoportuno que facilita el tanto local, obra de Llorente. Con seis victorias seguidas en los primeros seis partidos de liga, Guardiola iguala el récord histórico de la Premier League para un entrenador debutante, que tenía Carlo Ancelotti con el Chelsea desde 2009.

El retorno desde país de Gales a Mánchester, antes de viajar a Glasgow para enfrentar al Celtic, es buen momento para revisar con Pep lo conseguido. El City ha disputado diez partidos y los ha ganado todos, marcando treinta goles y encajando únicamente seis. Además, ha rematado once veces contra los postes. Ni en el Barcelona ni en el Bayern había conseguido un inicio tan indiscutiblemente arrollador. Puede estar más que satisfecho. Habla con su hijo Màrius y deciden que el próximo parón por selecciones nacionales sería el periodo ideal para regresar a Múnich. Así, Màrius podrá encontrarse con los buenos amigos que ha hecho en la ciudad bávara y Pep podrá celebrar el Oktoberfest. Al saberlo, Domènec Torrent se apunta a la excursión, junto con su hijo Arnau. Reservan vuelos para viajar desde Londres el 2 de octubre.

Los diez triunfos consecutivos permiten amenazar un récord histórico del fútbol inglés. Si el miércoles próximo consigue ganar en Celtic Park, el City habrá igualado la marca de once triunfos seguidos que ostenta el Tottenham Hotspur desde la temporada 1960-1961. Aquel equipo, dirigido por el legendario Bill Nicholson, derrotó de forma consecutiva a once rivales y anotó treinta y seis goles, además de conquistar el título de liga. Casualmente, quien truncó aquella racha fue el Manchester City de la época, que empató en White Hart Lane (1-1), el 10 de octubre de 1960, con un once en el que figuraban dos leyendas del club: el guardameta alemán Bert Trautmann y el gran Denis Law. Ahora, Guardiola está en condiciones de igualar la histórica racha de los Spurs.

El pronóstico del tiempo anuncia frío y viento para el miércoles en toda Escocia.

6. La primera gran crisis

ESCENA 6

La primera gran crisis

West Bromwich, 29 de octubre de 2016

Hoy se cumple un mes desde la visita a Glasgow. Solo un mes. Pep ha envejecido años durante este mes en el que no ha conseguido ni una sola victoria. Tras el formidable inicio de los diez triunfos consecutivos ha llegado este negro periodo en el que ha sumado tres empates y tres derrotas. Menos mal que se marcha aliviado de The Hawthorns, el estadio del West Bromwich Albion, tras recuperar el olvidado sabor del triunfo.

Pese a este desapacible octubre, el Manchester City todavía es líder de la Premier League, con los mismos puntos (23) que Arsenal y Liverpool, y uno más que Chelsea. Es el máximo goleador del campeonato, veinticuatro tantos, los mismos que el Liverpool, y solo nueve encajados. No es el conjunto menos goleado porque el Tottenham solo ha recibido cinco, aunque únicamente ha marcado catorce, diez menos que los citizens. Es un buen balance, pese a los recientes tropiezos. Las ligas se pierden en las ocho primeras jornadas, argumenta siempre Guardiola, así que sobre el papel no debería quejarse porque se mantiene en cabeza de la tabla después de diez jornadas. Pero no es así. Está muy preocupado.

En el cuerpo técnico del City se ha extendido ahora mismo una profunda aprensión. Han vivido su primera gran crisis de resultados y Pep teme incluso por su puesto al frente del equipo. Han sido seis partidos consecutivos sin ganar y los seis han sido duros y crueles: el empate intempestivo en Glasgow, la derrota en campo del Tottenham, el amargo empate frente al Everton en el Etihad Stadium, la goleada sufrida en el Camp Nou ante el Barça, otro triste empate en casa ante el Southampton y la eliminación de la Copa de la Liga, nada menos que a manos del gran rival ciudadano, el Manchester United. Seis partidos sin ganar, una crisis inédita para Guardiola, que hoy ha conseguido detener la hemorragia con un brillante triunfo, pero que al cabo de solo setenta y dos horas tiene ante sí un desafío mayúsculo: el Barcelona visita Mánchester en partido de la Champions League. Veo a Pep profundamente preocupado:

—Si el martes perdemos, me van a patear el culo tan fuerte que tendrás que ir a Australia a recoger los trocitos que queden de mí…

Otra derrota amplia ante el Barça puede significar su despido del Manchester City. Su primer despido como entrenador. Nunca antes he visto a Pep en una situación tan límite.

El mes negro comenzó una fría noche de septiembre, en Glasgow. Si alguien esperaba que el Celtic de Brendan Rodgers, malherido tras recibir un doloroso 7-0 contra el Barça, jugase con temor ante el City se equivocó de plano. Ni siquiera Pep, que acostumbra a ser prudente frente a cualquier rival, esperaba semejante vendaval. El Celtic sale a jugar con una agresividad inusitada que pilla totalmente a contrapié al City. Durante los diez primeros minutos no solo se adelanta en el marcador, sino que amenaza con golear a Claudio Bravo. Pep y sus hombres están bloqueados frente al huracán blanquiverde.

Sobreponiéndose, Fernandinho consigue empatar pronto, pero de inmediato vuelven a adelantarse los locales con un autogol de Sterling, quien a su vez consigue equilibrar el marcador cerca de la media hora de juego. Es el partido más complicado que está viviendo el City desde hace mucho tiempo. Podríamos pensar que la ausencia de De Bruyne por lesión y la de Stones en el centro de la defensa por rotación pesan en el desempeño, pero en realidad se trata de algo más profundo que Guardiola empieza a intuir, aunque todavía no lo verbalizará. Las limitaciones evidentes del equipo, propias de la plantilla existente, se agudizan de manera extrema en escenarios de tensión, comienza a pensar el entrenador. El nivel de los laterales es discreto, el de los zagueros es limitado, el centro del campo todavía no es capaz de dominar el juego como pretende el entrenador y la eficacia rematadora no es elevada. Pero sobre todo, en partidos tensos y agresivos, el equipo no ha mostrado aún el carácter competitivo que exige Pep. Hay espíritu de equipo, sí, pero el grupo no posee un carácter fuerte.

La fortaleza de carácter es un rasgo imprescindible para cualquier equipo que pretenda ser importante. La historia del deporte está repleta de casos en los que el carácter resiliente y poderoso de un equipo le ha permitido escalar hasta cimas impensadas, superiores a las que por calidad podría haber aspirado. Y también conocemos muchos ejemplos de conjuntos que nunca llegaron a la cumbre pese a atesorar calidad más que suficiente para ello. Hasta hoy, Pep ha dirigido dos equipos, Barça y Bayern, en los cuales la personalidad individual y colectiva de sus jugadores estaba, como mínimo, al mismo nivel que su calidad. Dos equipos fuertes y duros, capaces de soportar el agudo dolor de los momentos de tensión, capaces de sobreponerse a un marcador adverso y de mantenerse serenos en medio de ambientes volcánicos, capaces de mantenerse en pie al recibir un golpe en la mandíbula. Ya saben, todo el mundo tiene un plan hasta que le golpean en la boca. En ese momento es cuando los grandes equipos logran mantenerse en pie.

Pero hoy, en el Celtic Park, el entrenador comienza a preocuparse. En su equipo hay hombres experimentados como Bravo, Zabaleta, Otamendi, Kolarov, Clichy, Fernandinho, Silva, Gündogan o Agüero, pero todos parecen superados por la energía emocional de los locales. El partido termina con empate a tres goles, e incluso el City podría haberlo ganado en los minutos finales. Más que por el tropiezo, Guardiola se marcha preocupado de Glasgow por la sensación de que la curva de aprendizaje que el equipo asumió con brillantez se ha estancado. Cuatro días más tarde tendrá la confirmación de ello, en White Hart Lane.

Será su primera derrota oficial. El Tottenham de Mauricio Pochettino es el segundo clasificado en la Premier League tras seis jornadas, pero en un domingo soleado y caluroso (2 de octubre) logra superar con claridad al líder de la competición. Un centro de Danny Rose es rematado en propia puerta por Kolarov. Se trata del segundo gol que un jugador citizen marca en su propia portería en dos partidos seguidos y el quinto que se recibe en los últimos siete partidos a causa de un flagrante error defensivo. La cuenta de errores se incrementará en otro más a la media hora, cuando una sucesión de malos despejes y marcajes de Kolarov, Fernando, Zabaleta y Otamendi desemboca en el segundo tanto local, una precisa combinación entre Son y Delle Alli. Aunque Agüero consigue disparar al poste, el City no logra imponerse en el partido más que en momentos puntuales, pero sin mostrar capacidad de remontada, e incluso Claudio Bravo mitiga el marcador al despejar un penalti lanzado por Lamela a la hora de partido.

La derrota deja un mal sabor en el cuerpo técnico, pero aún es pronto para saber si los problemas son estructurales o simples accidentes coyunturales. Por si acaso, Guardiola y Torrent deciden suspender el viaje a Múnich y no celebrar la Oktoberfest. Piensan que imágenes suyas bebiendo cerveza en Baviera podrían ser malinterpretadas, por lo que regresan a Mánchester con el propósito de aprovechar el parón de selecciones para reformular el juego.

Durante el desayuno del día siguiente hablo con Pep y le comento que tuve la sensación de que sus jugadores estaban mentalmente cansados de la batalla de Glasgow, como si hubieran agotado la batería. Es un factor habitual en los equipos de élite que disputan partidos cada tres días. Cuando se acumulan los partidos agrios, duros y difíciles, a menudo los jugadores manifiestan una fatiga cognitiva que les impide rendir. Pero Pep lo atribuye más bien a un problema de juego:

—Tenemos muchos problemas en las segundas jugadas y también con los balones largos que envían contra nuestra área cuando nosotros los apretamos muy arriba. No somos buenos rechazando esos balones.

Sobre este asunto comentamos lo que el excelente entrenador español José Luis Mendilíbar ha dicho en una entrevista con el periodista Axel Torres: «Sabemos que hay equipos que siempre mandarán balones en largo a los que no vale la pena buscar arriba. En estos casos lo que hacemos es jugárnosla defensas contra delanteros. ¿Por qué? Porque, si mando a uno de mis dos mediocentros a despejar de cabeza el balón largo (que es lo habitual), el despeje irá a parar a manos del rival seguro, porque es así, porque las segundas jugadas son difíciles de impedir y además ahí enfrente no hay gente de mi equipo para recuperar el balón. Entonces lo que hago es que sea uno de los centrales quien se encargue de intentar cabecear y despejar ese tipo de balones y que mis mediocentros se adelanten un poco para intentar recuperar el despeje y evitar la segunda jugada del rival. Y el hueco que deja mi central lo ocupa el lateral más cercano».

La idea de Mendilíbar es atractiva, dice Pep: «Es muy interesante su reflexión y le daré una vuelta. Yo siempre mando a despejar de cabeza a mi mediocentro y dejo a los centrales detrás para vigilar los balones a la espalda, pero es verdad que la mayoría de las segundas bolas nos las roban todas, sobre todo si el rival juega 4-3-3. En este caso, su mediocentro coge todos los balones porque nosotros no jugamos con un mediapunta que pueda intentar disputarlas. A veces lo podemos arreglar poniendo un rombo en el medio, porque ahí empezamos a ganar nosotros las segundas bolas. Es un tema sobre el que pensar. De todo se aprende, y de los buenos, como Mendilíbar, aún más».

Centrados en aspectos del juego, le comento que mi impresión tras los duelos contra Celtic y Tottenham es que este tipo de equipos que muerden en las zonas centrales están apretando fuerte y aumentarán el desafío.

—Es probable porque también tenemos muchos problemas en la salida de balón, sobre todo en campos que no son muy grandes y en los que los rivales se nos echan encima. Además, al no tener delanteros altos que sirvan de referencia a lo lejos, se nos complica más. También tendré que darle una vuelta a este asunto.

Le pregunto por su grado de preocupación tras los dos últimos resultados:

—La verdad es que cuando juegas doce partidos y solo pierdes uno, y es ante los Spurs, y empatas otro, el balance no está nada mal. Hemos jugado siete de liga y hemos ganado seis, tampoco está nada mal. Pero hay que ir más allá. Del mismo modo que tardé un tiempo en aprender cómo es el fútbol alemán y la potencia de sus contraataques, aquí pasa igual. Aún no comprendo el fútbol inglés. Cuando el Tottenham nos ha dejado salir jugando les hemos pasado por encima, pero cuando nos han apretado hombre contra hombre hemos sufrido mucho, como ya nos pasó contra el Celtic. En fin, nada que no imagináramos. Son cosas que han de sucedernos si queremos encontrar las soluciones. Por suerte, ahora tenemos diez días por delante para refrescar la memoria y saber lo que hemos de hacer. Nos irá muy bien este parón de selecciones. Seguro que encontraremos las claves para dar un paso más.

El cuerpo técnico emplea los diez días en reformatear el módulo de juego y elegir el 3-4-3 con el que decide enfrentarse al Everton. Y también para conocer en detalle cómo son los jovencitos de la Academy del City. Semana y media entrenando a Jadon Sancho, Phil Foden, Brahim Díaz, Lukas y Felix Nmecha, Tosin Adarabioyo o Rabbi Matondo entre otros. Jóvenes bien preparados.

—Foden, recuerda ese nombre. Será bestial.

El 3-4-3 que Pep presenta frente al Everton permite tener superioridad en el centro del campo (Fernandinho, Gündogan, KDB y Silva), facilita un build up con más vías de salida, y potencia el valor de los extremos (Sané y Sterling, a pierna cambiada). El City se muestra potente, elástico y eléctrico, bien distinto del equipo que languideció en los dos últimos partidos. Si el 3-4-3 pretendía darle otro rostro al equipo y que pudiera dominar al rival, la propuesta es brillante. Pero el resultado no lo es. El Everton, agazapado en su área, arranca un empate del Etihad Stadium y deja a Pep con otra herida en el cuerpo.

No hay tiempo para lamentarse porque dentro de tres días hay que jugar en Barcelona.

—Hemos de tener un hombre más en defensa y un hombre más en el centro del campo. Solo así podemos intentar que la pelota sea nuestra. Si no, imposible. Ellos tendrán arriba a «la bestia». A ver cómo lo paramos…

Tener uno más en defensa y uno más en centro del campo en el Camp Nou equivale a aplazar el 3-4-3 y sustituirlo por un 4-4-2 con centrocampistas en rombo. Si quiere mantener a los dos extremos, sobra el delantero en punta. Este es el plan que Pep, Torrent y Arteta diseñan a tres días de enfrentarse a la delantera más poderosa del momento: Neymar, Messi, Luis Suárez.

El miércoles 19 de octubre, en efecto, Sergio Agüero se sienta en el banquillo del Camp Nou. Pep juega sin delantero en punta, con De Bruyne en el vértice superior del rombo central, por delante de Fernandinho, Gündogan y Silva. A los costados del belga, Sterling y Nolito. La defensa es de cuatro hombres: Zabaleta, Otamendi, Stones y Kolarov. Ya antes de comenzar el partido abundan las críticas hacia el entrenador por no alinear a Agüero, aunque obviamente los críticos parecen desconocer las razones tácticas de la decisión.

El partido concluye con una aplastante victoria del Barcelona por 4-0, aunque el desarrollo del juego ha sido mucho más igualado de lo que indica el marcador. El City se ha presentado en el Camp Nou sin el miedo escénico que mostró en Glasgow y durante amplias fases del encuentro ha sido el dominador del balón, aunque finalmente haya sido el Barça quien lo ha tenido más tiempo. Es solo la tercera vez en la carrera de Guardiola que su equipo tiene menos tiempo el balón que el contrario: en 2010, dirigiendo el Barcelona, tuvo el 49,2 % frente al Getafe en el Camp Nou, ganando por 2-1; en 2015 tuvo el 49,9 % frente al Borussia en Dortmund, ganando también por 0-1; hoy ha tenido el 47,2 % ante el Barça. Después de 422 partidos como entrenador, Guardiola solo muestra esas tres ocasiones con menor tiempo de posesión del esférico.

La eficacia goleadora del tridente atacante del Barcelona se manifiesta en toda su magnitud, con hat-trick de Messi, gol de Neymar, amén de un penalti lanzado por el brasileño que es rechazado por Willy Caballero, y varias galopadas de Luis Suárez que terminan en remates de peligro. Sin duda alguna, el primer gol ha marcado los espíritus. Mientras el City se mostraba valiente y con dominio del juego, una acción ridícula supone el primer gol local. Zabaleta corta una internada de Iniesta dentro del área y el balón queda a pies de Fernandinho, quien al ir a despejar resbala y cae a plomo sobre el césped, dejando el cuero a pies de Messi para que marque a placer. Es un gol entre ridículo y absurdo por el tipo de acción que lo propicia, pero así es el fútbol y apenas se ha cumplido un cuarto de hora de partido.

En lugar de hundirse, esta vez el City muestra personalidad. Quiere el balón, lo mueve con acierto y genera sucesivas ocasiones de gol que Ter Stegen evita. El meta alemán se erige en el mejor jugador del Barcelona, repeliendo remates de De Bruyne, Nolito y Gündogan que parecían llamados a ser el gol del empate. Más claro aún, en el minuto 45, es Stones quien cabecea fuera una falta lateral que parecía sencilla de convertir en gol. Y aún en el minuto 47, el lateral Digne desvía con la mano un centro de Sterling, pero la infracción dentro del área no es señalada.

En el vestuario, Pep repite el discurso de las horas previas: «Sed valientes, no sufráis por el resultado, pedid el balón, acumulad pases». Su equipo ha dejado una imagen impecable aunque vaya por detrás en el marcador. De Bruyne, que ha optado por dejar el vértice superior del rombo central a Silva, alterna la posición de extremo derecho con Sterling y desde esa zona atraviesa una y otra vez la defensa barcelonista en busca del empate. Pero si el resbalón de Fernandinho ha supuesto un bofetón, en el minuto 52 llega algo peor. Claudio Bravo falla un pase y con las manos desvía, desde fuera de su área, un remate de Luis Suárez. La expulsión es inequívoca, lo que quiebra todo el plan de juego visitante, máxime porque simultáneamente se lesiona Zabaleta. El entrenador quita a Nolito para que Caballero ocupe la portería, en tanto Clichy suple al lateral lesionado. Toda la línea defensiva tiene que dar un paso hacia su derecha: Otamendi ocupará el lateral y Kolarov la posición de zaguero izquierdo. Mal asunto.

Mal asunto porque el City es desbordado por un Messi pletórico, que suma dos nuevos goles en solo ocho minutos aprovechando la superioridad numérica. Incluso así, los visitantes siguen empeñados en su plan de juego y consiguen acumular remates de peligro contra la portería de Ter Stegen, casi todos ellos a partir de De Bruyne. También Neymar tiene dos grandes ocasiones, salvadas ambas por Caballero, penalti incluido, hasta que a la tercera, con una magnífica sucesión de regates, coloca el cuarto gol en el marcador.

Es un golpe muy duro para Guardiola y su plan, pese a que el juego mostrado sea mucho más interesante que el de partidos anteriores en los que obtuvo la victoria. El resultado, no obstante, es el gran dictador del fútbol y no admite otros argumentos. En la rueda de prensa posterior, Pep reivindica el juego por encima del resultado padecido, pero solo consigue que sus críticos —que son multitud— se rían de él: «Yo soy el responsable de la derrota porque soy el responsable de este equipo. Pero no voy a cambiar de idea. Me iré a casa antes que cambiar de idea». Le insisten —como ya ocurrió tantas veces antes, en Múnich— sobre cambiar de estilo: «Con esta idea he ganado veintiún títulos en siete temporadas. Son tres títulos por temporada. No, no voy a cambiar. No es que no haya pensado en alternativas, pero ninguna de ellas me parece mejor solución que la que propongo. Si en el futuro me va mal, me iré del club, pero creo que la forma en la que jugamos es la más idónea para ganar». Por si acaso, recurre a lo que Koeman dijo de él hace apenas cuatro días: «En el Everton, uno de mis amigos, Ronald Koeman, dijo que nunca se enfrentó a un equipo que jugara al fútbol como el Manchester City. Este es el mejor elogio que puedo recibir».

Pep suma cuatro partidos seguidos sin ganar. Es la tercera vez que le sucede en su carrera como técnico. Durante la cena en el hotel Vela, con el mar a los pies y la ciudad de Barcelona iluminada a lo lejos, Pep toma una copa de vino tinto y brinda por su idea futbolística. Junto a Pere, su hermano, y a sus ayudantes técnicos Torrent, Arteta y Planchart reivindica con más energía el valor de esas ideas:

—Nosotros hemos ganado mucho, muchísimo, pero yo no quiero que se nos admire solo porque ganamos, sino por cómo jugamos. La historia del fútbol nos demuestra que no solo se admira a los ganadores: la Hungría del 54, la Holanda del 74, el Brasil del 82… Perdieron, pero son admirados por todo el mundo. La fidelidad a una idea, a una ética y a uno mismo es más importante que la mayor de las victorias. Con los trofeos acumulas más trozos de metal, pero con el juego ganas los corazones de la gente. No bajéis los brazos. Seguiremos adelante con nuestra idea.

Las palabras de Guardiola suponen un verdadero manifiesto ideológico que cala en su cuerpo técnico, a pesar del deprimente estado anímico con que han afrontado la cena. Quiere ganar con el Manchester City y no piensa apartarse del camino diseñado, por más dificultades que aparezcan. Ganar es lo más importante para él, pero para ganar cree que ha de jugar tal como le dictan sus ideas. Pep respeta las otras ideas y los demás estilos, pero siente que la suya es la que más le acerca a la victoria y a las emociones de la gente.

A la mañana siguiente, la dirección deportiva del F.C. Barcelona celebra una reunión ordinaria. El Barça ha sido el gran dominador del fútbol español y buena parte del europeo en los últimos diez años. Entre 2006 y 2015, el equipo ha conquistado cuatro títulos de la Champions League (uno con Rijkaard, dos con Guardiola, uno con Luis Enrique) y seis campeonatos de liga. Por encima de ello, ha dejado una huella indeleble en la historia del fútbol gracias al juego que ha desarrollado. Sin embargo, doce horas después de aplastar por 4-0 al City, en el núcleo duro del Barça hay una preocupación profunda por lo que vieron anoche. Uno de los miembros de dicha dirección deportiva me trasmite el resumen de lo que se ha dicho en la reunión: «El City ha mostrado una verdadera identidad de juego y nosotros no. Ellos han perdido el partido, pero nosotros podemos perder nuestra identidad».

En aquel momento, 20 de octubre de 2016, nadie podía imaginar que esta reflexión iba a cumplirse de una forma tan demoledora en el futuro. Para bien en el caso del Manchester City, para mal en el caso del F. C. Barcelona.

Al salir del Camp Nou le preguntaron a Nolito sobre qué mensaje había dado el entrenador en el vestuario tras el duro partido y el j

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