«¡Caca de vaca! ¡Caca de vaca!», grita Simón cada vez que su papá o su mamá le piden hacer algo. De la mañana a la noche y de la noche a la mañana, ¡no hay manera de que el conejito diga otra palabra!
Hasta que un buen día aparece el lobo y al pequeño Simón no se le ocurre otra cosa que decirle: «¡Caca de vaca!»
¿Qué ocurrirá a continuación?
«¡Caca de vaca! ¡Caca de vaca!», grita Simón cada vez que su papá o su mamá le piden hacer algo. De la mañana a la noche y de la noche a la mañana, ¡no hay manera de que el conejito diga otra palabra!
Hasta que un buen día aparece el lobo y al pequeño Simón no se le ocurre otra cosa que decirle: «¡Caca de vaca!»
¿Qué ocurrirá a continuación?