Diseño de portada e interior: Donagh I Matulich
La masculinidad tóxica
Sergio Sinay
1.ª edición: junio, 2016
© 2016 by Sergio Sinay
© Ediciones B Argentina S.A., 2016
para el sello Javier Vergara Editor
Av. Paseo Colón 221, piso 6
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
www.edicionesb.com.ar
ISBN DIGITAL: 978-987-627-995-6
Maquetación ebook: Caurina.com
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A Marilen, la mujer que amo, la más hermosa y profunda compañía en mi vida y experiencia como hombre
A Iván, mi hijo amado, que al nacer trajo las primeras preguntas y me impulsó a emprender el viaje
A mi nieto Oliverio, recién llegado para vivir como hombre una vida que ojalá sea fecunda, amorosa, nutricia para él y para otros y en la que pueda experimentar y transmitir una masculinidad profunda, capaz de mejorar el mundo
A cada hombre que, con algún simple acto de su vida, haga algo para romper la trampa
A cada mujer que es o haya sido lastimada, en el cuerpo o en el alma, por un hombre tóxico
A cada hijo o hija que hayan quedado emocionalmente huérfanos de padre
Contenido
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Prólogo a una nueva edición
Introducción
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
Epílogo
Invitación
Prólogo a una nueva edición,
corregida y aumentada
Hora de ponerse los pantalones para una tarea pendiente
El miércoles 3 de junio de 2015 cientos de miles de personas (la mayoría mujeres, aunque había buen número de varones) se movilizaron en toda la Argentina, e incluso en países vecinos, bajo la consigna Ni una menos. Esto significaba que ni una sola mujer a partir de entonces debería estar ausente de este mundo por causa de un femicidio, es decir asesinada por un hombre. Era el grito indignado contra una verdadera epidemia de violencia ejercida contra las mujeres no solo a través del asesinato sino también del abuso, la violación, la descalificación, la agresión verbal y otras formas (muchas de ellas sutiles) de degradación.
El jueves 5 de noviembre de 2015 centenares de hombres salieron a las calles también en varias ciudades, con epicentro en Buenos Aires, usando faldas y muchos de ellos zapatos de tacos altos, bajo el lema Ponete polleras si sos hombre. “Hoy todos somos mujeres y estamos en riesgo”, advertían los organizadores. “Creemos que podemos fortalecer la lucha de ellas mediante esta marcha y acompañar a las mujeres”.
Estos dos hitos, separados por pocos meses, venían a señalar que el machismo sigue vivo a pesar de todo lo que se diga desde el voluntarismo bienpensante o desde la indiferencia irresponsable, y que continúa siendo letal, aberrante y destructivo. Entre la primera edición de este libro y esas dos fechas pasaron diez años y ambas movilizaciones confirmaron en mí la convicción de que poco había cambiado en esa década. Del mismo modo en que poco había cambiado entre principios de los años 90 (o exactamente 1992, cuando publiqué mi libro Esta noche no, querida, que respiraba esperanza en lo que entonces se anunciaba como una “Nueva Masculinidad”) y aquel 2006 en el que La masculinidad tóxica apareció por primera vez.
Como autor, como protagonista y como analista y crítico de la escena social y cultural podría ufanarme hoy de haber acertado en el diagnóstico. Como hombre, en cambio, la vigencia candente de estas páginas me produce tristeza e indignación. La misma tristeza e indignación me acometen cuando leo o es