Sexo gourmet

Núria Jorba

Fragmento

1. La situación actual

1 La situación actual

Sé que con tan sólo leer el título de este apartado habréis pensado en los numerosos problemas que aquejan nuestra sociedad en la actualidad: la crisis que nos afecta en muchos ámbitos, la falta de dinero, el ambiente de tensión generalizado debido al alto índice de desempleo, y, por contra, la gran cantidad de tareas y de presión que tienen aquellos que disfrutan de un puesto de trabajo. Todo ello hace que lleguemos a casa acarreando muchas tensiones y en un estado anímico depresivo y/o ansioso debido a infinidad de dudas: ¿llegaré a fin de mes?, ¿me despedirán, puesto que ya han echado a dos de mis compañeros?, ¿cómo organizaré el trabajo con el poco tiempo del que dispongo?, ¿de dónde sacaré el dinero para comprar eso que necesito o para salir este puente festivo?

Asimismo tendemos a olvidar que se trata de una problemática que abarca muchos más ámbitos. Si miramos un poco más atrás en el tiempo y observamos nuestra sociedad, vemos cómo nos han influido los avances tecnológicos y los medios de comunicación. No pretendo decir que se trate de una influencia nefasta, ya que todos sabemos que nos son de gran ayuda en numerosos aspectos de nuestra vida, pero, en este caso, vamos a centrarnos en algunas de las consecuencias negativas de esos fenómenos.

Actualmente vivimos en una sociedad donde lo queremos todo «aquí y ahora». No nos gusta esperar; sabemos que pulsando simplemente un botón podemos conectar con alguien que se encuentra en la otra punta del planeta. Y eso ha hecho que nos volvamos impacientes, y ha mermado considerablemente nuestra capacidad de esfuerzo, a la vez que sufrimos una mayor frustración. Aclararé esta última afirmación para que muchos de vosotros dejéis de fruncir el ceño. El hecho de que pulsando simplemente un botón obtengamos la respuesta que deseamos en el momento que queremos hace que no estemos habituados a esforzarnos demasiado y, por ende, tendemos a frustrarnos menos porque disponemos de muchas otras alternativas. Esta panorámica aplicada a la sexualidad hace que desconozcamos gran parte del arte de la seducción, obviando el «cortejo» y la fase del enamoramiento. Y pese a ello, nuestro objetivo sigue siendo el sexo, concretamente, y, en la mayoría de los casos, la penetración y el orgasmo. Pretendemos que con un simple clic (un gesto, un acto, una palabra) la otra persona nos ofrezca lo que deseamos, de la forma que deseamos y en el momento que deseamos.

Y yo os pregunto: ¿dónde está el esfuerzo «deseado» hacia uno mismo y hacia el otro?, y lo más relevante, ¿por qué en otros aspectos de nuestra vida no nos importa tanto esforzarnos? Ir al gimnasio, arreglarnos, limpiar la casa, hacer la compra, etc., todo ello supone un esfuerzo. Deberíamos cambiar ciertas prioridades y anteponer la sexualidad a otras muchas cosas que, en el fondo, son irrelevantes. Comprobémoslo haciendo el siguiente ejercicio. Contestad con tres respuestas a esta pregunta: ¿Qué es lo más importante en vuestra vida? Pensad un poco y sed sinceros. Diría que en una de vuestras tres respuestas habéis mencionado a la pareja, la necesidad de sentiros queridos, de experimentar el amor o algo muy similar dentro del terreno de las emociones. Entonces ¿por qué ese deseo no consta en la posición que le corresponde en la lista de prioridades de vuestro día a día? Deberíais replantearos el orden de vuestra lista, ¿no os parece? Así que hagámoslo.

EL ESTRÉS Y LAS PREOCUPACIONES

¿Cuántos de vosotros no habéis utilizado el cansancio o el estrés como excusa? Conoceréis sin duda la famosa frase: «Cariño, hoy me duele la cabeza». Es verdad que, en ocasiones, se usa como pretexto; sin embargo, si nos centramos en nuestras conocidas hormonas, constataréis que, en realidad, el estrés sí puede influir como mecanismo reductor del deseo sexual. Veamos, pues, cómo funcionan algunas de nuestras hormonas.

El cortisol

El cortisol es la principal hormona del estrés. Las glándulas suprarrenales la liberan en la cantidad requerida cuando existe una situación de alerta. Además, esta hormona impide la producción de otras hormonas que nuestro cuerpo necesita, entre ellas, la testosterona en los hombres y la oxcitocina en las mujeres.

Al cortisol se lo llama la hormona salvadora porque nos ayuda a evaluar situaciones de emergencia y a responder ante éstas; por tanto, es la que tiene máxima prioridad. Antiguamente tenía una función mucho más adaptativa, porque cuando se huía de un peligro el cuerpo consumía todo el cortisol secretado, luego volvía a relajarse y producía de nuevo las hormonas habituales. Pero ¿qué le ocurre actualmente a nuestro organismo? Debido a nuestro estilo de vida acelerado, el estrés que sufrimos es continuo y no está relacionado con la necesidad de huir ante un peligro inminente. Tenemos problemas laborales, nos ponemos nerviosos en un atasco de tráfico cuando llevamos a los niños al colegio o cuando vamos a trabajar, nos falta tiempo para hacer una serie de encargos pendientes... Estas constantes contrariedades nos impiden agotar el cortisol secretado ya que no pueden eliminarse de forma inmediata con una simple reacción por nuestra parte. Por tanto, esta hormona se segrega continuamente, como si el botón de producción del cortisol se hubiese atascado en la posición de «ENCENDIDO».

¿De qué manera podéis solucionar esta situación? El primer paso es saber cómo volver a un estado de relajación o cómo recuperar la estabilidad hormonal; debéis conocer también los mecanismos que actúan en vuestra pareja porque si ella está tranquila y receptiva, eso repercutirá en vuestro bienestar.

La testosterona y la oxcitocina

La testosterona —en el caso de los hombres— y la oxcitocina —en el caso de las mujeres— nos ayudan a estar más relajados y a disminuir el estrés, pero no olvidéis que poseen también un lado romántico: la oxcitocina es la hormona del amor, y la testosterona, la hormona del deseo. Este plato compuesto de dos alimentos esenciales es el que os va a permitir disfrutar de una pasión duradera. Cuando iniciáis una relación de pareja, os sentís juguetones, enamorados, felices, románticos y experimentáis una gran pasión. Y todo ello es debido a que esas dos hormonas aumentan su segregación en nuestro cuerpo. La oxcitocina se libera en situaciones que implican seguridad, cooperación, apoyo, cuidado y atención a otros; la testosterona, por el contrario, se segrega en situaciones de emergencia y cuando deben resolverse problemas. Tras conocer los motivos por los que se liberan estas dos hormonas, podéis deducir que los hombres necesitan sentirse útiles, y las mujeres, apoyadas y escuchadas.

Hombres y mujeres ante el estrés

Para explicar en mayor profundidad cómo reacciona cada sexo ante el estrés me dirigiré a mujeres y a hombres por separad

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