El arte de decidir

Ezequiel Starobinsky

Fragmento

INTRODUCCIÓN

Decidimos todo el tiempo. Qué ropa ponernos, qué desayunar, en qué viajar hasta el trabajo, qué responder a esos mensajes que esperan en el celular desde anoche. Y también tomamos decisiones importantes como mudarnos de barrio, irnos a vivir a otro país, casarnos, o renunciar y cambiar de trabajo. Decisiones que se afectan entre ellas, que se encadenan como eslabones de un collar que, a veces, perdemos de vista. Decisiones que generan resultados lineales y esperados, así como también no lineales, ni esperados. Decisiones que tomamos individualmente o que hay que acordar entre varios.

Este libro nace a partir de mi trabajo de asesoramiento a personas y organizaciones en la toma de decisiones. De a poco fui descubriendo que, por más variado que sea el ámbito en el que esté trabajando, detrás de ciertas decisiones en apariencia disímiles están en juego las mismas cosas. Frente a algunas situaciones se repite una serie de patrones, esos patrones restan calidad a nuestras decisiones.

Hay personas con alta o baja regulación emocional. Algunas son capaces de balancear el ego adecuadamente, pero otras permiten que este contamine sus decisiones. Hay quienes, con mucha intuición —aunque sobreconfiados— corren riesgos innecesarios y se exponen a resultados intolerables. Y hay otros que, aun con mucha capacidad de reflexión, son incapaces de correr el mínimo riesgo, ni siquiera en pos de alcanzar excelentes resultados. Están aquellas personas que constantemente elucubran y analizan decisiones pero sin llevarlas a la práctica, dejando que sus proyectos mueran y renazcan infinitamente en el terreno de lo imaginario. Y otras que por el contrario, absorbidas por la adicción del hacer y avanzar, no saben detenerse, ni siquiera aminorar la marcha, para reflexionar un poco sobre qué tipo de decisiones están tomando.

Hay quienes que, obsesionados con la medición, la clasificación y la categorización, se pierden la magia de la fluidez de los eventos y de la vida. Los argumentos lógicos dan solidez y aportan gran calidad para decidir, pero la obsesión por ellos puede privarlos de ciertas visiones holísticas, filosóficas, o espirituales que, en ocasiones, son la clave para destrabar situaciones donde la lógica no es suficiente. Hay quienes atrapados en la energía de organizar y sostener las cosas, trastabillan a la hora de crearlas. La febrilidad por medir y entender lo terrenal puede opacar la chance de mirar y sentir el cielo.

Otras personas —acaso demasiado ligeras, inconstantes o soñadoras— tienen enormes dificultades para planificar y sustentar un proyecto de manera comprometida e inteligente. Pueden tener grandes visiones pero sus decisiones se construyen sobre una base muy frágil. Individuos a quienes les cuesta medir, ordenar, pensar linealmente, sin objetivos claros ni metas específicas. Desconocen de probabilidades o escenarios potenciales; entonces, cuando el abanico de sucesos probables los sorprende, repiten con desconcierto la clásica frase: “Jamás pensé que podía pasar algo así”. Es necesario encauzar el caudal de las buenas intenciones.

Están también los eternos amantes del corto plazo. Creen, inocentemente, que el largo plazo no llegará nunca hasta que un buen día… llega, en general con la factura impaga de los asuntos desatendidos.

Y, obviamente, los fanáticos del largo plazo. Viven planificando un futuro que por definición nunca llega y, en el camino, se olvidan de vivir el día el día.

Cuando hablamos de decisiones, nos encontramos con todo tipo de lógicas y puntos de vista. No todos vivimos el proceso de la decisión de la misma manera. Hay decisiones que nos parecen fáciles y otras complejas. Ciertas situaciones, que involucran idéntica toma de decisión, angustian mucho a algunos y para otros no reviste importancia. Cada decisor es único, pero los patrones se repiten.

El proceso de trabajar sobre este tema en grupos heterogéneos ayuda a mejorar mi capacidad de decidir. Amplía mi mirada. Me nutro, y lo agradezco.

Con El arte de decidir busco compartir ese aprendizaje. Tendrás el marco, verás ideas; conocerás de ciencia, filosofía y técnica, ganarás conciencia sobre tu forma de decidir. Serás enriquecido con herramientas provenientes de la Teoría de las Decisiones que arrojarán claridad sobre los procesos mentales y emocionales que se ponen en juego en cada decisión.

Pero también verás secretos del arte de decidir que escapan a cualquier enfoque metodológico. Tomá esto como un granito de arena más que te permita generar, poco a poco, una vida más plena, abundante y libre, basada en el aprendizaje de las experiencias pasadas y la amorosa construcción del futuro.

En la rutina cotidiana de la experiencia de vida, decidir bien puede hacer toda la diferencia.

Mirar cómo decidimos

Nuestra vida está íntimamente relacionada con las decisiones que tomamos. Es conveniente echarle un vistazo a cómo lo hacemos. Todo entra en juego: lo instintivo, lo intuitivo, lo emocional, lo racional y lo espiritual. ¿Cuán conscientes somos de esto?

Para mejorar la calidad de nuestras decisiones, para generar conocimiento común y útil, necesitamos valernos de diferentes puntos de vista. Mirar el “cómo decidimos” desde diversos ángulos, alejarnos para ganar visibilidad, observar de cerca y con lupa para descubrir los detalles. Luego, contemplar la decisión en partes para entenderla, pero sin olvidar que se trata de un todo, y que el recurso intelectual de pensarla fraccionada es solo eso: un recurso.

Exploraremos juntos las aristas de la decisión, las facetas que nadie puede evadir.

La libertad y la responsabilidad en la decisión son valores que nos hacen esencialmente humanos. De todas formas, muchos de nosotros aún somos esclavos de múltiples condicionamientos internos y externos, reales o imaginarios. En lugar de ubicarnos en un lugar de responsabilidad, caemos en la nebulosa de la culpa, del deber ser, en las trampas del ego o las fauces del miedo. Entonces, reaccionamos presas del impulso o tomamos decisiones contaminadas por estos fantasmas.

Veremos que, dependiendo del tipo de decisión, operan en nosotros diferentes procesos mentales y emocionales. El relato está estructurado en este sentido y abunda en ejemplos y casos de análisis.

Sobre este libro

En la primera parte, hablaremos de la naturaleza de las reacciones emocionales e impulsos instintivos, un lugar desde el que actuamos sin ningún tipo de decisión consciente de por medio. Tener baja predisposición a reaccionar o contener la reacción es un paso previo y básico para decidir. Sin cierta regulación emocional no hay decisión de calidad posible.

En la segunda parte, exploraremos las decisiones sencillas, aquellas que tomamos casi en “piloto automático”. Profundizaremos en el rol fundamental de la intuición para este tipo de decisiones, y en la importancia de no pensarlas demasiado. Cuando el intelecto se utiliza por demás en decisiones que no lo ameritan en lugar de ayudar, estorba y paraliza. Describi

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