Opciones financieras

Fragmento

PRÓLOGO

Agradezco a Germán Marin y a Mariano Pantanetti que me dejen formar parte con el prólogo de este libro que pretende demostrar que hay otros instrumentos para la inversión y, más aún, que hay formas de mitigar sus riesgos.

Los futuros y las opciones, muchas veces, son tratados como instrumentos de mucho riesgo, pero creo que si son bien entendidos y utilizados, por el contrario, sirven para contrarrestarlo.

Cuando doy clases de derivados en la facultad, siempre arranco preguntando a los alumnos: “¿Quién tiene seguro contra incendio en su casa?”. Todos levantan la mano afirmativamente. Luego, les pregunto: “¿Quién tiene seguro contra devaluación en la Argentina?”. Nadie levanta la mano. Vuelvo a preguntar: “¿Qué es más probable que pase en nuestro país, que se te incendie la casa o que haya una devaluación?”. Y concluyo: “Se equivocan al administrar sus riesgos”.

El universo de los derivados se asemeja al de los seguros, en el que pagamos una prima para tener el derecho de ejercerla si surgiere una contingencia (robo del auto, incendio, accidente físico, etc.). La prima que nos protege tiene un valor pequeño con respecto al riesgo fuerte de capital que se evita. En los futuros y las opciones, esas contingencias son las altas volatilidades de mercado, fuertes subas o bajas.

Moverse en un escenario desconocido produce incertidumbre, uno se paraliza y deja de hacer cosas, entre ellas invertir, y aunque no lo crean, esto genera un costo de oportunidad enorme. Por eso, el aporte de este libro es esencial para conocer, comprender, perder el miedo y, por qué no, mejorar el rendimiento de la cartera de inversión.

También, es muy importante el momento en que este libro se publica, porque el mundo financiero enfrenta un gran desafío: el 70 % de los plazos fijos y bonos del primer mundo rinde menos del 1 % anual. El 40 % tiene tasa negativa, o sea, no hay renta. Entiendan ustedes que la renta es el salario del capitalista. Moraleja, hoy no ofrece alternativas potables de inversión.

En ese contexto, ¿cómo puede reaccionar una administradora de activos de una compañía de seguros de vida o de retiro cuya base de negocio es la renta a largo plazo para garantizar sus pólizas, y no dispone de ella? ¿Cómo hace un family office para retener clientes? Respuesta obvia: aprendiendo a asumir más riesgo.

Entender el mercado de derivados argentinos, entonces, es una gran oportunidad, si, como bien se describe aquí, se comprenden los riesgos que asumimos.

Por eso, también es fundamental manejar el concepto de diversificación, precisamente, para amortiguar los impactos de los mercados. Antes de tomar una decisión económica, recuerden que “riesgo no es lo que se compra, sino cuánto se compra”. Si ponen el 100 % de su dinero en un activo, asumiendo la totalidad del riesgo, ustedes quedarán muy expuestos al desempeño de ese activo.

El mercado de capitales es un ambiente de negociación, en el que se intenta generar un maridaje entre la oferta y la demanda de activos. Su objetivo es similar al de un supermercado: tener una góndola llena de productos mayoritariamente ajenos y que se presenten muchos compradores sabiendo que habrá productos para todas las necesidades. Cuanta más variedad haya, más gente vendrá a comprar y cuanta más gente aparezca, más productores querrán exponer su mercadería en ese lugar. Así de simple.

Lo más interesante es que los supermercados no asumen los riesgos de producción, y si un producto se expone y no se vende, lo dejan de reponer y listo. Viven de la rotación y no de mantener un stock en el tiempo. Esta es la lógica de la intermediación y la razón por la que puede ser más rentable que la producción.

Nunca olvidemos que los mercados no son justos, cada uno de los participantes busca maximizar sus utilidades. Por eso, prepararse, estudiar, analizar y pensar representa ese diferencial que nos permitirá contar con más posibilidades de elección de alternativas. Y más posibilidades de elección es un privilegio en el actual escenario global.

Claudio Zuchovicki

Gerente de Desarrollo

Bolsa de Comercio de Buenos Aires

INTRODUCCIÓN

Ludus Dei

Diálogo Primero entre un accionista y un filósofo en la obra Confusión de confusiones1.

Accionista: Tocante a los Opsies, son unos premios o cantidades que se dan por asegurar las partidas o conquistar los avanzos; los cuales sirven de velas para navegar felices en las bonanzas, y áncora para navegar seguros en las tormentas.

Están las acciones al presente en precio de 580. Paréceme que por el gran retorno que se espera en la India, aumento de la Compañía, reputación de los géneros, repartición que se promete y paz en la Europa2, subirán a mucho mayor número del que logran.

No me libero sin embargo a comprar partidas efectivas, porque temo que si me faltaren estos designios, podrá alcanzarme un desempeño, o sucederme un desaire3. Llégome pues a los que me dicen que toman estos Opsies, propóngoles cuánto quieren por quedarme obligados a entregar cada partida a 600 hasta tal plazo, ajusto el premio, escríbolo luego en Banco, y sé que no puedo perder más de lo que desembolso, con que todo lo que suben de 600 gano, y lo que bajan no me sirve de sobresalto para el sosiego…

Llamáronle los Flamencos4 Opsie, derivado del verbo latino optio, optionis, que significa ‘elección’, por quedar a elección del que lo da, el poder pedir, o entregar la partida, al que lo recibe… pues desea el que desembolsa el premio, elegir lo que más le convenga, y en falta siempre puede dejar de elegir lo que desea5.

Filósofo: Escriben los naturalistas, haber un pececillo de color de clavel, de tan linda vista que parece flor. Y tan ligero que parece pluma: fluctúa en cualquier borrasca, aunque previene por natural instinto la tormenta, nada a la orilla, coge una guija que le sirve de lastre, y resiste gallardo las tempestades, burlándose seguro de las zozobras. Por lo que me habéis representado, creo que viven como este pez los accionistas, expuestos con ligereza a cualquier peligro y sujetos con facilidad a cualquier ultraje; más como les pueden servir de guijas esos Opsies y de lastre esos premios.

El texto citado corresponde al primer libro que se ocupa de tratar el negocio de los mercado bursátiles, una obra particular escrita en castellano antiguo. En ella, el autor construye un diálogo entre tres personajes: un accionista, que explica los pormenores del negocio de la bolsa; un filósofo, que lleva la voz cantante a la hora de las preguntas; y un mercader, que, como en toda tragicomedia, agrega los pasos irónicos y humorísticos.

En el pasaje que se cita, el accionista introduce a sus compañeros en el negocio de las opciones y, haciendo gala de su conocimiento, subraya un concepto que nos acompañará a lo largo de todo el texto: si bien el negocio de las opciones posee riesgo, pues su volatilidad las hace tan atractivas como peligrosas, la idea de posibles pérdidas limitadas y ganancias ilimitadas es un imán que tracciona desde tiempos remotos. Por caso, Confusión de confusiones data de 1688.

No es casualidad que el personaje del accionista cite a la Compañía Británica de las Indias Orientales como ejemplo de negociación, porque en aquella época esta empresa reunía dos condiciones esenciales: por un lado, representaba aproximadamente la mitad del comercio mundial, lo que la convertía en un ejemplo conocido para los legos en la materia bursátil; por el otro, fue la primera en gozar del beneficio central que se señala para las opciones6. Administrada desde 1612 como una sociedad anónima, supeditaba posibles pérdidas al capital social teniendo plena libertad conceptual para obtener ganancias ilimitadas.

Antonio Escohotado en el libro Caos y orden7 señala la importancia del concepto de límites en las pérdidas como sustento y base del nacimiento de las grandes corporaciones del siglo XIX; al mismo tiempo, sostiene que dicha ventaja es el motor para el desarrollo de los mercados de opciones y futuros que a sabiendas comenzarán a extenderse con fuerza en el siglo XX de la mano de estrategias de coberturas para limitar pérdidas y del codo y brazo de la especulación en pos de ganancias récords.

Si bien coto en el riesgo y fruto en la ganancia han sido el motor de crecimiento en el mercado de derivados desde 1970 hasta la fecha, los costos de transacción que subyacen en los contratos y la complejidad técnica hacen que sea arriesgado adentrarse en estas aguas —pero no menos que en cualquier otra actividad bursátil o mercantil tradicional—, debido a que uno de los factores que variabiliza sobremanera los negocios es el que aporta potencial al mercado de las opciones: la volatilidad.

Tanto en estrategias de cobertura —hedging, en inglés— como en las puramente especulativas, la presencia de volatilidad obliga a las primeras y nutre los precios de las segundas. Escohotado señala con todo acierto que los productos financieros derivados más modernos “se transforman en productos etéreos, cuya volatilidad resulta igual o superior a la volatilidad que corresponde por naturaleza a inversiones directas”8.

Por este motivo, en el libro abordaremos estrategias con opciones sin introducirnos en temas vinculados a productos de inversiones derivados o estructurados, menos aún securitizaciones o colateralizados. Todos atendibles —y seguramente rentables si son bien utilizados—, pero como toda novedad, suelen deparar algunas sorpresas que entendemos demasiado impactantes hasta para el carácter y desarrollo del mercado latinoamericano, en general, y del argentino, en particular. Todo manejo de riesgos crea nuevos riesgos, los cuales, en términos de derivados financieros, recién comienzan a salir a la luz. De estos, los más estudiados, tanto por su antigüedad —como hemos visto— como por su volumen, son las opciones, riesgos que creemos aceptables, administrables y, por sobre todo, apetecibles a la hora de establecer la archifamosa relación riesgo-retorno.

La gestión en el mercado de opciones es, sin duda, una gestión del riesgo, pero contamos con ciertas herramientas que, sumadas a la pericia, nos permiten ganar en la partida. Entonces, herramental y pericia nacen —como casi todo lo que nace en el seno del capitalismo— de crisis, necesidad y adaptación, de la destrucción y construcción en términos de Joseph Schumpeter.

Así las cosas, tras la crisis del petróleo en la década del setenta, crecen en paralelo los motores con combustión económica, las energías alternativas y los productos financieros derivados que pueden proteger el futuro de c

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