Siete personajes en busca de un Toc Toc

Carlos Ulanovsky
Hugo Paredero

Fragmento

Toc Toc: Ver para encontrarse

por Carlos Ulanovsky

Vi cuatro veces esta obra: la primera, cuando se estrenó, en el 2011; la segunda, algún tiempo después, acompañando a alguien que no la había visto; la tercera para refrescar situaciones en el momento de iniciar el acopio de datos para el libro y la cuarta, tal vez la experiencia más curiosa, en el invierno de 2017, en un teatro precioso de Lomas de Zamora protagonizada por el elenco de gira. En cada ocasión me gustó, me reí bastante y todas las veces me despertó curiosidad e interrogantes. Por ejemplo: ¿Qué reveló esta obra de mí? O ¿por qué motivos a siete años y pico de su estreno sigue interesando a tanta gente?

A mí, entre risas y a favor del tono amigable, Toc Toc me legitimó en mi bien ganado título de neurótico, licenciado en manías, extravagancias y locuritas cotidianas varias. Este puede ser uno de los motivos por los que el público no se cansa de elegirla: el “ver para encontrarse” —una de las tantas promesas básicas del arte teatral— permite comparar y diferenciar, confrontar y medir. Viendo a cada personaje, uno ya no tendrá necesidad de que alguien le diga: Sos Alfredo, Sos Camilo, Sos Otto. Luego de presenciar una función de Toc Toc las similitudes pueden ser apabullantes.

Eso en lo que respecta a la pieza. Durante varios meses tuve la oportunidad de conocer y entrevistar, para este libro, a muchos de los que hicieron y todavía la hacen. En esos diálogos sentí que muchos de mis acercamientos teóricos al mundo del teatro, especialmente producto de ser un espectador asiduo, convencido y entusiasta, empezaron a convertirse en certezas prácticas, en evidencias sin maquillaje, en verdades de escenario y camarín. En este aspecto elijo las reiteradas alusiones al éxito y el fracaso; las poderosas razones de quienes permanecen en el elenco desde el principio y las no menos convincentes motivaciones de aquellos que, en pleno suceso, decidieron abandonarlo; el trabajo, en cada función, eso de renovar el pacto de celebración con los espectadores o con ellos mismos para no ser abrumados por el peso de miles de funciones; la sinceridad de la mayoría que admite haberse encontrado de casualidad con semejante suceso y que confirma que en este negocio nadie tiene la verdad revelada de antemano. Para todos con los que conversé —los que saludan desde el escenario y los que sin aparecer cumplen tareas esenciales— Toc Toc ha sido un antes y un después. Por eso digo: este libro respira teatro. Y muchas gracias al que me contó este cuentito que, a mí, me aclaró mucho de la condición humana. El payaso Garrick está postrado, casi moribundo. Angustiada, la hija se acerca, probablemente para despedirse. “Sé que estás atravesando un momento muy difícil, padre, quería acompañarte”. Garrick le toma una mano, la mira comprensivo, y genio y figura hasta (antes) de la sepultura le dice: “No, querida hija, no te equivoques. Mucho más difícil es hacer reír”.

Ahora, una mención a ciertas costumbres personales que no sé si dan para TOC, pero…

Si fuera Alfredo diría, como digo más de cuatro veces al día (al aire, a Racing, a nadie y a veces a alguien), lareputísimamadrequeloremilparió; de tener las características de Camilo revelaría que a lo largo del libro la expresión ‘toc toc’ aparece casi 250 veces; aunque no repita palabras, como Lili, a veces me dicen que soy bastante reiterativo; a pesar de no padecer nosofobia, como Blanca, después de viajar en colectivo o en subte me lavo las manos con agua y jabón aunque si hay alcohol, mejor; al contrario de Otto, no me molesta pisar rayas, pero en el orden de mis libros y papeles, utensilios de cocina y calzoncillos se advierte una esforzada apuesta por la simetría; y a pesar de no ser creyente a quien más me parezco es a María Auxiliadora: dos de tres veces que salgo de casa vuelvo porque algo me olvidé, casi siempre el celular. A la secretaria la invitaría a tomar un café para que me consiga un sobreturno con el doctor Cooper. Agradezco, entonces, doblemente: por haberme cruzado con personas que reflexionaron sobre su tarea y a quienes posibilitaron mi participación en este trabajo que me hizo crecer, como periodista, como observador de la realidad y de la ficción y como persona.

¡Marche una adrenalina completa!

por Hugo Paredero

Un día de 2017, cuando alguien compró su entrada y se convirtió en el espectador número 1.264.767, Toc Toc se transformaba en el fenómeno teatral argentino del último cuarto de siglo. ¿Quién habrá sido aquel espectador, o espectadora, que con su adquisición arrebató el cetro al fenómeno Brujas? ¿Cómo se llamará, dónde vivirá el causante de convertir a Toc Toc de obra teatral en fenómeno parateatral? Precisamente porque hay fenómeno hubo libro. El notición fenomenal me encantó cuando lo leí. No por anti Brujas sino a favor de Toc Toc, que nació angelada el 7 de enero de 2011; sin estrellas convocantes en su elenco, una promoción modesta, pero con una convocatoria fenomenal desde la primera noche. Como si la gente hubiera tenido hambre atrasada de Toc Toc. ¡Se puso en marcha un boca a boca desbocado! El boca a boca es una institución popular teatral, obviamente sagrada y sin fines de lucro, que tanto puede funcionar poco y nada en unas obras, como generar adrenalina sin parar haciendo éxitos y exitazos de varias temporadas en otras. Emociona que esa adrenalina sea generada por la multiplicación de espectadores felices. Pero después de dos, tres, cuatro años de éxito, la adrenalina se les acaba aun a los teatristas más guapos. Será lógico que así sea, y a brindar por lo que fue. En cambio, a Toc Toc —la ilógica, la más guapa— la adrenalina generada entre actores y espectadores se acrecienta con los años. El diccionario no miente: incrementa la frecuencia cardíaca, contrae los vasos sanguíneos, dilata los conductos de aire, todo eso y más produce la adrenalina liberada que nos alborota la vida. Da vértigo, pero cómo frenarla cuando ya nos poseyó: sea manteniendo una relación teatral desde la butaca, una sexual en la cama (o donde corresponda), una caída del cielo. ¡Otro fenómeno la adrenalina! Antes, cuando el mundo era chico, lo fenómeno era parte del cotidiano: te veo fenómeno, me va fenómeno, la pasamos fenómeno, circulaban frases de una vida fenomenal… Después, con el tiempo, esas pulsiones se espaciarían y el fenómeno en su otra acepción, la monstruosa, invadiría nuestro vivir. ¡Viva Toc Toc también po

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