Deconstruir el populismo

Fabio José Quetglas

Fragmento

Deconstruir el populismo

Prólogo

por Graciela Fernández Meijide

La particular situación alcanzada por la Argentina ha dado material para muchas y buenas reflexiones. Sin embargo, es difícil encontrar que en un mismo texto se conjuguen la síntesis de un aprendizaje político y profesional, la crítica a las instituciones tal y como han llegado a ser hoy y una visión enriquecedora de alternativas para el país.

Este libro de Fabio Quetglas, a pesar de su título, no es solo un posicionamiento frente al populismo, sino que es un verdadero manifiesto, una carta de intención de un político en actividad y responsabilidades, que pretende interpelar al lector invitándolo a transitar el camino de la complejidad.

No elude ninguna de las grandes restricciones nacionales, desde nuestras limitaciones al diálogo hasta la falta de moneda, desde el decepcionante desempeño de la administración pública hasta la macrocefalia territorial. Por eso mismo, estamos ante un texto profundo que es al mismo tiempo ameno. Que nos lleva por todos y cada uno de los temas que explican y fundamentan nuestras desalentadoras noticias de cada día.

Con todo, y a pesar de las minuciosas descripciones de las trampas del fracaso, Quetglas es optimista. No se trata de un optimismo impostado, sino del que nace de la confianza en su propuesta. El libro mira en el pasado reciente, transita el presente difícil y sobre el cierre no renuncia al futuro, como visión, proyecto y mandato.

Desde esa mirada destacan sus propuestas de reformas territoriales, el particular lugar asignado a la empresarialidad y el sentido contemporáneo de sus ofertas en materia de bioeconomía y economía del conocimiento en general.

Con los pies en la crisis de hoy, Fabio Quetglas se aferra a recrear la política como propuesta, factor de movilización personal y generadora de sentido.

Para quienes hemos transitado tantos años de vida pública, la lectura de libros que superen la crítica quejosa, se comprometan con valores, renuncien a la trivialidad, es siempre una buena noticia.

Estamos frente al desafío de leer un texto humano, sencillo y sentido de alguien para quien las ideas y las prácticas deben combinarse con coherencia. Que sistemáticamente repite como un mantra que la política, si no es causa, es apenas burocracia.

Este libro es una carta de presentación de muchas buenas propuestas que nos desafían a trabajar en ellas.

Deconstruir el populismo

Agradecimientos

Al final del camino la memoria nos acaricia el hombro. ¿Cómo empezó todo? ¿Quiénes estuvieron allí? ¿Quiénes hicieron posible la tarea?

En mi caso, es sencillo. Con su estímulo, su crítica aguda, su contención permanente, siempre es Verónica, mi esposa, mi amor, a quien le debo un “gracias” enorme por ayudarme a dar lo mejor de mí.

También a Juan y Eva, mis hijos, que me colman de cariño, y a mi mamá Camila, exigente y constante.

A mis amigos: Carlos Merhstedt, por su afecto y su consejo permanente; Male Iraizoz, que me acompaña en mis erráticos caminos literarios; Gonzalo Berra y el Pana Álvarez, por compartir el sueño de un país mejor cuando seamos 50M; la barra de Sarmiento: Fernando Tascon y Anita Gómez, Julito Hormaechea, Claudio Augugliaro, Jorge Giacobbe, Consuelo Bilbao, Gustavo Stancanelli, Claudina González, Virginia Vassel, Manu Font, Kevin Lehman.

A los que ya no están, pero dejaron encendida en mi alma la llama del sentido responsable de la política y del valor de entregarse a una causa pública que valiera la pena: mi tío Jaime Medardo Quetglas, el Gallego Castelao, los “gordos” Alejandro Castro Almeyra y Manfredo Clemente, y muy especialmente mi suegro, Enrique Vassel, una persona extraordinaria que hizo de la actividad política un apostolado de servicio.

A Rubén Reznik, enojado con el país, porque lo ama.

A quienes veo poco, pero siempre están: Gerardo Pardo, Guille Sacchero, Sergio Domínguez, Marcelo D’jallad y mi cuñado, José Vassel.

A quienes me impulsan desinteresadamente en la vida política: Graciela Fernández Meijide, Jesús Rodríguez, Gustavo Grobo, Ernesto Sanz.

A mis primos, con quienes compartí mi infancia, personas sencillas que, pese al asedio de un contexto difícil (el Wilde de hoy no es el de la década de los sesenta), tienen el enorme mérito de cuidar con amor de nuestros mayores y no han perdido la virtud de disfrutar de lo cotidiano.

A los pibes de la Juventud Radical de la provincia de Buenos Aires, forjados en tiempos complicados, pero cuyo ejemplo de militancia y compromiso me conmueve. En sus rostros veo la vocación de cambio que necesitamos.

Todos son parte de este libro. A todos, gracias de corazón.

Deconstruir el populismo

50M
Introducción

Hace algunos años un grupo de amigos, con los que desde nuestra lejana adolescencia compartíamos conversaciones políticas, decidió “mover” la marca 50M. Gonzalo Berra jugaba un rol instigador. Nos impulsaba a que pensemos sobre ese país de 50M en el que podríamos ocupar lugares de responsabilidad en distintos ámbitos.

50M era un número que nos evocaba el futuro, pero no cualquier futuro, sino el que nos tocaría vivir y sobre el cual deberíamos incidir y en la medida de lo posible construir, adelantarnos, atrevernos a soñarlo. Se sucedieron algunos encuentros, presentaciones, debates compartidos, y como pasa tantas veces en la vida, la fuerza inicial se fue diluyendo en el contexto de nuestras obligaciones cotidianas.

Sin embargo, en mis conversaciones con Gonzalo, los 50M siempre permanecieron vigentes y constituían un punto de referencia de nuestros idas y vueltas, a veces más intensos, a veces más esporádicos.

Cuando el debate político se vuelve febril

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