Índice
Cubierta
Mal de escuela
I. EL BASURERO DE DJIBUTI
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
II. DEVENIR
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
III LO, O EL PRESENTE DE ENCARNACIÓN
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
IV. LO HAS HECHO ADREDE
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
V. MAXIMILIEN O EL CULPABLE IDEAL
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
VI. LO QUE QUIERE DECIR AMAR
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Agradecimientos
Notas
Biografía
Créditos
Acerca de Random House Mondadori
¡Para Minne, tanto!
A Fanchon Delfosse, Pierre Arènes, José Rivaux,
Philippe Bonneu, Ali Mehidi, Françoise Dousset y Nicole Harlé,
salvadores de alumnos si los hay.
Y a la memoria de Jean Rolin, que nunca se desesperó
ante el zoquete que yo era.
I
EL BASURERO DE DJIBUTI
Estadísticamente todo se explica, personalmente todo se complica.
1
Comencemos por el epílogo: mamá, casi centenaria, viendo una película sobre un autor al que conoce muy bien. Se ve al autor en su casa, en París, rodeado de sus libros, en su biblioteca que es también su despacho. La ventana da al patio de una escuela. Jolgorio de recreo. Se dice que durante un cuarto de siglo el autor ejerció el oficio de profesor y que eligió ese apartamento que da a dos patios de recreo como un ferroviario que se instalara, al jubilarse, junto a un apartadero. Luego se ve al autor en España, en Italia, discutiendo con sus traductores, bromeando con sus amigos venecianos y, en la altiplanicie del Vercors, caminando, solitario, entre la bruma de las alturas, hablando del oficio, de la lengua, del estilo, de la estructura novelística, de los personajes… Nuevo despacho que da, esta vez, al esplendor alpino. Las escenas están salpicadas de entrevistas con artistas a quienes el autor admira y que, a su vez, hablan de su propio trabajo: el cineasta y novelista Dai Sijie, el dibujante Sempé, el cantante Thomas Fersen, el pintor Jürg Kreienbühl.
Regreso a París: el autor sentado ante su ordenador, entre diccionarios esta vez. Siente pasión por ellos, dice. Por lo demás, y es el fin de la película, te enteras de que ha entrado ya en el diccionario, el Robert, en la letra P, con la denominación Pennac, que viene de su apellido completo Pennacchioni, Daniel como nombre de pila.
Mamá, pues, ve esa película en compañía de mi hermano Bernard, que la grabó para ella. La mira de punta a cabo, inmóvil en su sillón, con la mirada fija, sin decir palabra, mientras cae la noche.
Fin de la película.
Créditos.
Silencio.
Luego, volviéndose lentamente hacia Bernard, pregunta:
–¿Tú crees que lo logrará algún día?