La cautiva/ El matadero

Esteban Echeverría

Fragmento

Corporativa

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NOTA PRELIMINAR

En septiembre de 1837, en la ciudad de Buenos Aires, Esteban Echeverría, quien había sido el autor del primer volumen de poesía publicado en el Río de la Plata, dio a conocer su segundo libro. Se trataba de Rimas, en el que reunía algunos textos que habían salido en la prensa y que estaban encabezados por un poema narrativo largo: La cautiva. Unos meses antes, sus primeros cantos habían sido leídos en voz alta en el Salón Literario que funcionaba en la librería de Marcos Sastre y que nucleaba a los integrantes de la Generación del 37, de la que Echeverría sería uno de los líderes. Con esa lectura pública, La cautiva se convirtió en un texto fundacional: en él, los jóvenes románticos encontraron una historia que permitía ocupar simbólicamente el vacío adjudicado al territorio argentino, más estrictamente, a esa pampa inmensa que despertaba la imaginación. A modo de prólogo, Echeverría colocó una advertencia, en la que, además de sentar las bases de la poesía romántica, declaraba la importancia de extraer color local del llamado “desierto”, ya que ese era “nuestro más pingüe patrimonio”. Con la frase, que implícitamente hacía referencia tanto a la dimensión estética como a la económica, expresaba la mayor paradoja del Romanticismo rioplatense: una vez que las sucesivas campañas para desplazar la frontera interna hicieran que esas tierras les fueran apropiadas a sus habitantes originarios y que la autoproclamada civilización explotara económicamente las pampas, perderían su valor artístico. La literatura romántica se funda en buena medida en esa paradoja también fundacional.

Las Rimas, escritas en 1836 en un establecimiento rural de la zona oeste de la provincia de Buenos Aires perteneciente al hermano de Echeverría, fueron publicadas por la Imprenta Argentina con una promisoria tirada de mil ejemplares, que sin embargo no terminó de distribuirse ya que al año siguiente su autor iniciaría un destierro definitivo. Por lo mismo, y pese a este impacto inicial, no son tantos los libros que Echeverría dio a conocer a lo largo de su vida después de exiliarse en Montevideo por su oposición al gobierno.

Entre esos textos inéditos había muchos escritos en prosa, algunos de ellos aparentemente inconclusos. De todos, El matadero es el principal: igual que La cautiva, ha ocupado un lugar fundacional en la literatura argentina ya que con el tiempo sería considerado su primer relato de ficción, pero, a diferencia del poema, se trató de un lugar desplazado porque el texto se publicaría más de treinta años después de haber sido escrito. Fue encontrado entre los papeles póstumos por su amigo y albacea Juan María Gutiérrez, quien no logró identificar la fecha exacta de su redacción, si bien se cree que fue entre 1838 y 1839, justo antes del exilio de Echeverría. Cuando en 1870 Gutiérrez decidió la publicación de las obras completas, tarea que terminaría en 1874, incorporó El matadero en el último de los cinco volúmenes y lo presentó con una nota que buscaba orientar su lectura. En ella sostenía el “valor histórico” del texto, adjudicando las escenas narradas al registro de la realidad de su época; de ese modo, atenuaba la crudeza de ciertos cuadros al tiempo que subrayaba su función documental. Publicadas por la prestigiosa casa editora de Carlos Casavalle, las Obras completas de D. Esteban Echeverría no tuvieron, sin embargo, el éxito previsto. Habría que esperar que a los juicios positivos de sus pares se sumaran los intentos de organización de un canon nacional en las primeras décadas del siglo XX para que, por su temática inaugural, La cautiva y, por su potente registro realista, El matadero fueran releídos y recolocados en la historia de la literatura argentina.

ALEJANDRA LAERA

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