Historia del agro argentino

Jorge Gelman
Osvaldo Barsky

Fragmento

INTRODUCCIÓN
¿Para qué una historia del agro argentino?

En la historia de la humanidad, el campo, la producción agraria y la organización social que la sustentan han sido la base material de la civilización; al menos hasta hace un par de siglos, en que los procesos de revolución tecnológica, de industrialización y de urbanización han cambiado los ejes del desarrollo. En nuestro país esto no solo es verdad en lo que respecta a ese pasado, sino que hasta hoy el sector agropecuario constituye una parte central de la economía, y su evolución se ubica en el eje explicativo del fenomenal crecimiento económico que caracterizó al país hasta las primeras décadas del siglo XX.

Aunque desde hace tiempo el proceso de crecimiento urbano agolpó en las ciudades a la mayor parte de la población argentina, en el agro parecen estar ancladas las bases materiales y espirituales de esta nación que no encuentra el rumbo. Por un lado se producen allí los saldos exportables de una economía a la que le cuesta reencontrar el camino del crecimiento por la vía de la industrialización y del consumo interno, y buena parte de la sociedad parece creer de nuevo que solo aprovechando las ventajas comparativas que le brinda su sector rural puede salir del marasmo. A su vez, el campo parece ser el refugio de lo que algunos llaman el “ser nacional”, el espacio donde se buscaron las figuras clave de la “identidad nacional”. Al menos desde finales del siglo XIX, y junto al Martín Fierro, la figura del gaucho se convirtió en emblema del argentino (aunque esta cuestión es materia de disputa con Uruguay y el sur de Brasil), y a ella se le adjudicaron características distintivas, hasta el punto de que palabras como “gauchada” o “gauchito” pasaron a tener un significado inequívoco para la población. Aunque el propio concepto de gaucho tiene una historia —no siempre identificable con las virtudes del habitante del campo argentino—, ha pasado a la historia y a la cultura nacional como un personaje atemporal y distintivo, único.

A pesar de la importancia que el agro tiene en la economía argentina y también en la conformación de su cultura —o al menos en el imaginario de la cultura nacional—, son pocos los intentos que se han hecho para estudiar su evolución en el largo plazo. Hay por supuesto muchas interpretaciones que tienen al campo como nudo explicativo de diversos fenómenos, ya sea de la evolución económica, de las estructuras sociales o aun de los sistemas políticos. Una de las más tempranas y famosas es la realizada por Sarmiento en Facundo, donde atribuye al campo la conformación de una cultura peculiar que resume en el concepto de “barbarie”, de donde deriva también la constitución de los liderazgos caudillistas que estigmatiza. Para él y su generación se trataba de cambiar radicalmente los rasgos de ese mundo rural atrasado, bárbaro, inculto, que promovía la vagancia y el despotismo. Solo sobre la base de la inmigración europea, de la importación de capitales, de técnicas y culturas, del cambio de las relaciones sociales y de la educación sistemática se podía salir de ese estado de cosas.

La historia que se escribió más adelante de alguna manera hizo suyo el diagnóstico de la generación romántica y se creyó que la nación creada desde 1852-62 era realmente nueva y dejaba en el cajón de los recuerdos el pasado. Recién cuando las cosas empezaron a marchar mal, en los tiempos más recientes, se pensó que quizá los elementos de otrora tenían alguna importancia, y valía la pena ir un poco hacia atrás para entender la historia menos exitosa del presente.

No han faltado, entonces, los intentos de reflexionar sobre el pasado agrario argentino, pero éstos han sido parciales y necesitan ser revisados. Uno de los primeros ensayos más o menos generales ha sido el de Miguel Ángel Cárcano, quien en su Evolución histórica del régimen de la tierra pública, 1810-1917, abarca el período que sigue a la Revolución de Mayo hasta la fecha de escritura del ensayo, en 1917, y constituye una guía valiosa a la hora de evaluar las formas legales de acceso a la tierra pública. Sin embargo, el límite temporal —que parece detener el interés hacia atrás en el momento en que supone empieza la historia nacional—, así como el eje temático situado en los aspectos legales vinculados con la tenencia de la tierra, no permiten considerarla como una verdadera historia agraria. Por otra parte ha habido intentos de analizar la conformación del sector definido como la burguesía terrateniente o la elite terrateniente, tales como el libro de Jacinto Oddone La burguesía terrateniente argentina, publicado en 1930, y luego algunas historias agrarias regionales, como el irregular libro de Romain Gaignard La pampa argentina. Ocupación, poblamiento, explotación, de la conquista a la crisis mundial (1550-1930), publicado recién en 1989 (aunque fue escrito en los 70), que se refiere al conjunto de la región pampeana. Sin duda uno de los intentos más serios de ofrecer un panorama general de la historia agraria argentina en la larga duración es el libro de Horacio Giberti Historia económica de la ganadería argentina, publicado por primera vez en 1954, con edición revisada y corregida en 1961. Esta obra está centrada en la ganadería, como indica su título, pero dedica algo de atención al sector agrícola, que inevitablemente acompaña al ganadero. Sin embargo, este esfuerzo es problemáticamente parcial, y además, desde la fecha de su redacción hasta hoy se ha avanzado enormemente en el estudio de diversos aspectos de la historia agraria argentina, en algunos casos cambiando radicalmente las visiones presentadas en esas u otras obras clásicas sobre el tema.

Por lo tanto nos pareció que había llegado el momento de intentar construir una síntesis sobre el desarrollo agrario del territorio argentino en el largo plazo, como un elemento central para pensar la evolución más general del país, así como los problemas de su presente, aprovechando la oportunidad que representaba el lanzamiento de esta colección.

Este trabajo comienza en aquellos estadios remotos que podrían considerarse como los inicios de la historia rural del territorio de la Argentina y abarca hasta el presente, aunque no haya sido posible prestar la misma atención a la historia más antigua y a la más reciente, en la que se detiene con mayor detalle. Se inicia con el análisis del poblamiento del territorio y las distintas modalidades de utilización de los recursos que desarrollaron los diversos grupos indígenas que lo habitaron desde hace más de 10.000 años atrás. Se detiene sobre todo en los grupos que poblaban la región en el momento previo a la llegada de los europeos, hacia 1500, describiendo y analizando desde aquellos que basaban su subsistencia en la caza, la pesca y la recolección hasta los que habían desarrollado la agricultura, la cría de animales y construido incluso notables sistemas de riego artificial, de almacenamiento de alimentos, etc.

Los europeos se imponen, no sin dificultades, sobre una parte de este mosaico de culturas y sistemas económicos diversos, dando origen a un nuevo entramado que

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