Historia de las clases populares en Argentina 1

Gabriel Di Meglio

Fragmento

Introducción

Este libro cuenta la historia de las clases populares en el territorio que hoy ocupa la República Argentina, desde el arribo de los primeros españoles en 1516 hasta el surgimiento de la “Argentina Moderna” hacia el año 1880. Es la historia de la gente común, la que formaba la base de la pirámide social, de aquellos cuyo recuerdo se ha perdido o es difícil de recuperar, de quienes no tienen calles que lleven sus nombres.

El término “clases populares” que se usa aquí para denominarlos es arbitrario y un poco impreciso, como cualquier categoría que se utilice para definir conjuntos sociales. Pero en esa vaguedad hay una ventaja: permite reunir a una serie de grupos que se caracterizaron por su heterogeneidad. El libro abarca un período muy largo, de más de tres siglos y medio, en el que hubo muchos cambios. Y se ocupa de un espacio grande y diverso, en el que había grupos populares diferentes (y no una sola clase popular).

Mientras el poder económico, social y político estaba en manos de las elites, quienes pertenecían al variado “mundo popular” tenían pocas formas de decidir e influir en la dirección de sus destinos. Lo que los unificaba, lo que los reunía en un mismo conjunto, era su relación con esas otras clases que marcaban cuáles eran las líneas divisorias de la sociedad; su subalternidad respecto de las elites las hacía clases populares. Por esa importancia de lo relacional aquí se habla de “clases” —más allá de las dificultades para definir a cada una de ellas si se las analiza por separado y en profundidad— y no de “sectores populares”. Sus experiencias vitales estaban marcadas por la fragilidad: opresión, pobreza, discriminación, eran elementos clave de su existencia. Pero en esa situación predominantemente adversa las clases populares encontraron formas de actuar y contribuir a moldear de algún modo su realidad.

¿Quiénes pertenecían a las clases populares? Eso estuvo determinado por diferentes factores, que variaron ligeramente de acuerdo al lugar y fueron cambiando a medida que pasaba el tiempo, como se irá explicando a lo largo de los capítulos. Lo que se puede adelantar a nivel general es que eran los no considerados “blancos” —que en la etapa colonial eran incluso jurídicamente inferiores—, la gran mayoría de los pobres, buena parte de quienes trabajaban en tareas manuales para vivir y los que no tenían ocupaciones definidas; también quienes no gozaban de respetabilidad social, las personas que eran dependientes de otras y las que no accedían a ningún tipo de educación. El límite entre las clases populares y los grupos intermedios de la sociedad no es sencillo de marcar y variaba de acuerdo al momento y el espacio. Un esclavo, un habitante común de cualquier “pueblo de indios”, una vendedora ambulante o lavandera de una ciudad, una tejedora campesina o un peón son todos fácilmente identificables con el mundo popular. Pero en el caso de un pequeño productor rural o de un artesano, por ejemplo, depende de otros factores, como su nivel de riqueza, si eran o no analfabetos y el grado de respetabilidad local que tenían, lo cual variaba de lugar en lugar.

Este libro narra, entonces, la historia de grupos diferentes: los indígenas que fueron sometidos por los españoles y los que resistieron a ultranza esa conquista, los que integraron pueblos de indios y los que fueron parte de reducciones religiosas, los mestizos, pardos y blancos pobres, los esclavos y los morenos que obtuvieron su libertad, los plebeyos urbanos, los pequeños productores rurales (los “campesinos”), los gauchos, los artesanos, los peones, los arrieros, los soldados, las mujeres trabajadoras, los mendigos y otros miembros del universo popular. Se ocupa, en suma, de lo que durante buena parte del período considerado se llamó el “bajo pueblo”. Éste es el sentido de “popular” que aquí se adopta.

Originariamente el trabajo fue pensado como un libro en coautoría: mientras yo me ocupaba del período anterior a 1880, Ezequiel Adamovsky tomaba el que va desde entonces hasta 2003. Finalmente el proyecto se extendió mucho y la obra fue dividida en dos libros independientes. Pero el plan original dejó su marca: de ahí proviene la decisión de incluir en este volumen la historia de los grupos indígenas que en el Chaco, en la Pampa y en la Patagonia conservaron su independencia hasta la ofensiva del Estado Argentino entre 1879 y 1885. A partir de entonces, muchos de los vencidos pasaron a integrar las clases populares, pero pocos lo hicieron antes de esas fechas, cuando pertenecían a otras sociedades. De todos modos acordamos incorporarlos por la gran conexión que tenían con los hispano-criollos desde tiempos coloniales y también para entender el origen de una parte de las clases populares en el período posterior a 1880, que ahora quedó en el otro libro.

Otra impronta del plan inicial es la proyección del actual mapa argentino hacia atrás, a una época en la que Argentina no era ni siquiera un proyecto. Por eso, lugares que hoy no forman parte del país pero son fundamentales para entender aspectos de la historia popular aparecen en la narración en ciertos momentos y luego no vuelven a ser mencionados: es por ejemplo el caso de la Banda Oriental (hoy Uruguay) a fines del siglo XVIII y durante la Guerra de Independencia. En cambio, en todo el libro son considerados los espacios que hoy integran la Argentina, aunque su presencia varía de acuerdo al tema y a la información de la que se dispone sobre ellos. Por ejemplo, las provincias de San Juan y San Luis no son muy aludidas porque es poco lo que hay escrito sobre sus clases populares en esta época; por el contrario, Buenos Aires aparece mucho, tanto por el peso que tuvo como por la gran cantidad de análisis históricos que ha recibido. Aun así, el libro hace un esfuerzo por abarcar enteramente el territorio “nacional” y contar la historia de todas sus clases populares. Hay períodos que ocupan más páginas que otros, ya sea porque hubo más acontecimientos con protagonismo popular o porque hay más investigaciones sobre ellos (o por las dos cosas). Algunas cuestiones tratadas, como las políticas y militares, eran predominantemente masculinas, con lo cual los hombres ocupan más lugar en el libro que las mujeres, pero también ellas son parte importante del relato.

El material con el que se escribió este libro está constituido por una gran cantidad de textos historiográficos, algunos muy recientes (sólo una parte de lo que expongo sobre la ciudad de Buenos Aires en la primera mitad del siglo XIX es fruto de investigaciones mías). Entre la bibliografía consultada hay obras que se han ocupado de los indígenas que fueron sometidos al dominio español, que han estudiado a los que se mantuvieron independientes de ese dominio, que han analizado a los esclavos y a los afrodescendientes, que han tenido como objeto a los trabajadores rurales y también están las que han trabajado sobre la familia o sobre distintos aspectos de la cultura popular. Es una producción amplia, pero los cruces entre unos y otros estudios han sido escasos. El campo específico de “historia popular” en Argentina es entonces pequeño y por eso casi no existen miradas parciales sobre este tema. La información utilizada aquí ha sido tomada de libros, artículos y capítulos que en ciertas ocasiones se ocupan directamente de lo popular y en otras lo hacen indirectamente, en escritos que tienen otra preocupación principal. También de ellos se han tomado los ejemplos y las citas

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