Ser soldado en las guerras de independencia

Alejandro Rabinovich

Fragmento

Introducción

Gracias a la educación escolar, cuando los argentinos pensamos en la Guerra de la Independencia pensamos ante todo en San Martín cruzando los Andes, en Belgrano izando la bandera en Rosario, en Brown dirigiendo la escuadra. Es una guerra de generales y almirantes, hecha de grandes gestos y de discursos memorables, que implica y reproduce una cierta imagen del poder, de la política y de la historia. En este registro, la tropa no aparece más que en contadísimos episodios coreografiados, clásicos, salvados para la posteridad por su valor edificante. Cabral en San Lorenzo, el negro Falucho en el Callao, no mucho más. La narración recoge exclusivamente sus últimos momentos, su muerte heroica y abnegada, como si los soldados rasos no fuesen buenos sino para morir, y ya que de morir se trata, morir contentos. Este libro, en cambio, se interesa por cómo vivieron esos soldados. Cómo comieron, cómo durmieron, cómo lucharon, con la idea de que al reconstruir ese espacio de vida que fueron los ejércitos revolucionarios podamos tal vez recuperar una parte del sentido con el que una generación se sacrificó entera en los campos de batalla. Así, del cuartel a la pulpería y del campamento al frente de combate, al filo del análisis los verdaderos protagonistas de la guerra irán apareciendo de cuerpo entero. Con ellos irá emergiendo también una perspectiva diferente de la gesta nacida con la Revolución de Mayo, aquella que terminó dando origen a lo que es hoy la República Argentina.

Algunas precisiones sobre el objeto y el alcance de este libro

El libro que el lector tiene entre sus manos no es una historia de la Guerra de la Independencia ni un estudio sobre el Ejército Argentino. Es una exploración de las experiencias de guerra vividas por una parte muy significativa de la población rioplatense durante los primeros años independientes. Es por eso que en vez de seguir un orden cronológico hemos adoptado una organización por capítulos bastante particular: bajo el título de un verbo en infinitivo cada apartado reúne un conjunto de prácticas características del modo de vida de los soldados. En cada uno de estos capítulos cortos abordaremos entonces una porción de la vida militar de la época, en aquello que tenía de rutinario y de cotidiano como en aquello que tenía de más extraordinario. Como en un mosaico, el estudio de los reglamentos, de la tecnología y los materiales, de la táctica y de la estrategia, así como decenas de historias particulares de soldados con nombre y apellido, delineará paulatinamente una visión general de un mundo convulsionado por la revolución y la guerra.

Para cumplir este objetivo, aparte de recurrir a la historiografía académica, el trabajo se nutre de dos tipos de fuentes principales: por un lado, un corpus de memorias de combatientes (oficiales y soldados) que narran con todo detalle, semanas o años después de vividos, los acontecimientos de los que participaron durante la guerra. Por otro lado, recurriremos constantemente al archivo, en particular a las solicitudes y a los sumarios militares. En estos documentos, los soldados rasos tienen por única vez la oportunidad de presentar su palabra ante el Estado, al ser acusados de un crimen o servir de testigos en un proceso. Palabra mediada, calculada, cautiva, que trata de salvar la vida frente al pelotón de fusilamiento, pero palabra al fin que rompe el silencio de los sectores populares en el archivo y abre un mundo previsible y sin embargo desconocido. Previsible porque aparecen allí algunos lugares comunes de la tradición y de la literatura gauchesca: la guitarreada alrededor del fogón, la partida de taba, el duelo a cuchillo en la puerta de la pulpería. Pero desconocido porque ahora los protagonistas son de carne y hueso, el aguardiente marea, los hombres se asustan y corren, las muchachas pueden ser feas, las cuchilladas duelen y la gente putea con expresiones a veces tan cercanas a las del día de hoy.

En estos relatos, los soldados, milicianos y civiles que protagonizaron las campañas de la independencia nos brindan una visión de la guerra desde abajo y en primera persona. Sus testimonios, escritos muchas veces casi bajo fuego, son poderosos por su crudeza, su inmediatez, su simplicidad. En ellos, el oropel de la guerra se desvanece y el lector la percibe tal como es, a la vez estúpida y gloriosa, miserable e injusta pero emocionante. A través de esos textos, el lector conoce a un conjunto de rioplatenses ignotos que se presentan como lo que son: hombres y mujeres ordinarios embarcados en circunstancias completamente extraordinarias, cada uno con un cuerpo al que alimentar, cada uno con un pago y una madre y una casa, cada uno dotado de personalidad y voluntad individual, tratando de sobrevivir en una situación muy complicada. Para resguardar la manera particular en la que estos actores se expresaban, hemos mantenido la ortografía original de la mayor parte de las citas manuscritas. Esto demandará al lector un cierto acostumbramiento a la grafía de la época, pero creemos que la experiencia terminará siendo satisfactoria.

En ciertos puntos se notará que la apuesta de este libro coincide con el enfoque de la llamada “historia de la vida privada” o “historia de la vida cotidiana”, que indaga las condiciones materiales y los parámetros culturales de la existencia diaria de determinados actores del pasado. Pero nuestro objetivo excede el conocer mejor la vida cotidiana de los cuarteles y campamentos. Partimos de la idea de que la militarización de la sociedad y la experiencia de la guerra, llevadas más allá de una cierta duración y una cierta intensidad, generan efectos muy profundos y duraderos en los modos de sociabilidad de una población dada. La vivencia personal del combate, el recurso sistemático a la violencia, la desarticulación progresiva de los medios pacíficos de subsistencia o la concepción extremadamente jerárquica del poder y de la autoridad, son elementos propios al estado de guerra que generan un objeto de estudio específico cada vez mejor delimitado tanto por historiadores como por antropólogos. Estos nuevos estudios de la guerra producen un tipo de conocimiento indispensable para entender las condiciones sociales, políticas y culturales de la violencia extrema y, por ende, las vías posibles de mantenimiento y construcción de la paz.

Por último, convendría que el lector tenga presente que este libro no considera la experiencia de la totalidad del universo de combatientes de la Guerra de la Independencia rioplatense, sino sólo la de una fracción del mismo. Por un lado —y por una cuestión básicamente de unidad del archivo— este libro no trata de los soldados realistas, que constituyen desde ya una parte insoslayable de esta historia y cuya línea demarcatoria con los soldados patriotas no deja de ser tenue y variable. Por otro lado —y por una cuestión que ya no es de unidad del archivo, sino de unidad del relato— este libro no se ocupa sino tangencialmente de los miles y miles de milicianos que jugaron un rol fundamental a

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