Seriemanía

Pablo Manzotti

Fragmento

Nunca la oferta de ficción en la televisión fue tan amplia y, a su vez, de tan alta calidad. Dentro de ese vasto segmento, el formato de las series de TV parece atravesar su mejor momento histórico.

La comunión entre la serialidad y la popularidad puede rastrearse hasta los orígenes mismos del folletín, las novelas por entregas y el entretenimiento lúdico ligado a historias con continuidad en el tiempo. Es extraño, pero nunca esa empatía con la vida ajena de los protagonistas de esas historias increíbles nos resultó algo tan cercano y tan distante a la vez. La producción de las series ha crecido no sólo en cantidad sino también en calidad y en el experimento del lenguaje audiovisual.

Cada vez más, escuchamos a los aficionados a las series compararlas con películas cuando se sorprenden y entusiasman con algún título actual. No es una expresión equivocada: ese crecimiento en el aspecto de la producción general del formato ofrece hoy una imagen que el espectador asocia al cine. La brecha con lo cinematográfico se achicó y hoy los elementos narrativos, las técnicas del cine para contar esas historias, llegaron para quedarse en la televisión.

¿Cuán diferentes son las aventuras en pos de la justicia de los Cuatro Magníficos de Brigada A en relación con las andanzas de los Lannister de Game of Thrones? Muy diferentes. Pero no sólo por la temática sino porque se ven diferentes, porque se cuentan diferentes. Hoy la TV vive una de sus épocas doradas. Y el eje de ese esplendor parece ser otorgado por las series.

Este libro no es una enciclopedia acerca de las series de TV. Sería imposible y un trabajo de varios años compilar la totalidad de la oferta en esta materia con un acercamiento a cada uno de los títulos que se presentan. No, esta obra pretende ser un primer acercamiento para aquellos que se inician en la pasión por las series. Un disparador para que descubran ese nuevo título, se guíen con alguna recomendación específica o decidan iniciar la mirada a esa temporada que tanto les recomendó el amigo fanático. Para los que siguen de cerca la vida de las series, para aquellos que prolongan ese placer en la búsqueda de datos en Internet y que dejan sus opiniones en las redes sociales, éste es un trabajo para que debatan con él y confronten sus ideas, su mirada acerca de este fascinante fenómeno.

En la primera parte de este libro, se plantea una teoría acerca de la historia y el desarrollo del formato. Una hipótesis que trata de explicar cómo y bajo cuáles títulos representativos de las últimas décadas se llega a este presente consagratorio. En una segunda parte contenida en el cuerpo central, se encuentran diferentes capítulos que abordan el análisis de distintas series, títulos actuales que representan la amplia gama de temáticas y formas de producción. Finalmente, para la última parte, queda un glosario con términos, conceptos que aparecen repetidamente en el universo propio de las series de televisión.

Experimentos en los ochenta y la serie que fue ruptura

Los senderos del cine y la TV comenzaron a cruzarse hace décadas. Ya en los años cincuenta, época decisiva para la consolidación de la ficción en TV en los Estados Unidos, se inició el acercamiento entre el nuevo medio televisivo y el concepto de producción de Hollywood. De hecho, los grandes estudios intentaron desde el inicio mismo del tema y con los live dramas (ficciones en vivo) reproducir el modelo de Hollywood en escala menor. A mediados de la década, el director de cine Alfred Hitchcock llevó adelante en sociedad con CBS un show que lo tuvo como protagonista excluyente, el Alfred Hitchcock Presenta. Se trataba de pequeñas historias unitarias, basadas en relatos cortos clásicos, que el realizador introducía con particular ironía. Algunos episodios de cada temporada eran, a su vez, dirigidos por él.

El programa fue de avanzada ya que suponía la llegada a la televisión de un director de altísimo prestigio como Hitchcock. Él mismo se encargó de “probar” los límites del nuevo lenguaje con algunos experimentos con la cámara televisiva. También fue el espacio para que jóvenes actores mostraran su talento en la pantalla chica antes de dar el salto al mundo del cine (que por entonces tenía mayor prestigio). Habitualmente, en décadas anteriores, esto sucedía con el género B (cine de género de bajo presupuesto) que por entonces se encontraba en retirada luego del esplendor de los años treinta y cuarenta. El pacto entre el cine y la TV ya se había consolidado, y la historia se iba abriendo paso.

Otros ejemplos de cruces y acercamientos entre el cine y la TV se dieron en la década de 1980 con emprendimientos de directores de cine de la “nueva generación”. Con los Cuentos Asombrosos (Amazing Stories, 1985-1987) de Steven Spielberg a la cabeza, los directores que habían marcado un nuevo rumbo en el cine en los setenta recalaban en la televisión. Esa serie se concibió a la luz del amor de Spielberg por la ficción televisiva y en particular por La Dimensión Desconocida (The Twi­light Zone, 1959-1964). Esa serie, creada por Rod Serling, un hombre que ya había dejado su marca en la TV y la radio principalmente como guionista, reflejaba, a partir de historias asombrosas, temas coyunturales ligados al género, el racismo, la guerra y otras cuestiones sociales. Fue muy influyente y, al igual que el Alfred Hitchcock Presenta, su creador introducía al televidente en relatos unitarios, levemente unidos por la temática similar. En Cuentos Asombrosos Steven Spielberg, a través de su productora Amblin Entertainment, resucitó el concepto de aquel programa y convocó a diferentes directores de cine renombrados como Martin Scorsese o Clint Eastwood para que dirigieran algunos episodios. El resultado fue dispar en calidad pero mostró las posibilidades crecientes de la televisión para absorber las formas narrativas del cine. ­Steven Spielberg ya había manifestado cinematográfi­camente su amor por La Dimensión Desconocida unos años antes, con La Dimensión Desconoci­da: la Película (The Twilight Zone: The Movie, 1983), un film en el que colegas como Joe Dante, George Miller, John Landis, todos de la famosa generación cinéfila del setenta, se le unieron para contar cuatro historias fantásticas, unidas por el concepto de la serie. La bajada de esa idea a la televisión fueron los Cuentos Asombrosos, sin lugar a dudas.

De los más de 250 episodios de Alfred Hitchcock Presenta, el director inglés dirigió unos veinte. Dentro de ésos, recomendamos:

“Breakdown”: Fue el primer episodio que el mismo Hitchcock dirigió para TV, pero resultó tan moderno y vanguardista que lo emitieron varios meses después del inicio de la serie. Un soberbio hombre de negocios sufre un accidente y queda inmóvil mientras contempla desesperadamente cómo lo toman por muerto. El director inglés utilizó el relato, la voz en off, para experimentar en el plano y

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