De La Pampa a los Estados Unidos

René Favaloro

Fragmento

INTRODUCCIÓN

Debo confesar que si bien la medicina fue vocación en mí desde siempre, el viajar a los Estados Unidos para perfeccionarme en una tarea específica no sólo fue un sueño sino también una decisión profunda. No me resultó fácil dejar mi país, pero sentía íntimamente la necesidad de buscar nuevos horizontes. Siempre imaginé que al regresar contribuiría con mi aporte a la comunidad, sobreponiéndome a todo tipo de dificultades.

Espero que las páginas de este libro puedan ser útiles para la formación de las próximas generaciones, pues aquí intento reflejar las vivencias, las ansiedades y el esfuerzo cotidiano que realicé en esos años. En los capítulos siguientes usted podrá enterarse del desarrollo de una etapa importante en el conocimiento y el tratamiento quirúrgicos, particularmente de la causa más frecuente de morbimortalidad de nuestro tiempo: la arterioesclerosis coronaria. A pesar de haber tratado de utilizar un lenguaje adecuado que se escapa la mayoría de las veces de lo técnico, entiendo que es necesario refrescar la anatomía del corazón y su irrigación para facilitar la comprensión del mensaje que he pretendido transmitir.

El corazón es un músculo (un pedazo de carne, suelo decirles a mis pacientes) cuya función es, mediante sus contracciones, impulsar la sangre a las cañerías que componen el sistema vascular.

Si se analiza con detención la Figura 1 (es necesario hacerlo) se observa que la sangre regresa al corazón, a través del sistema venoso, a la aurícula derecha. La vena cava inferior transporta la que corresponde a la mayoría de nuestro organismo y la vena cava superior fundamentalmente la que proviene de la cabeza, el cuello y las extremidades superiores. Desde la aurícula derecha, pasando por la válvula tricúspide, la sangre llena el ventrículo derecho, que al contraerse la impulsa a la arteria pulmonar y a ambos pulmones. Aquí vuelve a oxigenarse a través de la delicada pared de los alvéolos pulmonares, y pierde su color azulado para recobrar su color rojizo.

Retoma al corazón después de recorrer pequeñísimos vasos comunicantes —los capilares— por las venas pulmonares. Así llega a la aurícula izquierda —media y posterior, nos corregiría Galli, nuestro profesor de anatomía, con justificada razón, pues allí se halla ubicada, entre los dos pulmones—. Por la válvula mitral llega al ventrículo izquierdo, de paredes musculares gruesas, pues debe contraerse con intensidad para que la sangre inunde, a través de la aorta y sus ramas, nuestro organismo en su totalidad llevando los alimentos —principalmente oxígeno— que las células requieren para cumplir con las diversas funciones que tienen establecidas.

Como dijimos anteriormente, el corazón está compuesto fundamentalmente por un músculo que posee particularidades propias, ya que no tiene descanso. Debe trabajar noche y día para mantenernos vivos, de ahí que sus requerimientos nutricionales sean mayores; basta recordar por ejemplo que es el órgano que más oxigeno extrae de la sangre que recibe de las arterias coronarias.

Al observar la Figura 2 vemos que las arterias coronarias son dos: derecha e izquierda. Ambas tienen su origen en la primera porción de la aorta ascendente. La coronaria derecha después de su nacimiento transcurre en la cara anterior, en el surco ubicado entre la aurícula derecha y el ventrículo derecho, para dirigirse a la cara posterior o diafragmática, dividiéndose en varias ramas. Irriga preferentemente la aurícula derecha, el ventrículo derecho y parte del tabique interventricular cuando es de gran tamaño, lo que denominamos coronaria derecha dominante; llega hasta el ventrículo izquierdo en su porción diafragmática o posterior.

La coronaria izquierda se origina en la pared posterointerna de la aorta, pasando por detrás de la arteria pulmonar. Prontamente su tronco principal se divide en dos ramas: a) la arteria descendente anterior que transcurre en el surco que delimita los dos ventrículos. A través de sus ramas alimenta la cara anterolateral del ventrículo izquierdo, el tabique interventricular y parte de la cara anterior del ventrículo derecho. Es la rama más importante de toda la circulación coronaria; b) la arteria circunfleja, que transcurre en el surco que se encuentra entre la aurícula izquierda y el ventrículo izquierdo. Distribuye su sangre, a través de sus ramas, a la aurícula izquierda y a la cara lateral y diafragmática del ventrículo izquierdo. Cuando la arteria coronaria izquierda es de gran tamaño (arteria dominante) a través de sus ramas irriga parte del ventrículo derecho.

Como se puede observar, las arterias coronarias se asemejan a dos árboles con sus troncos —principalmente la coronaria izquierda— y sus ramas grandes y pequeñas que distribuyen la sangre necesaria para el funcionamiento correcto del corazón. La arteria coronaria izquierda es la más importante, pues irriga principalmente el ventrículo izquierdo, la cavidad responsable de impulsar la sangre en el territorio arterial, de ahí que la oclusión de la misma en su tronco principal es incompatible con la vida, salvo casos excepcionales en los cuales, a través de pequeños vasos comunicantes —circulación colateral—, la arteria coronaria derecha suplementa adecuadamente las ramas de la coronaria izquierda.

Cinecoronarioangiografía

El corazón, las arterias, las venas, la sangre, no se ven, digámoslo así, a través de los rayos X. Si se observa una radiografía de tórax, en el centro, entre ambos pulmones, sólo alcanza a divisarse una mancha blanquecina y uniforme de bordes precisos que abarca el corazón y los grandes vasos arteriales, sin poder individualizar ninguna estructura en particular. Ahora bien, si inyectamos alguna sustancia que al mezclarse con la sangre la hace detectable a los rayos X (opaca a los rayos X, decimos los médicos), podemos ver todo el aparato cardiovascular, ya que visualizándose el contenido se observa el continente. Por ejemplo, si la sangre del ventrículo izquierdo es la opacificada podemos ver y analizar sus contracciones y su configuración.

Sólo necesitamos, además de la sustancia de contraste, catéteres (pequeñas y delicadas sondas huecas) que introducidos en el árbol arterial a través del brazo (arteria humeral) o desde la ingle (arteria femoral) puedan desplazarse, dependiendo de la localización del extremo distal, en el territorio a examinarse al inyectar manualmente o con aparatos especiales la sustancia de contraste.

Lo que faltaba era desarrollar los equipos de filmación adecuados para documentar y estudiar los resultados, tarea en la cual el doctor Mason Sones con paciencia y total dedicación cumplió un rol fundamental. La cineangiografía se desarrolló casi en su totalidad en el subsuelo de la Cleveland Clinic, donde Mason pasó la mayor parte de su vida. En 1958 —ya veremos más adelante— fue el primero en visualizar las coronarias con la ayuda de catéteres especiales diseñados por él, cuyos extremos, mediante maniobras delicadas, se colocan directamente dentro de aquéllas. Así nació la cinecoronarioangiografía, que se fue perfeccionando a través del tiempo y nos permite en nuestros días analizar en detalle la distribución de la circulación coronaria in vivo (Figura 3).

Es indudable que este método revolucionó los conocimientos de la arterioesclerosis coronaria. La lectura de las películas permite detectar con precisión la localización y

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos