Abel Carlevaro. Un nuevo mundo en la guitarra

Alfredo Escande

Fragmento

Índice
  • Portada
  • Índice
  • Dedicatoria
  • Agradecimientos
  • Introducción
  • Primera parte (1916 - 1936)
    • Capítulo 1
    • Capítulo 2
  • Segunda parte (1937 - 1947)
    • Capítulo 3
    • Capítulo 4
    • Capítulo 5
  • Tercera parte (1948 - 1950)
    • Capítulo 6
    • Capítulo 7
    • Capítulo 8
  • Cuarta parte (1951 - 1963)
    • Capítulo 9
    • Capítulo 10
  • Quinta parte (1964 - 1973)
    • Capítulo 11
    • Capítulo 12
    • Capítulo 13
  • Sexta parte (1974 - 2001)
    • Capítulo 14
    • Capítulo 15
    • Capítulo 16
  • Séptima parte
    • Capítulo 17
    • Capítulo 18
  • Apéndice 1
  • Apéndice 2
  • Apéndice 3
  • Bibliografía
  • Sobre el autor
  • Créditos
  • Grupo Santillana

Dedico este trabajo a mis hijos,

Virginia, Carlos y Lucía, que llevan música en el alma

y son el futuro ya vigente.

Y, con gratitud imperecedera:

a Carlos Escande y Laura Saldaña, mis padres,

que me legaron, él, el apego a la razón y el placer de enseñar;

ella, el amor por la música y la literatura

y, además, pusieron una guitarra en mis manos;

a Juan Carlos Risso,

que me hizo amar la guitarra

y me impulsó a estudiar con Abel Carlevaro;

a la memoria de Abel Carlevaro,

que me mostró un nuevo mundo en la guitarra

y me enseñó a pensarla.

Abel Carlevaro en su habitual actitud docente.

Fotografía tomada por Susana Simon en Winterthur, Suiza, mayo de 1997.

Agradecimientos

Este libro no hubiese sido posible sin los múltiples y generosos apoyos espirituales, aportes documentales, testimonios y enriquecedoras críticas, que recibí en forma incondicional y desinteresada en el transcurso de los dos años de trabajo que insumió su preparación. Agradezco infinitamente a todos quienes de un modo u otro me ayudaron, pues a ellos se debe lo que de positivo haya llegado a plasmarse en mi labor, así como los libero explícitamente de cualquier responsabilidad en fallas y carencias, sólo atribuibles a la mía propia. En primer lugar, mi reconocimiento a Beatriz Font, mi esposa, paciente escucha de mis cavilaciones e inmediata lectora de cada capítulo, siempre dispuesta a facilitar un entorno favorable a mi trabajo, y a mis hermanos Ana, Jorge y Carlos, insustituible aliento afectivo. Mi querido amigo Ruben Seroussi, alma gemela en tantos aspectos, me estimuló desde el primer momento, me aportó sagaces observaciones e inteligente lectura crítica “en tiempo real”, pese a la distancia y las diferencias horarias, y enriqueció muchas de estas páginas con su generosa sabiduría musical y artística.

Quiero destacar, además, mi particular agradecimiento a la señora Vani Leal de Carlevaro, que me confió el archivo personal del Maestro, permitiéndome ordenarlo, y haciendo posible esta investigación. Héctor Carlevaro Torres, César y Blanca Amaro Carlevaro me aportaron valiosísima información y documentación familiar, así como Eduardo Irisarri, amigo cercano de Abel Carlevaro. Mi amiga Puri Collado, voluntariosa y diligente en ayudarme con su acceso a material documental en España, también es acreedora a mi gratitud, al igual que el resto de los guitarristas amigos que me han dado su colaboración desde distintas partes del mundo: Patrick Zeoli, Oliver Primus, Janez Gregoric, Eduardo Fernández, Néstor Ausqui, Magdalena Gimeno, José Luis Merlin, Daniel Wolff, Michel Sadanowsky, Henrique Pinto, Marcelo Fernandes, Edelton Gloeden, Renato Bellucci, Isabella Abbonizio, Horacio Ceballos, Juan Fernando Olaya, Lucila Saab, Eduardo Baranzano, Enrique Massonnier, Julio Vallejo.

Agradezco también, en forma especial, a la profesora Matilde Sena —quien fue discípula y amiga de Carlevaro—, que me brindó sus relatos e invalorables escritos originales sobre las primeras actividades pedagógicas de nuestro maestro, y al musicólogo y compositor Coriún Aharonián, que me proporcionó un texto suyo para ser incluido en el segundo capítulo. También al editor argentino Roberto Barry, a Edward Marshall, de Estados Unidos, que me transmitió su testimonio sobre la primera visita de nuestro guitarrista a Europa, al doctor Héctor Bello y a Ricardo Barruti, quienes me hicieron conocer materiales por ellos recopilados acerca de la relación de Carlevaro con los guitarristas populares, y a la señora Sofía Puig Madriguera (hija uruguaya de Paquita Madriguera, quien fue esposa de Andrés Segovia), que me concedió una amable entrevista y me dio información sobre la vida del maestro español en Montevideo. Finalmente, agradezco a mis compañeros del Colegio Juan Zorrilla de San Martín (en particular al director Mario Bengoa y a Roger Geymonat) por los importantes apoyos prestados y puentes tendidos, y muy especialmente a Nélida Ro

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