La isla de las sorpresas (Mila & Luna 12)

Prunella Bat

Fragmento

cap-1

imagen

imagen—… Y entonces el Pvíncipe Azul le dijo a Cenicienta: «Amov mío, ¿quieves casavte conmigo?». Y ella vespondió: «Ni lo sueñes. Ayev mismo fivmé un FABULOSO contvato pava anunciav los Cvystal Shoes - Zapatos de Ensueño, y de todas fovmas no me casavía NUNCA con un paleto vestido de azulito de pies a cabeza. ¿Es que no sabes que este año está de moda el movado eléctvico?». Después subió a la limusina de ocho puevtas de su hada madvina y…

—Alberta, ¿por qué no dejas en paz a Lily Rose? A estas horas ya tendría que estar durmiendo —la interrumpió Luna, entrando en la pequeña habitación de color blanco y verde de su hermanita con Mila, su mejor amiga, cuyos rizos pelirrojos brillaban en la penumbra.

La mofletuda hámster rubia platino, encaramada en el borde de la cuna de mimbre adornada con lazos verdes, replicó ofendida:

—Sí, lo sé, pevo, como no tenía ganas de dovmiv, he apvovechado pava contavle un cuento INSTVUCTIVO. Has sido tú la que me has dicho que con los vecién nacidos cuanto más se hable mejov.

—¡Gugú! —aprobó Lily Rose desde la cuna.

Luna se dio la vuelta para mirar a Mila que, a sus espaldas, había dejado escapar una risita.

—¡Entre los cuentos «instructivos» de Alberta, la abuela Endora que se pasa todo el tiempo diciendo «cuchi, cuchi, cuchi» y papá que la llama «pichurrina mía», la verdad es que no sé si mi hermana saldrá muy normal! —dijo la joven hada más poderosa de Old Town, alzando los ojos al cielo.

Mila, una joven bruja cuyos poderes no tenían nada que envidiar a los de su amiga, la miró divertida y comentó:

—No te preocupes, Luna. Es siempre así cuando en casa hay un bebé. Pero ¿por qué no intentamos que se duerma antes de que Alberta le dé un curso sobre «cómo llegar a ser modelo en ocho días»?

imagen

La hámster le lanzó una mirada fulminante y bajó de la cuna usando uno de los lazos mientras farfullaba:

—¿Y qué tendvía de malo? Lily tiene la edad justa pava empezav a hacev pvoyectos… ¡Yo a los tves meses tenía ya las ideas CLAVÍSIMAS sobve mi futuvo!

—¿Tenías proyectado ya ganar el campeonato regional de Engulle & Devora zampándote diez paquetes de palomitas en veinte segundos? —preguntó alegremente Mila.

Alberta, de pie sobre la cabeza de un enorme oso de peluche, estaba a punto de replicar, irritada, pero Luna la detuvo al vuelo con el encantamiento congelador que Mila y ella habían aprendido unos días antes.

Después de recibir una rociada de centellas mágicas, la hámster se quedó tan inmóvil como una estatua, con los brazos en jarras y la boca abierta.

—¡Por fin un poco de silencio! Es la hora de la nana, Lily Rose —susurró después el hada, extendiendo una mano. De sus dedos salió una miríada de puntitos luminosos que formaron un remolino sobre la cuna y lentamente fueron tomando la forma de una amapola de la que salió un enjambre de abejas aterciopeladas. La flor giraba suavemente y las abejas volaban alrededor de los pétalos entonando con su zumbido una cancioncilla dulce e hipnótica…

Luna se acercó a la cuna y sonrió:

—¡Se ha dormido! Este truco funciona siempre.

Mila también se acercó, agachándose para mirar a la niña, que dormía con los puños cerrados. El parecido con Luna era extraordinario: el mismo color canela de la piel, las mismas pestañas largas, el mismo pelo de un negro azabache casi azul, aunque el de la hermana mayor era largo y liso, mientras que en la cabeza de la recién nacida crecía solo un pequeño mechón.

imagen

«¡Es una ricura!», observó Mila, usando la «voz» mental para no molestar a la pequeña.

Sabía lo mucho que Luna quería una hermanita y estaba contentísima por ella. Las dos formaban parte del Círculo de hadas y brujas que protegía y guiaba a la Gente mágica de Old Town, y las muchas aventuras que habían vivido juntas las habían convertido en algo más que amigas: ¡ahora les bastaba una mirada para entenderse!

De la cabeza del oso salió un ahogado:

—¡UMF, UMF, UMF! ¡UMMMFFF!

El efecto del encantamiento estaba desapareciendo y Luna se apresuró a coger a la hámster y salir disparada fuera de la habitación con Mila, antes de que los previsibles gritos de Alberta despertaran a Lily Rose.

—¿Se ha dormido? —preguntó Eglantina Plum, la madre de Luna, que estaba cortando un retal de seda rosa encima de una mesa atestada de telas y diseños para la próxima colección.

Desde que había nacido su segunda hija, hacía tres meses, a menudo trabajaba en casa en lugar de hacerlo en su boutique taller, La Regina Mab, donde confeccionaba y vendía sus creaciones.

—Sí, pero no gracias a ella —dijo Luna, depositando en la mesa a la hámster, que al verse finalmente libre lanzó un chillido aterrador.

—¡Nadie me ha tvatado así en mi vida! ¡Es una infamia, un vil ultivaje… o sea, ultvatvaje… En fin, un ASCO! ¡Basta, pvesento mi dimisión como hámstev de la familia Plum!

imagen

Eglantina levantó la cabeza de su diseño (un maravilloso vestido de encaje que parecía hecho con grandes margaritas cosidas entre sí) y la miró con curiosidad antes de decir:

—¿En serio? Entonces me imagino que no podrás hacer compañía a Mila y Luna mientras exploran la Cámara del Tesoro. Porque, ¿sabes?, antes de emprender uno de sus viajes, Endora me ha entregado esto.

Y en la palma de su delicada mano morena se materializó una vieja llave de latón labrado que despedía un resplandor dorado.

cap-2

imagen

Organizar un mercadillo para recaudar fondos destinados a la biblioteca era una antigua tradición de la escuela secundaria de Old Town.

Por eso en aquel período del año los chicos y las chicas se pasaban las tardes vaciando garajes y trasteros, buhardillas y sótanos, armarios y altillos.

Quienquiera que tuviera algo viejo de lo que quisiera deshacerse solo tenía que llamarles para poder decir por fin adiós al horroroso retrato de la tía abuela Clarabella, a la sopera verde idéntica a una alcachofa pocha, al elefante de porcelana rosa con una bombilla en la trompa…

imagen

Pero esta vez el señor Chalmers, el flemático profesor de historia que presidía el comité organizador, había reunido a los estudiantes en el gimnasio para anunciar: «Chicos, el año pasado los objetos en venta eran tan… ejem… escalofriantes que lo que recaudamos fue verdaderamen

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos