El gran lord (Crónicas del Mago Negro 3)

Trudi Canavan

Fragmento

Índice

Índice

Cubierta

Primera Parte

1. El mensaje

2. Las órdenes del Gran Lord

3. Viejos amigos, nuevos aliados

4. El siguiente paso

5. Especulación

6. El espía

7. La historia de Akkarin

8. La posibilidad de un delito

9. El ayudante de Akkarin

10. Un adversario inesperado

11. Conocimiento prohibido

12. El precio de guardar un secreto letal

13. La asesina

14. La testigo

15. Malas noticias

16. La Vista

17. La terrible realidad

18. El veredicto del Gremio

Segunda Parte

19. Una petición

20. El castigo del Gremio

21. Un camino peligroso

22. Un intercambio de opiniones

23. Espías

24. Secretos revelados

25. Un encuentro fortuito

26. El Paso del Sur

27. Un reencuentro imprevisto

28. Comienza la invasión

29. Un legado del pasado

30. Contener al enemigo

31. Preparativos para la guerra

32. Un obsequio

33. Llegan los ichanis

34. Empieza la caza

35. Atrapado

36. Un salvador inesperado

37. Visión fugaz del enemigo

38. Los magos negros

39. Nuevas responsabilidades

Epílogo

Guía de lord Dannyl para el argot de las barriadas

Glosario

Agradecimientos

Créditos

Acerca de Random House Mondadori

Portada
cover

Este libro está dedicado a mis amigos Yvonne y Paul.

Gracias por vuestra ayuda, sinceridad y paciencia,

así como por leer esta novela una, y otra, y otra vez...

Primera Parte

PRIMERA PARTE

1 El mensaje

1

El mensaje

En la antigua poesía kyraliana a la luna se la conoce como el Ojo. Cuando el Ojo está completamente abierto, su vigilia ahuyenta el mal, o lleva a la locura a aquellos que no obran bien bajo su mirada. Cuando está cerrado, y solo un fino arco blanco revela su letargo, el Ojo permite que las acciones ocultas, tanto nobles como perversas, pasen inadvertidas.

Cery alzó la vista hacia la luna, y una sonrisa socarrona se dibujó en sus labios. Esa fase del Ojo, en que quedaba reducido a una sutil curva, era la preferida de los amantes secretos, pero él no avanzaba a toda prisa entre las sombras de la ciudad para acudir a un encuentro amoroso. Sus intenciones eran más oscuras.

Sin embargo, no le resultaba fácil determinar si sus acciones serían nobles o perversas. Los hombres a quienes buscaba merecían lo que les iba a ocurrir, pero Cery sospechaba que la misión tenía un propósito más profundo que el de reducir el número de asesinatos que la ciudad estaba sufriendo en los últimos años. No lo sabía todo sobre aquel desagradable asunto —de eso estaba convencido—, pero con toda seguridad sabía más que nadie en la ciudad. Mientras caminaba, repasó mentalmente lo que sí sabía. Había averiguado que aquellos asesinatos no los cometía un solo hombre, sino varios. También había descubierto que todos ellos pertenecían a la misma raza: eran sachakanos. Y se había enterado de algo aún más importante: eran magos.

Hasta donde Cery sabía, no había sachakanos en el Gremio.

Si los ladrones tenían conocimiento de esto, se guardaban mucho de demostrarlo. Pensó en una reunión de ladrones a la que había asistido hacía dos años. Los líderes de las bandas de

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