La buena crianza en el siglo XXI

Annie De Acevedo

Fragmento

Diferentes maneras de enseñarles a los hijos a manejar la adversidad

Actualmente, es más importante que nunca enseñarles a nuestros hijos a manejar el estrés sostenido que genera la cotidianeidad. La presión a la que están sometidos incluye la presión escolar, el matoneo, las diferentes preocupaciones sobre la imagen física, la baja autoestima y demás factores. Añadiendo a esto, las cifras de ansiedad han aumentado considerablemente en la población infantil, ya que uno de cada tres niños maneja una alta ansiedad y uno de cada ocho jóvenes entre los cinco y los diecinueve años tiene algún tipo de desorden emocional diagnosticado, generalmente de un desorden depresivo. Este último se ha estado aumentando en un 48% desde el 2004.

Teniendo todas estas condiciones en cuenta, se vuelve muy importante enseñarle a nuestra población joven a manejar la adversidad y el estrés. Esto toma forma en el concepto de resiliencia, que se define como la habilidad para enfrentar una experiencia difícil y lograr salir de ella de manera exitosa. Esto se puede modelar, por lo que entre las diferentes técnicas que pueden usar los padres para desarrollar la resiliencia en sus hijos están las siguientes:

Es importante que cada hijo tenga tiempo individual y libre de distracciones. Este puede ser mientras el niño se baña, mientras toma algún alimento o realiza alguna actividad. La resiliencia se forma a través del establecimiento de relaciones interpersonales y la presencia de una relación de apoyo es clave para ser nutridos emocionalmente y para desarrollar fuerza psicológica. Aprenda a escuchar, hable de sus sentimientos y pregúntele al niño acerca de los suyos. Esto le permitirá desplegar un espacio y un vocabulario que le permita expresarse confiada y asertivamente.

Un buen sueño también es importante. La falta de sueño puede desencadenar problemas emocionales importantes como son la ansiedad y la depresión y tiene un efecto negativo en la memoria, en la concentración y en todas las funciones cognitivas. La manera más rápida para mejorar la falta de sueño es limitar el tiempo frente a una pantalla antes de acostarse. Estar sometido a la luz azul que emiten los aparatos digitales le dificulta al niño producir melatonina (la hormona del sueño). Por esto es importante evitar que esté frente a una pantalla aproximadamente 45 minutos antes de dormir. Así podrá lograr un sueño reparador, tan necesario para enfrentar exitosamente los distintos retos diarios.

El ejercicio también es una excelente actividad para liberar energía. El niño debe tener un espacio y un tiempo para hacer ejercicio de manera que pueda subir su estado anímico y resolver cualquier situación de estrés que tenga. Practicar deportes es vital no solo para el desarrollo físico sino también el emocional.

Enseñar a posponer las gratificaciones es otra manera de fortalecer el buen manejo de la adversidad. La resiliencia muestra que el niño no necesariamente debe hacer siempre lo que quiere y cuando quiere. La psicología nos enseña que las personas que son capaces de aceptar y posponer la gratificación son más felices y sanas. Es por esto que los niños necesitan aprender a posponer el placer y el refuerzo positivo. Todo no puede ni debe ser inmediato. Hay diferentes formas de enseñar la postergación de la gratificación como jugar juegos de mesa, aprender un instrumento musical, practicar un nuevo deporte y hasta ver una serie de televisión que transmitan media hora diaria. Todo esto debido a que estas actividades requieren del control de impulsos, de ser capaces de esperar los turnos pertinentes y de cierta flexibilidad mental.

Mantener una dieta buena y balanceada. Esto tiene un impacto significativo en la salud mental de todos por lo que se hace necesario enseñarles a los niños a comer de manera sana. De esta forma, se sentirá menos ansioso o depresivo. Es importante regular la ingesta de azúcar que los vuelve impulsivos, comiendo lo más sano posible, sin alimentos que tengan aditivos pues estos impactan de manera negativa la salud física y mental. La alimentación es otra forma de equilibrar lo emocional.

Enseñar la gratitud. Esta es otra variable que ayuda a posponer la gratificación y la mejor manera de enseñarla es a través del ejemplo. Exprese siempre sentimientos de gratitud a su hijo pues poco a poco va a aprender y lo va a imitar, agradeciendo lo bueno que le pase. También sirve realizar preguntas como: “¿Qué hizo alguien hoy que te hizo feliz?”, “¿Qué hiciste tú para hacer a feliz a alguien?” o “¿Ya diste las gracias hoy?”. Se trata de volverlos cada vez más conscientes de agradecer lo bueno y dejar de pensar tanto en lo negativo.

Permítale equivocarse. No lo rescate ni lo sobreproteja siempre. Por ejemplo, si es rechazado por algún motivo, haga una lluvia de ideas que le permita encontrar salidas del problema sin que usted tenga que solucionárselo. Déjelo que implemente, poco a poco, estrategias para enfrentar los problemas. Aquí será importante que su hijo sepa qué sentimientos lo acompañan al ser rechazado y que sea consciente de los sentimientos negativos para poder cambiar esto. Hoy en día, viviendo en medio de una pandemia, el manejo de los sentimientos, especialmente de los negativos, va a ser crucial. El niño debe entender cuál es el sentimiento prevalente cuando se siente mal. Es un sentimiento de desesperanza, incertidumbre, tristeza, etcétera. Solo el conocimiento del sentimiento le va a permitir a su hijo un buen manejo de este. Por ejemplo, ahora en esta pandemia, se ha vuelto más urgente hablar de sentimientos negativos como son el miedo, la incertidumbre, la duda y la ansiedad, y hacerle entender al niño cómo le impacta o se manifiesta en el cuerpo. Diligenciar cada emoción en la pandemia, dónde se sienten la ansiedad, la rabia, la duda y demás.

¿Cómo y cuándo hablar de sexo con los hijos?

Aunque este sea un tema difícil para los padres, hoy más que nunca es importante hablar con nuestros pequeños acerca de la sexualidad, especialmente antes de los once años. Esta urgencia obedece a la gran cantidad de material con contenido sexual poco o nada educativo e irresponsable al que pueden acceder los niños a través de las diferentes plataformas virtuales. Asimismo, es muy alta la probabilidad de que los niños se expongan a la pornografía desde muy temprano, poniendo una gran

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