Torres de Malory 5 - Quinto curso

Enid Blyton

Fragmento

Índice

Índice

1. ¡De vuelta a la escuela!

2. Más llegadas

3. A la hora de cenar

4. Noche y mañana

5. La señorita James tiene buenas noticias

6. Media hora al sol

7. Llega Gwendoline

8. Reunión a las cinco y media

9. La broma de los globos

10. En la sala comunitaria

11. Las semanas van pasando

12. Gwendoline Mary y Maureen

13. Un plan… y una pelea

14. El plan es un éxito

15. La reunión

16. El primer partido de Felicity

17. Mitad de trimestre

18. La dictadora

19. Las cartas anónimas

20. Pasan cosas

21. La broma de Mademoiselle

22. La función

1. ¡De vuelta a la escuela!

¡De vuelta a la escuela!

—¡Mira, Felicity! ¡Ahí está Torres de Malory! —exclamó Darrell—. ¡Siempre espero esta curva con ilusión! Desde aquí se disfruta de las primeras vistas de la escuela.

Felicity vio un imponente edificio de piedra gris y base cuadrada que se levantaba en lo alto de una colina, junto al mar. En cada extremo se elevaba una torre.

—La Torre Norte, la Torre Este, la Torre Sur y la Torre Oeste —dijo Felicity—. Me alegro de que nos alojemos en la Torre Norte: ¡tiene unas vistas al mar impresionantes! ¿Estás contenta de volver, Darrell?

—Sí, muchísimo. ¿Y tú? —le preguntó a su hermana, sin apartar la mirada del magnífico edificio que se elevaba en la distancia.

—Sí, también. Pero me pone triste tener que despedirme de mamá y papá, y de los perros, y del gato, y…

—¡Del petirrojo del jardín y las seis gallinas, y de los patos, y de los peces de colores del estanque e incluso de las hormigas de la terraza! —terminó Darrell soltando una carcajada—. No seas tan simplona, Felicity. Sabes perfectamente que en cuanto pongas los pies en Torres de Malory estarás encantada de haber vuelto.

—¡Sí, sí, ya lo sé! —reconoció Felicity—. Pero es un mundo muy distinto al de casa. Y no es fácil pasar de golpe del uno al otro.

—Escucha, lo único que puedo decirte es que tenemos mucha suerte de poder disfrutar de dos mundos tan maravillosos —repuso Darrell—. Nuestra casa… ¡y Torres de Malory! Mira, ¿quién va en ese coche?

Felicity se asomó a la ventana para verlo.

—Es June —dijo—. June… y Alicia, su prima.

Darrell soltó un bufido. No le caía nada bien esa June.

—Que no se te ocurra volver a tener tratos con esa descarada y maliciosa de June —le advirtió Darrell—. Ya sabes lo que te pasó el trimestre pasado. Será mejor que continúes siendo amiga de Susan.

—Es lo que pienso hacer —aseguró Felicity—. No hace falta que me digas esas cosas, Darrell. Ya no soy una novata. Este será mi segundo trimestre.

—¡Cuánto me gustaría estar en tu lugar! —suspiró Darrell—. No soporto pensar que cada curso que pasa estoy más cerca del día que tendré que dejar la escuela.

—Bueno, a mí me pasa lo mismo —dijo Felicity—. Solo que aún me quedan muchos cursos por delante y de momento no tengo que preocuparme demasiado. Oye, ¡tú vas a estar en quinto! ¿Te lo imaginas? ¡Eso ya son palabras mayores! ¡Y yo todavía en primero!

—Sí, las de primero sois como bebés para mí —dijo Darrell—. Es curioso… Cuando estaba en primer curso, las de quinto me parecían chicas tan mayores que ni siquiera me atrevía a dirigirles la palabra; y cuando alguna de ellas me hablaba, incluso me temblaban las piernas. ¡A ti no te sucede nada de eso, Felicity!

—Bueno, supongo que es porque eres mi hermana —opinó Felicity—. No me tiemblan las piernas solo porque te dirijas a mí… ¡Ni siquiera aunque fueras la responsable de quinto!

—¡Oh, no lo seré! —aseguró Darrell—. Ya tuve suficiente con serlo el trimestre pasado, cuando me nombraron responsable de cuarto. La verdad es que estos meses me gustaría relajarme y olvidarme de tantas obligaciones. Entre el cargo de responsable de cuarto y el examen del certificado escolar el curso pasado fue un poco movido.

—¡Pero lo aprobaste! —exclamó Felicity, orgullosa—. ¡Y con buena nota! ¿Sabes si lo pasaron todas las de tu clase?

—Gwen suspendió, y también Alicia. ¿Recuerdas que tuvo el sarampión en pleno examen? Y Connie, la hermana gemela de Ruth, tampoco aprobó. Con un poco de suerte se habrá quedado en cuarto. ¡Ahora Ruth podrá opinar por sí sola!

Las dos gemelas habían estado juntas el curso anterior, y Connie había conseguido irritar a sus compañeras en múltiples ocasiones: nunca dejaba que su hermana se expresara por sí misma, siempre respondía en su lugar, y cuidaba de Ruth como si tuviera dos años, aunque estaba a punto de cumplir los dieciséis. Ahora que Connie tenía que repetir cuarto, Ruth podría dejar de ser la sombra de su hermana y mostrar por fin su auténtica personalidad. Sería interesante ver esa transformación.

—Mira, ya hemos llegado: ¡esta es la verja de entrada! —dijo Felicity—. Mamá, ¡fíjate en Torres de Malory! ¿Verdad que es genial?

Su madre volvió la cabeza y dedicó una sonrisa a los rostros emocionados de sus hijas, que viajaban en el asiento de atrás.

—Sí, es genial, como decís vosotras —coincidió su madre.

—En realidad, ¡es chupi! —añadió el señor Rivers con las manos en el volante—. Es así como se dice, ¿verdad, Felicity? Creo que es la palabra que más has usado estas vacaciones.

Las dos hermanas se rieron.

—A las de primero todo les parece chupi —dijo Darrell dándoselas de adulta.

—¡Y las de quinto son unas estiradas! —exclamó Felicity, encantada de replicar.

Pero nadie la oyó porque el señor Rivers se detuvo a pocos pasos de la impresionante escalinata de la entrada, y, en un abrir y cerrar de ojos, se vieron rodeados de niñas alborotadas que salían de los coches y los autocares y corrían de un lado a otro. Las alumnas que habían hecho el viaje en tren aún estaban bajando de los autocares que las habían llevado a la escuela desde la estación, y entre los gritos, las risas y el sonido de las bocinas era imposible seguir una conversación.

—¡Darrell! —gritó alguien, acercando un rostro entusiasmado a la ventana—. ¡Genial! Sabía que no tardarías en llegar. Sally ya está por aquí.

El rostro desapareció, y otro ocupó su

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