México. La apertura al mundo. Tomo 3 (1880-1930)

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Fragmento

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Vista con el prisma de sus relaciones internacionales, la historia de México pasó por profundas transformaciones y conmociones en el medio siglo que cursó entre la Belle Époque y la crisis global del capitalismo abierta en 1929. Los cambios y alteraciones en el orden mundial fueron brindando oportunidades inéditas y planteando tanto problemas como desafíos a México en el comercio, las finanzas, la diplomacia, la geopolítica y la defensa. Bajo el impulso convergente de las fuerzas internas y externas que interactuaban, surgieron en esos años nuevas formas y mecanismos de relación y gestión del acontecer y situación internacional del país. Por un lado, alcanzó relieve, junto a la ya tradicional diplomacia bilateral, una diplomacia multilateral, principalmente en la participación en conferencias internacionales. Destaca, en segundo lugar, la ruptura de un ciclo casi secular de intromisiones e intervenciones extranjeras: aunque entre 1914 y 1917, durante la revolución, hubo momentos de incertidumbre frente a episodios de intervención, el peligro de una ocupación permanente fue alejado. Así, puede decirse que el proceso de afirmación de la soberanía, aunque mediando altibajos, experimentó una consolidación a lo largo del periodo. Superadas varias amenazas de intervención, pudo rendir frutos la estrategia persistente de los gobiernos mexicanos, desde 1916 en adelante, de sostener la debilitada soberanía no en acciones militares, sino en la negociación y defensa de un conjunto de principios doctrinarios. Los gobiernos mexicanos lograron con ello evitar la ocupación extranjera permanente, afianzando las doctrinas de no intervención en asuntos de política interna de Estados soberanos.

En las páginas siguientes se describen, de modo general, las relaciones internacionales de México, reconstruyéndolas, primero, mediante una aproximación cronológica para dibujar sus grandes líneas y dinámicas. En una segunda parte, se presenta un análisis de los parámetros porfirianos y revolucionarios de estas relaciones, distinguiendo tanto sus esferas de interacción más importantes —la político-diplomática, la económico-financiera, la ideológico-cultural y la militar— como las principales áreas o regiones de relación: Europa, Estados Unidos de América, América Latina. El centro de este estudio son las interacciones bilaterales, más que las multilaterales, debido a la aproximación sintética. Cabe destacar, sobre esta materia, una anotación historiográfica: en el último cuarto del siglo XX se han renovado y modificado las visiones e interpretaciones de la historia internacional mexicana, confrontando y matizando los análisis reduccionistas que examinaban las relaciones internacionales porfirianas tras la lente de la revolución. Por ello se presenta, a continuación, un relato histórico que integra tanto elementos descriptivos como analíticos e interpretativos de la historia internacional mexicana de este periodo, atendiendo la complejidad y diversidad de los procesos, la multiplicidad de variables y las controversias no sólo diplomáticas, sino también historiográficas.

 

 

Situación internacional

 

El acontecer mexicano coincidió con cambios profundos en el orden mundial. Durante la segunda mitad del siglo XIX, la expansión global del capitalismo propició el desarrollo de la competencia entre los imperialismos europeo y estadounidense, y mutaciones de orden político y geopolítico que modificaron el balance de poderes en Europa y en la región septentrional del continente americano. Apenas iniciado, el siglo XX trajo conflagraciones mundiales como la I Guerra Mundial, y movimientos anticapitalistas como la revolución en Rusia (1917), origen del primer Estado socialista del orbe, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1922. México experimentó en el periodo que estudiamos dos choques externos, como fueron la I Guerra Mundial (1914-1918) y la crisis capitalista de 1929, y una profunda convulsión, la revolución, desde 1910. Las relaciones internacionales mexicanas no tuvieron en este lapso un desarrollo lineal, sino, al contrario, una dinámica muy cambiante. Los asuntos diplomáticos y financieros fueron cruciales, incidiendo, en buena medida, como determinantes de los altibajos en las relaciones.

Al comienzo del periodo que consideramos, las relaciones internacionales mexicanas enfrentaban dificultades, que fueron superadas en una década, abriéndose una etapa de consolidación. Al contrario, el ciclo de guerra y revolución, particularmente su etapa armada desde 1914, aunado con el choque externo de la I Guerra Mundial, trajo dificultades, turbulencias y una dinámica de tensiones e interrupciones recurrentes en las relaciones con las potencias. Por oposición, una vez en curso la institucionalización del nuevo orden revolucionario y refundado el Estado, la crisis de 1929 encontró nuevamente al país en un proceso de paulatina recomposición de sus vínculos e inserción internacional. Así, desde esta perspectiva general, se identifican tres momentos principales en la historia internacional mexicana del periodo: una primera etapa de normalización y consolidación (1880-1910), una segunda de desmoronamiento y de diplomacia de guerra (1911-1919), y una de reconstrucción, signada por la paulatina resolución de las principales controversias surgidas de la guerra y revolución, y por la creciente recomposición de las conexiones internacionales (1920-1930). Estos tres momentos se estudian a continuación.

 

Consolidación en el ámbito internacional (1880-1910)

Porfirio Díaz llegó al poder con un panorama interno incierto, agravado por la negativa de reconocimiento a su gobierno por parte de Estados Unidos. Pero, desde 1877, las relaciones con las potencias se fueron normalizando. Factor importante fue el reconocimiento de su gobierno por el país vecino (en 1878), que abrió un ciclo de entendimiento con las otras dos potencias partícipes de la intervención francesa, España y Francia. El restablecimiento de relaciones con Gran Bretaña se demoró hasta 1884, por razones de orden financiero y no sólo diplomáticas.

Las relaciones diplomáticas con España y Francia se reanudaron en 1877 y 1880 respectivamente. Pero la cuestión de la deuda pública impagada y no reconocida, así como las reclamaciones de los tenedores de bonos de la deuda inglesa, española y francesa («les petits bleus» o «maximilianitos», emitidos durante la aventura imperial de Maximiliano), junto con las diversas reclamaciones de ciudadanos europeos, bloqueaban todavía para 1880 no sólo el pleno restablecimiento de las relaciones con las potencias europeas, sino también el acceso fluido a los mercados de capitales euro-atlánticos. Los gobiernos mexicanos sostenían, desde la época de Benito Juárez, que la participación de estas potencias en la Intervención había nulificado las convenciones y tratados previos, y que éstas debían tomar

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