El lado B de las emociones

Eduardo Calixto

Fragmento

El lado B de las emociones

A manera de prólogo

Las emociones nos acompañan todos los días de nuestra vida, están presentes en cada instante, no es posible vivir alejado de ellas. Sin emociones no seríamos la especie ni los humanos que somos. Expresar el amor es tan necesario como comer o dormir; la condición de empatía es necesaria en nuestra salud mental, el cerebro humano necesita la compañía de otros. Cuidar a nuestros genes en la siguiente generación, a través de nuestros hijos, se convierte en un eje que promueve cierto tipo de conductas, modifica otras y las que tenemos. Cuando las emociones no son canalizadas adecuadamente pueden tomarnos por sorpresa y expresarse en situaciones y espacios no apropiados que probablemente nos generen molestias o propician conductas que nada tienen que ver con el momento en que se generaron.

Muchas de nuestras conductas cotidianas están arraigadas en diversas emociones que no siempre son recientes. La gran mayoría vienen de un aprendizaje, incluso antiguo, y a veces no sabemos por qué existen en nuestra vida ¿Qué me hace enojar?, ¿por qué lloramos con algunos estímulos?, ¿por qué asocio dolor y desagrado o tristeza con recuerdos? La gran mayoría de los seres humanos convertimos rápidamente nuestra frustración en tristeza y el enojo en agresión, la angustia se combina con la depresión. Este es el inicio de algunos trastornos de la personalidad y al mismo tiempo la clave de la terapia psicológica que ayuda a darnos una explicación sobre el origen de los conflictos personales. Tenemos emociones que generan dolor moral, favorecen la frustración, calman la angustia o nos vuelven adictos a repetirlas.

El proceso emotivo tiene un detonante consciente, pero su mantenimiento puede estar inmerso en la actividad de un sistema de neuronas que nos hace ignorar el origen o cambiar el detonante. El sistema nervioso simpático y parasimpático (ambos conocidos como el sistema nervioso autónomo) pueden prolongar la emoción por más tiempo, desensibilizarnos o llevarnos al otro extremo en el cual todo es una posible amenaza, provocar una conducta agresiva y disfuncional. Estas condiciones son el origen de la aparición de muchos signos y síntomas de la respuesta de nuestro cuerpo que comúnmente no solemos ver cuando una emoción nos atrapa, por ejemplo: taquicardia, resequedad de la boca, dilatación de las pupilas, la sudoración permanente, incremento de los niveles de glucosa en la sangre, temblor en las manos o en las piernas, modificar la manera y el tono de cómo hablamos o la velocidad con la que estamos pensando. Ese es el lado B de las emociones, que a veces es necesario detectar. Hacerlo consciente y trabajarlo en la terapia psicológica, tenerlo presente para nuestra salud mental.

Las emociones detonan muchas de nuestras funciones cognitivas, de nuestra memoria y expresión de nuestras decisiones, sabemos que las personas que no canalizan adecuadamente sus emociones pueden tener una tasa de mortalidad entre un 15 a 20% mayor respecto a las personas que dan cabida suelta a su emoción; es decir, quienes manifiestan sus emociones son capaces de cambiar y adaptarse mejor a las condiciones de la vida, lo cual permite disminuir la posibilidad de muerte por infarto o enfermedades crónico degenerativas.

El cerebro es el órgano en donde se inician las emociones, en donde viven, en donde están los recuerdos, en donde se fortalecen y se proyectan las decisiones. Las emociones no nacen, las vamos haciendo a lo largo de nuestra vida a través de aprendizajes y procesos cognitivos que nos van transformando. En nuestro rostro se manifiesta, en menos de 1 segundo, la emoción que procesa el cerebro.

No hay un circuito específico de la tristeza, de la angustia, la felicidad o el enojo, sin embargo, hay muchos grupos neuronales que se activan de acuerdo con la manera como hemos interpretado el factor emotivo, de tal manera que muchas emociones activan varias áreas cerebrales en común. Cada vez que nos enojamos, disfrutamos un momento o estamos tristes, el cerebro pone atención de manera selectiva durante unos instantes. Por eso muchos de los eventos a veces son confusos, los vamos editando a nuestra opinión o conveniencia. Esto es el origen de los flashbacks en nuestros recuerdos, es el origen de nuestros sesgos cognitivos o la causa de somatizaciones diversas, como el dolor de cabeza, el dolor abdominal o la tristeza crónica.

Es un hecho que nuestras emociones son una interacción dinámica entre los genes, nuestra biología y nuestro entorno; cada uno de nosotros vamos haciendo asociaciones aprendidas. El cerebro humano es el producto de una evolución de más de 200 millones de años, de esos, 53 millones son a partir de la evolución de los primates.

Las emociones son importantes para nuestra salud, para nuestra supervivencia, para nuestra adaptación, pero también para individualizarnos y eventualmente adaptarnos mejor a condiciones sociales. Las emociones comienzan con cambios moleculares que eventualmente modifican las conexiones neuronales y esto implica que el cerebro organice e interfiera, decida poner o no atención a lo que da origen a nuestros detonantes de emoción.

El cerebro humano puede identificar una carcajada o una lágrima de manera inmediata, en menos de dos segundos. Tenemos neuronas especializadas que nos proyectan la emoción reflejada en los ojos de la persona que tenemos enfrente; a su vez, se espera que el otro perciba la nuestra al mismo tiempo. Así, con cada emoción aprendemos, valoramos y también sensibilizamos.

El cerebro otorga más atención a los detonantes negativos de la vida (una grosería, un malentendido, un grito, un chisme). Es decir que, en lugar de ver o analizar las cosas que nos suceden a diario como en realidad son, un 74% del tiempo nos forzamos por verlas como queremos que sean o hubieran sido.

Este libro, El lado B de las emociones, es sólo un pequeño esbozo de lo mucho que nos sucede y cómo nos afectan estas actividades neuronales conocidas como alegría, miedo, tristeza, ira, asco, etc. De lo que no nos explicamos y dejamos irresuelto. Del origen de circunstancias que a veces, al hacerlas conscientes o entender su causa, pueden ayudarnos a comprender, entendernos mejor y así sufrir menos. Es importante saber que no es incorrecto o malo sentir cualquier emoción, que por su naturaleza nos autolimitan, pero si perduran mucho tiempo, ellas se apropian de nuestra lógica y congruencia, nos atan al pasado, interfieren en el ahora y son capaces de cambiar el cómo vemos nuestro futuro.

El lado B de las emociones

Parte 1

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