En unidad con la vida

Eckhart Tolle

Fragmento

En unidad con la vida

Pensar no es más que un minúsculo aspecto de la totalidad de la consciencia, de la totalidad de lo que usted es.

Lo que está surgiendo ahora no es un sistema de creencias, una nueva religión, una ideología espiritual o una mitología. Estamos llegando al final, no solo de las mitologías sino también de las ideologías y los sistemas de creencias. El cambio llega a una profundidad mayor que el contenido de la mente, a más profundidad que los pensamientos. De hecho, en el corazón de la nueva consciencia subyace trascender el pensamiento, la habilidad nueva de elevarse por encima del pensamiento, de percibir una dimensión en su interior que es infinitamente más vasta que el pensamiento.

Entonces, usted ya no deriva su identidad, su sentido de quién es, de la corriente incesante del pensamiento que en la antigua consciencia consideraba que era su propio ser. Qué liberación darse cuenta de que “la voz de mi cabeza” no es lo que yo soy.

¿Quién soy yo entonces? El que ve eso. La consciencia que es anterior al pensamiento, el espacio en el cual ocurre el pensamiento, o la emoción o percepción sensorial.

La causa primaria de la infelicidad no es nunca la situación, sino sus pensamientos sobre ella.

Sea consciente de los pensamientos que está pensando. Sepárelos de la situación, que es siempre neutra, que es siempre como es. Allí está la situación o el hecho y aquí están mis pensamientos sobre ello. En vez de inventar historias, quédese en los hechos. Por ejemplo, “Estoy arruinado” es una historia. Lo limita y le impide actuar con eficacia. “Me quedan cincuenta centavos en la cuenta” es un hecho. Enfrentar los hechos siempre fortalece. Ser consciente de que lo que piensa, en gran medida, produce las emociones que usted siente. Vea la relación entre su pensamiento y sus emociones. Más que ser sus pensamientos y sus emociones, sea la consciencia que está más allá de ellos.

“La sabiduría de este mundo es pura tontería para Dios”, dice la Biblia.1 ¿Cuál es la sabiduría de este mundo? El movimiento del pensamiento y el significado que se define exclusivamente por el pensamiento.

Pensar aísla una situación o un evento y lo llama bueno o malo, como si tuviera una existencia separada. A través de la excesiva confianza en el pensamiento la realidad se vuelve fragmentada. Esta fragmentación es una ilusión, pero parece muy real mientras usted esté atrapado en ella. Y, sin embargo, el universo es un todo indivisible en el cual todo está interconectado, en el cual nada existe de manera aislada. La más profunda interconexión de todas las cosas y eventos implica que los niveles mentales de “bueno” y “malo” son ilusorios en última instancia. Implican siempre una perspectiva limitada y por lo tanto son verdaderos solo relativa y temporalmente.

No hay acontecimientos al azar, ni eventos o cosas que existan por y para sí mismos, aisladamente. Los átomos que constituyen su cuerpo fueron forjados en algún momento en las estrellas y las causas del más pequeño suceso son prácticamente infinitas y están relacionadas con el todo de maneras incomprensibles.

Si usted quisiera seguir el rastro a la causa de cualquier suceso, tendría que remontarse hasta el comienzo de la creación. El cosmos no es caótico. La misma palabra cosmos significa orden. Pero este no es un orden que la mente humana pueda comprender nunca, aunque a veces puede tener atisbos de él.

Cuando penetramos en un bosque que no ha sido transformado por el hombre, nuestra mente pensante ve solo desorden y caos en torno a nosotros. No puede siquiera diferenciar entre vida (bien) y muerte (mal) ya que por todas partes la nueva vida surge de la materia en pudrición y decadencia. Solo si somos suficientemente silenciosos interiormente y el ruido del pensamiento disminuye podemos llegar a hacernos conscientes de que hay ahí una armonía oculta, una sacralidad, un orden superior en el cual todo tiene su lugar perfecto y no podría ser diferente de lo que es como es.

La mente está más cómoda en un parque con jardines porque ha sido planeado por medio del pensamiento; no ha crecido orgánicamente. Hay aquí un orden que la mente puede entender. En el bosque, hay un orden incomprensible que para la mente parece caos. Está más allá de las categorías mentales de bueno y malo. No puede entenderlo por medio del pensamiento, pero puede sentirlo cuando suelta el pensamiento, se queda quieto, alerta y no trata de entender o explicar. Solo entonces usted puede ser consciente de la sacralidad del bosque. En cuanto siente esta armonía oculta, esta sacralidad, se da cuenta de que no está separado de ella; y cuando se da cuenta de eso, se convierte en un participante consciente de ella. De esta forma, la naturaleza puede ayudarlo a realinearse con la totalidad de la vida.

Esta es la realidad de la mayoría de la gente: en cuanto se percibe algo, el ser fantasma, el ego, le da nombre, lo interpreta, lo compara con otra cosa, le agrada o le desagrada, o dice que es bueno o malo. La gente está aprisionada en formas de pensamiento, en la consciencia del objeto.

Uno no despierta espiritualmente hasta que cesa el nombrar compulsivo e inconsciente o, por lo menos, hasta que se hace consciente de él y así es capaz de observarlo a medida que ocurre. Es a través de este constante nombrar, como el ego permanece fijo como la mente no observada. En cuanto cesa, e incluso cuando usted se hace consciente de él, se forma un espacio interior y usted ya no es presa de la mente.

Escoja un objeto cercano a usted —una pluma, una silla, una taza, una planta— y explórelo visualmente, es decir, mírelo con gran interés, casi con curiosidad. Evite los objetos que tengan asociaciones personales fuertes y que le recuerden

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos