Alimenta tu cerebro

Dr. David Perlmutter

Fragmento

PERLMUTTER_ALIMENTA TU CEREBRO_INT

INTRODUCCIÓN

Alerta microbiana: No estamos solos

La muerte comienza en el colon.

ÉLIE MECHNIKOV (1845-1916)

A lo largo de mi carrera he debido anunciar varias veces por semana a un paciente o cuidador que no nos queda nada en el arsenal de tratamientos para un trastorno neurológico grave que inevitablemente destruirá la vida del paciente. Me rindo porque la enfermedad ha tomado el control absoluto y no existen soluciones rápidas ni medicamentos para frenar el acelerado avance del padecimiento y el temido desenlace. Es descorazonador, y sé que por más que lo haga nunca me acostumbraré a ello. No obstante, hay un floreciente campo de estudio que finalmente me permite emprender técnicas revolucionarias para aliviar el sufrimiento y que me da esperanzas. Alimenta tu cerebro es producto de ese nuevo y sorprendente campo, y trata de cómo puedes aprovecharlo para tu propio bienestar.

Piensa por un momento en cuánto ha cambiado el mundo en el último siglo gracias a las investigaciones médicas. Ya no nos preocupa morir de sarampión, disentería, difteria, cólera o escarlatina. Hemos logrado avances sustanciales para reducir las tasas de mortalidad de muchas enfermedades crónicas, como VIH/sida, algunas formas de cáncer y cardiopatías. No obstante, si pensamos en las enfermedades y trastornos vinculados al cerebro, el panorama es muy distinto. Los avances para prevenir, tratar y curar trastornos neurológicos debilitantes que se presentan a lo largo del ciclo de la vida —desde autismo y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), hasta migrañas, depresión, esclerosis múltiple (EM), Parkinson y Alzheimer— son prácticamente inexistentes. Desafortunadamente estamos perdiendo la batalla a medida que la incidencia de estos trastornos aumenta en nuestra sociedad.

Tomemos en cuenta algunas cifras. En las 10 naciones occidentales más ricas del mundo las muertes por trastornos neurológicos generales —que en gran medida implican demencia— han aumentado de manera sustancial durante las últimas dos décadas. Y Estados Unidos encabeza la lista. De hecho, un trabajo británico de 2013 mostró que, desde 1979, las muertes causadas por trastornos neurológicos en Estados Unidos aumentaron abrumadoramente 66% en hombres y 92% en mujeres. En palabras del autor principal, el catedrático Colin Prichard: “Estas estadísticas reflejan la realidad de la gente y sus familias, por lo que debemos [reconocer] que existe una epidemia claramente influida por los cambios ambientales y sociales”. Los investigadores también hicieron notar que esta oleada, la cual afecta a personas cada vez más jóvenes, contrasta en gran medida con la disminución del riesgo de desarrollar enfermedades por cualquier otra causa.1

En 2013 el New England Journal of Medicine publicó un reporte que revela que en Estados Unidos se gastan alrededor de 50 000 dólares al año en el tratamiento de cada paciente con demencia.2 Eso significa que el gasto anual total es de cerca de 200 mil millones, el doble de lo que se gasta en el cuidado de cardiopatías y casi el triple de lo que se gasta en el tratamiento del cáncer.

Los trastornos del estado de ánimo y la ansiedad también van en aumento y pueden ser igual de incapacitantes que otros trastornos neurológicos. Alrededor de uno de cada cuatro adultos estadounidenses —más de 26% de la población— padece algún problema mental diagnosticable.3 Los trastornos de ansiedad afectan a más de 40 millones de personas en Estados Unidos, y cerca de 10% de la población adulta de ese país tiene algún trastorno del estado de ánimo para el cual se le han recetado medicamentos potentes.4 La depresión, que afecta a una de cada 10 personas (incluyendo a una cuarta parte de las mujeres entre 40 y 59 años), es ahora una de las principales causas de incapacidad en el mundo, y se diagnostica cada vez con mayor frecuencia.5 Entre los medicamentos más recetados para su tratamiento están la fluoxetina y la sertralina, aunque en realidad sirven para tratar los síntomas de la depresión, y no las causas, las cuales suelen pasarse por alto. En promedio, la gente que padece trastornos mentales serios, como trastorno bipolar y esquizofrenia, vive 25 años menos que el resto de la población en general.6 (Esto se debe en parte a que estos individuos son más propensos al tabaquismo, al abuso de alcohol y drogas, y a tener sobrepeso y enfermedades relacionadas con la obesidad, lo cual se suma a los problemas mentales.)

Los dolores de cabeza, incluyendo las migrañas, se encuentran entre los trastornos del sistema nervioso más comunes; cerca de la mitad de la población adulta debe lidiar con al menos un dolor de cabeza al mes. Y son más que una mera incomodidad, pues se asocian con incapacidad, sufrimiento personal, calidad de vida deficiente y costo financiero.7 Tendemos a pensar que los dolores de cabeza son molestias poco costosas y de fácil tratamiento (con aspirina, acetaminofeno, ibuprofeno); sin embargo, según la Fundación Nacional del Dolor de Estados Unidos, provocan pérdidas de más de 160 millones de días laborales al año e implican un costo médico de alrededor de 30 mil millones de dólares al año.8

La esclerosis múltiple (EM), un trastorno autoinmune incapacitante que interfiere en la capacidad comunicativa del sistema nervioso, afecta hoy en día a cerca de dos millones y medio de personas en el mundo, de las cuales casi medio millón está en Estados Unidos, y se está haciendo cada vez más prevaleciente.9 El costo promedio total del tratamiento de un paciente con EM excede los 1.2 millones de dólares,10 y la medicina alópata insiste en que no hay cura posible a la vista.

Luego está el autismo, el cual se ha multiplicado siete o 10 veces en los últimos 15 años, lo que lo convierte en una auténtica epidemia de nuestros tiempos.11

Hoy en día se gastan cientos de millones de dólares en este y otros padecimientos neurológicos debilitantes, pero el progreso de la ciencia médica es casi nulo.

Sin embargo, hay una buena noticia: las investigaciones científicas novedosas y de vanguardia provenientes de instituciones de prestigio en todo el mundo están descubriendo que, en gran medida, la salud del cerebro y su contraparte, la enfermedad neurológica, están determinadas por lo que ocurre en el sistema digestivo. Así es: lo que está pasando en este instante en tus intestinos determina tu riesgo de padecer una serie de trastornos neurológicos. Sé que es algo difícil de entender, y que si le preguntaras a tu médico sobre una cura conocida para el autismo, la EM, la depresión o la demencia, él lanzaría los brazos al aire y afirmaría que no se ha encontrado… y que quizá nunca se encontrará.

Es en esto en lo que me distingo de la mayoría de mis colegas, aunque por fortuna no de todos. Como neurólogos, estamos entrenados para co

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos