Volver a correr

Santiago García

Fragmento

PRÓLOGO

El dolor de partir no es nada comparado

con la alegría de volverse a ver.

(The pain of parting is nothing

to the joy of meeting again).

Charles Dickens

“Volver a correr” tiene muchos significados. Cuando nuestros pies están nuevamente frente a una línea de largada, por ejemplo, y nuestro corazón late fuerte por lo que está por venir, pero también por todo lo que pasamos para llegar allí. En una carrera la línea de largada es siempre el final de una larga historia. Volver a correr una carrera, volver a entrenar, regresar después de una lesión, o de un tiempo sin haber corrido. Es el regreso luego de haber salido a correr cada día durante mucho tiempo. Es haber vuelto a anotarse en una carrera y añorar la llegada de ese gran día. Es volver a sonreír una vez más, esperando que nuestros pies vuelen junto a nuestros renovados sueños.

Este es un libro de reencuentros. De verse y encontrarse nuevamente con amigos y fundirse en un abrazo largamente esperado. Mirarse a los ojos y reconocer en el otro el dolor que atravesamos para volver a correr. Quien lea estas líneas sabrá perfectamente de qué hablo. Nunca antes nos tocó tener que pasar tanto tiempo para regresar a aquello que más amamos.

Correr, aquello que nos hace felices, que nos da fuerza, salud y energía. La expectativa de la carrera, los entrenamientos, las competencias. También lo que pasa después de correr, cuando compartimos lo vivido con alegría y camaradería. Correr es nuestra vida.

El mundo se vio sacudido por eventos desconocidos e inesperados para nuestra generación. Los relojes se detuvieron y las competencias dejaron de realizarse. Correr, lo que nos da coraje y certezas, llegó incluso a estar absurdamente prohibido. La incertidumbre de la vida, los dolores inevitables de la existencia humana, habitualmente aplacados por la profunda plenitud de salir a correr, ahora no tenían esos kilómetros que pudieran ayudarnos a seguir, a tener esperanza.

Correr me salvó muchos años atrás y aún hoy no pasa un solo día en que deje de recordarlo. El maratón me enseñó mucho sobre la vida y en los peores momentos volvieron a mí esas enseñanzas. En el mundo de los corredores hay mucha sabiduría disponible. Yo aprendí corriendo. Yo me conocí y conocí a los demás en los cuarenta y dos kilómetros del maratón. También en los entrenamientos, en los buenos y en los malos. Siempre hay una lección ahí, lista para ser tomada.

A lo largo de este libro se cuentan esas enseñanzas y se describen esos aprendizajes. Para los que vuelven a correr y para los que ahora quieren empezar, sabiendo que la felicidad no puede esperar más. Los tiempos difíciles expusieron con mayor claridad cuán importantes eran las cosas que dábamos por seguras como, por ejemplo, salir a correr.

Cada uno sabe lo que ha recorrido hasta llegar aquí. Cada uno lleva en su corazón el dolor y la esperanza. A todo aquel que lleva ese sentimiento consigo está dedicado este libro. También para los que ya no están, pero recorren y recorrerán junto a nosotros todos los kilómetros que recorramos de ahora en más. Llegó el momento de volver a salir, volver a competir, volver a viajar, volver a ser felices.

En definitiva: llegó la hora de volver a correr.

PARTE UNO

CORREMOS PARA VIVIR

El secreto para salir adelante es comenzar.

Mark Twain

1. EL MOMENTO EN EL QUE EMPECÉ A VER

Yo siempre digo, sin exagerar, que el running me salvó la vida. Es un contrafáctico establecer qué clase de existencia hubiera tenido yo sin el running, pero sí estoy convencido de que mi vida mejoró, y mucho, tras encontrar el amor por correr. En mi caso fue un proceso de varias etapas, pero a otros les puede llegar de golpe. Corrí de forma aislada en diferentes momentos de mi vida, arranqué a entrenar con timidez en el año 2008 y en el 2009 corrí mi primera carrera. Tenía treinta y ocho y creía que no iba a encontrar algo completamente nuevo en mi vida. Me equivoqué profundamente. Al pasar el arco de mi primera carrera de 10 km pude sentir el antes y el después de ese momento, y eso no se me borró jamás de la memoria. Fueron meses de alegría y locura, de cambios muy fuertes en mi vida cotidiana, mis actividades, mis conversaciones. Quise empezar a compartir con todos lo que me pasaba y sé que aburrí a muchos, pero también sé que fasciné a otros tantos. Me volví un convencido del poder sanador del running. No solo en lo físico,

también en lo mental. Siempre anidó en mí el deseo de creer, de confiar en una fuerza capaz de organizar el caos y darles convicción a las acciones diarias. Correr no es algo abstracto, es muy

concreto, produce un efecto que se percibe desde el vamos. Para muchos es un recorrido solitario de largo aliento, para otros es algo que aparece de un día para el otro y sin escalas. En ambos casos sirve igual. No todos tienen las mismas motivaciones para correr y no produce exactamente lo mismo en todos los casos. Es importante saber que, a pesar de lo mucho que nos parecemos, no existen dos corredores iguales. Pero sé que esa transformación que se produjo en mí alcanzó a muchos otros. La vida empezó a ser otra desde aquel momento y el mundo se convirtió en un lugar diferente. Todo lo que descubrí con el running ya estaba en mí, todo eso era yo, pero no había podido terminar de desplegarlo hasta ese momento. En el camino surgieron mil lecciones que aprendí con alegría o a los tumbos, pero todo fue sumándose a esa construcción que soy como corredor y como persona. Hoy no puedo separar ambas cosas. Hoy todo está unido y espero que así sea para siempre.

2. TODOS LOS CORREDORES HAN SIDO NOVATOS

No solo no e

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