Dolor que fortalece

Bernardo Stamateas

Fragmento

Corporativa

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A todos aquellos que a lo largo de la vida han transformado su dolor en crecimiento y nos inspiran a seguir adelante.

CAPÍTULO 1
Los dolores de la vida

Distintos tipos de pérdidas

Al hablar de pérdidas, nos referimos a varios tipos: las materiales, la pérdida de los seres queridos, de un amor, de la imagen, de la salud, del trabajo, del rol social, de un amigo… Pero a pesar de su diversidad, todas estas pérdidas tienen algo en común: el dolor que ocasionan.

No conozco ninguna persona a la que le agrade hablar sobre el dolor. Por lo general, preferimos evitar el tema o disfrazarlo de algún modo. Lo cierto es que, nos guste o no, todos tenemos que enfrentar el dolor en algún momento de nuestras vidas. El dolor es universal y nos hace iguales a todos los seres humanos sobre la faz de la tierra.

Uno no puede ir por la vida sin dolor. Lo que podemos hacer es elegir el dolor que la vida nos presenta.

Bernie S. Siegel

Pero ¿por qué sentimos dolor?

Por las pérdidas que experimentamos a lo largo de los años.

Existen distintos tipos de pérdidas:

a) Las pérdidas materiales. Podemos perder cosas, objetos. Quizás tu abuela te regaló una lapicera y la perdiste. Una lapicera tal vez para otro no es nada, pero ese objeto material para vos posee una carga afectiva, porque no es cualquier lapicera: es “la lapicera de la abuela”. Todos hemos perdido cosas materiales.

Lo que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros mismos.

Helen Keller

b) La pérdida de seres queridos. Perder a un ser querido es el dolor de no poder interactuar más con esa persona que se fue de este mundo. Es verdad que el recuerdo queda dentro de nosotros y lo llevamos en el corazón, es cierto que nos sembró algo que está creciendo, pero esa persona no está más afuera, y esa pérdida nos impide interactuar, lo cual es un dolor enorme. Todos hemos perdido a seres queridos.

No ser amados es una simple desventura, la verdadera desgracia es no amar.

Albert Camus

c) La pérdida de un amor. Muchos han perdido un amor, lo cual a veces es peor que la muerte de un ser querido. ¿Por qué? Porque cuando un ser querido muere, no hay manera de que esa persona vuelva. Uno no tiene otra opción que hacer el duelo. Mientras que un amor que se fue y nos abandonó podría llegar a volver… o no. Eso es lo que hace que a algunas personas la pérdida de un amor les produzca tanto dolor.

d) La pérdida de nuestra propia imagen. Decimos, por ejemplo: “El lunes empiezo la dieta”, y el lunes no podemos dejar de comer. Además de la figura, también perdimos nuestra imagen. Todos hemos perdido nuestra imagen alguna vez.

e) La pérdida de la salud. Cuando superamos los cuarenta años aproximadamente, todo parece durar más. Incluso el dolor dura más. Nos duele la mano o la pierna, y sentimos que el dolor nunca se irá. Y ese es nuestro único tema de conversación. De esto hablamos cuando mencionamos la pérdida de la salud, una pérdida que todos experimentamos.

El dolor ni se debe buscar ni se debe rehuir.

Ramón de Campoamor

f) La pérdida del rol social. Esta pérdida se da, por ejemplo, cuando nos jubilamos y dejamos de tener el rol social de trabajadores. Podemos trabajar e interactuar con otros durante años, pero cuando dejamos el mundo laboral, tal vez ya nadie nos llama. Eso es perder un rol importante en la vida, y la razón por la cual muchas personas que se jubilan después se encierran en su casa. Todos hemos perdido algún tipo de rol social.

Estas son las variables más comunes de las pérdidas:

  • Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.

    Abraham Lincoln

    Las pérdidas evitables e inevitables. Las pérdidas que más duelen son las evitables, porque si sufrimos un accidente o alguien se muere, eso es inevitable, sin embargo, lo evitable duele mucho más, porque cuando uno repasa lo sucedido, concluye: “¡Podría haberlo evitado!”.
  • Las pérdidas temporales y permanentes. No es lo mismo perder algo, por ejemplo, dinero, que podemos recuperarlo, que perder algo que no vamos a recobrar jamás. No es lo mismo tener un problema de salud que perder la visión. Es decir, la pérdida permanente nos duele más que la pérdida temporal.
  • Las pérdidas reales e imaginarias. Muchas personas sufren por amenazas imaginarias. Se les ocurre que pueden perder el trabajo, que se van a enfermar, que se van a morir, que van a ser rechazados. Imaginan, se preguntan y suponen cosas que no son reales y viven en un estado de anticipación negativa permanente. Por ejemplo, una persona

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