Un martes más tranquilo

Laura Vanderkam

Fragmento

Un martes más tranquilo

INTRODUCCIÓN

Todos tenemos 24 horas en un día y vivimos las mismas 168 que tiene la semana. Sin embargo, en ciertas épocas de la vida experimentamos esas horas de una manera más intensa que en otras.

Si has elegido leer este libro, tal vez sea porque estás atravesando un torbellino. Las mañanas son una carrera para lograr que toda la familia salga por la puerta. El ritmo de los días laborales lo marcan las reuniones de trabajo y las deadlines. Las noches llegan mucho más rápido de lo que te parece posible. El lunes despiertas y, cuando te detienes un instante a respirar, de repente te das cuenta de que ya es jueves. Los fines de semana exigen que impongas una serie particular de órdenes marciales para asegurarte de que todos lleguen adonde se supone que deben estar, más o menos a la hora que dijeron que llegarían. Las horas tienen que darte todo lo que les exiges.

Yo también vivo años así. Un día cualquiera en mi circo suburbano puede incluir alguna de las ridiculeces que implica criar a mis cinco hijos, Jasper, Sam, Ruth, Alex y Henry, tomando en cuenta su amplio rango de edades: desde un bebé hasta los adolescentes. Mi esposo Michael y yo manejamos la logística de dos carreras profesionales y siempre hay alguna otra actividad que podríamos estar realizando. En los años recientes de pandemia decidimos incrementar la complejidad de nuestras vidas, así que adquirimos y renovamos una casa histórica y trajimos un cachorro al hogar. No fue una imposición, fueron cosas que anhelábamos y decidimos hacer. El resultado es que, algunos días, nos sentimos como malabaristas equilibrando más de 10 platos en varas. A veces pasa que alguno tiene programada una reunión antes de la hora del inicio de clases y, de pronto, llega un trabajador a reparar ese electrodoméstico que lleva tiempo averiado. El perro necesita estar en otro lugar mientras yo doy un discurso en línea, y si participo en una videoconferencia por la noche, ya tarde, el hijo que suele usar mi laptop para sus tutorías necesitará contar con otra computadora.

Quizá tú también sientes que tu vida es como una de las pistas de este circo. Tal vez te lanzaste ahí por decisión personal, o también es probable que un día hayas despertado y comprendido que los engranajes de tu maquinaria se multiplicaron mientras estabas un poco distraído. Pero no te preocupes: es posible mantener los platos girando sobre las varas. Cuando utilizas tus calendarios, agendas y sistemas de planificación puedes ser muy bueno para gestionar el tiempo, pero el desempeño exige tanto esfuerzo que es muy sencillo que sucesos de poca importancia agraven la situación, y entonces puedes sentir que la vida te arrastra. Los años se te escurren entre los dedos y desaparecen mientras tú te encuentras en un estado general de estrés o fatiga porque inviertes demasiada energía mental en preocuparte por la logística cotidiana.

He pasado los últimos 15 años escribiendo sobre la administración del tiempo. He visto los horarios de miles de personas. He hablado con ellas respecto a las dificultades que enfrentan. Me he dado cuenta de que el hecho de que a la gente exitosa le pregunten con frecuencia “¿Cómo lo logras?” en realidad es una manera de expresar un lamento por el cansancio generalizado. No lo dicen porque quieran saber cómo organizar un horario de verano o dirigir reuniones que empiecen y terminen a tiempo, aunque este tipo de habilidades sea importante. En sí, lo que la gente quiere es averiguar cómo puede disfrutar del tiempo que tiene y tendrá mientras esté en este planeta. Las personas quieren dejar de sentir que, si no están en una constante carrera contra el reloj, están deseando que el tiempo pase rápido. Quizá necesitemos que nuestros minutos nos provean todo lo que les exigimos, pero como los platos que mantenemos en equilibrio no van a dejar de girar como por arte de magia, tendremos que aplacar el caos y encontrar la alegría en medio de nuestros atareados días. No tiene caso esperar a que lleguen las vacaciones porque, de todas formas, si todavía tienes un bebé que en esas vacaciones no sigue sus horarios normales, no te vas a relajar. La vida no será menos frenética la siguiente semana ni el año que viene. ¿Cuándo tenemos que darnos tiempo para lo que importa? Ahora. Necesitamos estrategias prácticas y sencillas para que las cosas sucedan en el presente.

Las lecciones aprendidas en los registros de tiempo

Estar tranquilo significa sentirse sereno y en paz, estar libre de la agitación. Cuando empecé a ponderar esta palabra, imaginé la meditación silenciosa en algún retiro en las montañas, en un lugar donde no escucharía los sopladores de hojas en los jardines, ni el martilleo del proyecto de renovación del techo del vecino.

Sin embargo, entre más lo pensaba y analizaba, más me daba cuenta de que no notaríamos la serenidad si en la vida todo estuviera sereno. Cuando los alcohólicos que están en proceso de superar su adicción rezan la famosa Oración de la Serenidad y piden “serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar” y “valor para cambiar las cosas que puedo”, por lo general no enfrentan una vida en la que todo funcione de maravilla. El objetivo es tener tranquilidad incluso si la vida es complicada, desafiante y, en ocasiones, caótica.

En una ocasión, un lector expresó este deseo de la siguiente forma: “Quiero despertarme y sentir anhelo, porque sé que, sin importar los dilemas que puedan presentarse, hay un plan”. Yo quiero estrategias que permitan que la vida se viva mejor, que sea más manejable y gozosa, incluso el martes, cuando voy manejando para llevar a mis hijos a sus actividades, o cuando tengo que esperar cada pausa de los jardineros y sus ensordecedoras máquinas mientras podan los árboles del vecino, para intercalar la grabación de mis podcasts.

Por todo esto, al mismo tiempo que he estado analizando los horarios de otras personas y compartiendo con la gente, a través de libros y conferencias, todo lo que he aprendido, también he tratado de implementar las estrategias más promisorias en mi propia vida. Gracias a eso, en la última década he logrado resumir todas estas ideas y causar el mayor impacto posible con nueve reglas prácticas.

  • Fija una hora para irte a dormir
  • Usa los viernes para planificar
  • Muévete antes de las 3 p.m.
  • Tres veces a la semana forman un hábito
  • Reserva un espacio de respaldo
  • Una gran aventura, una pequeña aventura
  • Tómate una noche
  • Agrupa las tareas triviales
  • Mejor con esfuerzo que sin esfuerzo

Todas estas frases pegajosas se enfocan en conceptos profundos respecto al tema que exploraremos en este libro: la administración del tiempo. Sin embargo, también sugieren acciones claras y directas. Cuando me rijo por estas reglas, percibo que mi vida es mejor, me siento más en control de todos los aspectos que suelen escapárseme de las manos a toda velocidad. Mi existencia es rica y plena

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