Una vida sin límites

Alejandra Llamas

Fragmento

Una vida sin límites

Prefacio

Hace 10 años publiqué este libro por primera vez. Al recorrer sus páginas me doy cuenta de que las enseñanzas plasmadas aquí siguen intactas. La sabiduría es atemporal y despertar a una consciencia de serenidad no requiere tiempo lineal ni sofisticados conceptos, sino la valentía de querer conocer lo que es verdad en cada momento, y ésta es la invitación del presente libro.

El Tao es profunda sabiduría. Ha sido el libro con más traducciones, interpretaciones e impresiones, con excepción de la Biblia. El pequeño libro, de tan sólo 5 000 caracteres, identifica la fuente del sufrimiento humano y su transformación. Es un libro para el que está dispuesto, el que pretende vivir en humildad, cediendo el paso, confiando y en plenitud, con el interés de practicar el arte de vivir. Se dice del Tao que nos pone en unión con el entorno y nos regresa a la vida, a la imperturbabilidad y a yacer con la sabiduría de la madre Tierra. El Tao ha hecho eso por mí.

En estos años he entendido que las respuestas viven dentro de ti, pero ahora sé que no responden a un porqué, sino que te conducen al agradecimiento y a vivir con la capacidad de resolver desde la mente en avenencia. En este espacio conquistas la gratitud.

Para vivir de la mano de las enseñanzas de este libro debemos deshacer los conceptos adquiridos durante miles de años para volver a la inocencia, a la vida fuera de las creencias, de los significados, de querer tener la razón, de los pensamientos y del miedo que genera el sistema de pensamiento basado en el ego, el miedo y la limitación.

Cuando estás identificado como un esto o un aquello, un él o una ella, cualquier tipo de ente físico, un cuerpo o una personalidad, te quedas en el reino limitado del ego (que en este libro significa que los pensamientos y creencias sostenidos en el miedo y la falsedad crean una identidad limitada y reactiva en nosotros). Si tus pensamientos se oponen al amor, sentirás estrés, y éste te hará saber que te has alejado de lo que eres fundamentalmente. Si sientes equilibrio y alegría, eso te dice que tu mente está libre. Eso es lo que llamamos amor, Dios o ser uno con el Tao.

La incomodidad en las emociones es el regalo que nos alerta de que nos hemos alejado del Tao. Los sentimientos como el enfado o la tristeza existen sólo como avisos del hecho de que estás creyéndote tus propias historias; tales sentimientos nos separan del amor y esta distancia duele, ya que amor es lo que somos.

El amor generalmente se considera una emoción, pero es mucho más amplio que eso. Los egos no aman, porque un ego no es real y no puede crear nada real. El Tao está más allá de cualquier identidad, y eso es amor puro; apunta a la mente despierta y no identificada con lo aparente.

En el mundo de los pensamientos tú eres quien crees que eres. Las otras personas y circunstancias son, para ti, quien tú crees que son; y no puede existir más que eso. Si nos diéramos cuenta de que la mente es una, de que todas las personas y todas las cosas son nuestra propia proyección (incluyéndote a ti mismo), comprenderíamos que nos relacionamos con nuestros pensamientos en todo momento o con la consciencia en silencio.

Cuando juzgo a alguien o algo, estoy viendo una distorsión de mi propia mente sobrepuesta en otro. No puedo amar a la persona y a mi vida hasta que vea claramente, y no puedo ver claramente hasta que no tenga ningún deseo de cambiar lo que el Tao trae para mí en este momento.

Hoy sé que una mente que no cuestiona lo que piensa y que requiere identificarse con un personaje creado por el ego resulta ser dolorosa. También comprendo que el amor es poder. Y entiendo de manera más profunda que todos los seres están dentro de mí y son como “yo” los veo.

¿Hay algo que importe? Sí, para el ego. Pero el hecho de que el ego lo crea no lo hace real. Sólo es contigo mismo con quien estás lidiando en cada instante. Por lo tanto, tu vida es gobernada por el estado de tu mente; reconozco que la mente despejada es amable y es la que verdaderamente hace justicia porque incluye todo lo bueno y malo.

Para el Tao todo nace y muere en el vacío, en la nada, y éste es el origen de todo. Sin mundo, sin yo, sin sustancia: sólo consciencia sin nombre. No hay verdades. Sólo hay lo que es verdad para ti en el momento, y si investigaras eso, también eso lo cederías. No hay nada que añadir o quitar. Si cuestionamos, reconocemos que no hay ni un yo ni un otro que pueda ser objetivamente, fuera de tu percepción. Es cierto que no existe una verdad ni una no verdad. No hay cosas separadas, y no hay cosas sin separar. No existe un mundo separado de ti y hasta que no piensas en ti, tampoco eso existía. Si crees que algo está aislado de ti, entonces tienes dos: pero no existe esa separación. Dos es una creación de la mente confundida. Todo está en relación con nuestros pensamientos o nuestra presencia.

Desde la Antigüedad, cuando el ser humano estaba más libre de prejuicios y conectado con la sabiduría interior, se hablaba de adavita, una rama no dualista del hinduismo que afirma la unidad entre todo lo existente. Esta manera de percibir el mundo deshace el ego y nos conecta a otros, a nosotros y a la Divinidad, Tao o Fuente, como uno. En esta conexión reside nuestro verdadero poder.

El nombre es lo que crea cada cosa, es la forma en que el infinito supuestamente se separa, como si pudiera fragmentarse, como si cada parte no fuera el todo. Qué absurdos son los opuestos, es vivir con una mente dividida. La mente-que-no-sabe no nombra, no teme, no tiene ningún deseo de controlar o prever; da el paso hacia el precipicio del momento con la absoluta confianza de que el siguiente paso se posará en alguna parte, y el siguiente paso en otra parte, y que los pies la llevarán donde tenga que ir.

El Tao te invita a desarrollar una mente que no resida en ninguna parte. La mente, a la larga, debe volver a sí misma, porque todo lo que fluye de ella es menos potente que la causa original. Así como el arroyo regresa al mar, la mente vuelve a su fuente sin conceptos. No importa lo brillante que sea la mente, no importa lo grande que sea el ego que se aferra a su identidad, cuando comprende que no sabe nada, regresa al principio, con toda humildad, y se encuentra a sí misma como la causa original, anterior a cualquier existencia.

El ego está siempre luchando por sobrevivir. Puede que te asuste o perturbe reconocer que no existes realmente como un “tú”, que la falsa identidad en que tienes tanto invertido es una idea de ti limitante. Es el final del mundo conceptual tal y como lo entiendes, el final del tiempo y de la veneración del cuerpo físico. Mientras valores cualquier cosa más que la verdad, el ego seguirá trayéndote de vuelta a su mundo imaginado.

Muchos creen que la iluminación debe ser algún tipo de experiencia mística trascendental. Pero no lo es. Es tan cercana a ti como tu siguiente pensamiento. Cuando crees en un pensamiento que discute con la realidad, estás confundido. Cuando cuestionas ese pensamiento y ves que no es ve

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