La conquista del liderazgo

Martín Casillas de Alba

Fragmento

La conquista del liderazgo

I

EL ESTADO DE ÁNIMO
Y LA IMAGINACIÓN

La obra comienza cuando entra en escena el Coro, tal como lo va a hacer al inicio de cada uno de los cinco actos de Enrique V. Se trata del prólogo del primer acto, donde se nos sugiere la mejor manera de ver o leer esta historia, y se hace un esbozo de lo que vendrá. Se advierten en él algunos elementos que debemos tener en cuenta, porque están relacionados con el liderazgo que inspira y motiva.

Esto es lo que nos dice el Coro y no se preocupen si, de entrada, no lo entienden, pues lo vamos a explicar en detalle:

Coro

¡Quién tuviera una musa de fuego para ascender al más radiante firmamento de la invención!

¡Un reino por escenario, príncipes por actores y monarcas que contemplen estas brutales escenas!

Entonces, aparecería Hal como es, con su porte de Marte y, a sus pies y en cuclillas, atados como perros y listos para ser liberados: el hambre, la guerra y el fuego.

Pero, disculpen, nobles espectadores, a este espíritu rastrero que ha tenido la insolencia de traer a este indigno escenario tan grandes temas.

¿Podrán caber dentro de esta “O” de madera los vastos campos de Francia y los cascos que sembraron el pánico bajo el cielo de Agincourt?

Perdonen si una encorvada figura representa en tan poco espacio a un millón de ellos. Propongo que sea nuestra imaginación la que complete y les dé forma a estas cifras: supongamos, pues, que entre los muros de este recinto están confinadas dos poderosas monarquías cuyos amenazadores frentes están dispuestos a entrar en conflicto, separados sólo por la franja de un peligroso y estrecho mar.

Suplan las imperfecciones con su imaginación.

Multipliquen a ese hombre por mil y hagan uso del poder de su mente. Cuando hablemos de caballos, imagínense que los ven pisar con sus altivos cascos sobre la tierra que los resiste, pues serán sus pensamientos los que podrán vestir a los reyes y harán que se trasladen de un lado para el otro, cabalgando de una época a otra, amontonando en una hora los sucesos de muchos años.

Acepten a este Coro como el cronista de esta historia, ahora que me presento como Prólogo suplicándoles que nos tengan paciencia y escuchen con atención nuestra historia, para que luego juzguen con gentileza nuestra obra.

La musa de fuego

Cuando el Coro expresa su deseo por tener una musa de fuego para poder ascender al más radiante universo de la invención, nos quedamos con la boca abierta preguntándonos: ¿qué demonios nos quiso decir con esto?

¿Una musa? Bueno, no está mal eso de tener al lado a uno de esos espíritus que nos pueden inspirar, justo cuando no sabemos por dónde empezar o qué hacer en algunas ocasiones, para así ascender al universo de la invención; sí, ahí donde se encuentra la respuesta a nuestros problemas.

Para eso, según el oficio de cada quien, se convocaba a una de las nueve musas que existen desde la Antigüedad, las cuales son: Calíope, la musa de la Poesía; Terpsícore, la de la Danza; Erato, la musa del Teatro; Urania, la que inspiraba a los astrónomos; Clío, la musa de la Historia; Euterpe, la de la Música; Melpómene, la del Canto; y Polimnia, la de la Memoria.

Pero el Coro nos habla de una musa de fuego. ¡Ah, caray! Bueno, pues resulta que en la Edad Media pensaban que estábamos hechos de la combinación de cuatro elementos, en una proporción que era única para cada persona; de esa manera se conformaba el carácter y la personalidad.

Estos cuatro elementos son: la tierra, la parte instintiva; el agua, que se relaciona con las emociones y los sentimientos; el aire, equivalente a la poesía y a la música; y finalmente el fuego, el cuarto elemento que representa lo espiritual, lo superior.

Entonces, lo que el Coro nos propone es que, antes de que veamos o leamos esta obra y podamos descubrir todo lo que está en ella, tenemos que lograr el equivalente a lo que nos ofrecen las musas, es decir, eso que podemos encontrar si estamos relajados. Lo que sucede en la duermevela cuando hemos aflojado el cuerpo y el alma, listos para encontrar la solución a eso que teníamos pendiente, sería el equivalente a la presencia de esa musa espiritual, de fuego, para que estemos abiertos y, de esa manera, encontremos la solución que estábamos buscando.

Propuesta

Antes de seguir adelante con esta lectura, respiren hondo y profundo, relájense para que puedan disfrutar de cada una de las cosas que irán descubriendo en este pequeño universo de la invención.

Halagar a nuestro público

No podemos menos que esbozar una sonrisa y aprender del Coro lo que propone cuando, de entrada, halaga al público y le dice que son como “los monarcas” que van a contemplar estas brutales escenas.

¡Un reino por escenario, príncipes por actores y monarcas que contemplen estas brutales escenas!

Propuesta

Es una buena idea incorporar en nuestros discursos la manera de echarle flores a nuestra audiencia, además de agradecerle su presencia, de modo que podamos iniciar la puesta en escena con el pie derecho.

La realidad real

El Coro nos llama la atención sobre uno de los puntos álgidos del liderazgo: el de ver las cosas tal como son, es decir, ver la realidad real, un tema que resulta ser uno de los mayores retos que enfrentan los líderes de todos los tiempos.

Si podemos ver las cosas tal como son, entonces, en esta historia, veríamos a Hal —como le decían a Enrique V cuando era el príncipe de Gales antes de ser coronado— como Marte, el dios de la guerra, pero, al mismo tiempo, veríamos las consecuencias de lo que está planeando hacer una vez que el arzobispo de Canterbury justifique si tiene o no derecho de exigir la corona de Francia. Así, dejaríamos de considerar esta historia como si fuera un cuento de hadas y apreciaríamos la realidad tal como es, la cual no deja de ser terrible, pues nos veríamos atados a los pies de ese dios y, en cuclillas, como perros listos para ser empleados: el hambre, la guerra y el fuego. Sí, ese es el panorama de la realidad y las consecuencias cuando se lleva a cabo una guerra.

Propuesta

Debemos tratar de reconocer cuál es la realidad real, tal como es, para tener en cuenta las consecuencias de nuestros actos y no irnos con la finta. Tenemos que ver la realidad —hasta donde alcancemos a hacerlo— para que, a partir de eso, podamos asumir las consecuencias.

Usar la imaginación

No tarda el Prólogo en sugerirnos usar la imaginación, algo que es importante en el liderazgo, pues, entre otras cosas, sirve para suplir las imperfecciones.

Propongo que sea nuestra imaginación la que complete y les dé forma a estas cifras […] Suplan las imperfecciones con su imaginación. Multipliquen a ese hombre por mil y hagan uso del pod

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