Se curan rotos, descosidos y deshilachados

Alex Toledo

Fragmento

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Quiero empezar afirmando con certeza que, afortunadamente, las cosas cambian, la vida cambia y las personas también. Uno se va transformando conforme pasa el tiempo y vive experiencias, y de repente, al mirar atrás, te ves en un lugar diferente de donde comenzaste y te percatas de que efectivamente todo es distinto, para bien o para mal, y sin duda nada tiene que ver con el punto de partida.

Cuando te enfrentas a pruebas difíciles, a momentos críticos de la existencia, de esos que te dan un vuelco de ocho mil grados, en los que no puedes ni imaginarte lo que te espera y te aterra la idea de estar solo en el mundo, como romper con un ser profundamente amado, como recibir un balde de agua fría porque la gente no siempre es como se pinta a sí misma, o como tomar la decisión de salir del clóset —o dejar Narnia, como suelo decir—, el miedo con frecuencia es tu primer compañero, y aunque no es el mejor, sí ayuda un poco a sobrevivir ante tanta hostilidad que pueda encontrarse allá afuera, o incluso en tu interior, si eres de los que se juzgan con dureza.

Pero, al cabo de la tormenta, te das cuenta de que has avanzado en el camino, un camino que, sin lugar a dudas, te va llevando a conocer a mucha gente con la que compartes cosas y momentos. Gente con la que a veces te quedas por un rato, una estación o una temporada entera.

Cuando aprendí eso, decidí que era hora de exponer al mundo mi propia visión de las cosas. Al principio escribí sobre mi sexualidad, no sólo para otros, sino para entenderme yo. Cuando logré comprenderme y después de la primera vez que me rompieron el corazón, mi enfoque cambió por completo y me obsesioné con escribir sobre los diversos matices que hay en las relaciones humanas, sobre todo en aquellas donde el amor, la pasión y las emociones están presentes. Y en este caso, ¿quién mejor para hablar de amor, desamor y corazones rotos que alguien que ha valido ver$%@ en el amor más de una vez? Exacto, nadie.

Fue así como, después de un tiempo de publicar mis textos semana a semana en mi propio blog (que pueden visitar: alextoledo.com) y luego de muchas experiencias a cuestas, me armé de valor y me dispuse a darles un giro a mis artículos y llevarlos a otro nivel para que llegaran a más personas, más lectores…, más #Soperos, que es como yo suelo llamar a muchos de ustedes que me leen desde hace años, debido al nombre que lleva una de las secciones de mi blog: #LaSopaDeAlex. Seguramente muchos saben de lo que les hablo.

Así nació este libro, que, motivado por las sugerencias de muchos de ustedes, amigos cercanos y colegas, puede hoy finalmente ver la luz del día y aportar un poco de calor y refugio a todos aquellos corazones que, por distintos motivos, han decidido que es mejor ser un témpano de hielo por temor a pasar de nuevo por lo que una y mil veces han sufrido.

Pienso que, tal vez, muchas de las palabras aquí escritas son en parte las que, en su momento, a mí me habría gustado leer o escuchar, para saber que, por fortuna, los corazones rotos sanan y que esto del amor no debería ser tan azotado ni mucho menos un melodrama al estilo de las peores series de la tele.

Pero ¿por qué un libro como éste?

Simple: porque, como ya lo dije, todos hemos sufrido por un corazón roto. No hay nadie sobre la faz de la Tierra que no conozca lo que es. Aquí y en China, valer tres kilos de reata en el amor se siente igual y duele un chingo. Pero con el tiempo uno va creciendo y aprende a manejar esas experiencias y el dolor que causan (o eso creemos), al menos lo suficiente como para no terminar (tan) ahogados en nuestra propia miseria amorosa y tener la claridad necesaria para por fin entender una dura realidad: lo que apesta no es el amor, somos nosotros, nuestras pendejadas y las de otros. Desaciertos sustentados en creencias erróneas que el mundo nos ha vendido y nosotros mismos —sí, porque nosotros también tenemos un poco (mucho) de responsabilidad— hemos aceptado como verdades respecto al amor propio y con otros, cuando las cosas son en realidad mucho muy diferentes de como nos enseñaron Disney o las telenovelas.

Así que, una vez advertidos, les doy una cálida bienvenida a estas páginas que no son más que el resultado de muchos artículos reunidos que, a lo largo de algunos años, han sido escritos con cariño y con todas las herramientas necesarias para reconstruir hasta el corazón más jodido y responder a la pregunta que Cher tanto repetía en su canción: “Do You Believe in Life after Love?” Y sí, efectivamente descubres —tal como lo hice yo— que, a pesar de las batallas perdidas en el terreno amoroso, sí hay vida después del amor e incluso hay mucho más y mejor amor. Cuando entiendes eso, ya no hay parches ni rasgaduras que enmendar; ya no hay rotos ni descosidos, sólo completos dispuestos a encontrar a otros completos.

Que lo disfruten tanto como yo,

Alejillotol

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I

Por si quedó
algo que decir,
escúpelo!

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Vamos, tanto tú como yo sabemos que no estás del todo bien — al menos no todavía— y quieres desahogarte. Sabes que en el fondo te quedaste con muchas dudas sin resolver y con aún más cosas sin decir. Asuntos que tal vez jamás has podido sacar ni gritarle a quien se fue de repente o a quien osó dejar tu corazón como establo de granja: hecho un chiquero. Pero descuida, ven, ya, ya pasó, no chilles. Con lo que estás a punto de leer, si no se cura por completo tu corazón, por lo menos sí mandarás directo a la mierda eso que ya es hora de superar. Ponte cómodo(a), la casa invita.

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