Berrinches

Michelle Aziz Kuri

Fragmento

¡Berrinches!

PRÓLOGO

Sí. Es cierto. Al leer este libro y al aplicarlo en tu vida te sentirás nadando a contracorriente. Pero te prometo que esta labor que empiezas a hacer con tu hijo en el largo plazo valdrá la pena. Hay que tener paciencia, porque, sin duda, no será tan sencillo intentar hacer las cosas diferentes cuando las personas de tu entorno (tus padres, tus suegros, tus cuñadas, tus amigos, tus vecinos, tus hermanos e, incluso, tu pediatra) te sugieren las mismas acciones de siempre: las de una crianza conductual tradicional, del pasado, que, en muchas ocasiones, se trata de una crianza agresiva. El camino corto será la nalgada, el grito, el castigo, la amenaza, el time out o el ultimátum, pero te aseguro que las consecuencias de estos actos violentos y agresivos terminarán por conducirte a ti y a tus hijos por un camino largo y espinoso que no los llevará a ningún lugar. Te prometo que existe una alternativa más allá de los castigos, las amenazas, los golpes y todo lo que nos han enseñado o hemos vivido en nuestra propia infancia.

Todo valdrá la pena cuando comiences a notar que tus hijos conocen sus emociones; poseen herramientas para regularlas; tienen seguridad y confianza en ellos y en los demás; tienen una autoimagen sana, un autoconcepto positivo y una autoestima alta; sostienen buenas relaciones; son ­respetuosos y empáticos; son asertivos, felices; tienen tolerancia a la frustración y son más inteligentes y aprenden mejor. Lo único que necesitas para alcanzar este final feliz que tanto anhelas son herramientas para que ustedes, como papás, educadores o cuidadores puedan criar niños saludables mental y emocionalmente. Sé que suena complicado o tal vez un poco utópico, pero te garantizo que, siguiendo las recomendaciones que vienen en este libro, llegarás a tener una mejor relación con tus hijos, serás más consciente de tu maternidad o paternidad y lograrás criarlos con empatía y respeto.

Decidí escribir este libro porque noté que en las asesorías individuales que doy a padres de familia se repetían las preguntas, los miedos, las dudas, los comportamientos infantiles y las situaciones incómodas con los niños haciendo berrinche “por todo”. Por eso, quiero que los papás que lean estos capítulos se llenen de conocimientos basados en evidencias y en información confiable, para que se convenzan de que las decisiones y estrategias que tomarán con sus hijos a partir de hoy correspondan a una crianza emocional.

Quiero darte las gracias por leerme y darme la confianza de permitirme entrar en una relación tan íntima y especial como es la de un padre, madre o cuidador principal con su hijo. Este libro no tiene la intención de hacerte sentir culpable o juzgado, pero si en algún momento surge el sentimiento de culpa o de incomodidad, obsérvalo y determina de dónde viene: ¿viene de tu infancia? ¿De tu sistema de valores? ¿Está enraizado en tus creencias? Por algún motivo esa sensación apareció para generarte alguna incomodidad, así que asúmela desde la responsabilidad y no la minimices, no la ignores y mucho menos te victimices. Hoy eres un adulto capaz de responsabilizarte, de romper paradigmas, cambiar tus creencias y hacer un papel completamente diferente del que hicieron contigo.

Quiero también comentarte que, aunque el libro esté escrito en “masculino”, y me refiera principalmente al hijo, esto no quiere decir que me refiero solamente al niño hombre, lo escribí así para facilitarme la escritura y a ti, la lectura. Cuando digo niño o hijo me refiero a infante, independientemente de su género.

Agradezco la posibilidad de darte hoy mis mejores conocimientos y herramientas para que regules conscientemente los berrinches y las emociones de tus hijos. Agradezco también poder poner un granito de arena para construir generaciones con niños con mayor conocimiento de sus emociones, con herramientas para regularlos, más asertivos, con más tolerancia a la frustración, más felices, con mejores relaciones y que se sientan seguros de sí mismos.

Mi entusiasmo y mi pasión por entender todo acerca de la teoría del apego (de la cual te hablaré más adelante) han sido la base de años de estudio en los que he descubierto todo lo que te vengo a contar en este libro que hoy tienes en tus manos. Este texto no es solo un pendiente que tenía apuntado en mi bucket list desde hace años, sino que es una verdadera herramienta de ayuda invaluable para papás y cuidadores de los niños. Soy la primera nieta de mi abuelo paterno, y uno de los recuerdos que más amo y atesoro de mi niñez lo incluyen a él y a los libros. Me acuerdo de cuando íbamos de paseo a la librería, con tanta claridad, que casi me puedo transportar ahí. Mi abuelo, a sus 94 años, era un devorador de libros y tenía una memoria impecable para las fechas y los hechos históricos. De él heredé mi pasión por la lectura, pasión que me condujo a la escritura. Para mí ir a la biblioteca en primaria, tomar un libro y escribir un reporte de él era lo menos parecido a un trabajo escolar. Al contrario, era puro placer. Leía tan rápido, que no solo hacía mi tarea, sino que hacía la de mi mejor amiga y le cobraba 20 pesos por reporte de libro. Ahora que lo pienso, cobraba muy barato. Pero esa… es otra historia.

Finalmente, ¡te invito, a partir de ahora, a crear una vida emocionalmente sana para tu hijo y aplicar con él una crianza consciente!

¡Berrinches!

INTRODUCCIÓN

Los niños han de tener mucha tolerancia con los adultos.

ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY

¡Estaba furiosa! Entré a la cocina, abrí la puerta del refrigerador, volteé a ver la caja de cartón llena de huevos y no pude resistirme: aventé la caja entera al piso. Todos se rompieron, no quedó ni uno solo intacto. Tenía solo 7 años, pero, como si fuera ayer, aún recuerdo lo enojada que estaba. Mi mamá y mi nana, Carmen, llegaron corriendo y sus caras de asombro lo decían todo. Yo había provocado un desastre, pero no me importaba, esa era la forma en la que saqué mi enojo. Acababa de hacer un berrinche y uno muy grande.

Existen muchos eventos como ese. Creo que todos los padres recuerdan cómo sus hijos, en algún momento, hicieron un berrinche y ellos, en respuesta, les llamaron la atención a su manera, los castigaron o incluso les dieron una nalgada.

La escena que acabo de narrarte, por supuesto terminó conmigo limpiando aún más enojada el tremendo desast

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