- ¿Cuál era tu cuento infantil favorito cuando eras pequeña?
Es difícil decir alguno, pero, infantil, «La Cenicienta». Me parecía estupendo.
- ¿De dónde nacen tus cuentos?
Algunos de ellos, de la imaginación. El de «Los niños africanos» es un homenaje a África y a Amadou Hampâté Bâ, un gran escritor maliense.
Leyendo las memorias de Amadou, me di cuenta de algo que he querido reproducir para los niños: la sorpresa que significó para los niños negros conocer por primera vez a un hombre blanco. Para que nos demos cuenta de ese rechazo que todos lamentamos tanto que hay respecto a los diferentes. Y cuando hablamos de diferentes, parece que nos referimos a las personas de color, pero en este caso fue a la inversa, fue nuestra blancura lo que creó mucho miedo en esos niños.
- ¿Qué temas has querido tocar?
Fundamentalmente he querido hacer un canto a la imaginación, porque creo que es importantísimo despertar la imaginación, tener la capacidad de idear historias sobre cualquier cosa. Ese procedimiento real y cierto que yo seguía con mi nieta Lola, que, al decir una palabra, pueda salir una historia.
Dentro de la imaginación, cuando me pongo a contar historias, sin duda están los elementos que han determinado las fases más importantes de mi vida: la solidaridad, la cooperación, la imaginación, la creatividad, el emprendimiento, la aventura, el riesgo… y son elementos extraordinariamente positivos.
- ¿Por qué crees que los cuentos son importantes para los niños?
El cuento, fundamentalmente, te traslada a las vivencias de otro y te enriquece. Es como un elemento que determina nuestra naturaleza social, porque nos permite saber lo que vivieron y sintieron otros.
- ¿Cuáles son los valores que has querido transmitir en ellos?
Cuando tenía nueve o diez años leí La cabaña del tío Tom, y desde ese momento supe que nunca iba a ser una persona racista, porque esa maravilla de novela, que se extendió por todo el mundo, permitió ver que un esclavo negro era igual que cualquier otro ser humano. He insistido mucho en el valor del otro, del diferente.
Tan importante como ese es la cooperación y saber que todo lo que haces puede convertirse en algo positivo o algo negativo.
- ¿Cómo es el mundo que te gustaría dejar a tus nietos?
Mi generación y los que hemos nacido en el siglo XX hicimos cosas positivas, dimos la esperanza de que la democracia podía ser el mejor sistema para vivir. Estamos viviendo momentos de crisis en los procesos de la democracia, y me gustaría que mis nietos tuvieran la capacidad, el entusiasmo, la clarividencia de hacer la mejora del mundo que les corresponde a ellos. Yo entiendo que nadie puede dejar el mundo hecho, pero sí podemos dejar instrumentos para mejorarlo. Es como una carrera de relevos; nosotros hemos hecho lo nuestro, ahora ellos tienen que hacer lo suyo, pero tenemos que dejarles las herramientas.
- Cinco libros infantiles que siempre se pueden leer.
A orillas del alto Yangtze, Miguel Strogoff, Las aventuras de un niño irlandés, Mujercitas, Oliver Twist... Como ves, te cito libros que han sido reeditados y libros que han sido olvidados.
- ¿Un consejo para escribir un cuento?
Corre, escribe lo que se te ocurra. Escríbelo. Pero también diría que si no te apetece escribir, lo grabes.
Vamos a intentar que la imaginación aprenda que puede florecer en los sitios menos pensados.
Y hay que pensar mucho en la oralidad. Pensamos demasiado en la escritura y creo que lo importante es dar cauce a la imaginación. Ahora hay muchas posibilidades de dejar constatación de la palabra en sí misma, no de la palabra escrita, sino de la palabra emitida, y hay que trabajar también con ella.