Contenidos
Cómo utilizar esta guía 6-7
La gran aventura de llegar a Santiago 8-11
Mapa general del Camino 12-13
Preparar el Camino 14-17
Historia de un mito 18-21
Arte en el Camino 22-23
El equipaje 24
Posibles lesiones 25
EL Camino Aragonés 27-55
Etapa 1:
De Somport a Jaca 28-33
Etapa 2:
De Jaca a Arrés 34-37
Etapa 3:
De Arrés a Artieda 38-41
Etapa 4:
De Artieda a Sangüesa 42-45
Etapa 5:
De Sangüesa a Monreal 46-49
Etapa 6:
De Monreal a Puente la Reina / Gares 50-53
EL Camino Francés 54-245
Etapa previa:
De Saint-Jean-Pied- de-Port a Roncesvalles / Orreaga 56-61
Etapa 1:
De Roncesvalles / Orreaga a Zubiri 62-67
Etapa 2:
De Zubiri a Pamplona / Iruña 68-73
Pamplona / Iruña 74-75
Etapa 3:
De Pamplona / Iruña a Puente la Reina / Gares 78-83























































Etapa 4:
De Puente la Reina / Gares
a Estella / Lizarra 84-89
Etapa 5:
De Estella / Lizarra
a Los Arcos 90-95
Etapa 6:
De Los Arcos a Logroño 96-99
Logroño 100-101
Etapa 7:
De Logroño a Nájera 102-107
Etapa 8:
De Nájera a Santo Domingo de la Calzada 108-111
Etapa 9:
De Santo Domingo de la Calzada a Belorado 112-117
Etapa 10:
De Belorado a San
Juan de Ortega 118-123
Etapa 11:
De San Juan de Ortega
a Burgos 124-129
Burgos 130-131
Etapa 12:
De Burgos a Hontanas 132-137
Etapa 13:
De Hontanas a Frómista 138-145
Etapa 14:
De Frómista a Carrión de los Condes 146-151
Etapa 15:
De Carrión de los Condes a Terradillos de Templarios 152-155
Etapa 16:
De Terradillos de Templarios a El Burgo Ranero 156-161
Etapa 17:
De El Burgo Ranero a León 162-167
León 168-169
Etapa 18:
De León a Villadangos del Páramo 170-175
Etapa 19:
De Villadangos del Páramo a Astorga 176-181
Etapa 20:
De Astorga a Rabanal del Camino 182-187
Etapa 21:
De Rabanal del Camino a Ponferrada 188-195
Etapa 22:
De Ponferrada a Villafranca
del Bierzo 196-201
Etapa 23:
De Villafranca del Bierzo a O Cebreiro 202-207
Etapa 24:
De O Cebreiro a Triacastela 208-213
Etapa 25:
De Triacastela a Sarria 214-219
Etapa 26:
De Sarria a Portomarín 220-225
Etapa 27:
De Portomarín a Melide 226-233
Etapa 28:
De Melide a Pedrouzo 234-241
Etapa 29:
De Pedrouzo a Santiago de Compostela 242-249
Santiago de Compostela 246-249
Índice 250-254
6 | El Camino de Santiago a pie
Cómo utilizar esta guía
Con esta guía sacará el máximo partido en su peregrinaje por el Camino de Santiago. Su texto, ampliamente documenta-do y muy práctico, y su carácter visual están pensados para ayudar al caminante, pero, además de eso, la precisión de los mapas que acompañan a cada etapa le permitirá resolver so-bre el terreno cualquier duda de orientación. Se incluyen tam-bién perfiles de etapa para saber de antemano los desniveles y puertos de montaña a salvar. El apartado La gran aventura de llegar a Santiago sitúa al viajero (física y emocionalmente) en la ruta que va a emprender. Le sigue un mapa general del Camino para que de un vistazo comprenda por dónde dis-curre la vía. Ya seducidos por el perfil, los capítulos relativos a los preparativos, el equipaje y el botiquín dan las claves sobre cuándo emprender la ruta, cómo hacer la mochila, qué calza-do utilizar o qué medicinas añadir. Como el Camino de Santia-

Nº de etapa
Localidad de llegada
Localidad intermedia
Localidad de partida
Distancia a Santiago de Compostela
Distancia parcial entre dos localidades, medida de refugio a refugio o, en ausencia de éste, entre los puntos más céntricos de cada una de ellas
Servicios en cada localidad


Lugar de partida y de llegada
Distancia total de la etapa
Valoración de dificultad en una escala que incluye fácil, media y difícil
Recorrido por carretera asfaltada
Recorrido por pista o camino de tierra, apto para vehículos a motor
Señal de punto conflictivo
o situación de prudencia
Recorrido por sendas o veredas, sólo apto para peatones
Duración aproximada,
a una media de 4 kilómetros a la hora















El Camino de Santiago a pie | 7
Número y color distintivo del capítulo (provincia)











go no es sólo una ruta senderista, creemos que los apartados de historia y arte son fundamentales para tener conciencia de lo que la ruta jacobea supuso en el desarrollo de Europa.
La guía se divide en 36 etapas (6 del Camino Aragonés y 30 del Camino Francés); cada una de ellas cuenta con una descrip-ción exhaustiva y un completo apartado de datos prácticos: desde albergues o lugares para comer hasta el kilometraje, el horario aproximado y la dificultad estimada de cada etapa. Conscientes de que el espectacular auge de las peregrinacio-nes ha transformado el Camino —mientras hace unos años existían aún largos tramos sin ningún tipo de servicios, hoy hay al menos un bar hasta en la más remota aldea—, se ha suprimido el cuadro resumen de servicios que aparecía al final de anteriores ediciones.
Distancia parcial recorrida desde el inicio de la jornada
Perfil de altitud
y localidades que atraviesa
Servicios que ofrece al peregrino esa localidad
Albergues y otros alojamientos
Localidad
Provincia por la que discurre
Texto resumen de la etapa
8 | El Camino de Santiago a pie
La gran aventura de llegar a Santiago
Hay un aspecto que identifica al Camino de Santiago mucho más que las flechas amarillas, los albergues de peregrinos o las ampollas en los pies. Es la constatación de que nadie que emprende la aventura de llegar a Santiago a pie o en bici-cleta termina decepcionado. El Camino de Santiago es el viaje de viajes, la ruta en positivo por excelencia. Camine una semana o un mes entero, desde los Pirineos o desde el Ce-breiro, solo o acompañado, da igual: no hay peregrino capaz de entrar en la plaza del Obradoiro sin que se le empañen los ojos de emoción.
¿Qué tiene el Camino que lo hace diferente a cualquier otra ruta senderista del planeta?
Muchas cosas. Por un lado, su larga historia: siglos y siglos de tradición hospitalaria, de arte, de literatura, de vivencias personales de cientos de miles de viajeros de todas las épo-cas, edades y condición depositadas en cada piedra, en cada árbol y en cada rincón de esta ruta hacia el oeste, hacia el finis térrae.
Y por otro, el reto físico que plantea caminar durante 25 o 30 kilómetros todos los días, la superación personal, la mortificación del cuerpo, la desconexión con lo superfluo,

Recorrido entre Hornillos del Camino y San Bol
Arriba, monumento al peregrino en el alto del Perdón.
Abajo, mojón de kilometraje

El Camino de Santiago a pie | 9
los soliloquios con la naturaleza, la magia de una conver-sación por la noche en el albergue con gente desconocida pero tan cercana en las inquietudes. Todo eso junto con-sigue transportar al peregrino jacobeo a un estado de bienestar emocional imposible de lograr en una ruta sen-derista clásica.
El Camino Francés ha cambiado mucho en pocos años, se ha mercantilizado. En la primera edición de esta guía (1993) aparecían 77 albergues de peregrinos, todos ellos regen-tados por la iglesia, ayuntamientos o asociaciones de Ami-gos del Camino de manera altruista. Los servicios que ofrecían eran básicos (muchos no tenían agua caliente ni calefacción y en buena parte se dormía en el suelo de unas viejas escuela o de un polideportivo). Eran los tiempos de una famosa frase: «El peregrino no exige, agradece» y de las cenas comunitarias en el salón del albergue entre caminan-tes muy dispares que compartían con agrado lo que lleva-ban en el zurrón.
Al cierre de esta nueva edición 2017 se contabilizaban 395 albergues, que habrán superado con creces los 400 cuando este ejemplar impreso llegue a sus manos. Con una parti-cularidad que ha cambiado el sentido de la peregrinación: la aparición y proliferación del albergue privado. Un tipo de alojamiento más cuidado y con mejores servicios, pero en muchos casos (no todos, por fortuna) más cercano a un hostal turístico que a una acogida con verdadero espíritu jacobeo.
El peregrino, en definitiva, ya no es alguien desvalido y ne-cesitado, sino un turista con dinero en el bolsillo que lo pri-mero que pregunta al llegar al albergue es si hay wifi y al

Un alto en el Camino en el bar de Azofra
Señalización del camino: rotonda antes del aeropuerto de Lavacolla

10 | El Camino de Santiago a pie
que se mira más como fuente de negocio que como recep-tor de caridad. Y el propio peregrino se olvida de agradecer porque siente que en muchos lugares lo ven más como un billete de 20 euros andante que como un viajero en busca de hospitalidad. Aunque en el fondo, todo esto no es nuevo. Ni intrínsecamente malo. También en la Edad Media el Ca-mino fue una vía comercial que sirvió de revulsivo para re-poblar territorios, fundar ciudades y afianzar el comercio. En su segunda era dorada, la ruta jacobea vuelve a unir devo-ción y comercio por los territorios que atraviesa. Y como en aquellos primeros siglos, sigue lleno de gente maravillosa que trabaja de manera altruista para que el Camino no pier-da su espíritu fundacional.
Existen además tanto caminos como peregrinos. Aunque las flechas amarillas le llevarán por sendas muy concretas, holladas por otros caminantes desde hace siglos y vadeará ríos por los mismos puentes románicos que cruzaron viaje-ros del pasado, cada cual abordará —y sentirá y disfrutará— el Camino por motivos y planteamientos muy diferentes. Los hay que lo hacen por turismo, o por una promesa, o como reto deportivo, o como meras vacaciones baratas. Pero también muchos llegan a él en busca de una verdadera es-piritualidad cristiana. Sea la razón que sea, el Camino les devolverá ciento por uno y conseguirá poco a poco que todos vayan dejándose atrapar por su magia, incluso los más duros de corazón o los que pensaban que esto no es más que una hazaña deportiva.

Puente sobre el río Órbigo

Sobredosis de señales
El Camino de Santiago a pie | 11
Es la magia de la ruta jacobea. Transforma a todos los que se aproximan a ella.
Está a punto de empezar por tanto una aventura única, que perdurará en su recuerdo durante mucho tiempo. Y esta guía que tiene en sus manos es la herramienta perfecta no sólo para no perderse en los cruces o saber cuanto queda al siguiente pueblo, sino para entender el por qué del Ca-mino Francés, la razón de ser de la ruta jacobea más famosa y transitada a lo largo de los siglos. Un hilo histórico sobre el que se cuelga buena parte del patrimonio arquitectónico de la península, no en vano la ruta de los peregrinos francos fue también la vía por la que entraron en España muchas vanguardias artísticas, como el románico o el gótico.
Al final espera Compostela, el campus stellae de la leyenda. La ciudad construida en torno al supuesto sepulcro del após-tol Santiago de la que Valle Inclán decía que «las horas son una misma hora, eternamente repetida bajo el cielo lluvio-so». Compostela lleva inalterada varios siglos viendo llegar peregrinos, viendo pasar el tiempo, dejándose empapar por las vanguardias pero sin contaminarse de ellas. Las flechas amarillas entran en la ciudad por las mismas calles que lo hicieron siempre: Porta do Camiño, Casas Reales, calle Aza-bachería, Vía Sacra, plaza do Quintana. Para por fin depositar al exhausto pero emocionado peregrino en la soberbia pla-za del Obradoiro, el gran teatro pétreo de las vanidades de la diócesis compostelana, hecho para acogotar al forastero y mostrarle la grandeza de Santiago.

Travesía de El Bierzo
12 | El Camino de Santiago a pie

mapa general

El Camino de Santiago a pie | 13


14 | El Camino de Santiago a pie
preparar el camino

El sentido de la peregrinación
Lo primero que se debería tener en cuenta es que se va a iniciar una peregrinación y no una simple marcha senderis-ta. Con mayor o menor fervor religioso, por motivos cultu-rales, históricos, artísticos, deportivos o personales, con es-píritu de recogimiento personal o con ganas de compartir un ambiente festivo con amigos o familiares, pero una pe-regrinación al fin y al cabo. A lo largo de la ruta se encuentran albergues exclusivos para peregrinos y gentes de muy di-versa índole que dan su tiempo y su esfuerzo para atender a los caminantes, lo que obliga a recalcar la máxima jacobea: «El peregrino no exige, agradece». La hospitalidad que va a encontrar en muchos lugares es en su mayoría —porque cada vez hay más avispados que sólo buscan el negocio— desinteresada y sucesora de una tradición hospitalaria con el viajero que se remonta a varios siglos. No la desperdicie y, sobre todo, no la malogre exigiendo servicios propios de un hotel; para eso están las vacaciones turísticas.
Época
La mejor época, sin duda, es mayo y junio, seguida de sep-tiembre y principios de octubre. En verano las llanuras cas-tellano-leonesas son una tortura para el caminante; aun así, es la época de mayor afluencia por una razón obvia: es la temporada de vacaciones. Esto provoca además una satu-ración en los albergues y una psicosis colectiva por conseguir una cama que desemboca en situaciones absurdas, como levantarse a las cuatro de la madrugada para llegar antes que nadie al siguiente albergue. Esta circunstancia se agra-va en años jacobeos. En invierno también se puede hacer, aunque obviamente las condiciones meteorológicas son peores, la mochila pesa más (por la ropa de abrigo) y muchos albergues están cerrados. A cambio, es más fácil encontrar ese silencio y esa paz de espíritu que debe acompañar a toda peregrinación.
Tiempo necesario
La división de etapas propuesta en esta guía contempla 30 jornadas para salvar los 771 kilómetros que separan Saint-Jean-Pied-de-Port de Santiago de Compostela, o 32 días si se empieza en Somport por el Camino Aragonés, cuya lon-gitud se eleva a 845 kilómetros. El cálculo está hecho para una media diaria de entre 20 y 25 kilómetros, con etapas
Zubiri, puente de la Rabia sobre el Arga
El Camino en invierno

El Camino de Santiago a pie | 15
que en ocasiones superan los 30. En cualquier caso, se trata de una partición orientativa y no debe condicionar nuestro programa.
Puesta a punto
Afrontar más de 800 kilómetros a pie si nunca se han cami-nado largas distancias es una temeridad. Conviene en ese caso entrenar durante los meses previos, dando largos paseos (de varios kilómetros) con las mismas botas y mochila que se vayan a emplear para el viaje.
Albergues
La red de albergues para peregrinos es la más genuina re-presentación de la tradición hospitalaria jacobea y lo que diferencia el Camino de Santiago de cualquier otra ruta sen-derista. En un principio estaban auspiciados por instituciones, parroquias y asociaciones civiles. En ellos sólo pueden dor-mir quienes peregrinen a pie, en bici o a caballo y estén en posesión de la credencial de peregrino (véase La credencial, página 16). Algunos aún funcionan por donativos aunque la mayoría han optado por cobrar una tasa fija (entre 5 y 10 €). La afluencia cada vez mayor de romeros ha disparado también el valor comercial del peregrino por lo que cada vez hay más refugios privados gestionados por particulares. Al-gunos intentan dar el mismo espíritu de acogida y hospita-lidad que los públicos y con unos servicios mejores a un precio sólo un poco más elevado. Pero también los hay que únicamente ven en el caminante una fuente de negocio, sin resquicio a la atención desinteresada.
Su número es ya tan elevado (casi 400) que resulta imposible describirlos todos con detalle en esta guía. En las localidades donde hay muchos se ha primado la información de los albergues públicos o gestionados por asociaciones de Ami-gos del Camino y con un espíritu jacobeo. En cualquier caso, siempre se da la relación de todos, aunque muchos privados sólo aparezcan con su nombre y el número de teléfono.
En cuanto a los servicios, casi todos han unificado ya su ofer-ta por lo que cuando en el texto de esta guía se refiera a «todos los servicios» significa que tienen agua caliente, ca-lefacción, mantas, wifi, lavadora y secadora (generalmente de pago en torno, a 3 €) y cocina completa para uso del peregrino. Si hay extras o carece de alguno de estos servicios, se especifica.
En general los albergues no abren hasta mediodía o prime-ra hora de la tarde y exigen silencio a una hora temprana (entre las 21.00 y 23.00, según los casos). En los públicos no

Calzada romana en Cirauqui, Navarra
Albergue Orisson, Navarra

16 | El Camino de Santiago a pie
se puede permanecer más de una noche, salvo enfermedad, y tienen preferencia los caminantes frente a ciclistas y jine-tes. Se ruega encarecidamente apagar los móviles en su interior y no levantarse a horas muy tempranas para no molestar al resto de compañeros.
Muchos albergues pueden estar cerrados en invierno.
Ser hospitalero
Casi todos los albergues públicos y algunos privados se mantienen gracias a la labor desinteresada de hospitaleros voluntarios que dedican una parte de sus vacaciones o tiem-po libre a atender a los caminantes. Si estás interesado, la Federación Española de Asociaciones del Camino informa a través de su web www.caminosantiago.org de los requi-sitos necesarios y del cursillo obligatorio que hay que hacer para ser hospitalero voluntario.
Señalización
El Camino Francés está completamente señalizado con fle-chas amarillas, postes de madera y mojones de piedra. Los mapas de etapa que se adjuntan en cada capítulo ayudan además a localizar la dirección correcta.
Precios
Los precios indicados en esta guía son orientativos y están actualizados a la fecha de impresión. Luego pueden ser mo-dificados por los propietarios de los establecimientos sin previo aviso. Hay que tomarlos como una referencia, nunca como una relación contractual.
La credencial
Es el carné que acredita el paso a pie o en bicicleta por las diferentes etapas del Camino, imprescindible para obtener la Compostela cuando se llega a Santiago. Su presentación es inexcusable para poder dormir en los refugios. La dan las asociaciones de Amigos del Camino de cada comunidad autónoma (el listado está en la web de la Federación de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago, www.caminosantiago.org); también la venden en los principales albergues de la ruta.
El precio recomendado de la credencial oficial, que emite la Oficina del Peregrino, es como máximo 2 €. Atención porque algunos avispados han tratado de hacer negocio vendién-dola por mucho más.


Somport, peregrino japonés a punto de iniciar el Camino

El Camino de Santiago a pie | 17
La Compostela
Es el documento que certifica haber hecho el Camino por devotionis affectu, voti vel pietatis causa (por devoción, por un voto o por piedad). Se trata de un pergamino en latín que expide la Oficina del Peregrino de Santiago en nombre de la Iglesia, y que sólo se entrega a quien demuestre, me-diante la credencial del peregrino, haber completado los 100 últimos kilómetros a pie o a caballo y muy importante, por motivos religiosos. Existe un documento diferente —el certificado de acogida a la ciudad de Compostela, igualmen-te gratuito— para quienes hagan el Camino por motivos que no sean los religiosos.
¿Qué es un Año Santo?
Es un privilegio concedido por el papa Alejandro III en 1179 mediante la bula Regis Aeterna. En ella se otorga a la iglesia de Compostela la gracia del jubileo —es decir, la del perdón de todos los pecados a los fieles— cada vez que el 25 de julio, día de Santiago Apóstol, coincida en domingo. Para la obtención de tal gracia los fieles han de viajar en Año Santo a Compostela mediante cualquier medio de locomoción —no necesariamente a pie—, visitar la catedral, rezar una oración y recibir los sacramentos de la penitencia y la comu-nión.
Acreditación Jacobea Universitaria
La Universidad de Navarra, junto con las universidades es-pañolas situadas en el Camino Francés, ha creado esta nue-va credencial con el objetivo de difundir el Camino de San-tiago entre el colectivo universitario a escala internacional. Comporta ciertos beneficios, como créditos de libre confi-guración. Para más información consultar www.campus-stellae.org.
Distancias
Una de las aportaciones que diferencia a esta guía son sus completos y detallados mapas, realizados por profesionales topógrafos. Pero la labor de medición de un camino tan complejo como la traza jacobea hace inevitables las diferen-cias de apreciación según el aparato utilizado para la toma de datos. Por tanto, las distancias propuestas deben tomar-se como una referencia, no como una verdad absoluta, y confiar en su coherencia global.

Entrenar varios días y du-rante varios kilómetros con las mismas botas y mochila que va-yamos a llevar.
Calcular el punto de par-tida en función de los días dis-ponibles, a una media de 20 o 25 kilómetros diarios.
Es preferible empezar más ade-lante el Camino que salvar tra-mos intermedios en coche.
Elegir la época correcta. En verano los albergues están masi-ficados. En invierno las condicio-nes climáticas son muy rigurosas (y muchos albergues permane-cen cerrados). Mayo y junio y de septiembre hasta mediados de octubre son las mejores épocas.
Solicitar la credencial en el punto de partida; sin ella no se puede dormir en los refugios.
Planificar las dos prime-ras etapas más cortas que las siguientes; es en los atracones iniciales donde más peregrinos se retiran con tendinitis o ampollas.
ANTES DE SALIR
18 | El Camino de Santiago a pie
historia de un mito
Para entender el significado de un fenómeno más cerca-no a la mitología que al rigor histórico, ocurrido hace más de 1.000 años y que, sin embargo, sigue atrayendo a una multitudinaria corriente humana desde los cuatro confines del globo es necesario hacer un ejercicio de abstracción y situarse en la realidad geopolítica de aquel remoto año 813 (otros autores sitúan el descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago en el 820). Nos encontramos en el primer tercio del siglo ix, con la invasión musulmana consolidada en la Península y los minúsculos reinos cristianos del norte más parapetados en la compleja orografía del terreno que en su capacidad para detener al enemigo. Mientras ellos invocaban y unificaban sus fuerzas al grito de Mahoma, el bando cristiano, fragmentado en minúsculos reinos, no te-nía un líder carismático, una figura que ligara energías.
Aparición del sepulcro
Es en este escenario cuando un pastor de la remotísima Gallaecia llamado Pelayo cree ver la luz de una estrella se-ñalando un túmulo en el monte Libradón, donde más tarde surgiría Compostela. Esas tierras estaban bajo el mando del rey astur Alfonso II el Casto (789-842). Teodomiro, obispo de la diócesis de Iria Flavia, ordena desbrozar el monte y aparece un arca de mármol. Teodomiro, por revelación di-vina, anuncia que los restos allí encontrados pertenecen al apóstol Santiago. El mito acaba de nacer. Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, fue decapitado en Jerusalén, en el año 42, por orden de Herodes Agripa. Según la tradición, sus discí-pulos robaron el cuerpo y lo trasladaron en un viaje marí-timo de siete días de duración hasta Galicia, con el objeto de cumplir con el rito arraigado entre los apóstoles de ser enterrados donde predicaron.

Catedral de Santiago de Compostela, detalle
Tumba de Sancho VII en el Fuerte en Roncesvalles

El Camino de Santiago a pie | 19
La construcción de Europa
Poco importa que sea difícil confirmar la presencia de San-tiago el Mayor predicando en Hispania o el rigor científico utilizado en la identificación de los restos. La presencia de unas reliquias apostólicas colocaba a aquel lugar a la altura de Antioquía, Éfeso o la misma Roma y, lo que es mucho más importante, dotaba a la cristiandad de una figura capaz de unificar la lucha contra el enemigo común. Teo-domiro da cuenta del hallazgo a Alfonso II, y éste manda edificar sobre el sepulcro una sencilla iglesia de mampos-tería y barro. Comienzan así a llegar visitantes a la tumba del apóstol, y el minúsculo reino astur empieza a salir de su aislamiento. No olvidemos que la peregrinación, junto con las cruzadas, era el motivo principal del viaje medieval. Los caminos hacia Compostela se llenan de gentes de la más diversa condición que, bajo devotionis causa, deam-bulan entre pueblos, abadías, santuarios y ciudades. Todo Occidente se vuelca en el culto a los restos del apóstol, haciendo suya la responsabilidad de asegurar el paso hacia Compostela. En este sentido cobra valor la frase atribuida al escritor y filósofo alemán Goethe: «Europa se hizo pere-grinando a Compostela».
Los primeros peregrinos
El primer peregrino célebre, impulsor después de la gran corriente de viajeros procedente de Francia, fue el arzo-bispo de Le Puy, Gotescalco, quien viajó desde Aquitania en 950 acompañado de una gran comitiva. En el año 961, un noble francés, Raimundo II, marqués de Gothia, es ase-sinado en el Camino, pero ningún documento aclara las circunstancias. En 1488 son los Reyes Católicos los que via-jan a la ciudad santa. Muchos siglos después, en 1668, el príncipe italiano Cosme de Médicis emprendió uno de los primeros viajes documentados de peregrinación turística. Acompañado de 40 personas, visita Santiago para conti-nuar después por mar a las islas Británicas.
También existió la peregrinación por delegación. Un do-cumento de 1312 detalla cómo el francés Yves Lebreton cumplió los requisitos de la peregrinación en nombre de la condesa de Artois.
A partir del siglo xv se inicia un nuevo tipo de peregrinación: la caballeresca. Ejemplo de ella fue el caballero Hainault de Werchin, quien anunció que retaría a todo caballero que en su tránsito a Santiago no se apartara más de 20 leguas de su camino.


La Cruz de Fierro, en la provincia de León, uno de los hitos del Camino
Monumento al peregrino en el Alto do Poio, Lugo
20 | El Camino de Santiago a pie


El monasterio de Samos (Lugo) mantiene algunos restos del primitivo edificio mozárabe
Puerta Santa, Catedral de Santiago de Compostela
Libros de viaje
Muchos son los peregrinos que anotaron a lo largo de los siglos, y siguen haciéndolo en la actualidad, las experien-cias de su periplo. El más famoso de todos fue Aymeric Pi-caud, clérigo francés que en 1139 se presentó en Santiago con el Codex Calixtinus, una Guía del peregrino medieval escrita supuestamente por él y contenida en el libro V de una colección de cinco obras ilustradas, el Liber Sancti Ja-cobi, dedicada a narrar la vida y milagros de Santiago el Mayor. Considerada la primera guía de turismo de la histo-ria, el Codex detalla el viaje por el Camino Francés con todo lujo de detalles en topónimos, costumbres, lugares, gen-tes, paisajes, comidas, hospitales, iglesias y peligros. Aun-que existen dudas sobre la autoría de Picaud —lo único seguro es que el autor era francés y odiaba a los navarros, a los que llama Navarri impii—, es el mejor testimonio para el estudio de aquella etapa histórica.
Otras guías famosas son las del alemán Hermann Künig von Vach, monje de Estrasburgo que detalló en el siglo xv el Camino en verso, y la del italiano Domenico Laffi, sa-cerdote de Bolonia, quien escribió su Viaje al Occidente, a Santiago de Galicia y a Finisterre entre 1670 y 1673.
La picaresca en la peregrinación
El peregrino solía ser una víctima apetecible: solo, en te-rreno abierto y poco conocedor del país. Entre las figuras más temibles figuraban los posaderos, que añadían agua al vino, cobraban más de lo debido, daban cambio con moneda falsa o servían pescados y carnes pasados de fecha; y los barqueros, que exigían tarifas desorbitadas al caminante indefenso. En 1133 las autoridades de Com-postela amonestaron a los comerciantes tras comprobar que cobraban más al peregrino que al residente. A veces, los licenciosos eran los peregrinos: el diccionario de Cova-rrubias define bordonero como «el que disimulando con el hábito de peregrino y el bordón anda vagando por el mundo por no trabajar». Rufianes, ladrones, desertores, prostitutas y vividores se escondían tras una túnica y una vieira, contribuyendo en buena manera al desprestigio de la peregrinación en los siglos xv y xvi.
El Camino de Santiago a pie | 21
Esplendor y decadencia del Camino
Los siglos xi y xii son testigos del gran auge de la peregri-nación. La frontera con el mundo musulmán se desplaza, aunque quedan bolsas de conflicto en la llanura riojana y algunas zonas de Castilla. En esta época llegan los monjes de Cluny, grandes impulsores del Camino, quienes se ha-cen cargo de monasterios tan importantes como el de San Benito, en Sahagún, o el de San Juan de la Peña, en Huesca. Los reyes cristianos, conscientes del papel de la peregri-nación como vehículo de transmisión económica, crean burgos, fomentan la vida monástica y levantan puentes que serán después el germen de nuevas ciudades, como Logroño o Puente la Reina. El papa Calixto II instituye en 1122 el Año Santo Jacobeo.
Sin embargo, a finales del siglo xiv y durante el xv el Ca-mino comienza a declinar. La peste negra ha diezmado la población europea y los supervivientes andan enfrascados en guerras sin fin. Los caminos no son seguros y los ricos monasterios apenas tienen ahora para atender a los po-bres de su entorno. Las ideas también cambian y los gozos materiales sustituyen a los espirituales. En Centroeuropa, el xvi es el siglo del protestantismo y las guerras de religión. El miedo a un ataque de los piratas ingleses, comandados por Francis Drake, contra la tumba del apóstol lleva al ar-zobispo de Compostela san Clemente a esconder el arca con sus restos en 1588. Tan bien lo hizo que estuvo perdida durante 300 años. El día de Santiago de 1867 no sumaban 40 los peregrinos en Compostela.
El apóstol es reencontrado
En 1878, el cardenal Payá y Rico emprende obras de re-forma en el altar mayor de la catedral compostelana. La noche del 28 de enero de 1879, tras perforar una bóveda, los trabajadores encuentran una urna con los esqueletos de tres varones. En 1884, el papa León xiii sanciona cuatro años de trabajos científicos con la bula Deus Omnipotens, en la que reconoce que los restos del apóstol han sido reencontrados. Durante todo el siglo xx la peregrinación a Compostela experimenta un ligero repunte. Pero es a partir del Xacobeo de 1993, con la apuesta decidida de la Xunta de Galicia por el Camino de Santiago como revulsi-vo turístico de la región, cuando la ruta jacobea vuelve a recuperar el esplendor que tuvo nueve siglos antes.

Saint-Jean-Pied-de-Port, puerta de España
22 | El Camino de Santiago a pie
arte en el Camino
Mezclados con una muchedumbre de campesinos, píca-ros, burgueses y nobles, llegaro