El equilibrista

Marcos Cristal

Fragmento

Agradecimientos

Los contenidos de un libro, mucho antes de que se corporicen en la letra impresa, se van delineando en innumerables interacciones con otras personas. Son muchos los otros que han influido —directa o indirectamente, en pequeña o en gran medida— para que estas páginas expresen las ideas, vivencias, experiencias que contienen.

Asumo la plena responsabilidad de lo que aquí digo y libero a los que aquí menciono de cualquier desliz o comentario con el que no concuerden. Pero quiero expresar todo mi agradecimiento a aquellos con los que tuve ocasión de interactuar y que tuvieron alguna influencia en mí, aunque algunos de ellos ni siquiera sean conscientes.

Empiezo por nombrar a las dos personas que más han dedicado tiempo, cariño y profesionalismo: Nora Trosman y Fernando Buen Abad. También agradecer a Santiago Ofenhenden por su dedicación en las primeras etapas del libro.

Agradezco la confianza y todo el apoyo de la gente de Random House Mondadori de México y de la Argentina: Cristóbal Pera, César Gutiérrez, Wendolín Perla, Gilda Moreno, Glenda Vieites, Abel Moretti.

Quiero hacer mención y agradecer a las organizaciones y empresas con las que trabajé o trabajo, por brindarme la oportunidad de colaborar y aprender junto a ellos. Gran parte de las ideas y vivencias contenidas en este libro fueron forjadas en dichos ámbitos. Por orden alfabético: Accenture, Air Liquide, Arcor, Aon, Banco Nación, BankBoston, Banco BBVA, Banco Central de la República Argentina, Banamex, Basf, Bayer, Boerhinger-Ingelheim, Cargill, Cencosud, Cervecería Quilmes-Brahma, Citibank, Clorox, Coca-Cola Femsa, Edesur, Ici, Instituto para el Desarrollo de Ejecutivos de Argentina, KPMG, Laboratorios Bagó, Metrogas, Molinos, Munich Re, Novartis, Petrobrás, Peugeot, Pfizer, Renault, Repsol YPF, Shell, Siemens, Telefónica, Techint, Tenaris, Ternium, Telecom, Telmex, Volkswagen, Unilever, Universidad Católica Argentina, Universidad de Buenos Aires, Universidad de San Andrés, Universidad Torcuato Di Tella.

Agradezco a los profesores, colegas, estudiantes, amigos y conocidos con los que tengo una relación profesional o personal, que han agregado su grano de arena a mi tarea. Por orden alfabético: María Alicia Agotegaray, Jaime Alonso Gómez, Graciela Álvarez, Gustavo Aquino, Gabriel Aramouni, Mabel Arjovsky, Diego Baglietto, Juan Pablo Bagó, Jorgelina Baratta, Mariano Barusso, Pedro Basualdo, Diego Benenzon, Julie Benesdra, Armando Bertagnini, Rodolfo Biasca, Horacio Bolaños, Laura Bongiolatti, Alberto Bonis, Andrea Box, Roberto Brant, Hector Braun, Lisandro Bril, Silvina Brodsky, Eliana Bugner, Gustavo Bulacio, Juan Felipe Cadavid, Mariela Campodónico, Patricia Canabal, Cristina Capatto, Luis Ángel Carchak, Silvia Caruso, Mariana Cecchi, Carlos Cleri, Santiago Colunga, Carlos de la Torre, Mariano delle Sedie, María Victoria Derico, Sandra De Santis, Juliana Donati, Roberto Dvoskin, Silvina Echevarría, Marc Eguiguren, Jorge Escribá Rodríguez, Martín Etchegoyen, Alejandro Feldhaus, Denise Ferreyra, Héctor Feuerman, Fernando Flishfish, Paulina Focaia, Juan Carlos Folino, Ana Foss, Claudine Foss, Laura Gaidulewicz, Rosmary Galvagna, María Laura García, Oscar García, Zulema García Yañez, Marina Garrido, Olivier Garrigue, Joseph Gekoski, Ricardo Gil, Miguel Glikman, Azucena Gorbarán, Ernesto Gore, Jorge Hambra, Eberhard Hauser, Nora Hazebrouck, Héctor Helman, Florencia Herkovits, Jorge Hernández, Enrique Hofman, Rodolfo Holm, Bodo Huelse, Fernando Iglesias, Francisco Ingouville, Carlos Irigaray, familia Kaliman, Carlos Kaplan, Tedi Karagosian, Luis Karpf, Fredy Kofman, Ricardo Kofman, Gustavo Konicszer, David Konzevik, Rolf-Dieter Krahmer, familia Kristal, Maximilian Kückemanns, Miriam Kurlat, Alberto Landro, María Inés Laplaza, Santiago Lazzati, Enrique Levallois, Hugo Levy, Juan Carlos Linares, Mirta Linzalata, Kitty Litvachkes, Maggie López, Juan Carlos Lucas, Diego Luzuriaga, Daniel Maggi, Horacio Meléndez, Sergio Meller, Nélida Mendelson, Daiana Meltzer, Mauricio Mitelman, familia Mizrahi, Paula Molinari, Gustavo Morales, Gonzalo Mosqueda, Andrés Mosteiro, familia Movsovich, Lorena Nardi, Guillermo Nielsen, Claudia Nieto, Liliana Orozco, Daniel Padilla, Rosa Perlz, Alejandro Peterson, Verónica Piasco, Daniel Pinto, Ricardo Piñeyro, Nicolás Polinasky, Daniel Posternak, Enrique Prego, Juan Francisco Puente, Miguel Punte, Andrea Ramírez, Ariel Regatky, Anne Marie Richard, Mariana Rispoli, Gonzalo Rivas, Verónica Rivero, Diego Ron, Pablo Rudkiw, Rosana Rueda, Marcelo Ruzo, Ana Salgado, Guillermo Salz, Fernando San Juan, Raúl Saroka, Betina Savich, Néstor Scibona, Adriana Sclar, Hernán Scotti, Roberto Serra, Julio Sevares, Daniel Serrot, Vito Sgobba, Ernesto Shargrodsky, Matías Shweitzer, Irene Sills, Valeria Silvestroni, Maxi Simoncelli, Carlos Silberman, Pablo Sirlin, Eduardo Spector, Ricardo Spector, Less Spero, Guillermo Spitznagel, Alejandra Spriegel, Frank Stein, Jorge Stern, Dina Sznirer, Javier Tabakman, Marcela Tauro, Claudia Tedesco, Carlos Tramutola, Claudia Uzqueda, María Belén Vallone, Carlos Vargas, Marisa Vázquez Massini, Andrea Vega, Valeria Vidal, Gonzalo Villar, Ernesto Uscher, Alberto Wilensky, Leonardo Wolk, Volker Wurttenberger, Gabriel Yoguel, Ariel Yukelson, Liliana Zamora.

Un recuerdo, con enorme cariño, a mis padres, Susana Storch y Bernardo Cristal. Para cerrar esta lista de agradecimientos, quiero nombrar —por todo su amor y apoyo incondicional— a los que siempre están y estarán: Yann Cristal, Julie Cristal, Laura Likier, Clari Cristal, Tamara y Yoel Wasserman.

Prólogo

Un editor me preguntó:

—¿Se trata de un ensayo?

—No exactamente —le respondí.

—¿Una novela? —inquirió de nuevo.

—Mmm… tampoco.

—En otros términos: ¿en qué anaquel de las librerías ubicarías este libro?

Dudé.

Finalmente, le dije:

—En la sección Negocios y Empresas.

—Y, ¿quién imaginas que se interesaría por hojearlo?

—Aquellos que se preguntan (o recuerden haberse ya preguntado) cuán satisfechos, felices o realizados se sienten en su trabajo, o bien, hasta dónde su actividad en las empresas los conduce a la felicidad. Aquellos que identifican una brecha entre sus expectativas de realización plena y la rutina del día a día en su organización…

Te confieso, lector, que lo que acabas de leer fue un primer diálogo con los editores que aún recuerdo. He aprendido que los diálogos con los editores no son los mismos que con los lectores. Sigo buscando respuestas que enriquezcan ese diálogo y todo lo que de él pueda derivarse. Las preguntas verdaderas no se agotan con las respuestas.

Antes de elegir el título definitivo de esta obra, tenía uno provisorio: ¿Felicidad vs. Empresa? Soy consciente de que somos muchos los que tenemos esta pregunta a flor de piel. Mi “termómetro” personal —luego de recorrer empresas por más de treinta años— indica que son pocos los que pueden responder de manera satisfactoria y con convicción. También sé que el tema que te propongo, lector, es complejo… cada día más complejo.

Acaso porque soy a

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