El círculo mágico

Ángeles Lasso

Fragmento

Presentación

PRESENTACIÓN

La magia se hace presente desde el primer hálito de vida en el ser humano. La sola concepción representa un divino arte de magia. Sin embargo, no sabemos cómo definirla, explicarla ni menos concretarla, porque su energía es tan intangible y poderosa como el amor.

Desde los primeros registros de memoria en la historia del hombre, existe la magia. Al principio fue la forma de comunicarnos con los dioses, luego fue nuestro contacto con las fuerzas de la naturaleza, hasta que descubrimos que ese poder se encontraba dentro de nosotros mismos... que por gracia de nuestra propia voluntad estábamos en condiciones de realizar las transformaciones que deseáramos.

Este conocimiento permaneció por milenios en manos de unos pocos elegidos, que lograron hacer llegar sus secretos de boca en boca hasta estos días. Largos siglos de oscurantismo e ignorancia obligaron a magos, hechiceras y curanderos a ocultarse en las sombras.

La superstición y el miedo clausuraron las puertas de la magia para la mayoría de las personas. Aun así, de generación en generación fueron rescatados ciertos rituales, hechizos y conjuros que lograron sobrevivir de solsticio en solsticio con su inmortal sabiduría para, al fin, reaparecer en estos albores de la Era de Acuario con todo su esplendor y magnificencia, poniéndose al alcance y al servicio de la humanidad. De forma maravillosa llegó la hora en que el «esoterismo» corrió sus velos, permitiendo el acceso a sus más profundos secretos.

La telepatía, la telequinesia y la clarividencia son capacidades que han permanecido dormidas en la memoria de los humanos, pero han comenzado a despertar y ahora pueden ser desarrolladas por quien decida cruzar el muro entre lo concreto y lo etéreo.

En lo más profundo del subconsciente sabemos que somos capaces de activarlas. Entendemos que tanto materia como espíritu componen el universo que habitamos, por lo tanto, podemos movernos en ambas energías fluidamente. El mejor ejemplo es que debemos vivir la mitad de nuestra vida material durmiendo, transcurriendo inmaterialmente en el mundo onírico sin que esto nos parezca algo temible, sino totalmente natural y necesario.

La magia, por lo tanto, puede ser usada en la vida cotidiana para modificar o mejorar nuestra realidad a voluntad, puesto que más allá de las palabras grandilocuentes, está nuestro humilde deseo de ser felices, potenciando de este modo la presencia de lo maravilloso en nuestras vidas.

Magia es el arte de movilizar la energía fluyendo en armonía con la naturaleza, comprendiendo y utilizando sus ciclos, sus elementos y sus direcciones. Aprendemos de ella el correcto actuar, desarrollamos nuestros poderes sabiendo escuchar el murmullo de las olas lamiendo la arena o percibiendo los secretos que cuenta el viento oeste al atardecer, descubriendo así que en lo más pequeño habita lo grande, comprendiendo los augurios que envían nuestros guías celestes, desentrañando los misterios de los aliados etéreos para permanecer despiertos, viviendo cada segundo de nuestras vidas en plena conciencia, sin permitir que nos automaticen los sentimientos ni que nos pavimenten la percepción.

Quien realmente ha decidido desarrollar su natural capacidad mágica hallará en estas páginas las coordenadas necesarias para encontrar las llaves que abrirán el portal que conduce hasta el enigmático mundo de lo inexplicable, allí donde se encuentran aquellas respuestas que el espíritu anhela.

Antes de internarte en esta lectura debes saber que la bondad genera luz y la maldad, oscuridad. Permanece leal a las fuerzas del bien para que al crecer y evolucionar puedas auxiliar e instruir a los demás. Quien ose, sin embargo, utilizar estos conocimientos para generar dolor o sufrimiento será severamente castigado por la implacable ley universal de causa y efecto. Mantengámonos humildes en nuestra pequeñez, sin ser arrastrados por la ambición de poder que corrompe y mata la cristalina magia.

Te invito a tomar mi mano para fundirte con el espacio. Sé parte consciente de lo que te rodea y comienza el viaje mágico que te llevará a descubrir la vía oculta hasta el portal que todo quien elija ser mago algún día deberá atravesar.

Introducción a la práctica de la magia

INTRODUCCIÓN A LA PRÁCTICA

DE LA MAGIA

El aspirante a la práctica de las artes mágicas suele poseer una tendencia natural que en cierto modo podríamos comparar con el oído musical. Simplemente se nace con ello, o tal vez se hereda y es transmitido de generación en generación.

Aun así, la sola inclinación o interés por el tema denota cierta capacidad que permitirá a todo aspirante introducirse en este conocimiento.

Magia es transformación, es conducción consciente de la energía, y para realizarla debemos comprender que todo en nuestro universo está vivo. Las piedras, los metales, los aromas y los colores poseen su propia energía. Los elementos, en tanto, nos sirven para conducirla.

El manejo de estas energías ha sido ancestralmente dominado por ciertos elegidos, que pueden ser llamados chamanes, hechiceros, sacerdotisas, visionarios, brujas o brujos. Sin embargo, la capacidad de realizar un acto de magia está al alcance de todos, comprendiendo desde luego el tipo de energía con la que cuentan, identificando la existente en la naturaleza, aprendiendo a fluir junto con ella para así lograr despertarla, liberarla y dirigirla a voluntad.

Estos son procesos enteramente naturales. Desde el principio de los tiempos, el hombre invocó a sus dioses y divinizó los fenómenos de la naturaleza, sin embargo, es importante distinguir que la magia no tiene relación alguna con la religión. Se encuentra mucho más cerca de la alquimia e incluso de la física, puesto que utiliza a conciencia tanto el poder de los ciclos climáticos, de las fases lunares y del desplazamiento de los planetas como el poder de las combinaciones de elementos con vegetales o minerales, sin olvidar, además, el magnetismo y la temperatura.

Buscamos con estas prácticas llevar el control de nuestras vidas, direccionando a conciencia la energía universal para el logro de nuestros propósitos. Es importante que el aspirante a mago tenga pleno conocimiento de su capacidad tanto intelectual como espiritual, ya que el poder inherente a quien comprende el ritmo del destino —logrando canalizarlo o previsualizarlo— es enorme, lo que podría ser peligroso si no fuese conducido con un alto sentido de la moral y la ética, absolutamente necesarias para introducirse en estas prácticas.

Debemos hacernos cargo de la certeza de que todo tiene dos aspectos, el universo entero está compuesto por el yin y el yang, por lo tanto, nuestra realidad consta de luz y oscuridad, bondad y maldad, belleza y fealdad, calidez y frío, día y noche. Todo se presenta en polaridades, por lo tanto, quien desarrolle este arte sin trabajar con su espíritu podría verse tentado a usar sus poderes dañando a otros, lo que irremediablemente le llevaría a ser devorado por la oscuridad, acarreando sus consecuencias.

La magia tiene dos filos. Es el poder lo que seduce al incauto, por lo tanto, lo correcto será descubrir el porqué de esta atracción. En caso de lograr el desarrollo de capacidades paranormales, deberíamos preguntarnos para qué o cómo pretendemos utilizarlas.

Enseguida debemos introducirnos seriamente en el estudio de los ciclos naturales del lugar en que vivimos, informarnos también acerca del uso de hierbas, cristales y de oráculos y al mismo tiempo recordar que no debe haber secretas intenciones de lucro personal, lo que nos expondría al peligro de perdernos en laberintos mentales que no tienen retorno.

El conocimiento de nuestra personalidad astrológica, lo mismo que la conciencia clara de nuestras debilidades y fortalezas, será del todo necesario para iniciar esta senda. No podemos olvidar que la herramienta principal que usaremos será nuestro propio ser.

El cultivo de estas capacidades comienza por el dominio de los cinco sentidos. Todo aspirante deberá iniciar su instrucción trabajando con ellos. El oído podría desarrollar clariaudiencia si se aprende a aguzarlo. Debe ejercitarse en lugares alejados de todo ruido, especialmente de noche, ocultos en las sombras del bosque o la montaña. Entrenaremos este sentido escuchando los crujidos de los insectos, el ulular del búho o el batir de las alas del murciélago. Nos sorprenderemos con la cantidad de sonidos que nos rodean habitualmente sin que siquiera nos enteremos.

Ayuno, silencio, soledad y meditación son indispensables para realizar estos ejercicios mágicos. Pronto serán capaces de percibir murmullos élficos entre las plantas, e incluso el silbido de una brisa lejana, el latido del corazón de la tierra o el lento palpitar de las grandes rocas. Todo tiene un sonido, además de una vibración, pero si no cultivas el silencio, no podrás percibirlo.

La vista no solo se usa hacia fuera, ver dentro de uno mismo es el primer paso para adquirir el don de la visión. Para ejercitarla debes permanecer en un lugar donde te sientas seguro, a media luz, entornando los ojos para descubrir lo que hay a tu alrededor, observando hacia adentro y hacia afuera. Bajo esa disciplina podemos desarrollar el arte de leer los diversos oráculos, como el tarot, las runas, el I Ching, las caracolas, las hojas de coca, el péndulo, la quiromancia o cualquier otro sistema oracular que nos ayude a ejercitar la visión psíquica. Solo así veremos las presencias etéreas que suelen rodearnos, pudiendo protegernos de influencias negativas.

Gusto, olfato y tacto serán también entrenados por el aspirante a mago. Cada uno de los sentidos corresponde a un elemento, siendo el espíritu el quinto de ellos. El gusto es la esencia que corresponde al agua. El olfato, la percepción vinculada a la tierra. El tacto es la conexión y pertenece al elemento aire. La vista es la clarividencia y pertenece al elemento fuego. Por último, el oído corresponde a la vibración del espíritu.

Al emprender el camino de la magia, es necesario saber que no habrá retorno. Quien desarrolle sus capacidades no podrá luego retroceder. La razón para introducirse en este conocimiento no es necesariamente auxiliar a los demás, eso vendrá más adelante; lo primero es nuestro propio desarrollo, lo que nos exigirá mucha dedicación durante buena parte de la vida.

Los pasos para iniciar este camino son determinantes. Sin su práctica no se logra acumular el poder suficiente para canalizar la energía a voluntad. Estos pasos son ayunar, callar y esperar. La autodisciplina apunta a controlar la ansiedad fundiéndonos con el entorno, absorbiendo de este modo la energía que la naturaleza nos ofrezca. Fluir con ella es imprescindible. Debemos desarrollar el instinto que poseen las aves, que utilizan las corrientes de aire para facilitar su vuelo.

Los objetivos iniciales son esencialmente cinco, que se irán alcanzando tal como se alcanzan los primeros peldaños de la escalera de una pirámide que conduce al conocimiento. El primero será encontrar nuestro sentido de la vida. El segundo, ubicarse correctamente en el espacio-tiempo. El tercero, identificar los portales de comunicación entre las diversas dimensiones. El cuarto será fortalecer el cuerpo enriqueciendo el alma. El quinto objetivo solamente se cumple cuando los anteriores han sido perfeccionados. Es auxiliar en instruir a los demás.

Para todo ello, estar despierto, alerta, acechante, comprendiendo los augurios, así como los mensajes que nuestros aliados multidimensionales nos envían, será imprescindible para iniciar nuestras prácticas. Para reconocer los caminos interdimensionales, debemos saber que la primera dimensión se ubica en el corazón de la tierra y su representación la tienen las piedras y minerales. La segunda dimensión pertenece a los elementos, por lo tanto, es el lugar en que se encuentran los elementales, a los que conocemos como duendes procedentes de la tierra: elfos, originales del aire; ondinas, espíritus del agua; y salamandras, que surgen del fuego. En la tercera dimensión es donde nos encontramos, puesto que corresponde a la materia tangible y visible, en la que se puede calcular el principio, medio y fin de cosas y espacios. Es aquí donde los humanos habitamos, permaneciendo en completa inconsciencia de las otras dimensiones. La cuarta dimensión es el mundo de la mente, las ideas, los pensamientos, los sueños; es el Astral. Allí habita el tiempo, que solemos creer inmutable. Aquí nos damos cuenta de ese error, ya que en realidad el tiempo es completamente relativo, mutante, cuántico. Al dejar de ser lineal, el tiempo se transforma en espiral, pierde por completo sus límites y nos introduce sutilmente en los espacios temporales de pasado, presente y futuro como si fuera uno solo.

Nuestro concepto del tiempo está directamente relacionado con la fuerza de gravedad que gobierna el planeta. Por lo mismo, si experimentamos enviando un astronauta a la galaxia, el tiempo que transcurriría para el viajero sería completamente distinto al de la Tierra. Por esto, quien pretenda iniciarse en las artes mágicas deberá transitar entre dimensiones. A esto le llamamos interdimensionalidad, y es uno de los fenómenos utilizados por los grandes magos para captar diversas energías canalizándolas exitosamente en forma de hechizos o conjuros.

En el mundo de la magia no existen dogmas. En este arte ancestral cada pueblo, raza o época ha desarrollado distintas vías para alcanzar siempre un mismo fin, el conocimiento. Los antiguos druidas celtas marcaron los inicios de los métodos mágicos conocidos hasta hoy. De ellos aprendimos los rituales, las ceremonias y los hechizos. Los pueblos mayas ancestrales nos dejaron en herencia sus fantásticos cálculos astronómicos, por lo que son considerados ingenieros del tiempo, maestros del calendario en sincronía con el planeta, a diferencia del actual calendario gregoriano que ignora incluso la existencia de una luna más en el transcurso del año.

Pueblos originarios de América, como los huicholes y toltecas, cultivaron el arte del uso de plantas mágicas con poderes de sanación, llegando a estados alterados de conciencia que los condujeron al desarrollo de fantásticos poderes que, para nuestra actual civilización, práctica y materialista, resultan incomprensibles, pero que todo buscador de visión deberá conocer, practicar y comprender.

En el lejano Oriente, desde los tiempos de Babilonia se cultivó la magia en diversas formas. Existen leyendas que hablan de los prodigios realizados por las poderosas sacerdotisas de la diosa lunar Ishtar o Innana, más adelante conocida como Isis antes de transformarse en Astarté, divina protectora de las hechiceras que lograban realizar altas magias y convertirse en leyenda. También pasaron a la historia los colegios de magia que existieron en el Antiguo Egipto, desde donde se cree surgieron los códigos secretos de la baraja del tarot, que permite hurgar en los laberintos del destino.

De la China milenaria, en tanto, heredamos el juego mágico oracular llamado I Ching o Libro de las mutaciones, que hasta hoy resulta ser el más perfecto modo de comprender el porvenir y sus efectos. Se le considera un computador prehistórico, ya que para su funcionamiento utiliza los principios de la matemática binaria, y es capaz de leer pasado, presente y futuro del consultante por medio de un sencillo cálculo matemático que se logra al lanzar las cincuenta varillas de milenrama o las tres monedas ceremoniales. Este sistema resulta del todo infalible, puesto que se basa en la ley de causa y efecto, aquella que rige todo suceso en el universo. Esta obra, por lo tanto, pretende acercar a todo quien se introduzca en sus páginas al uso de la magia práctica, aquella que realizamos muchas veces en forma inconsciente en la vida cotidiana.

El imprescindible pentagrama, el uso de las diversas barajas, la construcción de un círculo mágico, el correcto uso del verbo al invocar, así como el control y manejo de un claro conocimiento de las energías naturales unidos al trabajo interno de cada aspirante a mago, serán necesarios para iniciarse en estas prácticas.

Sin embargo, no debemos olvidar que los antiguos sabios dejaron claras indicaciones acerca de las consecuencias fatales que sufriría quien hiciere mal uso de estas artes maravillosas.

Hacer magia constituye una enorme responsabilidad, ya que quien entienda los movimientos de la energía, las fluctuaciones del destino, y pueda comprender cómo canalizarlos según su voluntad, adquirirá un gran poder, que si no va acompañado de un alto nivel evolutivo podría tornarse peligroso o destructivo tanto para el aprendiz como para su entorno. Nunca debemos olvidar que el sentimiento aplicado a la acción es el principal ingrediente de nuestra preparación.

Quien sienta el llamado a introducirse en estos milenarios conocimientos debe estar dispuesto a realizar algunos sacrificios y dedicar buena parte de su tiempo al constante estudio e investigación de estos fenómenos. De igual forma, su relación con la naturaleza será del todo vital para la sobrevivencia esencial y la mantención del equilibrio. Solo así algún día podremos ser reconocidos como hechiceras, magos, curanderas, sanadores, canalizadores o simplemente brujas. El camino escogido será producto de las propias vivencias de cada aprendiz.

La pirámide de los hechiceros

LA PIRÁMIDE DE LOS HECHICEROS

Como ya les he explicado, convertirse en un verdadero mago significa introducirse en un proceso evolutivo que ha sido llamado la Ascensión de la Pirámide Mágica del Conocimiento. Para realizar este desafío deberemos recorrer los siguientes peldaños:

SABER

a. Conocerse a sí mismo.

b. Conocer su propio arte.

c. Saber qué hacer.

d. Saber cómo hacerlo.

e. Saber cuándo hacerlo.

f. Saber cuándo no hacerlo.

g. Saber qué quiero hacer.

h. Saber usar las palabras.

i. Saber trabajar con moderación.

QUERER

a. Creer en ti mismo.

b. Creer en la fuerza superior.

c. Creer en tus habilidades.

d. Creer en tu voluntad.

e. No rendirse jamás.

f. No perjudicar a nadie.

g. Consultar con los oráculos antes de una decisión.

OSAR

a. Tener el valor de cambiar.

b. Tener el valor de controlarte.

c. Responsabilizarte de tus acciones.

d. Elegir correctamente antes de actuar.

CALLAR

a. Aprender a guardar silencio.

b. Aprender a no comunicar tus logros.

c. Aprender a respetar los secretos ajenos. d. Aprender a no juzgar.

e. Proteger tu espíritu.

f. Proteger tu cuerpo.

g. Proteger tu energía.

h. Proteger tu integridad.

Quien pretenda manipular la energía deberá antes que nada cultivar la atención y desarrollar al máximo sus cinco sentidos, relacionados cada uno de ellos con los cinco elementos.

OÍDO – (Espíritu) – Clariaudiencia – sonido, vibración, música. VISTA – (Fuego) – Clarividencia – luz, color, premonición.

GUSTO – (Agua) – Esencia – sentimientos, salud, satisfacción.

OLFATO – (Tierra) – Percepción – aromas, fragancias, fortaleza. TACTO – (Aire) – Conexión – pensamientos, ideas, sueños.

Al mismo tiempo, deberá estar consciente del poder, así como de las relaciones de cada uno de los puntos cardinales para saber, de este modo, dónde y cuándo realizar sus trabajos.

Recorrer cada escalón de esta pirámide representa un estado evolutivo diferente, que permitirá a magos, hechiceras y también curanderos realizar sus magias, pero no sin dedicar su vida a ello.

El poder de la palabra

EL PODER DE LA PALABRA

«En el principio fue el verbo», dicen las antiguas escrituras. Esto es una gran verdad, ya que la palabra es el inicio de toda manifestación en nuestro universo materia. El sonido de la voz posee vibraciones capaces de penetrar las dimensiones e incluso viajar a través del espacio.

Palabras inician y terminan la vida; el poder del verbo es tal que si tomamos conciencia de ello, indudablemente aprenderemos a medir y cuantificar cada sonido que surja de nuestra boca. Ancestralmente, las tribus humanas a lo largo del planeta tuvieron personas sabias que conducían la magia para ponerla al servicio de todos. La palabra fue y continúa siendo el vehículo necesario para convertir ideas en circunstancias concretas. He ahí el poder de la oración.

«Como es arriba es abajo», afirmó Hermes Trimegisto en la obra inmortal El Kybalión. No debemos olvidar que todo es cíclico y circular, que el tiempo transcurre en forma espiral. Tener conciencia de en qué parte de ese movimiento nos encontramos nos permite conducir la energía en la dirección que deseamos, influyendo radicalmente en el curso de los acontecimientos. Para utilizar correctamente palabras mágicas, debemos aprender a proyectar la voluntad o «el intento», como lo llamaron los viejos chamanes toltecas, poniendo énfasis sonoro en cada una de las palabras, tal como una piedrecilla arrojada en el agua se expande en círculos infinitos.

La palabra viaja más rápido que la luz. El decreto o afirmación mágica produce el efecto deseado cuando es usado con justicia y claridad. La oración en voz alta de una multitud puede producir efectos vibratorios tan poderosos que lograrían cambiar incluso circunstancias predeterminadas por la ley de causa y efecto, siendo esta nada menos que la que rige al destino. El sonido de instrumentos fabricados con los siete metales produce intensas vibraciones que apoyan y amplifican las palabras pronunciadas al efectuar un hechizo. La identificación de los siete chakras o centros de energía de nuestro cuerpo será necesaria para canalizar el poder proyectado al pronunciarla.

De todas las palabras mágicas conocidas, la más antigua es abracadabra, lo que significa simplemente «ábrete».

Ordenar, decretar, dirigir y canalizar son acciones que surgen de las personas espontáneamente, sin que tomen conciencia de su propio poder. Las bendiciones tanto como las maldiciones alcanzan la fuerza que le imprimen los sentimientos involucrados en la palabra manifestada. El verbo inicial es yo soy. Desde allí todos ellos toman características de decreto mágico, pues su capacidad de producir efectos en nuestra dimensión material es enorme. Las palabras de amor, los arrumacos de una madre a su bebé, las promesas de un arrepentido son vibraciones que se expanden por el cosmos hasta el infinito y de las que debemos hacernos responsables. Somos vibración. Todo lo que vive posee un tipo de vibración. Nada es estático, todo se mueve imparablemente. No podemos atrapar el tiempo. Por eso la palabra cobra tal importancia. Todo lo pronunciado queda registrado y produce un efecto tarde o temprano. El poder aplicado a la palabra mágica alcanza resultados notables cuando realizamos un hechizo o conjuro. Esto, unido al tono, la energía y la proyección aportada al sonido, le dará al mago la capacidad de concretar su voluntad.

En todos los rituales religiosos a lo largo del mundo se utiliza la palabra para afirmar la creencia en sus diversas místicas. Poderosas ceremonias en el Oriente utilizan el sonido o mantram, como lo llamaron los antiguos sabios, quienes afirmaron que el sonido Aum, alargado en una sola vibración, conecta directamente con la resonancia del universo, produciendo en quien lo pronuncie correctamente una profunda sensación de armonía, haciéndose parte del ritmo universal. La oración, así como el decreto, tienen el mismo objeto y resultado. La palabra mágica es potente pero armónica, tiene la fuerza que le imprime quien la pronuncia, pudiendo alcanzar distancias remotas en el tiempo y en el espacio.

Tres afirmaciones logran efectos prodigiosos para quien las sepa pronunciar. Al repetir tres veces las palabras mágicas, su poder triplicado alcanzará mayor volumen y fuerza, lo que implica que, quien las utilice tenga clara conciencia tanto de los objetivos como de los efectos que esto puede producir en su vida y en la de los demás. Involucrarse en trabajos de magia requiere de una preparación previa, para que al adquirir poderes la persona no pierda las proporciones ni tampoco intente torcer el destino ajeno cuando no corresponda o en busca de su propio beneficio.

Este tipo de actitudes son en extremo peligrosas para quien las practique; no debemos olvidar que en nuestro universo bipolar existe una clara línea divisoria entre el bien y el mal, que también entendemos como luz y oscuridad. Cualquier hechizo realizado con la intención de perjudicar a alguien pertenece a la magia negra, en tanto que todos los sanadores, clarividentes o terapeutas que utilizan sus poderes mágicos para auxiliar a la población son considerados cultores de la magia blanca.

El amor es el arma principal para realizar conjuros poderosos, ya que nada posee un poder transmutador tan intenso como los sentimientos amorosos. El sonido convertido en palabras adquiere un innegable poder que necesariamente deberemos aprender a utilizar para realizar hechizos de Alta Magia. La naturaleza lo produce con el rayo, la caída de la lluvia, el ulular del viento, el sonsonete profundo de las olas del mar lamiendo la arena, sus propios sonidos mágicos, que sin siquiera percibirlos nos transforman el ánimo impulsándonos a actuar según sus designios. Somos completamente permeables a la energía que nos llega por cuenta de los sonidos del ambiente, por eso quienes habitan en ciudades ruidosas han perdido la capacidad de escuchar el profundo sonido del silencio.

El pentagrama

EL PENTAGRAMA

La estrella de cinco puntas o pentagrama representa al hombre en su desnudez ante el universo, el ser humano insignificante ante la grandeza infinita de la naturaleza. Este símbolo ha representado al ocultismo desde tiempos ancestrales, sin embargo, como se trata de una llave mágica, al invertirla su poder será negativo y la magia se volverá negra.

Esta tristemente popular forma de hacer magia con malas intenciones no es otra cosa que la misma energía, pero canalizada hacia la destrucción en vez de a la creación. El lado oscuro del poder se encuentra contenido en el mismo conocimiento. Será la persona que utilice estas capacidades quien le imprimirá el sello de la luz o bien el de la oscuridad.

El pentagrama representa la cabeza y extremidades del ser humano. Al mismo tiempo, es la forma de presentar los elementos considerando además de fuego, tierra, aire y agua, al quinto elemento, que llamaremos éter o espíritu, aquel que entrega el hálito divino sin el cual no se produce la vida. La estrella de cinco puntas está compuesta por cinco triángulos con un pentágono al centro. Al enfocarlo hacia arriba se proyecta a las alturas, al cosmos, recogiendo las energías benéficas necesarias para materializar un hechizo. Sin embargo, si se dirige hacia abajo conectará con las fuerzas oscuras de la maldad, que desarrollarán en el ignorante lo peor que contenga su esencia vital. De allí que este símbolo sea tan respetado como temido desde tiempos ancestrales.

Las cartas del tarot utilizan el pentagrama para representar la materia a través de los pentáculos u oros de la baraja. Al encerrar esta figura en un círculo estamos representando la energía masculina con la femenina hechas una sola, y poniendo de este modo en movimiento la práctica de la magia. Al dibujar un pentagrama, antes de la realización de un hechizo, debemos tener conciencia de dónde ubicamos cada una de sus partes. La cabeza, representada por el triángulo superior, es la que conecta con dimensiones superiores. Los triángulos de los lados, así como los de abajo, representan las extremidades y al mismo tiempo la presencia de los elementos, dejando a la cabeza al quinto de ellos, llamado espíritu, que será justamente el encargado de transformar la voluntad del mago en hechos concretos. Para ello, utilizará las fuerzas cósmicas, ya que todo mago o hechicera no es más que un canal de estas poderosas influencias celestes.

Si el ritual se llevara a cabo exactamente al revés, la conexión del espíritu se realizaría con las malvadas fuerzas de la oscuridad. Pero el infortunado hechicero que decida actuar de este modo se convertirá, más temprano que tarde, en un esclavo de su propia ambición. La ejecución en un solo trazo al dibujar el pentáculo positivo debe ser del siguiente modo: sobre un papel en blanco apoyaremos la punta del lápiz iniciando el movimiento desde el vértice superior del pentáculo, o sea la cabeza, siguiendo en línea diagonal hasta lo que corresponde a la pierna izquierda, para luego continuar el trazo en diagonal hacia la derecha, sin levantar jamás el lápiz, deslizándolo hasta lo que corresponde al brazo derecho para continuar recto formando el brazo izquierdo, y luego bajando de inmediato en una línea diagonal que componga la pierna derecha, desde la punta de la cual subiremos hasta la cabeza, o sea, al punto inicial. Recordemos que todo esto debe realizarse sin levantar el lápiz. Una vez realizada, podemos envolver la estrella mágica en un círculo que habremos dibujado siguiendo el sentido opuesto a las manecillas del reloj, ubicando en él, con la ayuda de nuestra brújula, los puntos cardinales. Al cerrar el círculo en torno al pentagrama hacemos la acción de rodear al ser humano de su ciclo de vida perecedero, que girando en el tiempo activará una a una las leyes cósmicas y abrirá los inescrutables portales de la magia.

En el Medioevo, este trazado fue conocido como el Lazo Infinito, ya que el pentáculo dibujado en un solo trazo permite que todo aquello que quede dentro de él sea reunificado o transformado por arte de magia. Este símbolo es originario de Mesopotamia, cuna de la Alta Magia, donde se utilizó para favorecer a reyes y reinas que recurrieron a su poder con el fin de alcanzar sus ambiciones con la ayuda de sacerdotes y sacerdotisas. Los antiguos cabalistas hebreos, a su vez, lo relacionaron con los cinco libros del antiguo testamento atribuido a Moisés. A lo largo del tiempo ha recibido muchos nombres, pero en el mundo mágico es conocido como El Sello de Salomón. Más adelante lo encon

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