Guía para hacerse rico sin cancelar sus tarjetas de crédito

Robert T. Kiyosaki

Fragmento

Título

Introducción

La verdadera pregunta es:

¿Quién no quiere ser millonario?

Hace poco, el programa de televisión más popular en Estados Unidos era Who Wants to Be a Millonaire (¿Quién quiere ser millonario?). Fue un éxito inmediato no sólo allí sino en todo el mundo, y contaba con diferentes conductores en diversos países. Todo lo que usted tenía que hacer era responder una serie de preguntas, y con cada respuesta correcta ganaba más dinero, ¡hasta llegar al premio mayor de un millón de dólares!

La pregunta: “¿Quién quiere ser millonario?” se volvió un eslogan muy popular en todas partes. Pero aceptémoslo, tanta fijación de los programas televisivos por el dinero, el enriquecimiento, los millonarios de la bolsa de valores y los enormes premios de la lotería nos lleva a preguntarnos: “¿Quién no quiere ser millonario?”

En efecto, es posible ganar un millón de dólares en un programa de concursos. También se pueden obtener millones de dólares al ganar la lotería. Y también es posible convertirse en millonario al invertir en una oferta pública inicial (IPO, por sus siglas en inglés). Así, usted podría retirarse con una cuantiosa fortuna por el resto de su vida. En verdad, hoy existen más formas de enriquecerse que en cualquier otra época de nuestra historia. Tal vez a eso se deba la manía internacional por la idea de hacerse rico: “Cuanto más rápido, mejor.”

Hace poco hablé en televisión sobre mi libro, Padre Rico, Padre Pobre. La entrevistadora me preguntó: “Vamos, ¿por qué no nos dice la verdad? ¿Acaso no escribió este libro para aprovechar la manía por enriquecerse rápido, que está inundando a la nación?”

Su pregunta en verdad me sorprendió y casi me dejó sin habla. Después, al recuperarme del desconcierto, respondí: “Mire, yo nunca lo vi de esa manera pero puedo ver por qué usted piensa que yo escribiría un libro sólo por esa razón. Me gustaría poder decir que soy lo bastante listo como para publicar mi libro en este preciso momento de la historia, pero me temo que no lo soy. Lo escribí porque quería contar la historia de las lecciones financieras que aprendí de mis dos padres, el pobre y el rico.”

Cuando escribí el libro en 1997, todas las librerías y distribuidoras de libros a las que acudí lo rechazaron. Por cierto, en 1997, ¿Quién quiere ser millonario? aún no se transmitía por televisión. Hice una pausa y dije: “En realidad, mi libro representa justo el mensaje opuesto a esos programas de concursos, millonarios de la bolsa de valores y loterías.” Volví a detenerme un momento para pensar y proseguí: “Hoy existe una verdadera fiebre por enriquecerse rápido, y aunque mi libro trata sobre el enriquecimiento, no propone la idea de enriquecerse rápido.”

La conductora asintió con la cabeza y puso una sonrisita escéptica. “Entonces, si no forma parte de esta fiebre por hacerse rico de la noche a la mañana, ¿qué propone?, ¿hacerse rico poco a poco?”

Pude sentir su ironía y eso me provocó. Al encontrarme frente a millones de televidentes, yo debía tratar de mantener la calma. Así que forcé una risita ahogada en respuesta a su comentario mordaz y dije: “No, el tema de mi libro no es cómo enriquecerse rápido ni cómo enriquecerse lento.” Entonces sonreí y esperé a que me hiciera la siguiente pregunta. El silencio era mortal pero me mantuve lo más firme y sereno que pude mientras esperaba su siguiente movimiento.

Ella sonrió y preguntó: “Entonces, ¿de qué trata su libro?”

Yo sonreí y respondí: “Trata acerca del precio de hacerse rico.”

“¿El precio?”, respondió. “¿A qué se refiere con el precio?”

Mientras ella hacía esta pregunta, el productor le indicó que se había acabado el tiempo. Entonces ella me apresuró a dar la respuesta y concluí la entrevista diciendo: “Casi todos deseamos hacernos ricos. El problema es que muy pocas personas están dispuestas a pagar el precio.”

Y la entrevista terminó. La anfitriona me dio las gracias y pasaron los anuncios finales. El problema fue que nunca respondí cuál era, según yo, el precio para convertirse en millonario. Este libro responde a la pregunta que no se contestó en aquella entrevista televisiva.

¿Quién paga el precio?

El Departamento de Salud, Educación y Bienestar de Estados Unidos siguió los casos de varias personas desde que tenían 20 años hasta que cumplieron 65. Sus hallazgos fueron los siguientes:

A los 65 años, de cada 100 personas:

1 era muy rica

4 eran acomodadas

5 aún tenían que trabajar por necesidad

54 vivían con apoyo de su familia o del gobierno

36 ya habían muerto

Además, de ese uno por ciento de personas muy ricas, más de 35 por ciento había recibido su fortuna como herencia, al igual que una gran proporción de ese cuatro por ciento de personas acomodadas. Como nota adicional, la revista Forbes define a los ricos como individuos con un ingreso anual de más de un millón de dólares.

El auge económico de la última década del siglo XX produjo un aumento en el número de personas ricas y acomodadas. Sin embargo, la pregunta aún es: ¿qué hizo ese cinco por ciento de ricos que no hicieron los demás? ¿Cuál fue la diferencia en el precio que pagó ese cinco por ciento y que los otros no pagaron?

¿Tener una casa grande lo convierte en rico?

Cuando era joven, solía pasar en auto con mi padre rico frente a la casa de un compañero de clase, ubicada en un vecindario muy lujoso. Yo le pregunté a mi padre rico si el padre de mi compañero era rico. Él rió y me respondió: “Tener un trabajo bien pagado, una casa grande, buenos autos y vacaciones costosas no significa que seas rico. De hecho, un estilo de vida lujoso no quiere decir que seas listo o bien educado. Podría revelar justo lo contrario.”

La mayoría de nosotros somos lo bastante listos para entender lo que mi padre rico quería decir con tal afirmación. Sin embargo, creo que una de las razones por las que tanta gente juega a la lotería de manera tan fervorosa es que también quisiera poseer una casa grande y bonita, autos caros y demás juguetes que el dinero puede comprar. Aunque es posible ganar millones en la lotería, las posibilidades reales de hacerlo son en extremo escasas. Así como una casa grande no significa por fuerza que seas rico, sentarse a ver un programa de concursos o apostar a los números de la suerte no es el precio que la mayoría de los ricos pagan para convertirse en lo que son.

¿Cuál es el precio de convertirse
en millonario?

Existen muchas maneras de volverse rico. Ganar la lotería o un programa de concursos son sólo dos ejemplos. Usted también puede volverse rico si es tacaño, si se convierte en ladrón o si se casa con una persona millonaria. Muchas personas se empeñan

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