Ada Magnífica y los pantalones peligrosos

Andrea Beaty

Fragmento

CAPÍTULO 2

Ada sacó la cinta métrica de su bolsillo. Siempre tenía una a mano. Midió la distancia desde su nariz hasta el borde de la taza de café de su mamá. Fue acercándose poco a poco a la taza, olisqueando, midiendo y tomando notas. Podía oler el café a casi cinco pulgadas de la taza. Luego repitió los pasos con la de su papá, pero no pudo oler nada hasta que su nariz estuvo a solo una pulgada y media. Y aun así, el aroma era débil.

—¡Tu café está descompuesto, papá! —dijo Ada—. ¡No huele!

—Sigue investigando —dijo la señora Magnífica—. Lo descifrarás.

Ada sabía que usar todos sus sentidos era una excelente manera de reunir datos.

Observó las tazas con atención. De la taza de su mamá, salía vapor en forma de tenues volutas de humo. Ada puso la mano derecha sobre el vapor y la palma se humedeció. Luego puso la mano izquierda sobre la taza de su papá y la palma se quedó seca.

Finalmente, Ada tocó la taza de su mamá. Estaba caliente. La de su papá estaba helada y un poco húmeda.

—¡Cielos! —exclamó Ada.

Su papá rio, tomó su taza y le dio un trago.

—Es café helado —dijo—, pero el hielo se derritió, así que parece caliente.

—Y hablando de cosas calientes —dijo la señora Magnífica—, ¿podemos comer antes de que los huevos se enfríen?

Mientras Ada comía, más preguntas daban vueltas en su cabeza. ¿Qué hace que el café esté caliente? ¿Qué hace que humee? ¿Por qué el vapor se eleva? ¿Por qué la taza de papá estaba húmeda por fuera? ¿Por qué el café caliente huele más que el café frío? ¿Otras cosas también huelen más cuando están calientes que cuando están frías?

Cada pregunta generaba otras dos. ¡Y esas dos la conducían a cuatro más!

En ese momento, el hermano de Ada, Arturo, entró a la cocina, cargando su raqueta de tenis y sus zapatos deportivos. Cuando pasó junto a ella, Ada percibió un olor hediondo que fue como un puñetazo en la nariz.

“¡Cielos!”, pensó.

Una idea surgió en su cerebro: ¡podía hacer un experimento!

—Me pregunto… —dijo, tocándose la barbilla.

Una expresión de pánico se dibujó brevemente en el rostro de Arturo. Un gesto similar cruzó la cara del gato de Ada, Mechero Bunsen, que salió corriendo de la cocina. Arturo señaló a Ada.

—¡Ada está haciendo eso de tocarse la barbilla! —dijo Arturo, que ya le había visto esa mirada antes.

Por lo general, significaba que habría algún desbarajuste. O algo peor.

—¡Oye, Arturo! —dijo Ada con entusiasmo—. ¿Quieres ayudarme a hacer ciencia?

—¡No! —dijo Arturo—. ¡Y no uses mis cosas! ¿Recuerdas lo que dijeron mamá y papá?

Arturo quería a su hermana y también le encantaban los experimentos científicos. Pero no le gustaban cuando Ada usaba sus cosas para hacerlos. Todavía estaba limpiando el pudín que tenían sus bloques de Lego desde aquella vez que Ada había realizado pruebas con ellos para descubrir qué volvía las cosas pegajosas. Después de eso, sus padres habían establecido reglas sobre la manera en que Ada debía hacer sus experimentos, pero a veces se le olvidaban. La regla número uno era: no tomes las cosas de Arturo sin permiso.

—Claro que lo recuerdo —dijo Ada—. Lo anoté, ¿ves?

Abrió su cuaderno y lo sostuvo frente a la cara de Arturo.

—Siempre anoto las cosas importantes para no olvidarlas —dijo Ada.

Arturo frunció el ceño y se dejó caer en una silla. Mientras se comía el desayuno, observaba a Ada con recelo, pero ella estaba demasiado ocupada como para notarlo: garabateaba notas y se sonreía. Le encantaba tener una pregunta que explorar. ¡Era un misterio! ¡Un acertijo! ¡Un rompecabezas! ¡Una misión! Ese era el momento favorito de Ada.

¡Era la hora de la ciencia!

CAPÍTULO 3

Ada pasó las siguientes dos horas leyendo sus libros de ciencia. Necesitaba saber más sobre el aire y los gases, y sobre el calor y los olores. Investigar le ayudaba a entender lo que los científicos ya habían descubierto. Le daba algunas respuestas a sus preguntas y la conducía a otras preguntas que podía explorar.

¡AIRE! ¿QUÉ ONDA CON ESO?

Por la Dra. Penelope H. Dee

 

¿Qué es el aire?

El aire es el gas transparente que rodea la Tierra. Es una mezcla de muchos otros gases, partículas de polvo y moléculas de agua. La mayor parte del aire está compuesta por nitrógeno (78%), seguido de oxígeno (21%) y otros gases, presentes en muy baja concentración, como el dióxido de carbono y el helio, que representan menos de la décima parte del 1 %.

Al aire que rodea la Tierra lo llamamos atmósfera. La gravedad atrae a la atmósfera hacia el centro de la Tierra. (Por eso es que no sale volando hacia el espacio). La presión atmosférica es la fuerza del aire que empuja los objetos hacia abajo. La presión atmosférica es más alta en la superficie terrestre porque la gravedad atrae hacia el centro del planeta todo el aire de arriba (¡Eso es mucho aire!). A medida que te alejas de la superficie del planeta y viajas hacia el espacio, hay cada vez menos aire, ¡así que hay menos presión!

Es como estar en un océano. Cuando flotas cerca de la superficie, solo hay una pequeña cantidad de agua que hace presión sobre ti. Cuando nadas en el fondo, todo el peso del agua que está sobre ti te presiona. ¡Eso es mucho más pesado!

 

¿Qué son los gases?

Los gases se expanden para llenar el espacio disponible. Se expanden al calentarse, y se contraen y se vuelven más densos al enfriarse.

Las moléculas de gas se mueven más rápido cuando están calientes que cuando están frías. Se desplazan hasta rebotar contra otras moléculas. Entonces cambian de dir

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