Recientemente, y tras permanecer más de sesenta años guardadas, han salido a la luz las primeras fotografías tomadas por J. M. Coetzee. Al emigrar a Australia en 2002, Coetzee conservó un piso en Ciudad del Cabo, y cuando vendió la propiedad en 2014 tuvo que deshacerse de muchos de los efectos personales almacenados en él.
La compañera de Coetzee, Dorothy Driver, que se había trasladado a Ciudad del Cabo para encargarse de los trámites, me preguntó si me interesaba una ampliadora fotográfica vieja y material diverso para un cuarto oscuro. En aquel momento yo había colaborado con Coetzee en la publicación de sus guiones cinematográficos (Two Screenplays, UCT Press). Llegó la ampliadora junto con una anticuada maleta de cartón con un equipo completo para un cuarto oscuro (cubetas de revelado, bandejas, filtros, jarras de medición, marcos y un surtido de productos químicos y papel fotográfico), así como unas cuantas fotografías y varios carretes revelados. Estos eran rollos de negativos de 35 mm en blanco y negro, guardados dentro de las típicas latas de aluminio. A juzgar por las fechas de caducidad de las latas de Ilford y Afrox (ABRIL, 1957, SEPT., 1956, etcétera), eran de mediados de la década de 1950, cuando la familia Coetzee se mudó de Worcester a Ciudad del Cabo y John asistió al colegio marista Saint Joseph de Rondebosch.
Escribí inmediatamente a Coetzee un correo electrónico para hablarle de las fotografías, sugiriéndole que se trataba de documentación que era necesario conservar y que podía tener interés para los estudiosos. J. C. Kannemeyer no había utilizado este material en su biografía sobre Coetzee, lo que indicaba que este podía haberlo pasado por alto cuando le permitió acceder a sus archivos personales. Coetzee me contestó dándome autorización para que me ocupara de ello, aunque también expresó sus dudas acerca del interés que podían tener las fotografías de aficionado de un chaval de dieciséis años.
El desafío inmediato era que parte de la película original de acetato de celulosa había empezado a estropearse y ya desprendía el característico olor a vinagre, de modo que los negativos fueron inmediatamente escaneados en un laboratorio fotográfico profesional y se depositó la película original en el Harry Ransom Centre de Texas para su debida conservación. El Ransom Centre alberga la Colección Coetzee, un archivo completo de manuscritos, notas, borradores y correspondencia que se había enviado a Estados Unidos con anterioridad, cuando Coetzee se marchó de Sudáfrica.
Abrir por primera vez el CD de imágenes digitales en mi ordenador portátil fue una revelación comparable a mirar un mundo perdido a través del ojo de una cerradura. Las fotografías ofrecían vislumbres íntimos del mundo de Infancia, la conmovedora autobiografía de Coetzee sobre sus primeros años en Ciudad del Cabo. Las imágenes eran fascinante