Cocina ¡y a disfrutar!

Júlia Rovira (@vadesabores)

Fragmento

cap-1

Prólogo

Querido lector:

Tienes en tus manos un libro que te ayudará a comer mejor y con el que no te faltarán ideas de recetas sencillas, saludables y, a la vez, originales. ¡Cocinar será más ameno que nunca!

Actualmente, sabemos que los malos hábitos alimenticios pueden favorecer la aparición de determinadas enfermedades. Por eso, una de las intervenciones nutricionales más efectivas que puedes llevar a cabo es llenar tus platos de color para garantizar un correcto aporte de antioxidantes a tu dieta. A más antioxidantes, menor inflamación, y a menor inflamación, menos problemas de salud.

Sin embargo, ¿cuántas veces has contemplado satisfecho las estanterías de tu despensa después de una compra consciente y meditada, pensando que esta vez era la definitiva, que habías conseguido abastecerte de ingredientes naturales y coloridos, pero luego te han faltado propuestas para llevar esta alimentación a la práctica? ¡Incluso has tenido que tirarlos porque se te ponían malos! Por eso me gusta tanto el trabajo de Júlia: porque comparte recetas fáciles, saludables, ricas y variadas para que pasemos de la teoría a la práctica.

¿Y a quién va dirigido este libro? ¡A todos! ¡Y cuanto antes empecemos a leerlo y a usarlo, mejor! Porque todos y cada uno de nosotros necesitamos comer de una forma más saludable. Necesitamos cambiar los productos ultraprocesados por comida de verdad, comida que realmente nos nutra, y aumentar, de una vez por todas, el consumo de hortalizas. Hoy en día hay la suficiente evidencia científica para proclamarlo a los cuatro vientos: ¡alimentarse bien es un seguro de vida! No es hacer dieta; es un estilo de vida. Comer bien es una forma más de quererte.

No soy partidaria de poner etiquetas, pero si tengo que catalogar las recetas de Júlia bajo un título, diría que son recetas fleximediterráneas. Recetas donde hay siempre frutas y verduras, y muy a menudo pescado. Recetas elaboradas con ingredientes frescos, ya que de esta forma se preservan mejor las vitaminas y los minerales. Recetas con abundantes grasas cardiosaludables y proteínas de alto valor biológico. Estoy segura de que, si haces las recetas de Júlia, conseguirás llegar a los famosos 500 g de frutas y verduras diarios que los nutricionistas decimos que hay que consumir a lo largo de una jornada.

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Cuando Júlia me ofreció escribir el prólogo de su libro, me hizo mucha ilusión, y por ello me lo tomé muy en serio. Una de las primeras cosas que hice fue preguntar a mi comunidad de seguidores si conocían a Júlia y qué les aportaba el contenido que ella crea y comparte desde su cuenta de Instagram. Y estas fueron algunas de las principales respuestas: «Vuelvo a tener ilusión y ganas de cocinar». «Desde que la sigo, como más verduras». «Noto más energía y vitalidad desde que como mejor».

Así pues, si estás en una librería eligiendo tu próxima adquisición y no conoces a Júlia, ¡no lo dudes! ¡Nunca es tarde para comenzar a cuidarte más y mejor! Este libro te aportará la inspiración que necesitas para pasar cada día unos minutos en tu cocina y conseguirá que hacerlo no sea para ti un sacrificio, sino un magnífico plan.

Déjame, por último, que cite a Hipócrates: «Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina».

Y ahora... ¡a cocinar y a disfrutar!

María Real Capell,

farmacéutica y nutricionista

cap-3

Introducción

LA HISTORIA DE ESTE LIBRO

MI LISTA DE LA COMPRA

MIS UTENSILIOS BÁSICOS DE COCINA

ALÉRGENOS

cap-2

LA HISTORIA DE ESTE LIBRO

A finales de 2018, un doctor especialista en gastroenterología me pidió unas pruebas —una endoscopia, una colonoscopia y un análisis de unos determinados genes de mi ADN— y así fue como me diagnosticaron celiaquía: una enfermedad crónica de base autoinmune inducida por la ingesta de gluten que provoca la atrofia de las vellosidades del intestino delgado. Aunque, de hecho, esta historia se inicia varios años antes.

Hacía mucho tiempo que sufría molestias digestivas recurrentes y había visitado a varios médicos, pero todos me decían lo mismo: «Las analíticas están bien, no tienes nada». Suerte que al final di con el doctor que me escuchó y cambió mi vida. A mejor.

Al principio, fue un duro golpe. Me había licenciado en Psicología y estaba trabajando en una multinacional del sector del gran consumo, pero, de repente, todo eso pasó a un segundo plano. Tuve que reinventar mi alimentación, los productos que consumía, los pasteles de aniversario, el táper que me llevaba al trabajo... Eso sí, los efectos de la nueva dieta fueron inmediatos: ¡me sentí como una heroína que había vencido al enemigo! Por este motivo un día decidí empezar a compartir mis nuevas recetas en una cuenta de Instagram. Confieso que, al principio, ¡hacía principalmente dulces! Sin gluten, claro.

Pero pocos meses después empecé a tener molestias de nuevo... Volví a los médicos y volví a escuchar lo mismo: «Las analíticas están bien, no tienes nada». En esta ocasión, yo ya sabía que no era verdad y no me di por vencida. Quería encontrarme bien y no paraba de pensar en cuántas personas se debían sentir como yo, incomprendidas.

Así pues, encontré un nuevo pasatiempo: leer libros de autores reconocidos internacionalmente sobre nutrición y alimentación saludable. Y muy pronto me di cuenta de que en todos había un denominador común: el poder de los ingredientes, que no el de los productos. Entonces fui consciente de que mi alimentación se basaba en productos y no en ingredientes. Un ejemplo muy ilustrativo: hace tres años desayunaba magdalenas industriales sin gluten y un café con leche. Desde luego, estos no podían considerarse bajo ningún concepto ingredientes nutritivos.

(Hago un pequeño inciso: en los productos alimenticios procesados [«industrializados»] se suele recurrir a ingredientes sintéticos para potenciar el sabor, el olor o el aspecto, o sencillamente para que soporten la cadena de suministro y aguanten un mínimo de días en la tienda. Es prácticamente inevitable. Pero todavía se sabe poco de los efectos secundarios de muchos de estos «aditivos no nutrientes»).

Realmente, este fue un punto de inflexión en mi vida. Comencé a cocinar, a buscar y entender las tablas nutricionales y las listas de los ingredientes de los productos empaquetados, a eliminar ingredientes nocivos y a preocuparme por otros aspectos de la vida saludable a la que aspiraba: quise aprender a dormir, a gestionar mejor mis emociones, etc.

Esta vez, los resultados no fueron tan inmediatos como yo esperab

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