Salad Love

David Bez

Fragmento

cap1-1

 

 

 

 

 

ESTO NO ES UN LIBRO DE COCINA

No soy cocinero; soy un diseñador y amante de la comida criado en Milán. Éste es un libro sobre por qué adoro las ensaladas, lo que me empujó a preparar una nueva cada día, y la idea de que tú puedes hacer lo mismo. No te enseñará a cocinar. Es una colección de distintas combinaciones de ensaladas que yo he preparado y comido de verdad. No soy estilista culinario ni fotógrafo de alimentos, pero hice estos platos para el almuerzo y los fotografié antes de devorarlos. Los preparé en la mesa de mi despacho pese a que sólo tengo una hora (a veces media) para hacerme la comida y tomármela, como la mayoría de la gente. Sin duda, pueden comprarse muchas cosas en la calle, en los restaurantes (demasiado caro) o precocinadas en el supermercado (no tan frescas como me gustaría). Yo buscaba algo saludable, fresco, sabroso y rápido y, por lo general, eso es difícil de encontrar. Me gusta la buena comida y soy bastante exigente al respecto. Sé que no soy el único. Para la mayoría de las personas que trabajan en una oficina, la hora del almuerzo es un momento funcional de la jornada, una simple forma de repostar... y pocas veces un placer. Yo no lo veo así: mis genes italianos gritan a pleno pulmón y se niegan a resignarse a comer cualquier cosa.

Además, no me fío de los alimentos supuestamente «saludables». Me preocupa de dónde proceden y cómo se han elaborado. No quiero ingerir productos químicos con nombres científicos extravagantes. Quiero poder escoger algo saludable de verdad, no «más saludable» o, aún peor, «falsamente saludable», como algunos yogures o cereales bajos en grasas pero cargados de azúcares.

He leído mucho sobre la nutrición, la alimentación con productos de temporada, las propiedades de varios ingredientes, el vegetarianismo, el veganismo, el crudiveganismo, los niveles de pH en sangre, la agricultura local, la agricultura orgánica y demás. Como resultado, estoy más informado acerca de muchas cuestiones relacionadas con la comida (aunque en otras me siento más confuso que nunca: ¿la leche de soja es buena o no?). El principio básico con el que todo el mundo parece estar de acuerdo es que tenemos que comer muchos cereales y frutas y verduras frescas, no sólo porque sea mejor para nosotros, sino también porque es mejor para el planeta. ¡Así de simple!

Tengo otra regla sencilla para la hora de la comida: cuando termino quiero sentirme con energía y listo para trabajar. Si me noto cansado y soñoliento, es que no ha sido un buen almuerzo. Aparte de todo esto, intento comprar siempre productos orgánicos, de comercio justo, sostenibles y de cercanía. ¿Por qué? Porque soy padre, me preocupa el futuro de mi hijo y, sí, sé que suena grandilocuente, pero juntos, simplemente modificando nuestros hábitos alimentarios, podemos cambiar las cosas y nuestras decisiones pueden proporcionarnos un mundo mejor.

cap1-2

 

 

 

 

 

1.000 DIAS DE COMIDA EN EL TRABAJO, O MÁS

Para poder consumir los alimentos saludables y frescos que me apetecían, decidí prepararme la comida yo mismo todos los días en la oficina. Quería que fueran platos lo bastante sencillos como para poder montarlos sobre la mesa del despacho. Lo cierto es que no hay muchas cosas que se puedan preparar en el escritorio, sobre todo si detestas el microondas. Sí, detesto el microondas. Nunca me ha atraído la idea de calentar comida precocinada en una caja de plástico. Aunque me encanta cocinar en casa, hacerlo en la oficina no es práctico, así que tenía que encontrar una solución. Algunos ingredientes —los frescos— podía llevarlos al trabajo y refrigerarlos; otros podía prepararlos en el despacho con un hervidor (o incluso con un dispensador de agua caliente), y otros podía llevármelos ya cocinados (como las sobras de la cena del día anterior).

Comencé realizando una compra semanal los lunes por la mañana. Adquiría los ingredientes necesarios para toda la semana y unos cuantos más por si acaso. Siempre me fijaba en los que eran de temporada y, según mi estado de ánimo, me dejaba llevar por una mezcla de improvisación y planificación. Y la comida que sobraba los viernes por la tarde me la llevaba a casa. Conservaba los ingredientes frescos en el frigorífico común, donde ocupaban toda una balda (es probable que mis compañeros me odien por ello). Transformé el cajón de mi escritorio en el de una cocina, pues allí guardaba utensilios básicos como una tabla para cortar, un cuchillo decente, un escurridor de ensalada pequeño, un abrelatas y varios ingredientes secos como especias, alubias en conserva, frutos secos y frutas deshidratadas (que también me servían de tentempié a lo largo del día).

Y todos los días a la hora de la comida convertía mi escritorio en una pequeña encimera sobre la que creaba un caos temporal, desordenado pero controlado. Bueno, en realidad hasta que me puse a cortar remolacha cruda y se me quedaron las manos «manchadas de sangre» justo antes de una reunión importante. Ahora me pongo guantes de látex cuando me enfrento a ese tipo de peligros.

 

 

 

 

Resulta que me relajo mucho mientras corto y mezclo, pelo y escurro. Mi hora del almuerzo se ha convertido en un momento zen. No es una mera cuestión de preparar y comer: se trata también del placer de oler y sentir los ingredientes y los sabores de la comida. Se produce una concienciación importante cuando te permites guardar silencio y centrarte en una tarea. También puedes liberar tus sentidos, aunque sea sólo durante quince minutos. Preparar un plato es una experiencia sensorial muy rica. Los colores y las formas no son lo único de lo que puedes sacar provecho, sino que también puedes realizar experimentos nuevos al emplear combinaciones improvisadas de texturas, gustos, aromas y atractivos visuales. Utilizo la imaginación para transformar todos mis almuerzos en una emocionante exploración de los terrenos de la comida que aún están por descubrir.

En cuanto comencé a preparar estas ensaladas equilibradas y nutritivas, mis compañeros se sintieron de inmediato atraídos por la idea, y empezaron a querer zamparse mis creaciones. «¿Qué estás preparando ahí?», preguntaban constantemente. «¡Qué bien huele la albahaca!», exclamaban. Todo el mundo estaba fascinado con mi capricho culina

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Product added to wishlist