8 lecciones de liderazgo militar para emprendedores

Robert T. Kiyosaki

Fragmento

Título

Capítulo uno

Misión crucial


Me rompe el corazón leer sobre los veteranos que regresan de Irak y Afganistán y no encuentran empleo.

Me rompe el corazón ver a jóvenes veteranos y guerreros heridos enfrentar el resto de su vida sin piernas o brazos, o discapacitados de otras formas.

Me rompe el corazón darle unos cuantos dólares a un veterano, compañero de la Guerra de Vietnam, parado en una esquina con la cabeza agachada, pidiendo comida o dinero.

Y me rompe el corazón que muchas familias de militares tengan que sobrevivir con los cupones para alimentos y otros apoyos del gobierno porque no ganan lo suficiente para comer.

LA NECESIDAD DE QUE HAYA EMPRESARIOS

Este libro fue escrito para todo aquel que ya es empresario o sueña con convertirse en uno algún día.

También fue escrito para los hombres y las mujeres que prestan sus servicios actualmente o alguna vez pertenecieron a las fuerzas armadas, porque ya pasaron por un proceso educativo único y riguroso, esencial para todos los empresarios.

Como seguramente ya sabes, nueve de cada diez negocios nuevos fracasan en los primeros cinco años. Entre esos «sobrevivientes», nueve de cada diez fracasan en los cinco años siguientes.

La razón principal del fracaso de los nuevos empresarios es, sencillamente, su falta de entrenamiento y de las fortalezas esenciales que se requieren para soportar el rigor de ser empresario. Algunas personas le llaman agallas, otras, perseverancia. En las fuerzas armadas podría decirse de esta forma: «Ponte de pie, levanta tu trasero, deja de sentir pena por ti mismo, deja de hacer berrinches, deja de chuparte el pulgar y vuelve a empezar. Seguramente hasta tu madre se avergüenza de ti porque es más fuerte que tú». Bueno, creo que me entiendes.

Otra razón importante por la que la mayoría de los empresarios fracasan, es que nuestro sistema educativo nos entrena para ser empleados, no empresarios. Y el mundo de un empleado es muy distinto al de un empresario y la gran diferencia la hacen los cheques de nómina. Si un empleado no recibe su «cheque de nómina», renuncia y busca un empleo nuevo. Los empresarios deben ser suficientemente duros para operar sin un «cheque de nómina», a veces durante años.

A menudo, en el mundo de los «pequeños negocios» —a los que a veces se les llama «negocitos familiares»—, ya tomando en cuenta el número total de horas trabajadas, los empresarios ganan menos por hora que sus empleados. En la mayoría de este tipo de negocios la labor más importante del empresario tiene lugar una vez que en el negocio ya terminó la jornada. A esta labor se le llama papeleo… y tiene que ver con el trabajo que se lleva a cabo tras bambalinas y que mantiene al negocio en operación, como requisitos de cumplimiento, facturación y cobro, tareas de contabilidad y cálculo de impuestos.

Cuando los empleados se van de vacaciones olvidan sus obligaciones en la oficina, pero cuando los empresarios salen de vacaciones, se llevan al negocio con ellos.

Si el negocio tiene problemas o sufre un colapso, el empleado puede simplemente alejarse y buscar un nuevo empleo, pero el trabajo del empresario empieza justamente en ese instante. Cuando el negocio colapsa, hay que salir cavando entre los escombros de algo similar a un edificio colapsado por un ataque aéreo. El daño, la matanza, las pérdidas y los litigios pueden dejar enterrado a un empresario por años. Muchos no se recuperan nunca y sufren de la versión empresarial del trastorno por estrés postraumático.

Muchos «expertos» dicen que «Los empresarios fracasan porque están subcapitalizados», es decir, porque no tienen suficiente dinero o acceso al mismo para mantener el negocio a flote. El miedo a estar «subcapitalizado», la falta de dinero y la ausencia de un cheque de nómina constante es lo que obliga a mucha gente a aferrarse a la seguridad que, supuestamente, ofrece el ser empleado.

Yo adopté una postura diferente. En mi opinión, no se trata de falta de capital, sino de educación empresarial, experiencia de negocios en el mundo real y agallas. Si llegas a conversar con empresarios exitosos, seguramente te confesarán que siempre están «subcapitalizados», que nunca tienen suficiente dinero para enfrentar todas sus obligaciones financieras como empresarios y, mucho menos, el capital necesario para sostener el crecimiento de sus negocios. Sin embargo, de alguna manera, los verdaderos empresarios siempre se mantienen avanzando. Luego, un buen día, algunos comienzan a recibir dinero a carretadas, pero realmente eso puede tomar muchos años. Por eso siempre me resulta gracioso escuchar a la gente que dice «Ay, fulanito tuvo suerte» o «Tal persona tuvo éxito de la noche a la mañana». Muy poca gente conoce o valora la verdadera historia detrás de un éxito empresarial.

Por todo lo anterior, creo que los hombres y las mujeres de las fuerzas armadas tienen el entrenamiento y las fortalezas esenciales para ser empresarios. En muchos casos, fueron entrenados para «hacer lo imposible», en tanto que la mayoría de los graduados universitarios sólo recibió el entrenamiento necesario para «encontrar empleo» y ya.

Las diferencias de carácter entre quienes fueron preparados para hacer lo imposible —los que están dispuestos a pagar un precio al que a menudo se le llama el sacrificio mayor—, y los que sólo recibieron entrenamiento para «buscar un empleo bien pagado con buenas prestaciones», son muy contrastantes.

Mi carrera militar empezó en la Academia de la Marina Mercante de los Estados Unidos, en Kings Point, Nueva York, una escuela considerada de las mejores del mundo en lo que se refiere a liderazgo. En 1965 recibí nominaciones del congreso —de parte del Senador estadounidense Daniel K. Inouye, ganador de la Medalla de Honor— tanto para la Academia Naval como para la Academia de la Marina Mercante de los Estados Unidos.

Al final acepté el nombramiento en Kings Point. La misión de esta escuela es entrenar líderes para la industria marítima y, por lo tanto, es posible encontrar a sus graduados trabajando en operaciones en puertos de todo el mundo, como capitanes de cruceros de pasajeros, buques de carga, buques contenedores, buques petroleros y barcazas. Algunos graduados, como fue mi caso, optan por prestar sus servicios en la Armada de los Estados Unidos, la Infantería de Marina o la Guardia Costera.

En la industria del transporte marítimo, se considera que un graduado de Kings Point tiene el mismo pedigrí que uno de West Point en la Armada de los Estados Unidos. Cuando yo me gradué, en 1969, los egresados de Kings Point estaban entre los mejor pagados de todo el mundo y eso se debía a que, aunque era una escuela militar, la Academia estaba bajo la dirección del Departamento de Comercio, no del de Defensa.

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