Pepi la fea

Wallace Josefa

Fragmento

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Mi abuela era tanto o más paca que mi difunto abuelo paco, que había sido bien paco porque pertenecía al alto mando de Carabineros. Ella pensaba que el computador y todo lo que se le relacionara era cosa del diablo y no quería contratar banda ancha en la casa ni por nada. Por esto mismo no me quedó otra que gastarme la plata de la colación en el ciber frente al colegio, al cual iba cada día sagradamente media hora. Tenía quince años y hacía dos había descubierto el maravilloso mundo de internet.

Empecé entonces a meterme a cuanto chat había hasta que llegué a Latinchat. Allí me hacía pasar por quien se me ocurría: modelo, karateca, astronauta, Teletubbie. Esa era la única diversión que tenía en esa época en que no había Whatsapp y con cuea recién existía el MSN. Además, no me quedaba otra, mi vida social no era muy social: era fea y poco popular en el colegio.

Uno de esos días en que estaba troleando, un tipo me habló.

Hola

Hola

De qué país?

Camboya y tú?

España...

Ah, y qué edad tienes? Yo tengo 15

Yo 18

Conversamos un rato más y nos agregamos a MSN. Ahí fue cuando vi por primera vez su cara en la foto de perfil. Pelito claro, ojos grises y mejillas rosadas. Decidí entonces dejar de decir estupideces como «soy de Camboya» y hablarle como una persona normal.

Durante una semana estuvimos hablando en el chat y siempre mi foto de perfil era una imagen de Frodo. Amaba a Frodo por sobre todas las cosas y por sobre todas las cosas también yo era muy fea. Tenía miedo de que llegara el momento en que se acabara la fantasía del anonimato, pero tenía que pasar.

Oye, ¿y si pones la webcam?

Me quise morir.

Mañana

Y aplacé ese mañana como tres meses, porque mis dientes chuecos y mis enormes ojos de loca me hacían suponer que, si veía mi cara, me bloquearía de una.

Al final opté por la opción más sabia, según mi yo de esa época, y la más weona, según mi yo de ahora: hacerme pasar por mi mejor amiga.

Mi mejor amiga era la Javiera, la populars. Rubia (según ella natural, pero sus raíces oscuras eran muy sospechosas), alta y con los labios siempre rojos como culo de mandril. Era de las que abrazaba a todo el mundo, chillaba mucho, era amigui de los profes y solía decirle a todos que su vida era maravillosa.

Llegué a ser su amiga por casualidades de la vida, pero, bueno, el punto es que ella era linda y yo era fea.

—Javi, necesito pedirte un favor —le dije un día, armándome de perso.

—Amiga, tú sabes que mientras pueda te ayudo en lo que sea —dijo con su vocecita de ardilla.

—Conocí a un mino por chat y me pide ponerme por la webcam, pero tú sabís po... y tú eres bonita... ¿Puedes ponerte en la webcam y hacerte pasar por mí?

La Javiera dudó y se negó al principio, pero después le expliqué que sería solo por un tiempo, que el Español era un webeo pasajero y que no era nada tan importante. Accedió y nos pusimos de acuerdo para llevar a cabo ese horrible plan del que después me arrepentiría para siempre.

Fue una tarde después del colegio y en su casa. Sus papás eran cool y tenían banda ancha y PC con webcam. Me conecté entonces a MSN, la senté frente a la cámara, moví el monitor hacia el otro lado y, mientras yo escribía en el chat, ella solo sonreía a la cámara.

Era de esperar que el Español la encontrara linda. Estuvimos como media hora así y luego desconectamos la cámara y me fui a mi casa. Desde ese día seguimos chateando a diario sin falta. Él me enviaba fotos y yo cada vez lo encontraba más y más rico. Él no tenía webcam, pero sus fotos me bastaban. De vez en cuando iba a la casa de la Javiera para que ella pusiera la webcam, mientras yo al ladito iba escribiendo, con el corazón apretado de la angustia de no ser yo quien le sonriera a la cámara. Porque con el correr del tiempo me di cuenta de que me había enamorado del Español de Latinchat. Así de weona. Me había enamorado por el internets.

Pasaron dos años en que la mentira se estiró como chicle. La Javiera estaba más metida de lo que yo hubiera querido: dependía de ella y de su pelo rucio y su sonrisa de conejo. De una u otra forma, tenía la obligación de ser su amiga.

Yo sufría día a día por no haber sido sincera respecto a mi imagen desde el principio, pero el sufrimiento se me pasaba (o más bien volvía con más intensidá) cuando me miraba al espejo y veía mi cara de tortuga ninja. Hacía el ejercicio de sonreír para ver si por ahí salvaba algo, pero no. Tenía los dientes irremediablemente chuecos, chuecos como peo de culebra. Ni con toda la línea uno del Metro hecha frenillos me podían arreglar la cagá que tenía. Mi abuela siempre me decía que era igual a Denver el Dinosaurio y tenía toda la razón.

Después de un tiempo, la Javiera se empezó a aburrir y tuve que pagarle para que siguiera haciéndose pasar por mí. Eso igual me choreó un poco y muchas veces estuve a punto de mandar todo a la chuchits, pero una noticia me hizo vacilar.

En tres meses más voy a Chile. He comprado los pasajes hoy

¡Noooo! ¿Es en serio?

Muy en serio, mira

Me envió una foto de los pasajes y casi me desmayé.

Espero verte, estoy ansioso

Yo iguaaal, muy ansiosa

Después de esa conversación lo único que pude pensar fue «¡conchesumadre! ¡Nica alcanzo a adelgazar y a hacerme una cirugía plástica en tres meses!». Pero igual lo intenté: traté de conseguirme plata para una operación exprés e hice dietas truchas que encontré en internet..., hasta que al final terminé resignándome.

—Javiera —le dije un día mientras estábamos en clases—, necesito pedirte un favor..., otro más.

—¿Webcam? —me dijo sin expresión alguna.

—No, algo heavy. Pasa que el Español viene a Chile en un mes más. —La Javi ahogó un gritito—. Y, pucha, necesito que te juntes con él y te hagas pasar por mí...

Me miró dudando. No le tincaba mucho la idea, así que me aventuré:

—Te doy treinta lucas.

—Pucha, tú sabes que somos amigas y no te cobraría..., pero, ya po, así me compro unas zapatillas que vi y me gustaron.

Dos semanas antes de que el Español llegara a Chile empecé a darle clases a la Javi sobre cómo ser yo. Le enseñaba chistes, tallas, temas de conversación relacionados con mi mundo nerd (Harry Potter, Nintendo, gatos, El Señor de los Anillos, astronomía, ufología, cocina, etc.), y ella intentaba aprender, pero sus intentos no me parecían muy convincentes.

Llegado el gran día le pasé veinte lucas más por si acaso. Me había gastado la plata del mes en ella y, aunque eso seguramente me produciría

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