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Agarrá la pala

Teodoro Ciampagna
Agostina Gentili

Fragmento

Desde los cimientos

Hace más de un siglo los hermanos Auguste y Louis Lumière inventaron una máquina que permitía tomar una foto detrás de otra, proyectarlas en un lienzo y verlas en movimiento. La llamaron cinematógrafo y la presentaron en un café de París en 1895. El público quedó boquiabierto cuando se apagó la luz: un cono de luz blanca atravesó la sala y aparecieron transeúntes y carruajes circulando en una plaza, obreros y obreras saliendo de una fábrica, un tren llegando a una estación, tres hombres jugando a las cartas, una niña dándole de comer a un gato.

Como en los inicios del cine, el fenómeno youtuber tiene origen en el registro de escenas de la vida cotidiana. Cada quien, a su manera, pasó de editar el video con las fotos de las vacaciones a improvisar frente a una cámara y hacer un montaje con animaciones y recursos de todo tipo. El mundo es otro, ya nadie se sorprende viendo imágenes en movimiento. La sorpresa fue el descubrimiento de que se aprendía probando, experimentando, por cuenta propia y sobre la marcha. No importaba que fuera “atando con alambre” lo que tuvieras a mano. Era un juego. Era un entrenamiento.

A Vedo le gustaba El Mono Mario de Ary G. y Alejo y Valentina de Alejandro Szykula, dos animaciones que veía en internet. Un amigo le dijo que estaban hechas en Flash, un programa que podía descargar, que estaba ahí, al alcance de la mano, cuando él creía que los dibujitos eran cosas que hacía una empresa o la gente grande.

Instaló el programa en la compu de un amigo que tenía una mejor que la suya y además sabía un montón: con Martín Domingo (Kion), Vedo descubrió que podía hacer lo que se le antojaba.

Descargar un programa y hacer animaciones,

descargar otro y editar video,

uno más y editar audio.

El primer video que hizo fue Ciber Siria, una publicidad del negocio familiar, con una canción que compuso un amigo y dibujos de penes voladores. También envió un currículum animado a una empresa de producción y multimedia que se dedicaba a traducir digitalmente lo que sus clientes querían comunicar. Se le ocurrió mientras estaba en cama, saliendo de una apendicitis. Así consiguió su primer trabajo.

Lo emocionaba sentirse, de repente, en la vida adulta, donde las cosas tienen consecuencias.

Empezó a estudiar Diseño Gráfico, abandonó por falta de tiempo, pero extrañaba estudiar y se anotó en Diseño de Multimedia. En las horas muertas entre el trabajo y la facu, dando vueltas con Kion por el centro de Córdoba se encontraron con 1.882 delfines de color azul metalizados en La Cañada. Sí, no había quién no se preguntara qué hacían esos globos ahí, atados con hilos a la altura del calicanto del arroyo que atraviesa la ciudad de sur a norte. Después se supo que era una publicidad no tradicional de una marca de fernet. Mientras duró el misterio, Vedo y Kion hicieron de reporteros urbanos, preguntándole a la gente qué pensaba del fenómeno. Improvisaron más de un episodio dedicado a develar la incógnita. Filmaban con una camarita digital que no tenía pantalla, había que volver a casa y descargar el video en la compu para ver cómo había salido.

En esa época YouTube era un niño de pocos años. Jawed Karim, Steve Chen y Chad Hurley crearon el dominio el 14 de febrero de 2005. Esa fecha no fue al azar: la idea original era que fuera un sitio de citas donde pudieras subir tu video contando quién eras y qué buscabas en el amor. No sabemos si Cupido formó alguna pareja a través de la plataforma, pero estos tres jóvenes sí que dieron en el blanco cuando lo llamaron YouTube. En inglés el concepto estú tele o tú pantalla”, porque los televisores de antes funcionaban con algo llamado tubo de rayos catódicos que dirigían la energía a una pantalla de vidrio donde se creaba la imagen.

El primer video de la plataforma lo subió Jawed meses después y su título era tan literal como el nombre de su invento: en Me at the Zoo lo vemos hablando frente a cámara con dos elefantes en segundo plano. Son 18 segundos de un presagio, porque no es el único, pero sí el formato icónico de la plataforma: la persona hablando sobre sí misma en una toma frontal a poca distancia.

Al principio YouTube se usó como un sitio donde subir videos de viajes y acontecimientos personales para compartirlos con la familia y los amigos. En ese tiempo Vedo subía los videos de los ensayos y los conciertos de su banda, The Corner; dice que en YouTube abundaban los videos de gatitos. Aún no era esa tele a la carta que es ahora, donde no solo podés ver lo que quieras cuando quieras, sino también contenidos, especialmente producidos para el sitio, por sus usuarios y usuarias.

Tras el video de los delfines, a Vedo se le ocurrió una idea para vender a una empresa: hacer viral un truco de magia en el que metía una moneda en un monitor. Las posibilidades de que tuviera esa repercusión eran una en cien, pero estaba convencidísimo y Kion le dijo sí en cordobés, lo hagamos.

El contacto que tenían en la empresa ya no estaba, entonces lo hicieron por su cuenta, sin la marca. Lo filmaron con el celular y lo editaron en Flash. Lo subieron al canal y se viralizó. La gente veía el video y les preguntaba cómo lo habían hecho. Así descubrieron que las personas podían suscribirse y dejarles comentarios, que el sitio no era solo una página donde cargar un video sino que también funcionaba como una red social. Prometieron develar el misterio cuando llegaran a las 200 suscripciones: si llegaban, les mandaban el truco en un archivo. Y llegaron. Mandaron el archivo para que pudieran replicarlo. Y empezaron a decirles: ah, pero la moneda no es de mi país. Entonces prometieron un archivo nuevo con otras monedas si llegaban a las 300 suscripciones y ese truco también les salió. De película, pero en la vida real.

Con Kion trabajaban en las mismas empresas y eran igual de curiosos. Todo lo hacían juntos. Se llevaban supermal pero se les ocurría una idea y el resto se esfumaba. Con esa misma cuota de entusiasmo compartido, tras los delfines en La Cañada y el truco de la moneda, en 2010 empezaron a desarrollar Cuadradito y Circulito, una serie animada de un cuadrado bueno y un círculo malo, malísimo, al que le encanta echar moco. La serie retrata la relación de amor/odio entre dos seres que conviven en un mundo geométrico de circunstancias cotidianas, interpoladas con situaciones desastrosas que sacan lo peor y lo mejor de ellos.

El primer capítulo y origen de la serie fue en realidad un trabajo práctico de Vedo para la facu. Le habían pedido que hiciera una animación con figuras geométricas. A él se le ocurrió un círculo que invita a un cuadrado a tirarse por un tobogán: el círculo lo logra, el cuadrado no y se larga a llorar. Solo eso, y posta que te reís. Vedo y Kion siguieron inventando historias para cada capítulo y probando cosas nuevas, como agregar sonidos al estilo Disney en los movimientos de sus personajes, hacer una introducción y una canción para la serie.

—¿Qué estuvieron haciendo chicos? —les preguntó una noche la mamá de Kion— Parece que hubieran remolcado un camión con los dientes.

—Un dibujito, ma, un dibujito.

De este lado de la pantalla YouTube parece más simple de lo que es. Esos dos se habían pasado tres días animando sin descanso, porque cada paso en la tarea toma su tiempo y porque se habían propuesto subir un capítulo nuevo un día viernes y no había chance de que no lo hicieran: dijeron viernes, fue viernes.

La tarea les resultaba tan divertida como difícil. Aprender a fuerza de prueba y error les tomó un montón de tiempo y varios dolores de cabeza. Ahora Vedo quisiera volver a tener 15 años para no perder tantos días encontrándole la vuelta. Pero no se arrepiente: así fue cómo desarrolló las destrezas que hoy tiene y lo hacen sentir un poco MacGyver, ese personaje de una serie de televisión de los 80 que salía de las situaciones complicadas inventando soluciones con lo que tenía a mano.

Vedo piensa que pudo aprender todo eso porque en ese momento no había un punto medio, o hacías videos en tu casa o trabajabas para una gran empresa.

Cuando él empezó, vivir de los videos que producías en tu casa no era una opción en la Argentina. Pero todo pasaba (y sigue pasando) tan rápido que la cosa cambió al poco tiempo. Cuando promediaba la década de 2010, había dejado de ser una idea delirante.

Kevin o Kevsho, como prefieran llamarlo, subió su primer video en 2011: él sentado en la cama de papá y mamá, con su primo y su prima filmándolo mientras decía lo primero que se le ocurría. Muere de vergüenza con ese video y te lo cuenta en otro, que editó, no hace tanto, en uno de los formatos clásicos del universo youtubero: Reaccionando a… y el tema que sea.

A Kevin le gusta mucho leer y en ese entonces veía muchos canales de booktubers, personas comentando frente a cámara de qué iba cada libro, qué les gustó y qué no de cada historia. La mayoría de esos canales eran de otros países, como México y España, territorios con una industria editorial de largo aliento, responsable de buena parte de las ediciones y traducciones en lengua española que leemos en la Argentina y el resto de América Latina. Kevin veía que muchas personas los seguían, que se organizaban ferias, que las editoriales les mandaban libros para que reseñaran, que había una comunidad donde compartir el placer de leer. En nuestro país había pocos ejemplos con esa temática y él se moría de ganas de hacerlo.

Armó su canal booktuber en 2014 a los 16 años. La idea del primer video se le ocurrió cuando estaba por estrenarse The Maze Runner, una peli basada en un libro. Consiguió un ejemplar y quedó fascinado, en shock con el final. Ese día dijo ahora es cuando:

comento este libro,

lo subo

y veo qué pasa.

Al año de abrir su canal, tenía 12.000 suscripciones.

Un día Caeli, una youtuber mexicana muy famosa, anunció que abriría Fri Wey, un canal colaborativo, hecho con el aporte de contenido de distintas personas, a las que invitaba a enviar su video de dos minutos contando quiénes eran y

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